viernes, 28 de febrero de 2025
La ODS y la educación
Para cambiar el mundo
hemos de empezar por cambiarnos a nosotros mismos, y para ello no hay mejor
herramienta que la educación. Cosa que también saben los que no pretenden
cambiarlo, ya les está bien como está.
La ODS y la educación
El Viejo Topo
28 febrero, 2025
LOS OBJETIVOS
DE DESARROLLO SOSTENIBLE (ODS) Y LA EDUCACIÓN
La Organización
de Naciones Unidas (ONU) define la Agenda 2030 sobre el
Desarrollo Sostenible como “un plan de acción a favor de las personas, el
planeta y la prosperidad, que también pretende fortalecer la paz universal y el
acceso a la justicia”. La Asamblea General de la ONU –compuesta por los Estados miembros– aprobó
por unanimidad este plan en 2015, TÑUTULOque contiene los 17 Objetivos de
Desarrollo Sostenible (ODS)
Estos objetivos incluyen
la erradicación de la pobreza, el fin del hambre, la promoción de la salud y el
bienestar, la educación de calidad, la igualdad de género, el acceso al agua
potable y saneamiento, el acceso a energía asequible y no contaminante y el
fomento del crecimiento económico inclusivo.
Uno de los
fines clave de los ODS y la Agenda 2030 es implicar a las nuevas generaciones
en el desarrollo sostenible. Siempre se dice que los jóvenes son el futuro. Y,
sin lugar a duda, los pequeños y las pequeñas de ahora serán determinantes a la
hora de diseñar el mundo que habitaremos mañana.
Todas estas
declaraciones serían un buen paso adelante para hacer frente a la gran
desigualdad, pobreza y guerras de la sociedad actual, así como para combatir el
cambio climático y sus consecuencias. Sin embargo, los mismos gobiernos que se
comprometieron a estos objetivos son los que mantienen políticas que van,
justamente, en la dirección contraria y que son, en muchos aspectos, totalmente
contradictorias. Por lo que, unos objetivos del todo necesarios y deseables,
terminan siendo totalmente inútiles.
1. Para reducir la pobreza, se propone un crecimiento más industrial, lo
que implica mayor extracción, producción y consumo, lo que es totalmente
negativo para parar el calentamiento global. Menos consumo y mayor repartición
de la riqueza es lo que hace falta. Sin decrecimiento no habrá forma de hacer
frente al cambio climático.
Señala el
crecimiento para reducir la pobreza. Pero el crecimiento no reduce
la pobreza, sino que aumenta la desigualdad y ésta es la mayor fuente de
pobreza. No proponen más regulación de los bancos o de los mercados y se niegan
a pedir la cancelación de la deuda, a pesar de que ésta supone para
los países en desarrollo más de 700.000 millones de dólares al año, dinero que
podría destinarse a la reducción de la pobreza.
Se admite que estamos
ante una emergencia climática y que para detener el
calentamiento global sería necesario reducir un 6 % las emisiones CO2 de los combustibles fósiles, pero cada año se
está aumentando un 1%, en vez de disminuir.
Se habla de la
necesidad de salvar los bosques, pero en la Amazonia ya se ha perdido un 17 % y
no se habla de ninguna medida para detener la deforestación.
También se
propone un aumento de la agricultura extensiva olvidando que
ésta es una de las que más emisiones de CO2 emiten. Así como la agro-exportación que significa que algunos
alimentos viajen más de 4.000 Kms. desde el cultivo a la nevera, con la
cantidad de energía que ello supone.
Se recurre a
las Nuevas Tecnologías como una salvación, sin mencionar el
consumo de agua y energía que ellas suponen. Se calcula que sólo dos Centros de
Datos consumen el agua de 28.000 hogares. Igualmente sucede con la llamada “transición
energética”, con coches eléctricos que necesitan una gran cantidad de
minerales (litio, cobalto…) para su fabricación y sus grandes baterías.
