miércoles, 25 de septiembre de 2019

0 (CERO)


¿Descubriendo el número cero para la acción política?

Tercera información /Izquierda Castellana
22/09/2019 



El 12 de abril del presente año, antes aún de las Elecciones Generales, publicábamos un editorial titulado “¿Cuanto tardarán las siguientes elecciones generales, después de las próximas?”. Ya tenemos la respuesta: menos de siete meses. En cuatro años, cuatro elecciones generales y un cambio de Presidencia y de Gobierno por una moción a mitad de legislatura, Pedro Sánchez por Mariano Rajoy. Es obvio para todo el mundo, menos para los tertulianos y otros comunicadores que siguen viviendo en su mundo yuppie-estúpido, que el Régimen del 78 y cada vez más el Sistema en que este se enmarca atraviesan por una grave crisis que dificulta severamente su reproducción.

Es también bastante evidente que Pedro Sánchez y/o su equipo sí comprenden, al menos en sus términos generales, la naturaleza y gravedad del momento, aunque públicamente no lo reconozcan; es por ello que buscan por todos los medios articular un “Gobierno de Salvación del Régimen”, tal y como decíamos en otro editorial publicado el 2 de agosto de 2019 (“Pedro Sánchez trabaja por un Gobierno de Salvación del Régimen del 78”). Pero esta tarea no es en absoluto sencilla, aunque hay que reconocer que ese equipo le echa imaginación y han conseguido algunas victorias tácticas.

El resultado final de la operación “Salvar al Régimen” dependerá en lo fundamental de lo que hagamos las fuerzas sociales y políticas que estamos por un auténtico cambio en clave republicana y soberanista para el conjunto de naciones bajo jurisdicción del Estado español y para cada una de estas en particular, es decir, un cambio en clave democrática. La oportunidad para impulsar y realizar ese cambio es clara, pero ciertamente no se producirá por sí solo. Habrá que impulsarlo y únicamente será posible mediante la conjunción de todas las fuerzas que están por que tal cosa ocurra.

En diversas ocasiones hemos dicho que el Estado español es el eslabón débil del capitalismo occidental. Ello condiciona la poca elasticidad y capacidad de maniobra del Régimen en la confrontación política. Esa circunstancia condiciona el que prácticamente todos los movimientos a favor de cambios sociales o políticos de cierta envergadura se encuentren casi de inmediato frente a la vía de la respuesta represiva por parte del Estado. El Régimen solo permite un cierto margen de negociación cuando hay una renuncia explícita a los objetivos estratégicos, tal como se ha visto recientemente en la Audiencia Nacional.

La coyuntura es muy compleja para el bloque dominante. Además de los problemas socio-políticos propios, entre los que destaca el brutal incremento de la violencia contra las mujeres en todas sus formas, incluyendo los asesinatos y las violaciones en manada, asistimos también a la intensificación de la dramática precarización social que afecta a las clases trabajadoras de todas las naciones del Estado, y que se magnifica en la vida cotidiana por el progresivo desmantelamiento de los servicios públicos: sanidad, educación, etc. así como de los sociales: sistema de pensiones, prestación de desempleo…, así como la cuestión catalana.

A todo ello se añade la reagudización de la crisis del capitalismo global, espoleada por la política de Trump, o el desmoronamiento de la UE, cesto en el que el Estado español había depositado todos los huevos. Bien, pues en este panorama complejo y en la búsqueda de articular el “Gobierno de Salvación del Régimen” que sus amos necesitan, Pedro Sánchez y su equipo parece que están intentando descubrir el cero para la acción política.

En matemáticas la invención del cero tuvo una grandísima utilidad y, aunque tardó siglos en asimilarse, supuso un salto cualitativo en esa disciplina. La cuestión para el Sanchismo y su Régimen es que sus problemas necesitan soluciones a corto plazo y, además, que la Política es un mundo mucho más concreto que las matemáticas, aunque estas sean de gran utilidad también para la primera. Un cero a la izquierda no varía para nada una cifra, salvo en la impresión visual. Un cero a la derecha, en cambio, la multiplica. Un cero intercalado entre dos números también varía sustancialmente la cifra.

