El mundo está
cambiando aceleradamente. La desdolarización, la descolonización real y la
construcción de un Frente Sur global son fenómenos incipientes pero reales y
consistentes que anuncian el final de la hegemonía estadounidense.
Consecuencias de la guerra a corto y largo plazo
 
Domenico Moro
El Viejo Topo
8 mayo, 2023  
 
1. Las consecuencias de la guerra en la economía mundial
La guerra es un
acelerador de procesos que a menudo tienen un origen más lejano y sólo se hacen
explícitos y plenamente visibles ahora, tras una incubación más o menos larga.
Los procesos económicos mundiales en curso más importantes son los siguientes:
 - La inflación. El aumento de la inflación comenzó en 2021,
     antes de la guerra de Ucrania, y fue impulsado por varios factores: la
     enorme liquidez emitida por los bancos centrales de los países del G7 para
     combatir la crisis y los bloqueos en las líneas de suministro de
     componentes y productos semiacabados debido a la pandemia. Una vez
     finalizados los bloqueos y reanudada la demanda, la producción fue
     insuficiente para satisfacerla, de ahí la subida de los precios. Si la
     guerra no fue la causa original de la inflación, es cierto sin embargo que
     la acentuó. En efecto, la guerra entre Rusia y Occidente se libra también
     en el plano económico, a través de las sanciones. Éstas han provocado el
     corte del suministro de materias primas energéticas de Rusia a Europa,
     aumentando los precios del petróleo y el gas e impulsando la inflación,
     especialmente en la UE, a niveles no vistos desde los años ochenta.
 - Estancamiento secular. El
     término estancamiento secular, introducido por Laurence Summers, ex
     ministro de Economía de Clinton, se refiere al hecho de que el sistema
     económico mundial ha entrado, desde la crisis de las hipotecas de alto
     riesgo de 2007-2008, en una fase de crecimiento por debajo de su
     potencial, especialmente en los países avanzados del G7. La guerra
     debilitó aún más el crecimiento mundial, debido a las sanciones, a la
     consiguiente fragmentación del mercado mundial y, sobre todo, al aumento
     de los tipos de interés por parte de los bancos centrales más importantes
     del mundo, la Fed estadounidense y el BCE, que penalizaron la inversión.
     La subida del coste del dinero no sólo se debió a un intento declarado de
     apagar el brote inflacionista, sino también y sobre todo al intento de la
     Fed de revalorizar el dólar frente al euro y otras divisas mundiales. El
     Fondo Monetario Internacional prevé para 2023 un crecimiento del PIB
     mundial del 2,8%, la cifra más baja desde 1990. Pero el crecimiento
     podría, en caso de un mayor endurecimiento monetario, caer aún más, hasta
     el 2,5%, afectando principalmente a los países del G7[1].
     Además, el estancamiento, combinado con la inflación, da lugar al fenómeno
     de la estanflación.
 
 - Desglobalización. La guerra
     ha acentuado una tendencia preexistente, que se remonta a la presidencia
     de Trump, que comenzó a introducir medidas proteccionistas. La presidencia
     de Biden ha continuado en la misma dirección, con una serie de medidas
     destinadas a acortar las cadenas globales de valor y a fomentar la
     repatriación de la producción más estratégica, como también prevé la Ley
     de Reducción de la Inflación (Ira), que destina más de 750.000
     millones de dólares a las empresas que producen en EE UU. Por ejemplo, los
     fabricantes de coches eléctricos se beneficiarán de subvenciones, pero
     sólo para los coches producidos en EE.UU., penalizando así especialmente
     las importaciones procedentes de la UE, ya afectadas por el aumento de los
     costes de producción debido al aumento de las materias primas energéticas.
