Lenin y Trotsky frente a la burocracia y a Stalin
Eric Toussaint
VIENTOSUR
25/01/2017
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EL DEBATE SINDICAL (1920-1921)
De diciembre de 1920 a la primavera de 1921 se
desarrolla en el partido bolchevique el debate sindical. Es con ocasión de este
debate cuando Lenin es llevado a poner en evidencia la deformación burocrática
que marca el Estado obrero soviético y a deducir de ello que los sindicatos
debían constituir un órgano de defensa de los trabajadores en relación a dicho
Estado. Trotsky fue uno de los principales protagonistas de este debate y
adoptó una posición diferente de la de Lenin que le lastró en su lucha
antiburocrática posterior.
¿En qué condiciones comenzó el debate? A comienzos de
1920, la guerra civil no ha terminado pero el Ejército Rojo ha recuperado el
control de una gran parte del territorio. Al disminuir el peso de la guerra, se
plantea la cuestión de la reorganización de la producción. El ejecutivo de los
soviets (febrero 1920) y luego el 9º Congreso del Partido (abril de 1920)
deciden organizar un servicio de trabajo y constituir “ejércitos de trabajo”.
Se trata de movilizar, organizar y desplazar la mano de obra necesaria para el
trabajo de reconstrucción. Es Trotsky el encargado por el Buró Político de la
dirección de las discusiones así como de una parte de la ejecución de las
decisiones. Se da la prioridad a la reorganización de los transportes y Trotsky
recibe en marzo de 1920 el cargo de un nuevo ministerio, se convierte en
Comisario de Transporte, conservando su puesto de Comisario de la Guerra.
Demostrará una vez más sus capacidades de organizador
reorganizando completamente los ferrocarriles y utilizando para hacerlo a una
parte del ejército desmovilizado. Pero para obtener ese resultado, puso de lado
la dirección sindical tradicional creando una nueva. Se enemistó con las
direcciones sindicales y a ciertos trabajadores.
Frente al agotamiento de la clase obrera, a la
desastrosa situación económica, Trotsky proponía la militarización de la clase
obrera y de los sindicatos. Consideraba que era necesaria la disciplina militar
en la producción, la ausencia en el puesto de trabajo siendo igual a una
ausencia en el puesto de combate. Proponía el reemplazo de las direcciones
sindicales por direcciones más obreras, y más competentes (lo que implicaba
poder recurrir a cuadros provenientes del exterior de la empresa), jugando un
papel de correa de transmisión entre el partido, el Estado y la clase obrera.
Criticaba los reflejos sindicalistas de defensa de los intereses inmediatos de
la clase obrera.
Al comienzo Lenin apoya con firmeza la posición de
Trotsky. Luego frente a las protestas de las direcciones sindicales y de
ciertos cuadros obreros del partido (a los que hay que añadir la Oposición
Obrera), Lenin toma la medida de los peligros que derivaban de la posición de
Trotsky y la criticó cada vez más vigorosamente a partir de diciembre de 1920.
Pero tuvo cuidado de circunscribir sus críticas a Trotsky
(apoyado por Bujarin y Preobrajenski). No rompió de ninguna forma sus
relaciones con Trotsky al contrario de lo que hizo dos años más tarde respecto
a Stalin. Lenin sabía medir la amplitud real de las divergencias en el seno de
la dirección bolchevique. Lenin dirá en repetidas ocasiones que Trotsky, a
partir de que se hizo bolchevique, se convirtió en uno de los mejores! En
efecto, Trotsky dirigió la insurrección de octubre de 1917. Fue él quien
dirigió a la victoria al Ejército Rojo que contribuyó en gran medida a
construir, fue también él quien jugó un papel de primer plano a la cabeza de la
Internacional Comunista creada en 1919.
Pero volvamos al debate sobre los sindicatos. Según
las posiciones de Trotsky de aquella época, el poder de protesta de los
sindicatos respecto al Estado no tiene ya razón de ser en la medida en que ese
Estado pertenece a los trabajadores. A esto Lenin replica que el Estado obrero
es un Estado con deformaciones burocráticas. Los obreros deben por tanto
conservar una herramienta para defenderse contra las deformaciones y los
posibles errores de éste. Considera que los sindicatos deben ser escuelas del
comunismo para empujar a la clase obrera a trabajar mejor, pero también para
defenderla sin recurrir no obstante a las huelgas dado que la situación
económica es peligrosa.
Lenin tenía razón contra Trotsky. Tenía también razón
contra la Oposición Obrera. Trotsky y la Oposición Obrera se reivindicaban del
programa del partido que implicaba que los sindicatos debían ejercer la gestión
de la economía. Pero, lo que les diferenciaba, es que la Oposición Obrera
manifestaba una profunda desconfianza hacia el Estado burocratizado y partiendo
de ahí, se negaba a la fusión entre los órganos estatales y los sindicatos, lo
que Trotsky proponía.
