lunes, 22 de febrero de 2021

Pablo Hasél, el rapero encarcelado. ¿Y quién miente más que un diario del sistema? Si es que te lo vengo diciendo y no te vas a enterar nunca. Y fíjate si es elemental el caso, mi querido Watson: más que un diario del sistema, exactamente el doble, mienten dos diarios del sistema. Y tres veces más que un diario del sistema mienten tres diarios del sistema. ¿Estamos a lo que estamos o es que tampoco de estás enterando ahora?

 

Diego Herchhoren: ¿Qué hay de cierto en la supuesta agresión de Pablo Hasél al testigo de un juicio?

 

Publicado por Diario Octubre

febrero 22, 2021

La «víctima» de Hasél es Félix Rodríguez Souto. Se proclama «defensor de las fuerzas de seguridad» y ha sido premiado como colaborador por la Guardia Urbana de Lleida durante el gobierno del socialista Angel Ros. Agentes de este cuerpo publican en su perfil de Facebook y es el misterioso testigo que facilitó la absolución en un juicio por lesiones a un menor en el que fue agredido un activista leridano.

Agresión policial

Noche del 3 al 4 de enero de 2017. Dos agentes de la Guardia Urbana de Lleida inician una persecución contra un joven, entonces menor de edad, al que habían visto pegando carteles del colectivo Resisteix, una organización con presencia en varios movimientos sociales de la ciudad.

Inician una persecución a pie y tras capturarlo, los agentes 1821 y 2297 le golpean con porras extensibles en varios puntos del cuerpo. Uno de ellos es Alberto Molina, quien ha ocupado el cargo de responsable de informática de los antidisturbios locales.

No había nadie en los alrededores. Solo eran testigos la víctima, los agresores y sus lesiones.

El joven, toma fotos de ellas y las difunde esa misma noche, y formula al día siguiente una denuncia policial, solicitando un peritaje forense que determine su origen. El revuelo en Lleida se hace patente, puesto que varios medios de comunicación se han hecho eco de los hechos.

El juzgado, que no practicó las pericias forenses que se habían solicitado, citó a todas las partes a juicio oral el 26 de septiembre de ese año. Y en ese momento aparece un testigo sorpresa: Félix Rodríguez Souto.

Afirma que estaba presente en el momento de la detención, como un simple viandante. Que no conoce de nada a las partes ni tiene ninguna relación que pueda comprometer la veracidad de su testimonio; que no vio ninguna agresión y que la detención fue correcta.

El juicio estaba sentenciado: los guardias son absueltos de las lesiones y la jueza Diana Lorenzo Mañas archiva la causa.

¿Quién era el testigo aportado por la Urbana?

A pesar de que el Juzgado de Instrucción determinó desde el inicio que las lesiones del joven eran «leves», sin practicar ninguna pericia, la declaración de Souto fue determinante.

Souto es un colaborador de la Guardia Urbana, reconocido con un premio que el entonces alcalde Angel Ros (PSC) entregó en el salón de plenos del Ayuntamiento el 22 de noviembre de 2016, según publicaba el propio Souto en su perfil de Facebook. También estaba presente la entonces Subdelegada del Gobierno en Lleida, Inma Manso.

Otros agentes de la Guardia Urbana publicaban en su perfil mensajes de profundísima amistad y reconocimiento, e inclusive el hoy líder de la oposición socialista leridana y ex alcalde, Félix Larrosa, se dirige a él con mucha familiaridad y afecto tras verle en televisión. En otra imagen, Souto publica una imagen de una carga policial de los Mossos D’Esquadra refiriéndose a los manifestantes como “niñatos, perroflautas, hijos de papá y mamá que destrozan la imagen de una ciudad, un barrio y un país”.

Este testigo sorpresivo, y las circunstancias del mismo, fueron puestas de manifiesto ante la Audiencia Provincial de Lleida, sin éxito, que por algún motivo desconocido no entendió que estos hechos influyeran en la veracidad del relato del testigo policial.

Lo que inicialmente parecía una simple acción judicial para proteger a la guardia urbana, va tornándose en despropósito.

