sábado, 1 de marzo de 2014

PODEMOS ¿O A PODEMOS LE FALTA ALGO?




La confusión política no es una alternativa contra el capitalismo
¿Qué aporta Podemos a la izquierda?


01-03-2014
(kelvellido. Rebelión 01.03.2014)

La presentación a mediados del mes de enero de Podemos, proyecto encabezada por el mediático profesor Pablo Iglesias, supuso una sacudida para muchos activistas de la izquierda. Podemos consiguió reunir en pocos días varias decenas de miles de firmas de apoyo y sus presentaciones públicas en Zaragoza, Gijón, Valencia, Alicante, Sevilla o Madrid congregaron un elevado número de personas, en un ambiente de entusiasmo y expectación. 

Jóvenes que han participado activamente en el 15M, mayoritariamente provenientes del ámbito universitario, activistas desencantados con la actuación de las direcciones de CCOO y UGT, y votantes de IU que no están satisfechos con la práctica política que lleva la dirección en muchos asuntos (pacto con el PSOE en Andalucía, relaciones “diplomáticas” con las cúpulas sindicales, Extremadura, etc.), han visto con ilusión este nuevo proyecto, presentado en un momento de crisis profunda y crítica feroz contra el sistema capitalista. Pero, más allá de las buenas intenciones, los activistas y militantes de la izquierda que aspiramos a un cambio revolucionario de la sociedad debemos ser honestos y rigurosos a la hora de posicionarnos ante los acontecimientos políticos, y esto incluye también a Podemos

Lo que ofrece Podemos
 
Detrás del proyecto Podemos se encuentra Izquierda Anticapitalista (IA) cuyos veteranos dirigentes militaron anteriormente en Izquierda Unida y, hay que señalar, manteniendo en muchas ocasiones posiciones muy incoherentes. A finales de 2008 decidieron abandonar IU al calor del avance de sus fuerzas hermanas en Francia y Portugal (El NPA, Nuevo Partido Anticapitalista y el Bloco de Esquerdas). Pero tras el fracaso que cosechó Izquierda Anticapitalista en las elecciones europeas de 2009 (apenas 20.000 votos) y las dificultades manifiestas que han tenido para rentabilizar políticamente el movimiento explosivo del 15M, han buscado en el tirón mediático de Pablo Iglesias la forma de resituarse en el panorama político. 

Desde Podemos se ha insistido que representan una formación novedosa, basada en un “método participativo abierto a toda la ciudadanía”. Pero incluso una oferta tan abierta necesita algún punto de partida, por mínimo que sea. Y es aquí donde Podemos nos da la primera y desagradable sorpresa. En su corta existencia, y sin que medie ningún tipo de “participación de la ciudadanía”, Podemos ha realizado un vertiginoso viraje político desde el manifiesto Mover Ficha al programa contenido en su Borrador de Propuestas para Europa presentado el 22 de febrero. 

En su manifiesto inicial, Podemos recogía algunas de las reivindicaciones más sentidas en la ola de movilizaciones sociales que sacude el Estado español desde hace varios años. El derecho a la vivienda y la paralización de los desahucios, los salarios y pensiones dignas o el rechazo a la privatización de los servicios públicos, encontraban su lugar en el manifiesto. Tampoco faltaban referencias que, de profundizarse, podrían suponer un punto de partida hacia un auténtico cambio social y no un simple lavado de cara del entramado institucional del Estado capitalista. Así, Podemos incluía entre las propuestas de su manifiesto la “nacionalización de la banca privada” y la “nacionalización y socialización de las empresas energéticas”. 

Pero las cosas han cambiado mucho y muy rápido. Parece que paralelamente al éxito de asistencia en los actos de presentación, estos elementos ideológicos claramente de izquierdas han debido parecer excesivos al grupo promotor de Podemos y han sido radicalmente modificados en el borrador de programa para las elecciones europeas presentado apenas un mes después. Ya sea por presiones expresas, o por el intento de asegurarse la simpatía de los medios de comunicación para difundir su iniciativa, o por considerar que defender ideas claras y de izquierdas reduce su apoyo electoral, lo cierto es que las últimas propuestas de Podemos sorprenden por su tibieza y confusión. 

