El ataque
aparentemente por sorpresa de Hamás a civiles y militares israelíes –en
territorio ocupado, no lo olvidemos– y su respuesta, además de conmocionarnos y
devolvernos a tristes épocas pasadas, abre una serie de preguntas que precisan
respuesta.
Sobre el ataque de Hamás a Israel…
Genís Plana
El Viejo Topo
10 octubre, 2023
Mediante
procedimientos de guerra asimétrica, y movilizando múltiples recursos (desde
efectivos terrestres hasta paracaidistas en parapentes, pasando por drones que
atacaron objetivos selectivos y una lluvia de cohetes que abrió amplias fisuras
en la Cúpula de Hierro israelí), Hamás protagonizó, el pasado sábado 7 de
octubre, un ataque relámpago sobre el sur de Israel, infiltrándose en ciudades
y llegando a tomar instalaciones de seguridad israelíes.
Operación
Tormenta Al-Aqsa. Se trata de una acometida insólita, tanto por su excelente
planificación y ejecución, como por el elevado número de bajas mortales
causadas. Sin contar otras nacionalidades, son más de 900 los israelíes muertos
(personal militar, colonos, civiles…), y superan el centenar los rehenes (entre
ellos oficiales del Ejército) custodiados por Hamás. La respuesta israelí, por
su parte, ya se ha cobrado la vida de más de 700 palestinos (milicianos de
Hamás y civiles), mientras que una última información habla de que Israel ya ha
contabilizado los cadáveres de 1.500 combatientes palestinos. Son cifras que,
por supuesto, aumentarán con el transcurrir de las horas.
Ante esta
situación, podríamos hacernos algunas preguntas… ¿Por qué Israel no advirtió y
se anticipó a este ataque? ¿No es el Mosad una agencia de inteligencia eficaz?
Asimismo, siendo que la frontera entre Israel y Gaza es quizá la línea
divisoria más caliente y militarizada del mundo, ¿por qué Israel no detectó la
penetración de contingentes armados dentro de su perímetro fronterizo? ¿Por qué
fallaron los sofisticados sistemas de alerta israelíes? ¿A qué se debe la
aparente lentitud en la respuesta y neutralización de la fuerza de choque de
los milicianos de Hamás?
Más cuestiones.
¿Ha contado Hamás con asesoramiento e instrucción de mandos militares de otro
Estado? ¿Ha habido transferencias de equipo procedentes de un país aliado a la
Causa Palestina? ¿El armamento utilizado procede, como afirman algunas voces,
de esa parte del arsenal occidental enviado a Ucrania que ha acabado en el
mercado negro? Si fuera el caso, ¿cómo se ha financiado la compra de ese
armamento? ¿Es este ataque una respuesta desesperada al régimen de ocupación y
apartheid implementado por Israel? ¿O prevé un alcance mayor, y busca escalar
el conflicto implicando a otras potencias regionales?
Las tropas
regulares israelíes han recuperado el control sobre las poblaciones en las que
se han infiltrado los milicianos de Hamás. Los oficiales militares israelíes
pretenden asegurar el control de la frontera como paso previo para lanzar una
contraofensiva masiva. En este sentido, el Ministro de Defensa israelí, Yoav
Gallant, ha ordenado “un asedio completo de la Franja de Gaza”. Y afirma: “No
habrá electricidad, no habrá comida, no habrá combustible. Nada entrará y nada
saldrá. Estamos luchando contra animales y actuaremos de manera acorde”.
Actualizamos.
La aviación israelí está atacando objetivos de Gaza, y se espera una incursión
sobre el terreno. El Gobierno liderado por Netanyahu ha movilizado a sus
300.000 reservistas. El secretario del gabinete israelí, Yossi Fuchs, manifestó
que “la primera guerra de Gaza será también la última”. ¿Hasta qué punto será
demoledor el castigo que pretende imponer Israel? ¿Israel piensa destruir Hamás
o, lo que es distinto, piensa aniquilar a los más de 2 millones de gazatíes?
Recordemos que desde 2007 la Franja de Gaza sufre un bloqueo terrestre, aéreo y
marítimo.
¿Nos
encontramos ante las puertas de una nueva Intifada o, siendo éste un punto de
inflexión, se alterará el curso que durante las últimas décadas ha seguido el
conflicto israelí-palestino? ¿Es este un conflicto que está condenado a
enquistarse? ¿O incluso agravarse ante la hipotética reacción de otras milicias
palestinas que operan en Cisjordania? No obstante, si lo miramos desde otro
ángulo… ¿Podría cesar la ocupación sionista y disiparse el odio del pueblo
palestino hacia Israel? ¿Sería posible recuperar los acuerdos de Oslo de 1993,
y que Israel cumpliera las resoluciones de la ONU en materia de fronteras,
asentamientos, refugiados, capitalidad…?
