La confusión política no es una alternativa contra el capitalismo
¿Qué aporta Podemos a la izquierda?
01-03-2014 |
(kelvellido. Rebelión 01.03.2014)
La presentación a mediados del mes de enero de Podemos, proyecto encabezada por el mediático profesor Pablo Iglesias, supuso una sacudida para muchos activistas de la izquierda. Podemos
consiguió reunir en pocos días varias decenas de miles de firmas de
apoyo y sus presentaciones públicas en Zaragoza, Gijón, Valencia,
Alicante, Sevilla o Madrid congregaron un elevado número de personas, en
un ambiente de entusiasmo y expectación.
Jóvenes que han
participado activamente en el 15M, mayoritariamente provenientes del
ámbito universitario, activistas desencantados con la actuación de las
direcciones de CCOO y UGT, y votantes de IU que no están satisfechos con
la práctica política que lleva
la dirección en muchos asuntos (pacto con el PSOE en Andalucía,
relaciones “diplomáticas” con las cúpulas sindicales, Extremadura,
etc.), han visto con ilusión este nuevo proyecto,
presentado en un momento de crisis profunda y crítica feroz contra el
sistema capitalista. Pero, más allá de las buenas intenciones, los
activistas y militantes de la izquierda que aspiramos a un cambio
revolucionario de la sociedad debemos ser honestos y rigurosos a la hora
de posicionarnos ante los acontecimientos políticos, y esto incluye
también a Podemos.
Lo que ofrece Podemos
Detrás del proyecto Podemos
se encuentra Izquierda Anticapitalista (IA) cuyos veteranos dirigentes
militaron anteriormente en Izquierda Unida y, hay que señalar,
manteniendo en muchas ocasiones posiciones muy incoherentes. A finales
de 2008 decidieron abandonar IU al calor del avance de sus fuerzas
hermanas en Francia y Portugal (El NPA, Nuevo Partido Anticapitalista y
el Bloco de Esquerdas). Pero tras el fracaso que cosechó Izquierda
Anticapitalista en las elecciones europeas de 2009 (apenas 20.000 votos)
y las dificultades manifiestas que han tenido para rentabilizar
políticamente el movimiento explosivo del 15M, han buscado en el tirón
mediático de Pablo Iglesias la forma de resituarse en el panorama
político.
Desde Podemos se ha insistido que representan
una formación novedosa, basada en un “método participativo abierto a
toda la ciudadanía”. Pero incluso una oferta tan abierta necesita algún punto de partida, por mínimo que sea. Y es aquí donde Podemos
nos da la primera y desagradable sorpresa. En su corta existencia, y
sin que medie ningún tipo de “participación de la ciudadanía”, Podemos ha realizado un vertiginoso viraje político desde el manifiesto Mover Ficha al programa contenido en su Borrador de Propuestas para Europa presentado el 22 de febrero.
En su manifiesto inicial, Podemos
recogía algunas de las reivindicaciones más sentidas en la ola de
movilizaciones sociales que sacude el Estado español desde hace varios
años. El derecho a la vivienda y la paralización de los desahucios, los
salarios y pensiones dignas o el rechazo a la privatización de los servicios públicos,
encontraban su lugar en el manifiesto. Tampoco faltaban referencias
que, de profundizarse, podrían suponer un punto de partida hacia un
auténtico cambio social y no un simple lavado de cara del entramado institucional del Estado capitalista. Así, Podemos
incluía entre las propuestas de su manifiesto la “nacionalización de la
banca privada” y la “nacionalización y socialización de las empresas
energéticas”.
Pero las cosas han cambiado mucho y muy rápido.
Parece que paralelamente al éxito de asistencia en los actos de
presentación, estos elementos ideológicos claramente de izquierdas han
debido parecer excesivos al grupo promotor de Podemos y han sido
radicalmente modificados en el borrador de programa para las elecciones
europeas presentado apenas un mes después. Ya sea por presiones
expresas, o por el intento de asegurarse la simpatía de los medios de
comunicación para difundir su iniciativa, o por considerar que defender
ideas claras y de izquierdas reduce su apoyo electoral, lo cierto es que
las últimas propuestas de Podemos sorprenden por su tibieza y confusión.
En un artículo titulado “Todo el poder a los círculos”, obra de Miguel
Urbán, dirigente de Izquierda Anticapitalista, además de verter a
chorros una jerga ininteligible, nos advierte que cuanto más nos
alejásemos “del fetichismo de la palabra ‘izquierda’ más se acercaría Podemos al éxito”. En este artículo, Podemos
se presenta como un confuso conglomerado de “los de abajo” que lucha
contra un enemigo indefinido, caracterizado por su amor al lucro y por
imponerse mediante “fuerzas externas” a la “democracia”, cuya defensa se
convierte en el eje principal de la estrategia de Podemos. ¿Qué
tipo de lenguaje es este, que obvia las palabras trabajador, clase
obrera, patronos y banqueros, capitalismo o socialismo? ¿Por qué se
renuncia a decir al pan pan y al vino vino?
Se vuelve así a dar
voz a algunas de las propuestas que se manifestaron en los primeros
momentos del 15-M, y que expresaba la confusión de muchos jóvenes de
capas medias en proceso de radicalización. Estas propuestas se limitaban
a proponer reformas del régimen político pero descartaban cualquier
alteración sustancial del orden capitalista, y quedaron definitivamente
arrumbadas cuando el impulso del 15-M se trasladó a las Mareas y a un
número creciente de luchas obreras. Desde entonces hemos vivido al gran
salto adelante en la conciencia política de millones de jóvenes y
trabajadores. Resucitando estas ideas y formulaciones, que ya fracasaron
en su intento de articular políticamente el 15-M, Podemos nos
propone en su borrador de programa combatir el paro con la “promoción
del protagonismo de la pequeña y mediana empresa en la creación de
empleo”. Por supuesto, la nacionalización de la banca pasa al olvido y
se muta por la idea de “reorientación del sistema financiero para
consolidar una banca al servicio del ciudadano y la pequeña y mediana
empresa”.