En un artículo titulado “Todo el poder a los círculos”, obra de Miguel Urbán, dirigente de Izquierda Anticapitalista, además de verter a chorros una jerga ininteligible, nos advierte que cuanto más nos alejásemos “del fetichismo de la palabra ‘izquierda’ más se acercaría Podemos al éxito”. En este artículo, Podemos se presenta como un confuso conglomerado de “los de abajo” que lucha contra un enemigo indefinido, caracterizado por su amor al lucro y por imponerse mediante “fuerzas externas” a la “democracia”, cuya defensa se convierte en el eje principal de la estrategia de Podemos. ¿Qué tipo de lenguaje es este, que obvia las palabras trabajador, clase obrera, patronos y banqueros, capitalismo o socialismo? ¿Por qué se renuncia a decir al pan pan y al vino vino? 

Se vuelve así a dar voz a algunas de las propuestas que se manifestaron en los primeros momentos del 15-M, y que expresaba la confusión de muchos jóvenes de capas medias en proceso de radicalización. Estas propuestas se limitaban a proponer reformas del régimen político pero descartaban cualquier alteración sustancial del orden capitalista, y quedaron definitivamente arrumbadas cuando el impulso del 15-M se trasladó a las Mareas y a un número creciente de luchas obreras. Desde entonces hemos vivido al gran salto adelante en la conciencia política de millones de jóvenes y trabajadores. Resucitando estas ideas y formulaciones, que ya fracasaron en su intento de articular políticamente el 15-M, Podemos nos propone en su borrador de programa combatir el paro con la “promoción del protagonismo de la pequeña y mediana empresa en la creación de empleo”. Por supuesto, la nacionalización de la banca pasa al olvido y se muta por la idea de “reorientación del sistema financiero para consolidar una banca al servicio del ciudadano y la pequeña y mediana empresa”. 

Las transformaciones políticas que Podemos reivindica se limitan al remozado de la fachada del sistema capitalista, a su representación externa. Todo su radicalismo verbal en defensa de la “democracia” —como si fuera posible bajo el sistema capitalista poner las instituciones burguesas al servicio de los explotados— podrían ser asumidas por cualquier fuerza política, incluidas muchas que se sitúan a la derecha, por no hablar de la socialdemocracia. Cuando Podemos intenta concretar su “revolución democrática”, por ejemplo en lo referido a la corrupción, nos habla de “la creación de medidas anticorrupción centradas en aportar transparencia a los procesos de adjudicación de contratos públicos, la financiación de los partidos políticos y los cambios en renta y patrimonio de todos los cargos electos”. Bien, esto sinceramente y no queremos ser irónicos, lo puede firmar Rubalcaba tranquilamente, es más ya lo dice en sus comparecencias parlamentarias. Y continua: “Reforma de los marcos normativos destinados a designar el Fiscal General del Estado, a los miembros del Consejo General del Poder Judicial, los miembros del Tribunal de Cuentas y los miembros del Tribunal Constitucional.” ¿Que tiene que ver este lenguaje, estas propuestas, con una alternativa de izquierdas seria? Por muchos cambios normativos que se quiera en el marco de un parlamento burgués, la judicatura, bajo el régimen capitalista, estará siempre vinculada por miles de hilos, visibles e invisibles, materiales, políticos y sociales, con los intereses de la clase dominante. 

Respecto a Europa, llaman al “sometimiento de las decisiones del BCE al control democrático del Parlamento Europeo”. Pero esto también lo puede defender la socialdemocracia, de hecho no sería la primera vez que algo semejante haya salido de la boca de los dirigentes del PSOE públicamente, ignorando la naturaleza capitalista del actual diseño de la UE, que no es más que una herramienta de dominación de los grandes monopolios occidentales. 

Escuchando el discurso de sus principales dirigentes en los actos celebrados, o leyendo los artículos que escriben, salta a la vista que los promotores de Podemos tratan de borrar silenciosamente sus anteriores señas ideológicas, desprendiéndose, lo más rápidamente posible, de cualquier punto de vista de clase y socialista. Para ser honestos, esto no es algo novedoso, es una regresión ideológica. En estos momentos de crisis capitalista este lenguaje y estas ideas son un claro paso atrás, son un abandono abierto del marxismo y una renuncia a la experiencia histórica de la lucha de clases. 