La «agresión» de Pablo Hasél

El resultado de este juicio, donde incluso la Audiencia Provincial de Lleida llega a imponer las costas del procedimiento a la víctima de aquella agresión de la Guardia Urbana, es difundida desde la cuenta oficial de Pablo Hasél.

Pablo lo explicó en el juicio de los hechos que ahora ha desempolvado la Audiencia. Denunció al confidente policial en sus redes y publicó las imágenes y capturas de pantalla de sus redes sociales, señalándolo como un fascista y acusándolo de ser un testigo falso aportado por la Guardia Urbana.

Souto, en represalia, acudió a la vivienda de Hasél a amenazarlo, como cualquier matón, aunque la cosa no llegó a más. Días después, Pablo recibió una denuncia completamente falsa de una supuesta agresión sin ni siquiera aportar un simple parte de lesiones. Souto también fue denunciado por amenazar con una pistola, en aquellos días, a dos personas del entorno del joven agredido en enero de 2017.

No existió ninguna agresión ni ninguna amenaza; los hechos fueron un burdo montaje de la Guardia Urbana leridana para proteger a «uno de los suyos» y cuyo relato fue acogido a pies juntillas por la justicia provincial, a pesar de las evidencias.

La «maldita Guardia Urbana», detrás de la operación judicial

Las casualidades no existen, y la publicación de esta Sentencia que condena a Pablo por una «agresión» a un testigo de un juicio, ha sido convenientemente difundida a pocas horas de que su encarcelamiento recorriera las redacciones de las principales cabeceras del mundo, señalando a España como un país que no cumple «los estándares democráticos exigibles».

De hecho, la Audiencia tenía preparada para difundir, en las mismas fechas, la otra Sentencia referente al recurso de apelación promovido por Hasél contra la acusación de lesiones graves contra el periodista Alex Oró, de TV3.

Pero por un error en la tramitación del mismo por parte del Juzgado de lo Penal nº1 de Lleida, han tenido que retrasar su anuncio, aunque la expectación es limitada, puesto que quien resolverá el recurso es el juez Víctor Manuel García Navascués, el mismo que absolvió a los guardias de aquella agresión.

La Guardia Urbana de Lleida se ha caracterizado en los últimos años, y en especial bajo el mandato de Angel Ros (uno de los referentes del españolismo más agresivo entre los socialistas catalanes), por diferentes casos de corrupción y de violencia policial.

En febrero de 2018 se difundió un vídeo de un agente de este cuerpo agrediendo salvajemente a un joven en un establecimiento hostelero de la ciudad, sin que tuviera apenas trascendencia.

Pablo Hasél ha puesto patas arriba a instituciones intocables, como la monarquía o las fuerzas de seguridad, y en un Estado mafioso, la venganza es el pan nuestro de cada día. La guerra sucia judicial se ha activado y veremos más episodios como éste.

FUENTE: mpr21.info

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El poeta Andaluz, Don Antonino Machado: Una noche de verano


Hoy hace 82 años, en 1939, moría en Colliure el gran poeta y dramaturgo español republicano Antonio Machado. Emblema de la generación del 98, lo recordamos con este sentido poema escrito con motivo de la muerte de su esposa Leonor Izquierdo.

Una noche de verano


Antonio Machado

El Viejo Topo

 22 febrero, 2021 

Una noche de verano

—estaba abierto el balcón
y la puerta de mi casa—
la muerte en mi casa entró.

Se fue acercando a su lecho
—ni siquiera me miró—,
con unos dedos muy finos,
algo muy tenue rompió.

Silenciosa y sin mirarme,
la muerte otra vez pasó
delante de mí. ¿Qué has hecho?
La muerte no respondió.

Mi niña quedó tranquila,
dolido mi corazón.
¡Ay, lo que la muerte ha roto
era un hilo entre los dos!

Fuente: Del poemario Campos de Castilla. Consultado en la web Poetas Andaluces.