     La guerra ha acelerado la fragmentación del mercado mundial. De hecho, las
     sanciones están dividiendo el mercado mundial en dos bloques en torno a
     EEUU y China. Por ejemplo, los fabricantes de automóviles europeos, que se
     han retirado de Rusia, han sido sustituidos por los fabricantes de
     automóviles chinos, que han alcanzado el 30% del mercado, más del triple
     de la cuota que tenían a principios de 2022[2].
 - Desdolarización. El dólar es la moneda
     mundial, utilizada como reserva por los bancos centrales y como moneda de
     comercio internacional. El dólar debe esta posición al hecho de que las
     materias primas más importantes, como el petróleo, se negocian en dólares.
     Gracias al dólar, Estados Unidos puede financiar su enorme doble déficit,
     el comercial y el público, y drenar fondos internacionales hacia su
     economía. Sin embargo, desde hace algunos años el dólar ha ido perdiendo
     su posición, por ejemplo, la proporción de reservas mundiales en dólares
     ha caído del 71% en 1999 al 59% en 2021[3].
     El fenómeno de sustitución del dólar por otras monedas se denomina
     desdolarización. La guerra acentuó el proceso de desdolarización, ya que
     Rusia reorientó las exportaciones de materias primas energéticas de la UE
     hacia los países asiáticos, principalmente China e India. Lo más
     importante es que el intercambio de petróleo y gas ruso en estas nuevas
     zonas se realiza utilizando monedas distintas del dólar, como el rublo
     ruso, el yuan renmimbi chino y la rupia india. Rusia también comercia con
     otras materias primas en divisas distintas del dólar. En particular, el
     yuan renmimbi está creciendo en importancia como moneda de comercio
     internacional y de reserva; por ejemplo, Argentina y Brasil han adquirido
     recientemente considerables reservas en yuanes para protegerse de las
     fluctuaciones del dólar.
 - Descolonización real. Desde
     los años 50, muchos países del Tercer Mundo se han emancipado de su
     condición de colonias dependientes del centro de las metrópolis
     imperialistas, en particular de Europa. Sin embargo, la descolonización se
     quedó en la fase formal, ya que las antiguas colonias siguieron
     dependiendo económicamente, quizá aún más, de los países europeos y de
     Estados Unidos. En la actualidad, se está configurando una descolonización
     real, consistente en la independencia económica, favorecida por el
     activismo comercial, financiero y de infraestructuras de Rusia y, sobre
     todo, de China, especialmente en el continente africano. Son
     significativas en este sentido las palabras del ministro ugandés, Sam Kutesa,
     refiriéndose a los chinos: «Participaron en las luchas de liberación
     africanas, en las guerras anticoloniales y ahora nos ayudan en nuestra
     emancipación económica».[4] La
     descolonización real se acelera con la guerra y está estrechamente ligada
     a la desdolarización. El proceso es visible en las antiguas colonias
     francesas de África, que adoptan el franco CFA, garantizado por el tesoro
     francés y que permite a la potencia europea drenar recursos y riquezas de
     África. El 21 de diciembre de 2019, sin embargo, las antiguas colonias
     francesas acordaron introducir en lugar del franco CFA su propia moneda,
     el ECO, que debería estar vinculado al yuan renmimbi. Además, varios
     países africanos, como Burkina Faso, han pedido a Francia que retire sus
     tropas que, con el pretexto de luchar contra el yihadismo, tenía
     desplegadas en las antiguas colonias.
2. Las consecuencias de la guerra para EE.UU. y la UE
Resulta
especialmente interesante comprobar las consecuencias económicas de la guerra
en términos de ventajas y desventajas para EE.UU. y la UE. EE.UU. obtiene
grandes ventajas a corto plazo y posibles grandes desventajas a medio y sobre
todo a largo plazo. Las ventajas son las siguientes:
 - Aumento del gasto militar y aumento de los beneficios del complejo
     militar-industrial. Estados Unidos está
     contribuyendo en gran medida al suministro de armas y municiones a
     Ucrania. De los 50.000 millones de armas que han llegado a Ucrania hasta
     la fecha, hasta 30.000 millones han sido suministrados por Estados Unidos.