Los promotores de Podemos han llegado a la conclusión de que para “conectar” con el “ambiente” hay que utilizar un terminología calculadamente confusa, donde las ideas concretas y las reivindicaciones claras contra el capitalismo y en defensa de una alternativa socialista sean reemplazadas por ambiguos mensajes a favor de la “democracia”, y “trascender” lo que ellos consideran la falsa dicotomía de “izquierda y derecha”. Para este viaje no hacían falta estas alforjas. Estos lugares comunes del “posmodernismo” sociológico recuerdan mucho a las argucias retóricas, a esa papilla de ocurrencias sin sustancia, que han sido utilizadas de manera abundante por sectores que, provenientes del izquierdismo, siempre terminaron por confluir con… la socialdemocracia. 

Los promotores de Podemos han manifestado que no rechazan la posibilidad de asegurarse un puesto de salida en las listas de Izquierda Unida para las elecciones europeas, si la dirección de IU acepta su propuestas de primarias abiertas. Esto se produce, obviamente, cuando todas las encuestas pronostican un gran avance electoral de IU. Pero más allá de esta pugna por el escaño se hace lícito preguntar: ¿Y dentro de IU, el proyecto de Podemos a quien beneficia? Nos caben pocas dudas. Este tipo de prejuicios políticos, de ideas premarxistas, de renuncia al socialismo, beneficia a aquellos que no quieren una Izquierda Unida de masas, revolucionaria y anticapitalista. Como dice el refrán: el camino al infierno esta empedrado de buenas intenciones. 

¿Qué necesitamos la clase trabajadora y los jóvenes?

A pesar de sus dirigentes y de su programa, la acogida a Podemos demuestra que en la izquierda hay un gran vacío, y que los trabajadores y los jóvenes, que en un número cada vez mayor decimos ¡basta! a este sistema irracional, necesitamos una alternativa para transformar la sociedad. 

Pero lo que no necesitamos es que se nos propongan cambios estéticos en el funcionamiento del capitalismo como si fueran la panacea a todos nuestros males. De eso ya hemos tenido bastante en los últimos treinta años. Y mucho menos necesitamos a quienes parecen creer que los trabajadores somos incapaces de entender la realidad del capitalismo y la necesidad de la revolución socialista, y que sólo podemos ser atraídos a la política a través de un programa cargado de ideas confusas y bonitas palabras.

Necesitamos si, de una organización revolucionaria que explique claramente las causas y las raíces últimas de la crisis, que explique los mecanismos por los cuales el proceso de acumulación capitalista acaba desembocando, tarde o temprano, en una crisis de sobreproducción catastrófica para la inmensa mayoría social, y que explique cuál es la estrategia de transformación de la sociedad que puede poner fin al horror cotidiano que es la vida bajo el capitalismo.

Corriente Marxista El Militante

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VENEZUELA, UCRANIA... ¿POR QUÉ NO NOS CUENTAN LA VERDAD LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN ESPAÑOLES?




"Los extremistas en Venezuela y en Ucrania reciben fondos de una misma fuente"

Publicado: 27 feb 2014 
(© AFP)

Las protestas en Venezuela y Ucrania tienen mucho en común, ya que los extremistas que las agitan reciben el dinero y apoyo de las mismas fuentes, asegura el analista político Orlando Labrador.

Todo sobre este tema

"En ambos casos, la minoría habla en nombre de la mayoría. ¿Por qué tienen éxito? Porque son generosamente financiados desde el extranjero. Los extremistas, tanto en Venezuela como en Ucrania, viven de las mismas fuentes. La única diferencia entre los dos países es hasta cuánto han sumergido al país en el caos. En Ucrania se puede hablar con seguridad de golpe de Estado, mientras que en Venezuela los manifestantes tratan de desestabilizar la situación", explica Labrador a la radio La Voz de Rusia.  
 

¿Quién está detrás?
 
"Son la Unión Europea y EE.UU. Sus emisarios se han instalado, literalmente, en Ucrania. Es la misma vieja táctica: fuertes declaraciones sobre presuntas violaciones de los derechos humanos y presuntos ataques contra los opositores, amenazas de sanciones económicas, y ni una sola  palabra sobre los cócteles molotov que 'la gente oprimida' lanzaba contra las fuerzas de la seguridad", destacó el analista político.  
  Sin duda, la OTAN tiene planes de desplegar armas de defensa de misiles en Ucrania

"Su meta principal es llegar lo más cerca posible a la frontera con Rusia. Sin duda, la OTAN tiene planes de desplegar armas de defensa de misiles en Ucrania. Y mira el potencial agrícola de Ucrania. Es un país capaz de alimentar a toda Europa. Y hay una cosa más: el Mar Negro puede ser rico en petróleo y gas", afirma Labrador.  