Pudiera parecer que están mareando la perdiz, pero seguramente al menos algunos saben lo que buscan. ¿Y qué buscan? Como decíamos un Gobierno para salvar al Régimen, y por tanto, un Gobierno contra el Pueblo. Un Gobierno que va a avalar la sentencia del Tribunal Supremo sobre el Procés, pero ojo: esta sentencia no va a ser solo sobre el Procés, sino que va a sentar jurisprudencia, a la española, sobre el ejercicio de derechos civiles y políticos para tod@s l@s ciudadan@s del Estado, por supuesto en la orientación de recortar estos.

Un Gobierno que no va a abrir, salvo postureos, ningún camino para abordar el problema político de Cataluña, ni ningún otro de los que afectan a los límites democráticos de este Régimen; un Gobierno que va a seguir con las políticas privatizadoras y neoliberales, así como con las políticas de alineación con el imperialismo yankee y su política guerrerista a nivel mundial; un Gobierno que no va a tomar medida alguna de utilidad para los pueblos del Estado español ante las repercusiones del proceso de desmoronamiento de la UE.

Algunos sectores del soberanismo en Cataluña y Euskal Herria están confundiendo -cosa siempre muy peligrosa, pero ahora más- sus deseos con la realidad, apostando por un Gobierno de Pedro Sánchez frente a la derecha. Ese es un escenario irreal. El Régimen y el Sistema en el que este se enmarca (ahora mismo ello puede cambiar y cambiará en un futuro más o menos próximo) apuestan porque sea Pedro Sánchez y el PSOE quienes den cuerpo a ese programa que necesitan. Nadie lo puede hacer mejor en este momento.

Finalizamos este editorial remarcando que ha surgido una importante corriente de opinión en la sociedad castellana favorable a la abstención activa en las elecciones del próximo 10 de noviembre. En el seno del movimiento popular castellano hemos iniciado un debate sobre tal cuestión, que finalizaremos en las próximas semanas y cuyas conclusiones trasladaremos públicamente. Una cosa tenemos clara: adoptaremos finalmente aquella posición que sirva más y mejor para profundizar en el desgaste de este Régimen ineficaz y corrupto, y por tanto, para avanzar en la construcción de un modelo político y socio-económico al servicio del pueblo.

Izquierda Castellana, 20 de septiembre de 2019.

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EL HAMBRE NO LA INVENTÓ EL "COMUNISMO" PARA MATARSE A SÍ MISMO Y A TODO LO QUE SE MENEARA (UN BUEN BLOQUEO ECONÓMICO, NO COMUNISTA, SINO COMO DIOS MANDA, ES TETICA MONJA PARA PROVOCAR EL HAMBRE, O INCLUSO EL ROBO CRIMINAL DE LOS RECURSOS NATURALES DE DETERMIANDOS PUEBLOS E IMPEDIR SU DESARROLLO ES OTRO BUEN MÉTODO)


El hambre en España en los años 40
El hambre de la posguerra civil en España fue más una consecuencia del bloqueo comercial internacional que de la destrucción provocada por la propia guerra
Pío Moa
https://www.libertaddigital.com/otros/revista/articulos/26730156.htm


Los años 40 fueron en España "los del hambre" por antonomasia, como también en buena parte de Europa, a consecuencia de la II Guerra Mundial. No fue un hambre como las que devastaron a algunos países, especialmente a la Unión Soviética, con cientos de miles y hasta millones de víctimas mortales, pero fue una época de penuria muy extendida. Su evolución puede seguirse en las estadísticas de mortalidad: debe considerarse que un muerto por inanición supone la existencia de decenas o cientos de personas con graves carencias nutricionales, y otras muchas muertes por enfermedades derivadas de la miseria. Así, durante la guerra civil, las defunciones por enfermedad crecieron muy notablemente en territorio del Frente Popular, en número muy superior al de las causadas directamente por hambre.