Minerales que están sólo en algunos países, donde ahora ya mueren los niños en
las minas, como en el Congo.
Se obvia la “injusticia
ecológica”, que nos dice que no todos somos iguales de responsables. De
hecho, el 1% más rico emite el mismo CO2 que dos tercios de los más pobres. Así, el 10 % más rico emite el 50
% y el 50 % más pobre, sólo emite el 8 %.
Y todo ello
tiene consecuencias negativas, sobre todo para la población más pobre que es,
además, la que sufre mayoritariamente las consecuencias. El calentamiento hace
disminuir la lluvia, y sin lluvia no hay agua, y sin agua no hay alimentos.
Se
propone fortalecer la paz, pero se aumentan los presupuestos
militares, se envían armas para que continúe la guerra en Ucrania y los países
con más poder no son capaces de parar un genocidio como el que está sucediendo
en Palestina y en algunos países de África.
2. Los Objetivos en la educación
Los ODS dan
mucha importancia a la educación y sostienen que una mejor educación permite
salir antes de la pobreza. También señalan que la educación es clave para
alcanzar los demás objetivos: reducción de la pobreza, la paz y la
sostenibilidad.
Pero, en
realidad, se ha avanzado muy poco y en el 2018 todavía había 260 millones de
niños y niñas (sobre todo niñas) sin escolarizar. Más de la mitad de los niños
y niñas del mundo no alcanzan las competencias de lectura y matemáticas, y si
se sigue como hasta ahora, en 2030 habrá 84 millones de niños y niñas fuera de
la escuela y 300 millones sin los conocimientos básicos para prosperar.
Es evidente, y
con ello estamos todos de acuerdo, que la educación es básica, el problema es
que:
¿Cómo vamos a
educar para la paz en un mundo con guerras constantes y con un genocidio cruel
en Palestina? Cómo podemos aspirar a que nuestros alumnos y alumnas aprendan a
resolver sus conflictos sin violencia, si el mundo les dice que la violencia es
la que sirve para resolver los conflictos.
¿Cómo podemos
educar para parar el cambio climático si no hay medidas contra las empresas y
las personas más ricas, que son los causantes del desastre medio-ambiental? No
podemos engañar a nuestro alumnado diciéndoles que si consumen menos agua y
echan los plásticos en la basura de reciclaje van a parar el calentamiento
global.
¿Cómo educar
para la igualdad y la cooperación si los que tienen el poder no erradican la
desigualdad? ¿Cómo educar en la igualdad entre hombres y mujeres y contra la
violencia de género, si los partidos de derecha (cada vez más mayoritarios) lo
niegan, si las redes están llenas de videos y mensajes machistas y los niños
ven pornografía desde los 8 años?
3. ¿Qué hacer?
Ante esta
situación, ¿qué puede hacer la educación? ¿Qué efectos tiene la educación?
¿Cómo fomentar en nuestros jóvenes ideales y actitudes que puedan ayudar a
conseguir algunos de los objetivos que señalan los ODS?
Hay que
formar-se, organizar-se, luchar y dar una educación en valores. Porque, como
decía Paulo Freire, “la educación no puede cambiar el mundo, pero puede cambiar
las personas que cambiarán el mundo”
Debemos luchar
contra la privatización, la segregación escolar y la falta de igualdad de
oportunidades. Hay que luchas para disminuir los presupuestos en armamento, que
promocionan guerras, muertes, dolor y destrucción, y aumentar los presupuestos
en educación pública.
Y debemos dar
una educación que promocione la paz, la igualdad, la no discriminación, la
solidaridad, la indignación ante la injusticia y la conservación de la
naturaleza.
Para ello es
preciso:
- Menos pantallas y más profesorado. La educación presencial permite la
socialización, el aprendizaje a partir de la interacción y los contenidos
que ayuden a entender el mundo y poder mejorarlo. Las pantallas dificultan
el aprendizaje y la adquisición del espíritu crítico, y las redes sociales
aumentan el aislamiento en nuestros jóvenes, la incomunicación, la
dependencia, el acceso rápido a la pornografía y las falsas informaciones.