Qué busca Rusia en Ucrania

"Rusia quiere estabilidad y seguridad, pero eso depende de cómo a su vez  se desarrollen los acontecimientos en Ucrania. Por ahora las cosas han tomado un giro muy negativo. Es sorprendente la cantidad de propaganda anti-rusa que hay ahora en Ucrania y cómo Occidente distorsiona los hechos. Uno podría pensar que han vuelto los tiempos de Guerra Fría. Por supuesto, esto es una venganza contra Rusia, una venganza por sus éxitos económicos y el temor a que, junto con China, Rusia, tarde o temprano, represente una fuerte competencia para los centros a nivel mundial, para EE.UU. y la UE", opinó el experto.

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UCRANIA TAMBIÉN ESTÁ A LA VUELTA DE LA ESQUINA




El cuaderno de Kiev. Un diario desde el 19 hasta el 24 de febrero
 3/6
La Vanguardia
Sociología crítica
2014/02/27

Viernes 21 – El poder se descompone en Ucrania, donde se está incubando desde hace semanas el conflicto Este/Oeste más grave y peligroso desde el fin de la guerra fría.  La Unión Europea ha forzado un frágil acuerdo nacional que supone la capitulación del Presidente Yanukovich, que en noviembre se negó a firmar un acuerdo de integración en la órbita de Berlín y Bruselas.  Esta capitulación tiene como única virtud la de que, por lo menos, dibuja un respiro en la trágica espiral de violencia de los últimos días: Por primera vez desde el martes, hoy no ha habido muertos en Kiev.

Arbitrado por los tres ministros de exteriores de Alemania, Francia y Polonia, el acuerdo contempla el regreso a la constitución de 2004, medida que el Parlamento aprobó inmediatamente casi por unanimidad y que significa una importante reducción de los poderes del presidente, así como el compromiso de formar en un plazo de diez días un “gobierno de unidad nacional” en el que dominarán las fuerzas pro-occidentales. Para antes de septiembre se completará una reforma constitucional y no más tarde de diciembre deberán celebrarse elecciones presidenciales.

El Presidente, que contaba con el apoyo de Moscú, y sus adversarios, los tres líderes de la oposición apadrinados por la Unión Europea y Estados Unidos, apelan a acabar con la violencia, exigen una “entrega de armas” en 24 horas y se comprometen a investigar las violencias de los últimos días en los que han muerto unas setenta personas, incluidos trece policías. Una amnistía entrará en vigor, pero solo hasta hechos anteriores a esas muertes. No habrá estado de excepción.

Paralelamente, en una serie de votaciones meteóricas, el Parlamento destituyó al ministro del interior, Vitali Zajarchenko, “por violación de la Constitución con el resultado de muerte de personas”.

El acuerdo no ha sido rubricado por el diplomático enviado por Moscú, Vladimir Lukín, un especialista en firmar derrotas. En 1996 Lukín participó en la firma de la paz de Jasavyurt, que puso fin a la primera guerra chechena con un acuerdo que humilló a Rusia y abrió la puerta a la segunda guerra en el Cáucaso del Norte. Lukín hizo ayer una declaración errática, calificando el acuerdo ucraniano de “incompleto pero útil”. En realidad es una derrota de la pésima política de Moscú en esta jugada que afecta a su entorno geopolítico más delicado y vital.

La capitulación de Yanukovich, que ayer parecía preparar  un más que incierto estado de excepción, ha sido resultado de la doble pinza entre la calle y las potencias occidentales. Amenazado con sanciones por los ministros europeos, el presidente pudo recibir ciertas garantías de que no se le aplicará la habitual segunda vuelta de tuerca contra los adversarios de Occidente más reticentes: la persecución penal a cargo de los selectivos “tribunales internacionales”.