Las transformaciones políticas que Podemos
reivindica se limitan al remozado de la fachada del sistema capitalista,
a su representación externa. Todo su radicalismo verbal en defensa de
la “democracia” —como si fuera posible bajo el sistema capitalista poner
las instituciones burguesas al servicio de los explotados— podrían ser
asumidas por cualquier fuerza política, incluidas muchas que se sitúan a
la derecha, por no hablar de la socialdemocracia. Cuando Podemos
intenta concretar su “revolución democrática”, por ejemplo en lo
referido a la corrupción, nos habla de “la creación de medidas
anticorrupción centradas en aportar transparencia a los procesos de
adjudicación de contratos públicos, la financiación de los partidos
políticos y los cambios en renta y patrimonio de todos los cargos
electos”. Bien, esto sinceramente y no queremos ser irónicos, lo puede
firmar Rubalcaba tranquilamente, es más ya lo dice en sus comparecencias
parlamentarias. Y continua: “Reforma de los marcos normativos
destinados a designar el Fiscal General del Estado, a los miembros del
Consejo General del Poder Judicial, los miembros del Tribunal de Cuentas
y los miembros del Tribunal Constitucional.” ¿Que tiene que ver este
lenguaje, estas propuestas, con una alternativa de izquierdas seria? Por
muchos cambios normativos que se quiera en el marco de un parlamento
burgués, la judicatura, bajo el régimen capitalista, estará siempre
vinculada por miles de hilos, visibles e invisibles, materiales,
políticos y sociales, con los intereses de la clase dominante.
Respecto a Europa, llaman al “sometimiento de las decisiones del BCE al
control democrático del Parlamento Europeo”. Pero esto también lo puede
defender la socialdemocracia, de hecho no sería la primera vez que algo
semejante haya salido de la boca de los dirigentes del PSOE
públicamente, ignorando la naturaleza capitalista del actual diseño de
la UE, que no es más que una herramienta de dominación de los grandes
monopolios occidentales.
Escuchando el discurso de sus
principales dirigentes en los actos celebrados, o leyendo los artículos
que escriben, salta a la vista que los promotores de Podemos
tratan de borrar silenciosamente sus anteriores señas ideológicas,
desprendiéndose, lo más rápidamente posible, de cualquier punto de vista
de clase y socialista. Para ser honestos, esto no es algo novedoso, es
una regresión ideológica. En estos momentos de crisis capitalista este
lenguaje y estas ideas son un claro paso atrás, son un abandono abierto
del marxismo y una renuncia a la experiencia histórica de la lucha de
clases.
Los promotores de Podemos han llegado a la
conclusión de que para “conectar” con el “ambiente” hay que utilizar un
terminología calculadamente confusa, donde las ideas concretas y las
reivindicaciones claras contra el capitalismo y en defensa de una
alternativa socialista sean reemplazadas por ambiguos mensajes a favor
de la “democracia”, y “trascender” lo que ellos consideran la falsa
dicotomía de “izquierda y derecha”. Para este viaje no hacían falta
estas alforjas. Estos lugares comunes del “posmodernismo” sociológico
recuerdan mucho a las argucias retóricas, a esa papilla de ocurrencias
sin sustancia, que han sido utilizadas de manera abundante por sectores
que, provenientes del izquierdismo, siempre terminaron por confluir con…
la socialdemocracia.
Los promotores de Podemos han
manifestado que no rechazan la posibilidad de asegurarse un puesto de
salida en las listas de Izquierda Unida para las elecciones europeas, si
la dirección de IU acepta su propuestas de primarias abiertas. Esto se
produce, obviamente, cuando todas las encuestas pronostican un gran
avance electoral de IU. Pero más allá de esta pugna por el escaño se
hace lícito preguntar: ¿Y dentro de IU, el proyecto de Podemos a
quien beneficia? Nos caben pocas dudas. Este tipo de prejuicios
políticos, de ideas premarxistas, de renuncia al socialismo, beneficia a
aquellos que no quieren una Izquierda Unida de masas, revolucionaria y
anticapitalista. Como dice el refrán: el camino al infierno esta
empedrado de buenas intenciones.
¿Qué necesitamos la clase trabajadora y los jóvenes?
A pesar de sus dirigentes y de su programa, la acogida a Podemos
demuestra que en la izquierda hay un gran vacío, y que los trabajadores
y los jóvenes, que en un número cada vez mayor decimos ¡basta! a este
sistema irracional, necesitamos una alternativa para transformar la
sociedad.
Pero lo que no necesitamos es que se nos propongan
cambios estéticos en el funcionamiento del capitalismo como si fueran la
panacea a todos nuestros males. De eso ya hemos tenido bastante en los
últimos treinta años. Y mucho menos necesitamos a quienes parecen creer
que los trabajadores somos incapaces de entender la realidad del
capitalismo y la necesidad de la revolución socialista, y que sólo
podemos ser atraídos a la política a través de un programa cargado de
ideas confusas y bonitas palabras.
Necesitamos si, de una
organización revolucionaria que explique claramente las causas y las
raíces últimas de la crisis, que explique los mecanismos por los cuales
el proceso de acumulación capitalista acaba desembocando, tarde o
temprano, en una crisis de sobreproducción catastrófica para la inmensa
mayoría social, y que explique cuál es la estrategia de transformación
de la sociedad que puede poner fin al horror cotidiano que es la vida
bajo el capitalismo.
Corriente Marxista El Militante
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