Según la Oposición Obrera, los sindicatos debían estar
en el poder, debían dirigir las fábricas porque representaban verdaderamente a
los obreros a diferencia del Estado alcanzado por las deformaciones
burocráticas.
Pero hacer de forma que los sindicatos se conviertan
en la dirección de las fábricas no constituye una salvaguardia contra la
burocracia; es, al contrario, a medio plazo, catalizar la burocratización de
los sindicatos y del Estado obrero.
En efecto, si los sindicalistas se convierten en
gestores, pierden la posibilidad de controlar la gestión pues la ejercen
directamente y corren gravemente el riesgo de convertirse en una rueda de la
burocracia. Dar la gestión de las fábricas a los sindicatos es catalizar la
burocratización de los sindicatos y del Estado obrero. Hay que mantener, en
efecto, una relación dialéctica entre gestión estatal o pública de una parte y
control obrero de otra. Las posiciones de Trotsky, Bujarin, Preobrajensky,
Rakovsky, Piatakov, de una parte y las de la Oposición Obrera de otra no
permitían mantener una dinámica de control obrero.
Sin embargo, sería erróneo presentar la política
defendida por Trotsky como una política de naturaleza burocrática. Quería
mediante esta propuesta permitir una ampliación de la democracia obrera.
Consideraba que las masas debían jugar el papel esencial en la reconstrucción
del aparato económico devastado durante la guerra civil. El problema está en
que no veía la necesidad de asegurar la autonomía de los sindicatos en relación
al aparato de gestión económica y más en general en relación al Estado. Otro
elemento que muestra que la motivación de Trotsky no era burocrática es que estaba
apoyado por dirigentes bolcheviques como Preobrajensky, Rakovsky, I.N. Smirnov
que a lo largo de los años 20 llevaron a cabo de forma constante una lucha
contra la burocracia. Pero si Trotsky no partía de un punto de vista
burocrático, las posiciones que defendió en el debate sobre los sindicatos
podían alimentar, acelerar la burocratización.
EL ÚLTIMO COMBATE DE LENIN (fin 1922-comienzos 1923)
En octubre de 1921, Lenin declaraba: “El proletariado
industrial debido a la guerra, la ruina o las terribles destrucciones, está
desclasado... y ha dejado de existir en tanto que proletariado” (Obras, tomo
33, p. 59). Hablaba también de un Estado obrero con deformaciones burocráticas
pronunciadas y declara en particular en el XI Congreso del Partido bolchevique
(1922): “Si consideramos la máquina burocrática, ¿quién dirige y quién es
dirigido? Pongo muy en duda que se pueda decir que los comunistas dirigen. A
decir verdad, no son ellos quienes dirigen. Son ellos quienes son dirigidos”
(Obras tomo 33, p. 293).
¿Quién dirige pues esta máquina burocrática? Es la
masa de funcionarios que en gran parte proviene del antiguo aparato de Estado
zarista destruido. El poder soviético ha debido guardar toda una serie de
especialistas e incluso de oficinistas del zarismo. Hay cifras alucinantes a
nivel de la proporción de los funcionarios zaristas en partes del nuevo aparato
del Estado.
Lenin encarga a Stalin un estudio sobre esta
situación. Éste da los resultados siguientes: para la región de Viatka, de 4766
funcionarios permanentes, hay 4430 que lo eran ya bajo el zarismo. Es
naturalmente una masa de funcionarios difíciles de guiar desde un punto de
vista comunista.
A finales de 1922, comienzos de 1923, Lenin se lanza a
una batalla terrible sobre esta cuestión. En una serie de textos destinados al
Comité Central y a todo el partido, en artículos publicados en Pravda, propone
soluciones radicales para salir del “marasmo burocrático en el que se ha
atascado la revolución”.
El partido: salvaguarda antiburocrático
En primer lugar considera que el salvaguarda contra
las deformaciones burocráticas es el partido bolchevique. Es preciso por tanto
proteger al partido contra las deformaciones y menciona en una parte de su
“testamento” escrito a finales de 1922-comienzos de 1923, que es absolutamente
necesario ampliar el Comité Central. Éste debería duplicarse haciendo entrar en
él a unas decenas de obreros de la producción.
Lenin precisa que éstos no deben pasar por el aparato
de los soviets (burocratizado) ni haber abandonado la producción desde un
cierto tiempo.
Un cierto número de campesinos “sencillos” deben
también ser incluidos.
Son precisos obreros de la producción, comunistas de
la producción.