La intervención, el jueves, de misteriosos francotiradores que tirotearon a la gente en el centro de la ciudad, uno de los habituales capítulos de la serie negra que suele acompañar este tipo de crisis extremas, es una espada de Damocles para Yanukovich. En Rumanía aún se discute quienes eran y por encargo de quien actuaban los francotiradores que hace más de veinte años mataron a la gente en Bucarest durante el derrocamiento de Nicolae Ceaucescu. Algo parecido pasa en Moscú a propósito de los tiroteos de manifestantes durante el golpe de Estado de Boris Yeltsin de octubre de 1993. En Kíev ese mismo misterio se pretende haber resuelto en pocas horas y hasta se presentan fotos y grabaciones. Habrá que ver…

Ucrania, un país que, a diferencia de vecinos como Bielorrusia y Rusia, se caracterizaba por su capacidad de consenso y equilibrio, y por haber evitado siempre la violencia, ha entrado en una nueva etapa. El acuerdo de ayer no es punto final. Su fragilidad estriba en que por un lado las autoridades, “han perdido el control del país”, en palabras del ex vice jefe de la seguridad del Estado, Aleksandr Skipalki, y que por el otro los líderes de la oposición han perdido el control de la revuelta popular. Cuando esos líderes anunciaron ayer tarde el acuerdo en la plaza central de Kiev, fueron silbados y abucheados y con suerte tienen detrás suyo a la tercera parte de la población de Ucrania. Miembros del grupo fascistoide “Pravy Sektor” irrumpieron en el escenario cuando esos líderes explicaron el acuerdo alcanzado. La plaza pide la destitución inmediata del Presidente y su castigo. “No es por venganza, sino por justicia”, nos dijo un activista en la plaza. Muchos creen que el acuerdo es una traición a los muertos de los últimos días. En cualquier caso, el cambio de figuras ya ha comenzado.

Es la hora de gente como la ex primera ministra, Yulia Timoshenko, encarcelada por corrupción, millonaria y líder del partido que más apoyos encuentra en Washington y en Europa. El parlamento abrió ayer la puerta de su celda por el procedimiento de anular los artículos que contemplan su delito. Ahora solo falta una decisión judicial para sacarla de la cárcel, explicó su abogado, Sergei Vlasenko.

Otra figura en alza es la del magnate Piotr Paroshenko, el quinto hombre más rico de Ucrania. Paroshenko patrocinó la “revolución naranja” que llevó al poder a Timoshenko, fue ministro de exteriores en 2009 y abogó por un ingreso de Ucrania en la OTAN “en uno o dos años”. “Con voluntad política, es posible”, dice. Propietario del quinto canal de televisión, uno de los muchos medios de descarada propaganda en sintonía con el Imperio del Oeste (ofrece informativos preparados por La Voz de América, mientras la televisión rusa –muy vista en el Este y el Sur hace lo mismo pero con signo contrario), Paroshenko mantuvo conversaciones el pasado enero con el estado mayor euroatlántico en la Conferencia de Seguridad de Munich, máximo cónclave anual del complejo político-militar occidental.

En varias regiones las guarniciones militares han llegado a acuerdos con la población local para que ésta impida cualquier movimiento de tropas bloqueando trenes, como pasó en  ayer en Dniepropetrovsk. El aparato de Estado está descompuesto. Hay sedes del gobierno ocupadas y asaltadas en Jmelnitski, Uzhgorod, Ternopol, Ivano-frankovsk y Lvov. Se han asaltado depósitos de armas y unidades policiales se han pasado al bando de enfrente. Policías de Lvov llegaron ayer tarde de por libre a la plaza de Kíev. El pacto de ayer ha sido un bendito respiro para detener la masacre, pero el futuro inmediato es una incógnita. Respecto a su contexto más amplio, es inequívoco: aquí se está incubando el conflicto europeo más grave y peligroso desde el fin de la guerra fría. Confundirlo con una película de Hollywood de buenos y malos es perder de vista lo esencial.

- La victoria del  Narod. Maidán huele el principio de la capitulación de su adversario. Hoy ha hecho sol en Kíev. En la plaza la jornada olía al principio de la capitulación del adversario: el gobierno y su presidente.  El sujeto de Maidán es el pueblo, narod en ucraniano. En ruso pueblo también se dice narod, pero el término contiene caracteres y rasgos de una cultura política indudablemente emparentada pero muy diferente de la rusa. No hay contradicción. Ocurre en las familias, donde hermanos físicamente parecidos pueden presentar caracteres muy diferentes. “Parece mentira que sean hermanos”, se dice.