- Transmitir conocimientos que ayuden a entender cómo funciona el mundo
y den herramientas para poder cambiarlo.
- Educar para la paz, hablando de lo que suponen de inhumanidad las
guerras y ayudando a evitar la violencia y la discriminación. Hay que
explicarles que las guerras no son justas, que siempre son por intereses de
una minoría, pero que siempre pagan la gran mayoría de los que tienen
menos dinero y menos poder.
- Educar los hábitos individuales que impliquen el respeto a la
naturaleza, reduciendo el consumo, aumentando el reciclaje y apostando por
una alimentación sana y ecológica. Que sean conscientes que el mundo nos
pertenece a todos y todas y que si no lo cuidamos nos espera un futuro
lleno desastres. Que el crecimiento infinito en un planeta finito es del
todo imposible.
- Transmitir valores de solidaridad, antirracismo, feminismo,
cooperación e indignación contra todo tipo de injusticias y violencias.
- Estimular la implicación en la sociedad, la participación en las
acciones y organizaciones que luchan por un mundo mejor y presionar a los
gobiernos y a las empresas.
4. Para terminar
Es importante
que los chicos y chicas salgan del Instituto y la Universidad con la convicción
de que es necesario luchar contra todo tipo de violencias y que hay que
defender los derechos humanos, que no se acostumbren a que las guerras y las
masacres son normales, que no terminen insensibles ante el dolor ajeno, que se
preocupen por la destrucción del planeta y sus consecuencias y que sean capaces
de indignarse ante las injusticias y ante la violencia. Que se sientan
solidarios con las personas que sufren y tengan ganas de implicarse en detener
todo tipo de agresiones, guerras y violencias.
Éste debería
ser el mandato ético de todas las personas implicadas en la educación. Porque
no se trata de educar para que el día de mañana, nuestros alumnos y alumnas, se
“adapten” lo mejor posible a un mundo injusto, violento y lleno de injusticias
y desigualdades, sino para que tengan información y conocimientos que les
permitan entender cómo funciona el mundo y tengan elementos y voluntad de
mejorarlo.
Sólo así
podemos ayudar a cumplir los objetivos que marcaron los ODS para un futuro
mejor.
El enfrentamiento entre EE.UU y la UE. Nuevas oportunidades se abren
El
enfrentamiento entre EE.UU y la UE. Nuevas oportunidades se abren
KAOSENLARED / 27 de febrero de 2025 /
Por Comunicados
Declaración de la
Coordinación de Núcleos Comunistas
Para las organizaciones
revolucionarias es importante analizar las líneas de tendencia que rigen el
desarrollo de las crisis del capitalismo en su etapa imperialista y que la
burguesía ha intentado resolver históricamente mediante la destrucción y la
guerra. Pero, tan crucial o más, es identificar adecuadamente las
contradicciones entre las clases dominantes, que se muestran de forma muy aguda
en periodos de crisis, precisamente cuando el sistema no puede ocultar su
incapacidad para resolver los problemas más acuciantes de las masas. En estos
momentos de duras luchas internas, cuando el capital pierde toda máscara de
legitimidad, es más fácil que las clases oprimidas comprendan con claridad la
necesidad ineludible de la revolución.
Las contradicciones entre
el imperialismo norteamericano y el imperialismo subordinado europeo (este
último sometido económica y militarmente desde el final de la II Guerra
Mundial), que se han ido bandeando mal que bien durante décadas, se muestran
ahora con crudeza. Y lo hacen, cuando la UE, gobernada por una oligarquía que
ha aplicado disciplinadamente las medidas dictadas por EE.UU, ve hundirse en un
tiempo récord sus economías, ya afectadas gravemente por la crisis y cuando además,
enfrenta una fractura política sin precedentes.