     Los arsenales de armas y municiones estadounidenses se han reducido
     considerablemente, lo que socava la doctrina militar estadounidense de
     poder llevar a cabo dos conflictos militares al mismo tiempo. En
     consecuencia, es necesario reponer las reservas aumentando la producción
     del complejo militar-industrial. Por ejemplo, la producción de proyectiles
     de artillería ha aumentado un 500%. También hay que recordar que el
     complejo militar-industrial, es decir, la integración de la industria
     bélica y las fuerzas armadas, es un centro de poder clave en EEUU, que
     influye enormemente en la política. Ya en 1961, el Presidente Eisenhower
     advirtió de los peligros que entrañaba para la democracia estadounidense
     la integración de la industria bélica, las Fuerzas Armadas y el poder
     político. El complejo militar-industrial se basa también en el hecho de
     que el presupuesto militar estadounidense es, con diferencia, el mayor del
     mundo, superando el presupuesto acumulado de los diez primeros países de
     la clasificación mundial. La guerra de Ucrania ha provocado un nuevo
     aumento del presupuesto militar estadounidense, que alcanzará los 858.000
     millones de dólares en 2023, es decir, un 10% más que en 2022. La guerra
     de Ucrania ha beneficiado, por tanto, a las empresas bélicas
     estadounidenses, que han visto subir sus cotizaciones bursátiles a menudo
     más de un 10%. Por último, no hay que olvidar que la industria militar es
     un motor para toda la economía estadounidense, dado su peso y el nivel de
     investigación tecnológica que expresa.
 - Aumento de las exportaciones y de los precios del petróleo y el gas. Las sanciones contra Rusia y la consiguiente interrupción del
     suministro de petróleo y gas a Europa han beneficiado a Estados Unidos,
     que se ha beneficiado tanto del aumento de sus exportaciones a la UE como
     de la subida de los precios internacionales. Europa se ha convertido en el
     primer mercado de exportación estadounidense tanto para el petróleo como
     para el gas. El auge de la industria extractiva estadounidense ha sido tal
     que EEUU se ha convertido en el mayor productor mundial de crudo,
     superando a Rusia y Arabia Saudí.
 - La apreciación del dólar y la dirección de los flujos financieros de
     China y el resto del mundo hacia EE.UU. La apreciación del dólar, debida a la subida de los tipos de interés
     de la Reserva Federal, ha provocado un aumento de los flujos financieros
     mundiales hacia Estados Unidos. Los inversores, en particular, se están
     desviando de la deuda pública china y de otros países hacia EE.UU.
 - Separación de Rusia de Alemania y la UE. Con la guerra de Ucrania, Estados Unidos obtuvo una importante ventaja
     geoestratégica al separar a Alemania y la UE de Rusia, que antes mantenían
     una estrecha relación basada en el intercambio de materias primas contra
     productos manufacturados. Además, la OTAN, que antes de la guerra se
     encontraba en una situación de «muerte cerebral», como dijo el presidente
     francés Macron, ahora, a raíz del conflicto ucraniano, se ha recompuesto y
     ha cobrado nueva vida.
Además de estas
ventajas a corto plazo, hay que señalar dos importantes desventajas a largo
plazo para Estados Unidos:
 - Desdolarización. Como vimos
     anteriormente, el mayor peligro de la guerra para EEUU reside en que el
     dólar sea sustituido por otras monedas en la comercialización de materias
     primas clave, empezando por el petróleo. De este modo, el dólar correría
     el riesgo de perder su posición como moneda mundial, privando al
     imperialismo estadounidense de un pilar clave que le permite ejercer el
     dominio global.