Mientras los héroes de la historia secular rusa son zares, generales y políticos, gente de Estado e Imperio, como Pedro el Grande, Catalina II o el general Kutúzov, en Ucrania aparecen personajes de una épica completamente diferente; atamanes cosacos, hombres libres “republicanos” cargados de ideales y actitudes libertarias, vinculados a la lucha por una vida libre en proto-estados y territorios de los límites de una estepa infinita (Ucrania significa, precisamente, algo así como “en el límite”, “junto a la frontera”) y en quijotesca lucha contra adversarios mucho más poderosos. Figuras  como el Cosaco Mamai, que luchó contra la Orda de Oro en el siglo XIV, Bogdan Jmelnitski, caudillo enfrentado sucesivamente a turcos, polacos y rusos.

En la Galería Tetriakov de Moscú hay un cuadro del gran pintor ruso Iliá Repin, “Los cosacos de Zaporozhia escriben al Sultán”, se titula, que expresa ese desafío libertario al poder instituido, lleno de desparpajo y fraternidad. No es historia, es presente. En Maidán, en medio de esa enorme expresión de autoorganización y autonomía social,  se ven carteles con la figura del Cosaco Mamai, retratos de Jmelnitski y hasta un grupo de tipos rapados al cero y con coletas ataviados al uso cosaco del siglo XVII que son el vivo retrato de los personajes del cuadro de Repin.

Hoy es el día del merecido homenaje a este narod, a todo él con sus diversos rostros, actitudes y posiciones políticas; la estudiante ingenua, el ama de casa madura, el paramilitar de extrema derecha, el señor normal y corriente del montón harto de un sistema degradado e injusto. Ha hablado con decenas de ellos. ¿Cómo resumir sus opiniones, sus historias personales, sus esperanzas? Si hubiera que establecer algún denominador común, sin duda sería el de cierto sentido de la dignidad.

Durante tres meses, decenas de miles de ciudadanos han dicho “basta” y han aguantado el tipo aquí, demostrando una voluntad y un tesón ejemplar.  Los brutos de diversa ideología, con predominio del nacionalismo ultra, que aportan el músculo a la revuelta popular no son particularmente simpáticos, pero sin ellos el Maidán, simplemente, no habría sido posible,  porque habría sido barrida por la policía en diez minutos. Estos grupos han ejercido una tremenda e ilegal violencia (entre los 70 muertos de los últimos días hay 13 policías, dato central que no puede perderse de vista), que en cualquier país europeo habría sido inmediatamente declarada “terrorista” y aplastada. Europa y América han bendecido, financiado y teledirigido todo esto, que no comenzó el pasado noviembre, sino hace más de veinte años con la disolución de la URSS. Desde entonces Estados Unidos se ha gastado en Ucrania más de 5.000 millones de dólares  en promover el “cambio de régimen” vía organizaciones no gubernamentales, medios de comunicación y compras de lealtades, explicó hace poco la vicesecretaria de Estado de EE.UU. Victoria Nuland.

Todo eso, que es fundamental para comprender lo que pasa aquí, apenas cambia la esencia del impulso ético de este narod contra la corrupción, la injusticia y la oligarquía, perfectamente equiparable a la de los movimientos sociales del resto de la Europa en crisis. Este narod, sus brigadas de choque, han disparado, matado e incendiado. Tal es la legitimidad de las revueltas y revoluciones populares. Nadie está vacunado contra esto en el resto de Europa. La violencia no es una figura del pasado, es la fiebre de las luchas de la historia.

Ucrania no está saliendo de una crisis, está entrando en ella. El resultado de esta mezcla de revuelta popular y golpe de Estado es incierto y dibuja enormes peligros. Al final, como ya sucedió en la última “revolución naranja” de 2004, todo puede acabar en un mero cambio de figuras oligárquicas; las que se orientan a Moscú son relevadas por las que lo hacen hacia la OTAN.

“En cualquier caso, los oligarcas que tomen el relevo, tendrán que temer al narod, replica Olga una jurista con casco de sanitario, la única oriunda de Kíev de todo un corro de defensores de la plaza dominado por “Galichany” de Ucrania Occidental. Suena bien, pero si la próxima vez el narod se levanta y en lugar de padrinos exteriores tiene adversarios en Europa y en la OTAN,  será aplastado  en nombre de la  “defensa de la democracia”. Ocurrió en Moscú en octubre de 1993, con más de un centenar de muertos.

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