Desde el primer momento fue
evidente que las políticas adoptadas “conjuntamente” por EE.UU y la UE, hacían
de la economía norteamericana la gran beneficiaria de la voladura del Nord
Stream y de las sanciones a Rusia. Washington ha aumentado en gran medida la
venta a los países de la UE de gas licuado, peor y más caro que el ruso, y ha
aprovechado la ruina de la industria europea por el encarecimiento de la
energía para incentivar el traslado de sus fábricas a EE.UU.
El hundimiento económico de
Europa, acelerado espectacularmente con el cierre de la economía en 2020 con el
pretexto del Covid y que acabó con buena parte de la pequeña y mediana expresa,
se ha intentado enmascarar recurriendo cada vez más a la Deuda pública. Con la
excusa del Covid primero “para mejorar la sanidad pública”, del cambio
climático y las políticas “verdes” después, y finalmente declarando que el
envío masivo de armas y dinero a Ucrania para asegurar su victoria sobre Rusia
era vital para la seguridad europea, se han destinado cantidades ingentes de
dinero público a la gran banca, multinacionales y fondos de inversión.
La gran estafa que todo
esto ha supuesto cada vez es más difícil de ocultar. La pandemia y todos los
estados de alarma y emergencias, además de servir para llevar a cabo un
gigantesco experimento de control social, permitieron unos niveles de
corrupción escandalosos en las administraciones públicas. Mientras tanto, la
sanidad pública, no sólo no han mejorado sino que se ha acelerado su
desmantelamiento, a mayor gloria de la industria farmacéutica y la sanidad
privada. Por su parte, la pequeña y mediana empresa industrial, agrícola o
ganadera, no sólo no ha recibido apenas nada de los fondos europeos (dinero
público) que, una vez más, se ha embolsado el gran capital, sino que las
drásticas medidas del capitalismo “verde” les han dado el empujón definitivo a
la ruina.
Las
contradicciones, ahora las de clase, se agudizan. La caída en picado de las
condiciones de vida de millones de personas arroja cifras espectaculares1 que ocultan el dolor
y la desesperación de quienes no sólo se dejan la vida y la salud en el
trabajo, sino que no pueden siquiera satisfacer sus necesidades básicas, la
primera, la vivienda. El malestar social que, dadas su dimensiones, apenas se
transforma en protesta, intenta ser aplastado con un desproporcionado aumento
de la represión2 y la censura. Los
mismos métodos de control absoluto de la información y de imposición del
pensamiento único implantados con el Covid, han continuado su trabajo con la
guerra de la OTAN contra Rusia.
Por otro lado, como los
nichos de negocio son cada vez más escasos, a la intensificación de la
explotación con el alargamiento de la edad de jubilación (cuando en las dos
últimas décadas de la vida laboral se disparan los accidentes mortales de
trabajo), se añade el robo de los planes de pensiones privados en los Convenios
Marco de la mano de la patronal, la banca y CC.OO y UGT, amparados por el
gobierno.
Y así pensaban seguir….
La continuación de la
guerra “hasta el último ucraniano “ debía seguir sirviendo a la Comisión
Europea y a sus gobiernos de pretexto ante sus pueblos para justificar, en aras
de la “economía de guerra”, el aumento del ya desmesurado gasto militar. Hace pocos
días se anunciaba el levantamiento de las reglas fiscales para permitir un
endeudamiento sin precedentes, en torno a los 500.000 millones de euros. Por
otra parte, la OTAN presionada por EE.UU, exige a Europa que asuma sus propios
gastos militares y que cada país aumente sus presupuestos hasta el 5% del PIB.
El agonizante capitalismo
europeo, que hace décadas se nutre del dinero público vía subvenciones y
privatizaciones, ha colocado ahora prácticamente todos sus huevos en la cesta
del gasto militar. “Reindustrializar España con la industria armamentística”, anuncia
Robles, ministra de la guerra, a unos pueblos asolados por la desertificación
industrial, agrícola y ganadera; pero sobre todo se lo ofrece a los grandes
capitalistas – principalmente fondos de inversión de EE.UU – a los que este
gobierno y los anteriores han vendido las empresas públicas de armamento y a
los que riega generosamente con nuestro dinero.