La desnutrición afectaba tradicionalmente a buena parte de España, en especial a las zonas de latifundio extremeñas y andaluzas. A principios del siglo XIX morían directamente por hambre unas 300 personas cada año, bajando la cifra paulatinamente hasta la mitad en 1929. Al llegar la II República, la mortandad creció bruscamente, y en 1933, al final del bienio izquierdista, volvía a la de principios de siglo. En el bienio de centro derecha, llamado "negro" por sus enemigos, el proceso se invirtió, con un descenso del hambre débil, pero significativo.

Durante la guerra, este tipo de mortandad alcanzó su máximo en 1938: nada menos que 1.111 víctimas. Al corresponder en su gran mayoría al Frente Popular —llamado erróneamente "República"—, la cifra resulta la más alta del siglo en proporción a la población, aunque en 1946 sería superada para el conjunto del país.

Tras la guerra, el nuevo régimen debió afrontar la reconstrucción. Contra una idea extendida, las destrucciones bélicas no fueron asoladoras, en parte por la política de Franco de evitarlas, pero aun así imponían un pesado tributo a un país técnicamente atrasado. Además, la ex zona revolucionaria estaba en completo desorden y ruina. El historiador P. Voltes ha señalado: "Una de las páginas más dramáticas de la historia de nuestra guerra civil es la anulación, por Franco, de la moneda emitida por el Gobierno republicano a partir de julio de 1936, y con ella, la ruina de millares de familias, empresas y entidades". Esta "hecatombe económica" constituye, según él, una estafa gigantesca: "¿Qué duda cabe de que en el territorio republicano se había registrado una inflación que pesaba sobre el futuro del país? Bien está. Obsérvese, empero, que en la zona nacional había habido también su propia inflación". Pero si el señor Voltes hubiera cuantificado esa inflación, vería que, como señala el economista Antonio de Miguel, fue de sólo 41 puntos en la zona nacional, contra unos desastrosos 1.340 en la republicana. Las familias, empresas y entidades estaban ya completamente arruinadas, más aun desde la pérdida del oro del Banco de España, destinado a respaldar la moneda. La peseta republicana simplemente no valía nada, y su anulación solo refrendó un hecho objetivo.

Pese a las dificultades, en los años 39 y 40 descendió rápidamente el hambre: 803 muertos el primer año, y 490 el segundo. En cambio, en 1941 experimentó un brusco repunte, hasta 1.093. La causa debe encontrarse en la guerra mundial. Desde el otoño de 1940 Londres y Berlín pugnaban, uno por asegurar la neutralidad española, y el otro por arrastrar a Franco al conflicto. Londres combinó las promesas y seguridades políticas con la amenaza de emplear su dominio naval para bloquear el comercio español, restringiéndolo fuertemente por el momento. La consecuencia fue el brutal aumento del hambre en España.

Una vez afirmada la neutralidad, España pudo comerciar más libremente con los Aliados y otros países, y con Alemania, aunque siempre bajo la presión de un posible bloqueo aliado o de una invasión nazi desde los Pirineos. Aun así, la mortandad por hambre bajó el año siguiente a 842, volviendo en 1943 a la del primer bienio republicano (con 315 víctimas mortales) y a las del segundo bienio republicano en 1944 y 1945 (267 y 236). Para entonces se daba por concluida en lo esencial la reparación material de los daños bélicos, y la situación había mejorado notablemente para buena parte de la población. En La fuerza de las cosas, Simone de Beauvoir, describe su paso a España, al final de la guerra en Francia: "Al borde de la carretera una mujer vendía naranjas, plátanos, chocolate, y se me anudó la garganta de codicia y de rebeldía: ¿por qué se nos prohibía una abundancia que estaba a diez metros de nosotros? Al verme pasar por la carretera los españoles habían dicho: "¡Es una mujer pobre, no tiene medias!". Nuestro dinero no valía nada. En los andenes de las estaciones se paseaban muchachas charlatanas y risueñas, cubiertas sus piernas con medias de seda; en las vitrinas de los negocios de las ciudades que atravesábamos veía montones de comestibles. Los comedores de las estaciones desbordaban de comida. Me acordaba de la estación de Nantes, donde estábamos tan hambrientos, tan cansados, y donde sólo pudimos comprar, a un precio exorbitante, galletas rancias. Me sentía rabiosamente solidaria con la miseria francesa".

