JUANLU GONZÁLEZ. Por qué la contraofensiva de la OTAN en Ucrania ha sido un
fracaso
INSURGENTE-ORG
/ 20.09.2023
Tanques
Leopard destruidos por Rusia
Para
cualquier persona consumidora de medios de comunicación generalistas
occidentales, la contraofensiva de primavera-verano lanzada por la OTAN en
Ucrania va relativamente bien. Quizá un poco más lenta de lo deseado, pero
bien. Eso nos transmiten, aunque a veces a algunos políticos se le disparan los
niveles de euforia o los ardores propagandísticos y anuncia que ya se ha
recuperado hasta el 50% del territorio ucraniano anexionado por Rusia e incluso más,
pero eso es algo muy difícil de asumir sin más por seres pensantes. En general
se admite que todo va como se había planeado por los gerifaltes de la OTAN, la
UE y los anglos. Pero no es así, basta comprobar los mapas proucranianos que se actualizan a diario, para
comprobar que eso es pura desinformación para el público local iletrado y
adormecido por decenios de propaganda, como así lo reconocen los estudios académicos
anuales de valoración de medios occidentales, que pierden
credibilidad año tras año, tras las salvajadas que han perpetrado sin
miramientos contra la opinión pública con total impunidad.
Es cierto que el frente se ha movido poco desde el
comienzo, el 3 de junio de 2023, de la mal llamada contraofensiva. Pero
realmente, en conjunto, las recuperaciones han sido poco más de 200 km2 del
lado ucraniano, que incluyen 4 o 5 pequeñas aldeas en todo este tiempo dentro
de la llamada «zona gris». Básicamente se encuentran en la cornisa de
Vremevsky, en el eje Orejov-Rabotino-Verbove y en las cercanías o los flancos
de Artemovsk. Haciendo las cuentas, a este ritmo, la OTAN-Ucrania necesitaría
más de 150 años para completar su misión. Y ello sin tener en cuenta los
avances rusos, sobre todo en el frente norte, en Lugansk y Jarkov, que superan
con mucho las ganancias territoriales de Kiev durante el mismo periodo.
Pero es aún peor. Rusia, en espera
de la ofensiva militar más anunciada de la historia, ha preparado hasta 5
líneas defensivas, en una especie de defensa en capas, llamada en honor al
general responsable de su desarrollo la «Línea Surovikin». Pues bien, hasta la
fecha, ninguna de esas líneas ha sido sobrepasada. Las batallas se han
producido en lo que los militares llaman, la zona
gris, en
tierra de nadie, zonas difíciles de defender, donde Rusia ha colocado elementos
pasivos para complicar el avance ucraniano (campos minados, dientes de dragón)
o para dirigir esos avances a territorio favorable a las defensas rusas. De
momento, las tropas de la OTAN sólo han llegado a acercarse a la primera línea
en la zona de Verbove, pero no ha sido traspasada. Imaginad lo que conllevaría
atravesar las 5 líneas defensivas, cada una más reforzada que la anterior.
En rojo,
defensas rusas y las líneas Surovikin en la principal zona de la contraofensiva
de la OTAN, según el WSJ
Sólo con pelear en las zonas
exteriores de la Línea Surovikin, las Fuerzas Armadas de Ucrania (AFU) han
dilapidado la mayor parte de los ejércitos fletados por la OTAN. Ahora han
sacado al campo de batalla los cuerpos especiales mejor armados que tenían
reservados para el final, los equipados con los hasta ahora invencibles tanques británicos
Challengers, Esos batallones eran los que debían llegar al mar de Azov cuando
las primeras fuerzas blindadas rompieran las defensas rusas en junio, pero
todavía se encuentran a más de 100 km de la costa y sin visos de avances significativos.
Los bailes en la zona gris han sido permanentes, pasos
adelante y pasos atrás sucesivos. Así ha funcionado el escenario bélico estos
meses: Ucrania mandaba un asalto «de carne», de pura infantería, sobre una
posición rusa. El ejército ruso se retira a posiciones seguras y emplea la
artillería y la aviación sobre un terreno que tiene absolutamente cuadriculado
y georreferenciado. Como son zonas con poca capacidad de refugio, a las pocas
horas, los ejércitos ucranianos se retiran a sus posiciones iniciales y la
infantería rusa vuelve a ocupar las trincheras. Eso sobre el terreno, porque el
papel prensa dará cuenta de los avances ucranianos, pero nunca de sus
retrocesos, por lo que se traslada a la opinión pública la falsa sensación de
un avance permanente, que es lo que repiten machaconamente la mayoría de las
televisiones y periódicos generalistas. Justo esta situación es la que está
viene produciéndose, por ejemplo, en Rabotino, donde Ucrania lleva más de un
mes entrando y saliendo de una aldea en la que vivían menos de 500 personas, en
la que han enviado a la muerte a miles de personas pata tomar poco más de 5
calles. Insisto, basta echar una ojeada a los mapas proucranianos para
comprender la evolución de un frente, de más de 1.200 metros de longitud, que no
se ha movido ostensiblemente durante los últimos cuatro meses.
Y todas estas idas y venidas y escaramuzas en la zona
gris, ¿a costa de qué? Pues aquí sí que coinciden muchos militares ucranianos y
occidentales, el coste en vidas humanas está siendo altísimo del lado de Kiev.