Para dar una idea de las
dimensiones actuales del presupuesto militar del gobierno PSOE-Sumar valgan
estos datos referentes a 2025. Techo de Gasto Público: 195,353 millones de
euros. Gasto militar total real: 60.000 millones, Pago de intereses de la
Deuda: 36.000 millones que irán a parar a los bancos a los que “rescatamos” con
100.000 millones, de los que no han devuelto nada. Como puede verse, la suma de
los intereses de la Deuda más el gasto militar equivale a más más de la mitad
del Techo de Gasto Público.
La causa del desconcierto y
del terror que recorre los despachos de la UE y los de los gobiernos reside en
que la administración republicana, una vez hundida Europa, trata a sus vasallos
como trastos inservibles, sin dejarles sentar siquiera en las negociaciones
para el final de la guerra en Ucrania. Pero lo más grave para ellos es que les
deja sin “la amenaza rusa” para justificar los gastos de guerra, que por otro
lado es la única fuente de beneficios segura y el siniestro motor con el que
pretenden mover la agonizante economía europea.
El grave problema que tiene
ahora la oligarquía europea, y la gran debilidad que debemos aprovechar las
organizaciones de clase, es que va a ser muy difícil convencer a una población
que ve hundirse cada día más sus condiciones de vida de que su prioridad sea
destinar cada vez más fondos públicos a la fabricación de armamento. La gente
sólo acepta medidas brutales como fue el confinamiento o la prioridad absoluta
del gasto militar, si previamente se la ha aterrorizado y se han silenciado o
desacreditado las voces contrarias. Y ahora, aun contando con todo el control
de los medios de comunicación y el enorme aparato represivo, el enfrentamiento
con EE.UU. y el cambio de prioridades de la administración republicana,
debilita significativamente el belicismo de la UE. Hoy por hoy, una guerra de
la UE contra una Rusia que ha derrotado a la OTAN , más allá de las bravuconadas
del grupo de Weimar3, del que forma parte el
gobierno “progre” PSOE-Sumar, no tiene fundamente alguno. Máxime cuando tanto
la UE como la OTAN están profundamente divididas.
La guerra seguirá estando
en el horizonte del capitalismo en crisis y la clase obrera debe saberlo y
prepararse para ello, pero el análisis concreto de la situación concreta, nos
exige hoy actuar con toda la fuerza posible sobre el punto más débil del
fantoche belicista, en la UE y en el Estado español.
La denuncia del gasto
militar debe estar presente en las movilizaciones de la clase obrera y ocupar
un lugar prioritario de la lucha antiimperialista, además de la exigencia de
salir de la UE y de la OTAN, que cobra más sentido que nunca.
Hoy es más evidente que
antes que el imperialismo europeo tiene los pies de barro y que “el capitalismo
de rostro humano” del que presumía la UE, es un cadáver que sólo la coraza
militar mantiene en pie. La tarea ahora es saber fortalecer a sus enterradores.
1[1]
Casi cuatro millones de personas viven en situación de pobreza severa (hogares
con ingresos inferiores a 611 euros/mes) y más de ¼ de la población española,
casi 13 millones de personas, viven con menos de 840 euros/mes. Informe oficial
de la Red Europea contra la Pobreza https://www.eapn.es/estadodepobreza/ARCHIVO/documentos/14_informe_AROPE_2024_avance_resultados.pdf
2[1]
https://static1.ara.cat/ara/public/content/file/original/2025/0220/13/dqd-derecho-a-la-protesta-2024-pdf.pdf
3[1]
https://www.ukrinform.es/rubric-polytics/3959539-declaracion-conjunta-de-weimar-en-paris-estamos-dispuestos-a-reforzar-el-apoyo-a-ucrania.html