Sin embargo, en 1946 el esperanzador panorama cambió por completo al decretar los vencedores de la guerra mundial el aislamiento diplomático y económico de España. El estudioso inglés Preston habla de un "inocuo bloqueo internacional", pero su "inocuidad" se revela en los demoledores datos: la mortandad por hambre dio un salto hasta las 1120 víctimas, la cifra más alta del siglo. Este será el año del hambre por excelencia, dejado atrás poco a poco gracias a un esfuerzo redistribuidor y a la ruptura del bloqueo por Argentina, que vendió trigo. En 1947, la cifra volvía a las 232, propias de los años buenos de la república, y en torno a ella se mantuvo hasta los años 50.

La persistencia del hambre durante el resto de la década puede achacarse, por una parte, al bloqueo, insistente aunque perforado, y por otra al gasto militar originado por una amenaza de intervención exterior —cada año más remota—, y de reanudación de la guerra civil, objetivo del maquis. En el resto de Europa la penuria era también muy grande, y como la economía no daba muestras de reactivarse, USA, temiendo un auge de los movimientos comunistas, aplicó desde 1948 el Plan Marshall, que permitió la reconstrucción europea y el alejamiento del peligro revolucionario. El plan, ofrecido a los países comunistas y rechazado por Stalin, fue negado a España (algún historiador despistado ha dicho que España lo rechazó), y ello mantuvo la escasez, no recuperando España la renta per capita de 1935 hasta 1951 (Según A. Maddison, Francia recuperó su nivel de anteguerra en 1949, Italia en 1951, Alemania en 1954 y Japón en 1956. Otras estimaciones hacen variar los años).

Al comenzar la década de los 50, quedaban atrás definitivamente las amenazas de intervención, el maquis y el bloqueo, todo lo cual se reflejó en un rápido descenso del hambre hasta desaparecer como causa de fallecimientos en España, probablemente por primera vez en su historia.

Surge la cuestión de cómo, si los españoles no recuperaron en los años 40 su nivel de ingresos de preguerra, pudo el hambre mantenerse, salvo años especiales, como en la república. La respuesta más probable está en el racionamiento, el cual aseguraba a la población una alimentación espartana, pero suficiente para sostenerse.

Otra causa de penuria, muy grave en un país básicamente agrario, fue la sequía, la "pertinaz sequía" de aquella década, probablemente la menos lluviosa del siglo en España. Pero, por deberse a causas naturales, la he dejado deliberadamente al margen en esta aproximación.

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AL CAPITAL SAUDÍ LE HAN HECHO TROPEZAR, Y YA SE SABE, ANTES DEL SEGUNDO TROPEZÓN ESTÁ EL PRIMERO (¿EL PRIMO DE ZUMOSOL PUEDE GARANTIZAR EVITAR LA CAIDA DE DRONES O MISILES QUE POR H O POR B ESTUVIERAN DIRIGIDOS CONTRA MORÓN, ROTA, MADRID, ZARAGOZA O PLANILLA DE MONTEBAJO?)



Arabia Saudita, entre Vietnam y el 11-S

25.09.2019


Ya es muy difícil que Arabia Saudita pueda revertir el curso de la guerra que ha declarado contra Yemen, y que creyó resolvería sin demasiada dificultad. Ahora después de cuatro años y medio, sabe que jamás logrará sacarse de encima el sabor de la derrota, más allá de que todavía, finalmente, pueda concretar técnicamente una victoria. 
 