Así como los
muyahidines afganos fueron la respuesta angloamericana a la Revolución de Saur
liderada por Taraki, los Hermanos Musulmanes egipcios fueron aupados por el
Reino Unido como contrapeso al socialismo panarabista de Gamal Abdel Nasser. Y
como una escisión de esa hermandad islámica es que surgió Hamás. De igual
manera, Hamás fue inicialmente apoyado por Israel con la intención de restarle
apoyo social a los movimientos políticos, de corte secular e izquierdista, que
integraban la OLP : la Organización para la Liberación de Palestina, entonces
presidida por un Yasser Arafat fallecido por envenenamiento en 2004.
Quienes sean
escépticos con respecto a lo que se acaba de afirmar pueden consultar el
artículo de Andrew Higgins (“How Israel Helped to Spawn Hamas”, publicado en
The Washington Post el 24 de enero de 2009), donde se recogen declaraciones de
funcionarios israelíes. Pero no debiera causar sorpresa que el capitalismo
angloamericano se haya apoyado en organizaciones islamistas incluso yihadistas
como Hamás, a fin de combatir a los movimientos nacionalistas y revolucionarios
que, frente al colonialismo europeo y al imperialismo estadounidense, podían
aliarse con el bloque socialista.
Si hablamos de
política, y en mayor medida de política internacional, no podemos confundir las
alianzas con las amistades, pese a que algunas sean tan sólidas como la alianza
estadounidense-israelí. Y de ahí se sigue que nuestros gobernantes europeos,
bajo la férula de Washington, sean incapaces de pronunciarse al respecto del
sufrimiento que Israel viene causándole a los palestinos (véase la base de
datos de B’Tselem). El Estado de Sión se sabe con absoluta impunidad. Ante
el ataque de Hamás, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen,
afirma “Israel tiene derecho a defenderse […]. La Unión Europea apoya a
Israel”.
Ante lo cual,
preguntémonos… ¿Por qué el invocado derecho a la resistencia incluye a Israel,
al tiempo que excluye a Palestina? ¿Por qué la Unión Europea, así como sus
países miembros, no condenan las violaciones de los Derechos Humanos
perpetradas por Israel, ni exigen el cumplimiento de las numerosas resoluciones
de la ONU sobre el conflicto árabe-israelí? ¿Por qué los palestinos deberían
actuar conforme al Derecho Internacional si el Derecho Internacional se ha
revelado inútil, no ya sólo para resolver el conflicto entre Israel y
Palestina, sino, además, para impedir las muertes que regularmente las fuerzas
israelíes causan entre la población civil palestina?
Y, aunque sea
entre paréntesis, no está de más mencionar que Israel es ese Estado que le
proporciona armamento a Marruecos, un país con aspiraciones declaradas sobre
territorios españoles. De igual manera, Israel, además de reconocer formalmente
la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, le ha proporcionado a Rabat
el programa Pegasus con el que la inteligencia marroquí ha estado espiando al
Gobierno de España, y lo mismo pretendió hacer con el Gobierno de Francia. Por
cierto, España y Francia son miembros de la Unión Europea, pero quien manda en
ella son los Estados Unidos.
A estas horas,
la Armada de los Estados Unidos está trasladando hacia el Mediterráneo Oriental
el Grupo de Ataque del Portaaviones USS Gerald R. Ford, compuesta por seis
buques de guerra, y reforzando los escuadrones de aviones de combate con
capacidad de operar en la región. Según el comunicado emitido por el
Departamento de Defensa, se trata de una medida destinada a fortalecer las
posiciones estadounidenses. El comunicado, firmado por el Secretario Lloyd
Austin, finaliza subrayando el “apoyo férreo de Estados Unidos a las Fuerzas de
Defensa de Israel y al pueblo israelí”.
¿Es necesario
el respaldo militar estadounidense para que Israel disponga de capacidad de
respuesta a posibles ataques, ahora desde el flanco norte, realizados por
Hezbolá? ¿Necesita Israel de esta capacidad de disuasión para asegurarse de que
Irán no asumirá la osadía de involucrarse en el conflicto? O, por el contrario,
¿cabría pensar que, con el pretexto del ataque de Hamás, Estados Unidos está
movilizando una plataforma militar cuyos propósitos eventuales exceden el marco
de seguridad israelí? ¿Nos hallamos en la antesala de un conflicto de gran
envergadura en el inestable escenario geopolítico de Oriente Próximo? Y, de ser
el caso, ¿podría pensarse como la aparición de una nueva caldera volcánica que
expulsase la lava que ya se derrama en el este de Ucrania? ¿Y si acabase por
producirse una erupción descontrolada?
Nos
encontramos, ni qué decir tiene, ante más preguntas que respuestas. Seguiremos
atentos. Y también seguiremos comprometidos, ya sea reprobando la ocupación
sionista sobre territorios palestinos, ya sea condenando los abusos y crímenes
de guerra vengan de donde vengan.
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