Sobre qué podemos ir haciendo
ante “Podemos”
(2/6)
Vicente Sarasa
Red Roja
SOCIOLOGÍA
CRITICA
2014/02/13
En el primer
plano entraría el análisis de la “teoría”, del texto del manifiesto, del
programa, de las tesis que se defienden o se vienen a defender. Aquí no cabe
concesión de ningún tipo. La intransigencia teórico-política con respecto a
“Podemos” no debe depender ni siquiera de la suerte y de la aceptación que
ahora tenga. Y aquí no estamos en clave de “purismo teórico” alejado de la vida
política. Bien al contrario, es la única manera de garantizar que las batallas
políticas del momento no se afronten desarmándonos para las de mañana.
Así, y sólo
a modo de primeros ejemplos, cuando se habla de “contrato social que se ha
roto”, nosotros no podemos permitir que en base a esto nos sigan haciendo
avalar que el criminal sistema de concertación que parió la Traisición
no sea condenable en origen. Nosotros no denunciamos la ruptura de ese
contrato, sino el contrato mismo. Hay demasiados revolucionarios (e incluso
no pocos activistas de las movilizaciones de masas) que han sufrido y continúan
sufriendo las consecuencias de ese “contrato”. Y si ahora no entra en el
“cálculo político electoral” la denuncia en origen de la
Transición con todo lo que esto conlleva, al menos es nuestro deber
presionar para facilitar que se creen las condiciones para ello. Si esta
denuncia radical (de raíz) y consecuente del “contrato de la Transición” no
puede entrar en el denominador común programático o justificador de tal o cual
iniciativa que se quiere radical, al menos que no lo ponga difícil para
plantearlo de forma no marginal cuanto antes: los represaliados políticos en el
estado español están hartos de esperar décadas de infamia.
Qué decir
cuando se da a entender que es posible reformar una UE que rebosa de
euroimperialismo y que lo rebosa desde cuando sólo se veía el imperialismo
yanqui. Tampoco podemos avalar ninguna conciliación con cantos de “vuelta al
estado del bienestar”. Ni por asomo hemos de rebajar nuestra crítica al “modelo
social europeo” al que caracterizamos de cotrarrevolucionario y proimperialista
(4). No hay “suma de gente” alguna aquí que justifique hacernos abjurar de ese
internacionalismo con los pueblos del mundo al que, en mayor suma,
nos debemos. Ya sabemos que hay sectores más o menos amplios de las masas que
sueñan con recuperar lo que les han quitado sin cuestionar radicalmente en qué
marco lo disfrutaron. Pero desde una posición revolucionaria no hay duda de que
ha de acompañarse a esa gente que ahora sufre para que, en última instancia,
despierte. En ningún momento hemos de alimentar ni extender sus sueños que para
nosotros nunca dejarán de ser pesadillas. Pero es que además no es cierto que
el reformismo sea lo mejor para defender las reformas. Nunca mejor que en
tiempos de crisis se experimenta aquello de que “sé revolucionario y, al menos,
obtendrá reformas; continúa siendo reformista y terminarás por perderlas una
tras otra”.
Efectivamente,
bajo ningún concepto es necesario tirar el alma por los suelos para bajarse a
las masas. Es posible trabajar por victorias ahora (incluso con “ramales
electorales”) sin necesidad de anticipar derrotas, que es lo que pasa cuando
todo se contorsiona y se retuerce buscando un “éxito inmediato”. La línea de intervención
revolucionaria no hace de la no participación electoral un principio, pero sabe
que ella debe ponerse al servicio de una estrategia que tenga en cuenta
paradójicamente los límites en el tiempo de la “apuesta electoral”. Y no hay
que referirse sólo a que el proceso de empoderamiento popular que en la
actualidad urge debe pesar más que la elaboración de listas electorales. Sobre
todo, no podremos dejar de prepararnos para escenarios de agudización de la
lucha de clases donde muy previsiblemente la “relación electoral” decidirá poco
en la “relación de fuerzas” que posibilite la materialización de nuestros
programas (incluso los más reformistas). ¡Cómo vamos a obviar esto teniendo en
cuenta la experiencia adquirida por la burguesía, tanto a nivel estatal como
internacional, y el hecho de que vivimos en verdaderos modernos estados de
contrarrevolución preventiva que actualmente describen con mucha más precisión
lo que vivimos que las clásicas formulaciones de democracia burguesa!
En este
sentido, la línea revolucionaria sabe mejor que nadie (en carne propia) que uno
no puede explicitar ahora toda la verdad sobre ciertos temas pero que, si no es
posible darla a entender (como recomendaba Brecht), al menos debe esconderla
bajo un manto digno de silencio que permita deducir que hay una cabeza de
Júpiter pendiente de descubrirse (parafraseando a Marx). Una cosa es que no se
diga –porque no se pueda- todo lo que necesitamos, y otra bien distinta es que
se digan cosas que necesitamosque no se digan.
Sobre este mismo
plano, refirámonos a unas palabras de Alba Rico acerca de su apoyo a esta
iniciativa, entre otras cosas, porque no podría hacer daño, según él, a una
iniciativa parecida hecha desde una organización revolucionaria… sencillamente
porque no existe. Es cierto que una de las mayores desgracias es que revoltijos
eclécticos como “Podemos” poco daño pueden hacer a la línea revolucionaria de
intervención porque esta no tiene entidad suficiente para recibir golpes. Pero
no ha de ignorarse los brutales golpes (de los de verdad) encajados por las
iniciativas revolucionarias en el estado español que han sido proferidos por un
aparato estatal cuyas mordazas ha ido perfeccionando desde bastante antes de la
Ley Mordaza y mientras se disfrutaba de un ambiente de “contrato social”. Y
aquí no cabe anteponer las imperfecciones y límites tácticos propios de esas
iniciativas revolucionarias. Así pues, a este respecto, y más allá de
propuestas electorales, toca sumar fuerzas y hasta “plumas” para poner coto al
reblandecimiento ideológico, teórico y de simple memoria histórica en el estado
español. Sólo sea para no amparar más la agresión que esa transición –que ahora
se dice más ampliamente que fue un engaño- ha venido haciendo sufrir a no pocos
revolucionarios realmente existentes que opusieron
resistencia en origen para que el engaño no se diera.
Finalicemos
de momento este primer apartado diciendo que debemos huir de la tentación de
utilizar de forma acrítica argumentos teóricos débiles como los del
“antiliderazgo quincemista” sólo porque aparezcan en artículos que van contra
“Podemos”. No estamos ni contra los liderazgos ni las delegaciones en las
transformaciones revolucionarias, ni estamos contra el desarrollo de una
organización de revolucionarios en relación dialéctica con un poder popular de
base, y todo ello a fin de enfrentar a un poder capitalista e imperialista que
no dudará en utilizar todas las armas y desarrollar todas su tendencias
antidemocráticas antes de pasar definitivamente al museo de la historia. Pero tampoco
podemos olvidar que, dada la experiencia histórica del movimiento comunista, la
contundencia de la frase no es garantía de nada. Por tanto, no debemos
acariciar la tentación de utilizar como munición contra “Podemos”, tal como se
ha llegado a hacer, frases obreristas y hasta comunistas en
boca de gente proveniente de un PCE que ha sido fundamental dentro del proyecto
contrarrevolucionario que partió de la Transición.
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