El golpe demoledor del sábado 14 de septiembre, que significó los ataques de la resistencia houtie contra las plantas de la Saudi-Aramco, (Ver, Yemen: Más tormentas en el Golfo Pérsico) y los que afectó particularmente en la refinería de Abqaiq, la más grande del mundo, fue una respuesta no calculada a los ataques de la coalición encabezada por los sauditas, que han producidos daños irreparables en Yemen y fundamentalmente en su población, 120 mil muertos, millones de heridos, trece millones de personas en crisis alimentaria, la mayor desde la Segunda Guerra Mundial, multitud de epidemias que amenazan en elevar todavía mucho más el número de muertos. 

A pesar de todo ello, es el reino saudita quien parece estar al borde de un crisis terminal, fundamentalmente política, en la que si todavía no cayó es solo porque su gobierno sigue comprando tiempo a expensas de sus infinitos recursos a los Estados Unidos y la Unión Europea, dos colosos que se han enriquecido de manera escandalosa, no solo con la venta de armamento de última generación, aviones civiles y militares, maquinaria petrolera, proyectos megalómanos de ingeniería y arquitectura, sino también grandes cantidades de su producción de artículos de lujo: joyas, relojes, vestimenta y toda la parafernalia de accesorios, que hacen que esa industria más allá de las crisis en sus países de origen se mantengan vivas. 

El claro y evidente aumento de la capacidad ofensiva de los houtíes ha obligado a los propios Estados Unidos a repensar su estrategia respecto a esta guerra, por lo que el último viernes Mark Esper, el jefe del Pentágono, anunció el envío de tropas a Arabia Saudita y a los Emiratos Árabes Unidos (EAU) con carácter defensivo, principalmente en la defensa aérea y de misiles de posibles objetivos houthis, y no pasar mucho más de allí, ya que los estrategas norteamericanos también deben considerar que Trump está a poco más de un año de intentar su reelección, por lo que de involucrar al país en una nueva guerra con una potencia regional como Irán, que cuenta además con el apoyo de Rusia, China y Turquía y el siempre letal Hezbollah, con su extraordinaria capacidad a dar golpes tan impensados como demoledores, no sería muy atractiva para los electores norteamericanos, que conocen muy bien la ecuación guerra – impuestos. Quizás sea en este marco que hay que leer la reciente expulsión de John Bolton de su puesto como Asesor de Seguridad Nacional, un siniestro personaje que sin duda en esta nueva realidad que se ha abierto, tras los ataques houthis, ya habría impulsado una guerra contra Irán sin detenerse en detalles (Ver. Trump el esperpéntico uso del poder) 

De todos modos, tras los anuncios del Pentágono se ha provocado una rápida reacción de Teherán que advirtió, por intermedio del comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria, Hosein Salamí, “que de producirse algún ataque a territorio iraní el país responsable se convertirá en un campo de batalla”, en obvia mención a Arabia Saudita de quien apenas los separan entre doscientos y trecientos kilómetros a través del Golfo Pérsico. El comunicado del Comandante Salami agrega que: “Nunca permitiremos que la guerra alcance nuestro territorio. No pararemos hasta la destrucción del agresor y no dejaremos ningún lugar seguro”. 

Los cálculos realizados tras los ataques del sábado catorce señalan que Riad estaría perdiendo cerca de 300 millones de dólares por día. A pocas horas de los ataques, voceros sauditas habían anunciado que si bien era temprano para sacar conclusiones los daños tardarían varias semanas en ser reparados. Desde entonces la producción petrolera del reino ha disminuido a la mitad. Semejante daño económico, que como un efecto dominó se ha extendido por todo el mundo, la resistencia yemení lo ha logrado con una operación militar que apenas alcanza a los 200 mil dólares, es decir 20 mil dólares por cada dron de los que participaron. 

Aunque las pérdidas de la familia Saud no solo se limitan a lo político y económico, en el trascurso de la guerra ha dejado gruesos magullones en las relaciones con dos aliados fundamentales, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos, que no solo se han retirado de la guerra sino que al igual que lo hizo Qatar, señalaron la intención de mejorar las relaciones con Teherán. 

La inacción por parte de Naciones Unidas, que ha tolerado el genocidio yemení, también parece estar virando y ha comenzado a elevar la voz a la hora de denunciar a Riad, responsable de uno de los peores desastres militares de la era contemporánea. 

