¿QUIÉN SERÁ EL "ELEFANTE BLANCO" QUE PODRÍA VENIR DESPUÉS DEL 20 D?
02.01.2016
Tras las
elecciones generales del 20D, la situación de bloqueo político en España
resulta más que evidente para formar una mayoría estable y coherente de
Gobierno que empiece su andadura con ciertas garantías de éxito.
La soluciones
pasan por celebrar nuevos comicios en primavera, que el PSOE deje gobernar al
PP mediante su abstención favorable a los intereses de Rajoy, la gran coalición
de PP y PSOE o una alianza de izquierdas entre los de Pedro Sánchez, Podemos e
IU como base fundamental del posible pacto parlamentario.
Ninguna de las
soluciones esgrimidas es plenamente satisfactoria para nadie y todas, caso de
producirse, nos llevarían a una legislatura breve antes de volver a las urnas a
medio plazo.
El PSOE tendría
muy difícil explicar a la opinión pública su apoyo táctico al PP y con respecto
a Podemos ya sus principales dirigentes regionales se han posicionado
meridianamente en contra. También cabría decir que la amalgama de
sensibilidades particulares en el movimiento liderado por Pablo Iglesias podría
hacer aflorar sus matices distintivos ante un acercamiento a las posturas del
PSOE.
Sin embargo,
puede haber otra solución de compromiso inédita en España, de recorrido corto,
que permita salvar los muebles al bipartidismo sin afectar negativamente a la
imagen de PP y de PSOE: un ejecutivo tecnocrático, con personajes presuntamente
de ideología neutral e independientes de los aparatos oficiales partidarios.
Los fundamentos
de ese hipotético gobierno tecnocrático serían la unidad de España contra el
secesionismo catalán y otros a la espera, la defensa a ultranza de la
Constitución, el control del déficit a toda costa, la participación en la lucha
internacional contra el terrorismo yihadista, medidas cosméticas y generalistas
contra la corrupción, la profundización de las reformas neoliberales y la
ampliación de los recortes sociales solicitados por Bruselas y el FMI.
Todo muy
técnico y reformista: lo que se debe hacer sin trabas ideológicas de ningún
tipo, liderado por personajes públicos de prestigio sin pasado en el PP o el
PSOE. Ciudadanos tampoco estaría en contra de esta vía política de coyuntura.
Esta insólita
situación facilitaría ganar tiempo al PP y al PSOE. El primero lo aprovecharía
para celebrar un congreso de reagrupación de las derechas, incluso tentando a
Albert Rivera hacia su logo renovado, dando a la vez el finiquito a Mariano
Rajoy.
Por su parte,
el PSOE convocaría a buen seguro otro cónclave interno donde poder despedir a
Pedro Sánchez con todos los honores mientras se entronizaba a un líder de
recambio al gusto de Susana Díaz y los pesos pesados en la sombra de la
organización de Ferraz. Díaz, además, podría erigirse en la lideresa que aglutinara
a las diferentes facciones ahora enfrentadas.
A la izquierda
del PSOE, Podemos e IU llegarían a acuerdos de coalición de cara a los más que
previsibles comicios en abril o mayo.
El nuevo
escenario quedaría reducido a una recomposición sintética de la derecha en
torno al PP-Ciudadanos, el PSOE en solitario y Podemos-IU juntos con los
nacionalistas de Cataluña y Euskadi en los lugares de costumbre. Todo muy
parecido a lo parido en la transición de 1978 con el interrogante de si Podemos
sobrepasaría al PSOE en la confianza de los electores de izquierda, esto es, la
cuestión clásica de la izquierda.
No debe caber
la menor duda de que los mercados y los poderes fácticos estarán barajando esta
posibilidad de un gobierno tecnocrático o de salvación nacional de urgencia con
la meta puesta en que a medio plazo todo vuelva a los cauces de un bipartidismo
tradicional.
Poco a poco se
pueden ir creando las condiciones indispensables para que la solución reseñada
vaya calando en la sociedad y sea susceptible de aceptarse sin mayores riesgos
o contestación en la calle. Con ella, PP y PSOE saldrían indemnes y también
Ciudadanos, quedando Podemos e IU como oposición minoritaria en la esfera
parlamentaria.
El problema
acuciante es ahora hallar un “Elefante Blanco” de compromiso, un icono limpio
de polvo y paja para presidir ese gobierno de salvación tecnocrático que se
presente como equidistante de la derecha y la izquierda: un hombre bueno, quizá
una mujer, que no tuviera flancos de rechazo demasiado expuestos a las críticas
políticas, al menos en primera instancia.
Esa coalición
invisible de PP, PSOE y Ciudadanos dejaría a Podemos en un territorio incómodo,
que sería tachado de irresponsable por los principales medios de comunicación
españoles sustentadores del sistema posfranquista urdido en el 78.
El enroque,
arriesgado a todas luces, podría ser una jugada magistral. Hasta Felipe VI
reforzaría su imagen posmoderna de árbitro neutral de la España del siglo XXI.
El 23F de 1981,
todos nos quedamos con las ganas de saber, aunque muchos indicios apuntaban a
Juan Carlos de Borbón, quién era el misterioso personaje golpista que se
escondía bajo el mote de “Elefante Blanco”? ¿Habrá fumata blanca esta vez y el
paquidermo dará la cara con luz y taquígrafos? La incógnita se despejará en
casi nada.
Desde algunas
esferas se pensará que un gobierno tecnocrático sería tanto como dar un golpe
blando a la democracia parlamentaria, al ser un ejecutivo no salido
expresamente del voto ciudadano. Suena a eso, pero con los mass media
predicando las bonanzas de la unidad de España y la salvación nacional, todo es
posible. Veremos qué pasa, cosas de mayor escarnio se ha tragado España sin
inmutarse un ápice la masa social: corrupción, desahucios, pobreza, desigualdad
creciente, trabajo sin derechos, educación, sanidad y pensiones atacadas por la
gestión privada, monarquía sin plebiscito, estado aconfesional bajo el yugo
católico… Y el PP sigue siendo el partido más votado, no lo olvidemos.
Un golpe de
timón con tintes éticos y barnices morales que no pareciese tal golpe ajeno a
la voluntad popular, con formalidades y cobertura democrática en el Congreso de
los Diputados, sería una forma sutil y práctica de desbloquear el ambiente
político actual. No lo descartemos. Lo que ayer y hoy parece quimera, utopía o
mera especulación mañana podría ser plena realidad.
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