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Spinoza. La libertad como problema de rabiosa actualidad de ayer que el señor de Facebook todavía no se lo ha aprendido y que el gobierno no sabe tratarlo para que cada cual diga libremente lo que quiera decir. Y, si uno por ejemplo, quiere escribir un mensaje en el que diga que hay que fusilar a 26 millones de personas porque no piensan como él, pues que lo diga, que para eso está el Comandante de Puesto de la Guardia Civil y el juez y la calculadora para determinar cuantos cientos de docenas de calles tiene que barrer para purgar su delito a razón de 5,5 docenas de calles por número de muerte deseada. Chis pum.

 

Tal día como hoy en 1677 moría en La Haya Baruch Spinoza. Su obra fue uno de los más polémicos e influyentes proyectos de rebeldía, rechazo de todas las formas de trascendencia, confesional o metafísica, y reivindicación absoluta de la inmanencia.


Spinoza: un pensamiento contra la servidumbre

 


Pintura de Samuel Hirszenberg (terminada en 1907), representando el rechazo frente al filósofo por parte de los judíos en Ámsterdam. 

 Juan Pedro García

El Viejo

21 febrero, 2021 

Si toda filosofía se afirma como una determinada manera de mirar el mundo y de intervenir en él, la de Spinoza lo hace de manera plenamente consciente. Hasta el último momento: antes de morir había dejado previsto el modo en que sus escritos debían hacerse llegar a manos de Jan Rieuwertsz para su publicación, y antes de finalizar el año estaba ya publicada su Opera posthuma. Desde que viera la luz, no ha dejado de producir escándalo… y, también, en sentido contrario, de generar alegría.

La filosofía de Spinoza está escrita, toda ella, en clave política: se trata de una reflexión que se afirma contra la necesidad de la servidumbre y que busca una liberación posible y factible: como cooperación que construye la libertad. La filosofía de Spinoza es también, por eso, reflexión sobre los efectos de la actuación y del discurso y escritura atenta a sus efectos (polí-ticos): una escritura que se hace posicionamiento. Posicionamiento político y posicionamiento teórico: en el campo de batalla de la filosofía; reconociendo la naturaleza “impura” o, si se quiere, “corpórea” de todo filosofar.

Desde sus primeros textos, pensados como intervención en la disputa anti-confesional, pasando por los desarrollos metafísicos y cognoscitivos que se ensayan en los PPC, en el TRE o en las distintas fases de la redacción de la Ética como afirmación de inmanencia y como crítica de la mistificación que introduce mediaciones en el ser o en el conocimiento (y de ahí la importancia que adquiere en su obra la crítica al cartesianismo y la apuesta por la capacidad explicativa de una ciencia que no precisa de más fundamentación que su propia práctica), por la defensa de la libertad de investigación, de interpretación y de palabra que hace explícita en el TTP o por esa opción que en los textos políticos aborda una explicación de la actividad humana que rompe con los absolutos morales y con las legitimaciones –religiosas o laicas– de esa estructuración de lo político que fundamenta el orden de la obediencia (y en ese sentido el mantenimiento del derecho natural despojado de toda carga teológica y la crítica de los supuestos que articulan la mistificación hobbesiana del liberalismo suponen la reivindicación liberadora y democrática de la cooperación libre)… los resultados a los que llega la filosofía de Spinoza –recorriendo todos los campos de batalla que constituyen el terreno filosófico del XVII–, todos ellos, son otras tantas exigencias de liberación; un pensamiento que se afirma contra la servidumbre: contra la servidumbre de la naturaleza humana –sujeta a las pasiones o, lo que viene a ser lo mismo, precaria ante la consistencia del mundo– y, también, contra la servidumbre política.