Un príncipe contra las cuerdas 

El príncipe heredero al trono saudita, Mohamed bin Salman (MbS), desde que su padre el rey Salma le ha delegado toda la autoridad, no ha hecho más que coleccionar enemigos, abusado de su poder hasta el hartazgo. Apenas su padre le soltó las riendas, no solo ha iniciado la guerra contra Yemen, detonando el conflicto diplomático, político y económico con Qatar, sino también recuérdese la razia que practicó contra sus enemigos políticos dentro del reino a fines de 2017 (Ver: Una maraña shakesperiana en Arabia Saudita) o el escandaloso asesinato del periodista Jamal Khashoggi en 2018, por lo que la actual renuencia de Washington de participar de manera más activa en la guerra, no solo lo deja con Israel como único y absoluto aliado, sino que el poco involucramiento de Trump podría ser leído como una quita de su apoyo, que podría generar un reagrupamiento de los enemigos internos y externos del Príncipe. A lo que habría que sumar el hasta ahora confuso resultado de las elecciones en Israel, entre Benjamín Netanyahu y Benny Gantz, que de perder el actual Primer Ministro, MBS, podría quedarse sin uno de sus apoyos fundamentales, dejando a MbS prácticamente a la deriva. 

Arabia Saudita ahora corre el riesgo de que la guerra comience a librase en su territorio especialmente en las provincias del sur donde no solo se ubican los grandes yacimientos petroleros, sino que también se localiza la mayoría de la comunidad chiita del reino, siempre perseguidos y postergados. 

Sin las características gravísimas de los ataques contra Abqaiq, desde hace aproximadamente un año las incursiones houtíes en territorios del sur saudita se han convertido en un evento casi diario, siempre por medio de drones a la que las defensa antiaérea de origen norteamericano no han logrado ponerle coto, a diferencia de lo conseguido por los sistemas antiaéreos rusos instalados en Siria, que han conseguido una efectividad absoluta, logrando interceptar por medios de bloqueos electrónicos todos los drones y misiles lanzados por los integristas que operaron en la guerra siria particularmente contra las bases de Rusia en Tartus y Latakia. 

A pesar del actual derrotero de la guerra con Yemen, lo que amenaza la estabilidad del gobierno saudita, el príncipe MbS, se niega a sentarse a negociar una salida que acabe con esta carnicería. 

Algunos analistas ya han empezado a manejar la hipótesis de que en realidad los ataques contra las refinerías, que bien podrían haber sido una “falsa bandera”, es decir realizado por drones de la propia Arabia Saudita o en todo caso Israel para precipitar una reacción de los Estados Unidos contra Irán, además de provocar un aumento significativo del valor del crudo y las acciones de la Saudi-Aramco, teoría si bien posible, prácticamente improbable. 

Tras conocerse el ataque, de manera inmediata, el jefe del Departamento de Estado norteamericano y ex jefe de la CIA Mike Pompeo responsabilizó a Teherán, negando la posibilidad de que los drones hayan partido de suelo yemení, ya que Yemen sufre un embargo militar impuesto por Washington y Londres, lo que haría imposible acceder a esa tecnología y menoscabando la capacidad e inventiva de los houthis, la misma que les han permitido resistir hasta ahora y colocado al principal aliado de los Estados Unidos en la región, Arabia Saudita, en un extraño lugar ubicado entre Vietnam, por lo difícil de abandonar, y el 11 de septiembre de 2001, por la critica situación en que queda el reino.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC

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Estados Unidos ha difundido las imágenes de los daños que un ataque con drones causó a las refinerías de petróleo más grandes de Arabia Saudí y propiedad de la petrolera Aramco. Las fotografías por satélite muestran aproximadamente 19 puntos de impacto.





El ataque con drones contra la planta de Abqaiq de Arabia Saudí en Khurais provocó la interrupción de la producción diaria de petróleo de unos 5,7 millones de barriles.. © AP Photo / U.S. government/Digital Globe via AP

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