La inviabilidad del neoliberalismo en América Latina
Fuentes: Rebelión
07.07.2021
La enorme y hasta ahora incontrolable pandemia de Covid-19 ha puesto de
manifiesto la inviabilidad del sistema neoliberal implantado en varios países
de América Latina a principios de la década de 1980.
Con servicios
de salud públicos precarios muchas naciones de la región se han visto
imposibilitadas de atender a la mayoría de sus pobladores que no pueden pagar
una adecuada atención médica lo cual ha provocado la muerte de más de un millón
de personas en el área y que además, no han podido vacunarse porque los
gobiernos no tienen capacidad monetaria para comprar las vacunas anticovid.
Como
consecuencia directa se han perdido millones de empleos por el cierre de
comercio, servicios, empresas e industrias con el consecuente incremento de la
ya enorme pobreza en que vivía la región antes de comenzar la pandemia.
El sistema
neoliberal que impulsó las privatizaciones de fábricas, edificaciones, tenencia
de tierras, servicios esenciales como agua, salud, electricidad, educación,
enriqueció a unos cuantos mientras no ha sido capaz de dar la mínima respuesta
alentadora a los habitantes afectados por la epidemia.
Bajo estas
condiciones, el director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT),
Guy Ryder informó que el impacto de la pandemia sobre el mercado laboral fue
cuatro veces superior al de la crisis económica de 2008, y la comparó con un
cataclismo.
Dijo que para
muchos la situación laboral durante la covid-19 ha sido de molestia, tedio,
frustración y para otros, miedo, pobreza, supervivencia.
El mundo
laboral, enfatizó, esta mal preparado contra la pandemia al igual que los
sistemas de salud y remarcó que la recuperación sería desigual si la tendencia
actual continúa.
En 2020 y
principio de 2021, los cuentos de hadas sobre las bondades del neoliberalismo
tuvieron un fuerte revés al producirse dramáticos escenarios populares en
países como Colombia, Chile, Perú, Brasil, Honduras, Haití, Ecuador, Paraguay,
Guatemala.
En numerosas
calles y ciudades de América Latina, multitudes de hombres, mujeres y jóvenes,
han salido a exigir sus derechos ciudadanos; a clamar por un mayor control del
Estado y de los gobiernos sobre los servicios y entidades públicas; pedir la
repartición equitativa de las riquezas del país para poder alcanzar verdaderos
derechos humanos.
Esta realidad
se corrobora con una reciente encuesta realizada por el Centro Latinoamericano
de Geopolítica (Celag) donde se enfatiza que “el 90 % de los argentinos están a
favor de un Estado mucho más presente y activo; en Bolivia este valor se ubica
en 75 %; Ecuador y Perú 73 %; Chile 70 % y México 60 %”.
Índices
parecidos se manifiestan entre los ciudadanos latinoamericanos con respecto a
la proposición de subir impuestos a las grandes fortunas; garantizar el derecho
a la salud y la educación; frenar las privatizaciones; suspender y renegociar
el pago de la deuda pública.
Como la crisis
esta lejos de finalizar, varios organismos internacionales no esperan que la
situación regrese a los niveles anteriores a la pandemia, hasta el año 2023.
El análisis de
la OIT asegura que los trabajadores jóvenes son los que más han sufrido la
pérdida de empleo, la salida del sector activo o la incorporación tardía al
mismo. La tasa de ocupación de los jóvenes de 16 a 24 años disminuyó un 8, 7 %
frente al 3,7 % de los adultos y los sectores con mayor afectación son la
hotelería y la restauración.
A esto se une
que ellos son los primeros en sufrir los recortes de horas laborales y poseen
menos experiencia de empleo, además de que 3 de 4 jóvenes trabajan en la
economía informal, en especial la agricultura, pequeñas cafeterías o
restaurantes, y sus ahorros son sumamente escasos los que prácticamente no
alcanzan para cubrir sus necesidades básicas.
Son
precisamente estos sectores juveniles, golpeados con fuerza por las pocas
posibilidades que le ofrecen los regímenes neoliberales entronizados en
Latinoamérica, los que salen a las calles para exigir mejoras económicas,
sociales, laborales y financieras que les permitan disminuir las pésimas
condiciones en que subsisten junto a sus familiares.
El panorama
resulta más alarmante al conocerse recientes informes de organismos
especializados los cuales indican que la pandemia ha dejado a 28 millones de
latinoamericanos y caribeños en situación de pobreza laboral con una tasa de
desocupación del 11,1 % este año.
En la región,
explica la OIT, laboran en la informalidad 140 millones de personas que
representa el 50 % de los trabajadores, o sea, cinco de cada diez se hallan en
ese sector, sobre todo en las actividades de comercio al por menor, conocido
como venta callejera.
En Perú se
estima que alcanza al 68,4 %; Argentina 49,4 %; Chile y Uruguay, 25,4 % y 25,1
%, respectivamente.
Como
consecuencia de la pandemia se han exacerbado la informalidad, el empleo
precario, la desigualdad y la ausencia de programas de protección para la
mayoría de los trabajadores.
América Latina,
aseguran la OIT y el Banco Mundial, sigue siendo la región más afectada en el
mundo y sugieren que el empleo debe estar en el centro de la recuperación
económica. Pero la conclusión real es que el sistema neoliberal ha fracasado al
ampliar las desigualdades entre ricos y pobres así como llevar hambre, miseria,
desatención médica y educacional a millones de personas.
Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.
*++