La de Spinoza es una reflexión consciente de no moverse en el terreno “puro” de la “pura” teoría, consciente de la consistencia terrenal –política– de toda teoría y de todo conocimiento. Consciente también de la consistencia política –terrenal– de toda posición filosófica. La potencia de su discurso deriva precisamente del modo en que toma pié en esa evidencia y, desde ella, construye una discursividad cuya tensión hacia la libertad (libertad real: con una consistencia ontológica y política) muy difícilmente puede ser pasada por alto: de ahí que sus críticos sólo pudieran pensar el spinozismo como monstruosidad y que lo identificaran como la mayor y más perversa forma de ateísmo. De ahí también, quizá, paradójicamente, que incluso entre esos críticos se extendiera inmediatamente la imagen del “ateo virtuoso” para referirse a Spinoza: una forma de conjurar la potencia subversiva de su pensamiento insistiendo en la afabilidad personal del personaje y cargando la interpretación sobre su afirmación del necesario respeto a las leyes (una afirmación que, sacada de contexto, algunos quieren hacer valer para presentarle –aún hoy– como un profeta de la resignación y de la obediencia). A pesar de una tradición interpretativa que entre el XVIII y el XX se empeñó en anular la consistencia terrenal y política de su pensamiento (discutiendo sus tesis como si fueran sólo tesis filosóficas –tesis metafísicas o gnoseológicas– y, en la interpretación, convirtiendo a Spinoza en un místico de la fatalidad, promotor de un amor Dei intelectualis entendido como despreocupación por lo mundano, defensor de un deísmo difuso, de una espiritualidad difusa o de un difuso panteísmo), a pesar de los intentos de recuperación de su obra desplegados en clave metafísica o incluso en clave religiosa, basta una lectura que tenga en cuenta los asuntos a los que Spinoza se enfrenta cuando escribe (en lugar de leer en él una supuesta eternidad de las cuestiones filosóficas) para darse de bruces con un pensamiento levantado contra las mistificaciones del pensar y articulado como maquinaria para la liberación. Una filosofía que se apoya en el conocimiento y que sin abandonar la inmanencia ontológica y explicativa piensa el mundo y la actuación desde una apuesta política y ética por la potencia individual y colectiva.

Un pensamiento en defensa de la libertad y contra la servidumbre. Un pensamiento contra los absolutos, que proclama el carácter constituyente del deseo de liberación y que se niega a pensar la necesidad de la renuncia. Una filosofía que se inserta en esa corriente maldita del pensamiento que articula materialismo y rebeldía y que entronca, tanto en la crítica como en la prospectiva, con las tradiciones inconformistas y revolucionarias (poniendo en valor la potencia del conocimiento efectivo –sin contarse cuentos– y poniéndolo al servicio de un proyecto de transformación del mundo) contrarias a la eternización del orden y la gobernanza de la barbarie. Una apuesta contra la naturalización de la impotencia y contra la sumisión.

En este sentido es sintomático el interés que la obra de Spinoza ha despertado en aquellas reflexiones que (particularmente en las últimas décadas) han insistido en la naturaleza conflictual de las relaciones sociales y que han querido entender los mecanismos por los que se garantiza la explotación y por los que puede construirse la alternativa.

Spinoza, es cierto, no ha teorizado las dinámicas sociales a partir del enfrentamiento de clases, ni ha pensado propiamente el capitalismo, ni ha escrito sobre la consistencia biopolítica del dominio, ni ha entendido el universo humano desde la perspectiva de la globalización, ni ha pensado la prioridad de la igualdad (en ese sentido no podemos dejar de señalar esos párrafos finales del TP (cap. 11, 3 y 4) que explicitan una vergonzosa consideración despectiva de las mujeres), pero en su obra encontramos con qué pensar –y cómo hacerlo– la crítica de todas las mistificaciones y la alegría creadora de la libertad. En esto, difícilmente podrá encontrarse un pensamiento que sea equiparable al suyo (y no sólo en el XVII): potente incluso para pensar los límites y las mistificaciones del pensamiento revolucionario de los siglos posteriores.

La muerte de Spinoza, como hemos señalado, dejó inconcluso el TP precisamente en el punto en que se iba a iniciar la tematización de la democracia. El resto falta. Pero eso puede también leerse como una incitación. 

Abreviaturas de los títulos de Spinoza mencionados en el texto:

PPC: Principios de la filosofía de Descartes.

TRE: Tratado de la reforma del entendimiento.

TTP: Tratado Teológico-Político.

TP:   Tratado Político.

Fuente: Epílogo del libro de Juan Pedro García del Campo Spinoza o la libertad.

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