No obstante, siempre añaden que las bajas son similares por ambas partes. Craso
error mal intencionado. Es bien sabido en literatura militar que las bajas de
atacantes necesarios para conquistar una defensa fortificada son de tres, o incluso
de 4, a uno. Sin embargo, cuando el defensor dispone además de una superioridad
aérea abrumadora y de un número de proyectiles artilleros a disposición
cifrados en diez a uno, la proporción de víctimas debe ser de alrededor de una
baja rusa por cada diez o doce de Ucrania. Se barajan unas 70.000 bajas
ucranianas sólo desde el inicio de la contraofensiva, además de las pérdidas de
buena parte de los tanques Leopard alemanes, de varios de los Challenger
británicos y de muchos Bradley norteamericanos, entre otros. De hecho, al
inicio de la ofensiva tuvieron que dar la orden de retirar los blindados de la
OTAN porque estaban siendo fulminados de una manera vergonzosa y muy lesiva
para los ingresos de la industria armamentística occidental.
El problema para Ucrania es que el
mal tiempo se acerca y el campo de batalla se va a volver impracticable a
partir del mes de octubre, por lo que habrá que dar por finalizada la ofensiva.
Ese será el tiempo de hacer balance definitivo, aunque ya se están escapando
artículos y declaraciones, incluso por boca del propio Zelensky, que admitió
que el balance no va a ser como el esperado, que no va a tener un final feliz,
porque «hemos perdido a mucha gente». De momento están volviendo a decretar una
nueva movilización general, ampliando la edad de reclutamiento forzoso (algunos
políticos piden que sea a los 16 años), revisando los dictámenes una
amplia red de corrupción para comprar exclusiones al ejército por motivos
médicos e instando a países aliados europeos a deportar jóvenes en edad
militar, algo a lo que se han negado, de momento, países como Alemania y
Austria. Todo indica que la escabechina global que se ha producido en Ucrania
es de una magnitud que podría llegar al medio millón de personas,
que es lo que una diputada irlandesa le espetó a Stoltelberg en sede
parlamentaria europea y que no tuvo los arrojos de desmentir, cifra que se
correspondería a las aportadas por el operador de telefonía ucraniano MTS que
calculó en 400.000 los destinatarios que no volverían a contestar al teléfono
por causa de las víctimas de la guerra.
La clave para la consideración de éxito o fracaso
estaría en sopesar las pírricas ganancias territoriales y las pérdidas en mano
de obra y equipo militar. Si los datos de bajas se ocultan intencionalmente, es
posible maquillar el resultado final. Pero lo que no tiene posibilidad de
discusión es si se analiza el grado de consecución de los objetivos
estratégicos marcados al inicio de la operación y los resultados obtenidos. En
efecto, la contraofensiva de la OTAN se realiza para, fundamentalmente, aislar
a Crimea de Rusia por el corredor terrestre que pasa por el Donbass, retomar el
control del mar de Azov, para luego volar el puente de Kersh y tomar Crimea al
asalto. ¿Que se ha logrado en estos meses en este sentido? Nada de nada. Todo
lo contrario, se ha gastado el comodín de la OTAN (entrenamiento, dotación,
financiación) y se va camino del colapso del ejército ucraniano por simple
desplome demográfico.
En pocos meses no habrá de dónde sacar nuevos soldados
para reemplazar las miles de bajas semanales que se están produciendo. Los
mercenarios extranjeros tampoco pueden suplir ese papel y los candidatos a
luchar saben de sobra que no van allí a jugar unas partidas de paintball como
pensaban al inicio de la guerra. Como recogió la prensa norteamericana de
declaraciones de soldados en el frente, cuando van a la batalla, los soldados
saben de sobra que el 90% no volverá jamás, por eso ya solo quieren pelear los
neonazis, fuertemente ideologizados, que creen que están defendiendo el IV
Reich por la gloria del führer.
De momento, la OTAN, contrariamente
a lo defendido por el alto mando ucraniano, ha obligado durante estas semanas a
las AFU a entrar con todo sobre un par de puntos. Así prevén alcanzar algún
éxito significativo en las pocas semanas operativas que restan antes de las
lluvias de otoño y camuflar un estrepitoso fracaso. Simultáneamente, Rusia se
está defendiendo con éxito en el sur y el este de Ucrania, mientras ataca en el
norte amenazando a Kupiansk con la intención de caer después sobre Slaviansk y
Kramatorsk por su flanco mas desprotegido e ir cerrando poco a poco las tareas
programadas inicialmente dentro de la operación militar
especial. Para parar
a Rusia en Jarkov, será necesario sacar fuerzas ucranianas de los ejes
principales de batalla y derivarlas al norte, debilitando la poca capacidad ofensiva
que le resta. En cualquier caso, siendo benévolos, Kiev, con suerte, podrá
lograr algún objetivo táctico, pero jamás ninguno de tipo estratégico. Y nos
reiremos, una vez más, cuando hagan el obligado recuento de superficie
liberada, de las
declaraciones de la «inteligencia británica», de Anthony Blinken o
de tantos otros próceres occidentales que afirmaron que ya se había
reconquistado la mitad del territorio anexionado por Rusia, cuando no se ha
llegado, ni de lejos, al 1%.
(bitsrojiverdes.org)