 - La construcción de un frente internacional del Sur global. La guerra ha acelerado la formación de un frente del Sur global,
     desalineado cuando no opuesto a Occidente. Esto es visible en la ONU en
     las votaciones de las mociones de condena a Rusia. En la última votación,
     en febrero de 2023, 32 países se abstuvieron y 7 votaron en contra.
     Aparentemente se trata de una minoría de los Estados del mundo, sin
     embargo, en términos de número de habitantes, estos países representan más
     de la mitad de la población mundial, incluidos gigantes demográficos como
     China, India, Pakistán, Bangladesh, Etiopía, Vietnam, etc. El
     desalineamiento de Occidente es especialmente visible en África, donde 17
     países se abstuvieron, 8 no participaron en la votación y Eritrea votó en
     contra. La creación de un Frente Sur global, liderado por China, desafía
     la capacidad hegemónica de EEUU.
En lo que
respecta a la UE, la guerra no tiene ventajas, sino sólo desventajas, que son las
siguientes:
 - Aumento de la inflación, pérdida de competitividad internacional y
     empeoramiento de la balanza comercial. La UE se
     vio especialmente afectada por la inflación (+10,6% máximo en octubre de
     2022 y +9,2% anual en 2022[5]),
     causada también por la desaparición de los suministros de materias primas
     energéticas rusas, sobre cuyo precio barato muchos países europeos habían
     construido sus fortunas de exportación. Así, la desaparición del petróleo
     y sobre todo del gas rusos y su sustitución por el gas licuado
     estadounidense, mucho más caro, provocó un aumento de los costes de
     producción de las manufacturas europeas, lo que disminuyó su competitividad.
     Sobre todo, las sanciones han provocado un aumento muy acusado del valor
     de las importaciones de bienes energéticos, lo que ha erosionado los
     superávits comerciales de Alemania e Italia, importantes exportadores de
     productos manufacturados y grandes consumidores de gas ruso. Alemania
     redujo a más de la mitad su superávit comercial, de 215.000 millones de
     dólares en 2021 a 84.000 millones en 2022[6].
     Italia, por primera vez tras 10 años de continuos superávits comerciales,
     registró un déficit de 31.000 millones de euros en 2022, frente a un
     superávit de 40.300 millones de euros en 2021. El déficit italiano depende
     casi por completo del aumento de los precios de importación de la energía.
     De hecho, el déficit energético se ha más que duplicado, pasando de 48.300
     millones en 2021 a 111.300 millones en 2022, mientras que el superávit de
     productos no energéticos solo ha disminuido ligeramente, pasando de 88.700
     millones en 2021 a 80.300 millones en 2022[7].
 - Recesión y dificultades para hacer frente a la deuda pública. La prioridad de los bancos centrales en estos momentos es luchar
     contra la inflación subiendo los tipos de interés. Unos tipos de interés
     más altos dificultan que los bancos concedan préstamos a las empresas, lo
     que provoca una caída de la inversión y, por tanto, del PIB, cuyo
     crecimiento en 2023, según el Fondo Monetario Internacional, sería del
     0,8% en la zona euro, del 0,7% en Italia y del -0,1% en Alemania[8].
     La caída de la tasa de crecimiento del PIB aumenta la proporción de la
     deuda con respecto al PIB, mientras que el aumento del coste del dinero
     también incrementa la cantidad de intereses que los Estados tienen que
     pagar por su deuda, lo que hace más difícil sostenerla.
 - Devaluación del euro. La
     subida de los tipos de interés en Estados Unidos provoca una devaluación
     del euro frente al dólar, lo que hace que disminuya el atractivo de los
     flujos financieros internacionales y de las inversiones en Europa y la
     zona del euro en particular.
 - Dependencia estratégica de EE.UU. La guerra y las sanciones conexas han creado una mayor dependencia
     económica y política de la UE y la eurozona respecto a Estados Unidos, no
     sólo en términos de suministro de materias primas energéticas, sino
     también desde un punto de vista geopolítico estratégico.