La inspección obrera: hay que reformarla pues está
burocratizada
En segundo lugar, Lenin observa que el gobierno y el
partido han comenzado a tener doble empleo: considera que éstos funcionan a
menudo de forma poco eficaz y quiere una reforma profunda del sistema de
dirección del país que permita precisar mejor la frontera entre partido y gobierno
mediante el establecimiento de responsabilidades precisas y la puesta en pie de
mejores órganos de control de los aparatos. Lenin declara que hay que reformar
completamente la Inspección Obrera y Campesina así como la comisión central de
Control. Dos años antes, en 1920, se había creado esta institución soviética a
fin de investigar sobre todas las deformaciones burocráticas. Todo ciudadano
soviético debía poder denunciar ante esta institución, incluso contra cualquier
responsable soviético, hasta el más alto rango. Lenin constata, a finales de
1922, que esta institución de 12.000 funcionarios dirigida por Stalin, se ha
convertido en un órgano perfectamente burocrático; es una rueda que se añade al
aparato burocrático, es preciso por tanto de forma absoluta reformar la
Inspección pues ésta no sirve en absoluto para los finales para los que está
destinada.
Lenin ataca a Stalin por su funesto papel en la
cuestión nacional
El tercer punto de la reflexión de Lenin se refiere a
la cuestión de las nacionalidades, al haber “integrado” el imperio zarista por
la fuerza a toda una serie de nacionalidades oprimidas. Sin entrar en los
detalles sobre este punto, hay que señalar que Lenin pone el acento no solo en
la obtención de la igualdad de derechos para las naciones oprimidas, como los
ucranianos, georgianos, tadjicos, uzbekos, turkmenos, armenios, etc, sino
también sobre la garantía de una situación que les permita ponerse al mismo
nivel que la nación rusa tradicionalmente dominante. Considera indispensable
que las diferentes naciones oprimidas puedan desarrollar su propia cultura y
comunicarse en su lengua con la autoridad central de Moscú. En este marco,
había que poner en pie una Federación de Repúblicas Soviéticas, y no una única
república multinacional. El responsable de la cuestión nacional en el seno del
partido y del Estado es Joseph Stalin. Lenin se enfrenta con él a partir de la
cuestión georgiana. Stalin había entrado en conflicto con la dirección
bolchevique georgiana que reclamaba una autonomía relativa para llevar a buen
puerto la política comunista en Georgia. Stalin, georgiano él mismo, envió a
uno de sus “representantes”, Ordjonikidze, para controlar a la dirección
georgiana. El método empleado fue particularmente brutal puesto que
Ordjonikidze llegó a golpear a un dirigente comunista georgiano durante una
reunión de la dirección. Al enterarse Lenin de esto, envía una carta a la
dirección comunista georgiana en la que se declara totalmente solidario con
ésta y decide ocuparse a fondo de la cuestión. Redacta un texto que es una
verdadera denuncia de los métodos de Stalin al que designa con el término de
“Gran ruso chauvinista”.
Los días 30 y 31 de diciembre de 1922, Lenin dicta el
texto siguiente: “Un papel fatal ha sido jugado por la prisa de Stalin en su
celo de administrador... el internacionalismo del lado de la nación llamada
grande (aunque solo sea grande igual que lo es el carcelero), debe consistir no
solo en el respeto de la igualdad formal de las naciones, sino también en el
esfuerzo hacia una igualdad (real) compensando... la desigualdad que se
manifiesta prácticamente en la vida.... El georgiano (Stalin, ndlr) que
considera con desdén este lado del asunto, que lanza desdeñosamente acusaciones
de “socialnacionalismo” (cuando él mismo no solo es un verdadero, un auténtico
social-nacionalista, sino también un brutal carcelero gran ruso), ese georgiano
ataca en realidad a la solidaridad proletaria de clase...” (Lenin, Obras, tomo
36, p. 621 y 622. Edición de Moscú).
La composición de la dirección
Cuarto punto, Lenin decide pronunciarse sobre la
composición del Buró Político. Parece a primera vista un poco raro que el
dirigente principal del partido se dirija al Comité Central y a todo el
congreso del partido para decir lo que piensa de otros miembros de la dirección
y para repartir lo que parece ser buenos y malos puntos. Naturalmente lo que
está en juego es en parte el futuro del partido tras la desaparición de Lenin.
Este está extremadamente enfermo desde hace varios meses; en cama, escribe lo
que se llamará pronto su “testamento”. Teme una escisión en el partido en caso
de desaparecer. Considerando que el partido es el último salvaguarda contra los
peligros de deformaciones burocráticas del Estado, que la dirección del partido
es un punto vital, Lenin desea por tanto pronunciarse sobre la cuestión de la
composición del Buró Político. Es la razón de que haga un juicio sobre las
personas que lo componen y diga en particular que Stalin debe ser apartado del
puesto de Secretario General del Partido. Justifica su posición fustigando su
comportamiento brutal, aún tolerable en el plano personal, pero intolerable
cuando se trata de alguien que ocupa tales funciones. Por otra parte, valora a
Trotsky, “Es indudablemente el hombre más capaz del actual Comité Central”
(Lenin, t.36, p. 345, traducido del ruso por Moshé Lewin, El último combate de
Lenin, p.88), aunque éste, diga, peca de una visión administrativa de las
cosas. Este tipo de defecto de Trotsky añade, ha sido demostrado en debates
anteriores sobre los sindicatos y la militarización del trabajo.
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