3. Conclusiones: del unilateralismo al multipolarismo
Según Giovanni
Arrighi, el desarrollo histórico del modo de producción capitalista está
representado por ciclos económicos seculares en los que un poder hegemónico regula
la acumulación de capital[9].
Cada ciclo se caracteriza por dos fases: una de expansión y otra de decadencia
económica, en la que el poder de la potencia hegemónica se debilita. En la fase
de decadencia, surgen nuevas potencias económicas que desafían a la hegemónica.
Es una fase de caos que desemboca en un enfrentamiento militar al final del
cual el antiguo hegemón es sustituido por un nuevo hegemón, en torno al cual se
reanuda la acumulación de capital. En la actualidad, hemos entrado en una fase
en la que el unipolarismo, es decir, la capacidad de Estados Unidos para
imponer su voluntad en el mundo, se ha debilitado y están surgiendo nuevas
potencias, como China. Esta última, sin embargo, no tiene intención (y aún no
es capaz) de representar una alternativa global a EEUU. Ni siquiera el yuan es,
por el momento, capaz de sustituir al dólar.
Lo que estamos
presenciando es la superación del unipolarismo. A este respecto, son
interesantes las palabras de Christine Lagarde, presidenta del BCE: «Estamos
asistiendo a una fragmentación de la economía mundial en bloques competidores…
liderados respectivamente por las dos mayores economías del mundo».[10] A
decir verdad, en nuestra opinión, estamos apenas al principio de la formación
de un bipolarismo, es decir, de dos bloques opuestos, aunque el mundo puede ir
en esa dirección. Pero también existe la posibilidad de que se cree una
situación basada en la existencia de varios polos al mismo tiempo, es decir, un
multipolarismo efectivo, como afirma querer hacer China.
En cualquier caso,
el objetivo de la guerra actual es la defensa de la hegemonía mundial
estadounidense y de la capacidad del dólar para funcionar como moneda mundial.
En este sentido, por las razones expuestas, EEUU ha logrado una victoria
táctica al reforzar la OTAN y el poder del dólar. Pero esas mismas acciones que
determinan el éxito a corto plazo crean las condiciones para un posible fracaso
estratégico estadounidense a largo plazo. La desdolarización, la
descolonización real y la construcción de un Frente Sur global son las más
importantes de estas condiciones.
Notas
[1] Gianluca di Donfrancesco, «FMI: El crecimiento mundial es el más
débil desde 1990», Il Sole24ore, 12 de abril de 2023.
[2] Diego Longhin, «China’s hands on Russian-made cars», Affari e
Finanza – la Repubblica, 27 de marzo de 2023.
[3] Fondo Monetario Internacional, The stealth erosion of dollar
dominance, 24 mar 2022. https://www.imf.org/en/Publications/WP/Issues/2022/03/24/The-Stealth-Erosion-of-Dollar-Dominance-Active-Diversifiers-and-the-Rise-of-Nontraditional-515150
[4] Alessandra Colarizi, África Roja. El modelo chino y el continente del
futuro, L’asino d’oro edizioni, Roma 2022, p.81.
[5] Eurostat, Flash estimate – February 2023. https://ec.europa.eu/eurostat/documents/2995521/16138299/2-02032023-AP-EN.pdf/91fa331d-8f61-adff-5e42-d92a64b6ee81?version=1.0&t=1677682415813
[6] Unctad, centro de datos.
[7] ISTAT, Comercio exterior y precios de importación – diciembre
de 2022, 16 de febrero de 2023. https://www.istat.it/it/archivio/281014
[8] Gianluca di Donfrancesco, op.cit.
[9] Giovanni Arrighi, El largo siglo XX. Dinero, poder y orígenes
de nuestro tiempo, il Saggiatore, Milán 2033.
[10] Isabella Bufacchi, «La fragmentación de la economía hace subir los
precios», Il Sole 24 ore, 18 de abril de 2023.
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