Los Objetivos de Desarrollo
Sostenible ante la crisis multidimensional
KAOSENLARED
2 de septiembre de 2022
En el año 2015 la Asamblea General de las Naciones
Unidas, organismo donde están representados todos los países miembros de
la ONU, estableció 17 objetivos globales interconectados con el fin de
aspirar a un mundo más justo y sostenible a través del desarrollo de
políticas comunitarias. Con los denominados Objetivos de Desarrollo Sostenible
(ODS) se estableció la Agenda 2030, que se constituyó como un nuevo mantra
comunicativo en el espacio político y mediático ya que parecía que nos
encontrábamos ante la antesala de las políticas de cooperación
internacionales para poner fin a los lastres económicos, sociales
y ecológicos derivados del sistema capitalista. Debemos recordar que uno
de los axiomas clásicos del capitalismo y el libre mercado es que la
globalización y el crecimiento económico traería consigo el desarrollo de
las economías menos competitivas por una especie de efecto goteo de
redistribución del beneficio y la riqueza que permitiría a los denominados
países subdesarrollados mejorar las condiciones de vida de su población y
acercar a sus comunidades al desarrollo económico y social que había
experimentado la sociedad occidental.
La
premisa siempre fue falsa y por lo tanto había que hacer política para
cubrir las deficiencias globales derivadas de la economía de mercado y el
colonialismo.
Junto
a objetivos sociales y económicos como “Fin de la pobreza”, “Hambre cero”,
“Educación de calidad”, “Igualdad de género”, “Reducción de las
desigualdades” “Trabajo decente y crecimiento económico”, entre otros, nos
encontramos con objetivos derivados de la crisis climática y que coinciden
en el tiempo con el desarrollo del Acuerdo de París por la Conferencia de
las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en un intento por limitar el
aumento de temperatura global.
La
crisis medioambiental se conformaba como prioridad política ante una situación
que sin las acciones necesarias provocaría (y provocaba) disrupciones en
el sistema planetario que impediría el normal desarrollo de la vida en la
tierra poniendo en peligro ecosistemas, millones de vidas y el
crecimiento infinito. Los objetivos sociales y económicos se completaron
con objetivos de corte más ecológico como “Acción por el clima” “Vida
submarina” “Vida de ecosistemas terrestres” “Ciudades y comunidades sostenibles”,
“Energía asequible y no contaminante”, “Producción y consumo
responsables”.
El
último de ellos “Alianzas para lograr los objetivos” establecía la
necesaria cooperación internacional para materializarlos, y a partir de
ese año comenzamos a ver pines, pegatinas y logotipos de estos famosos ODS
impregnando la publicidad institucional que anunciaba una agenda
globalista que quería poner fin a las desigualdades económico-sociales y a
la crisis medioambiental.
Ya
en el ecuador de la Agenda, hacer un pequeño balance sobre el estado de
progreso de la mayoría de las objetivos nos permite ver que el proyecto
político está siendo un fracaso, y observando lo que denominan la
coyuntura actual derivada de la crisis energética y la guerra de Ucrania,
que realmente es una situación estructural en la que nuestro sistema
está chocando con los límites biofísicos, nos aproximamos a la segunda
mitad de un proyecto que puede terminar con un catastrófico empeoramiento
del estado inicial de los objetivos.
Por
ejemplo, si analizamos el objetivo 1º “Fin de la pobreza”, en 2015 el
Banco Mundial estimaba que 730 millones de personas vivían bajo el umbral
de pobreza extrema establecido en “menos de 1.90 dólares al día”, y
proyectaba para 2030 que la cifra se reduciría a 479 millones de personas
[^1]. Lejos del objetivo del fin de pobreza establecido, igual más
una referencia que una finalidad, las estimaciones de Oxfam basadas en
datos recogidos por el Banco Mundial proyectan un aumento adicional en
este año de 263 millones de personas que sumaría un total de 860 debido al
“impacto combinado de la pandemia del COVID-19, el aumento de la
desigualdad y la crisis de precios de los alimentos”. Según datos del informe
de Oxfam, 3.300 millones de personas podrían vivir este 2022 por debajo
del umbral de pobreza de 5.50 dólares al día. Estamos hablando de casi la
mitad de la humanidad.
Actualmente
asistimos a un retroceso catastrófico en la seguridad alimentaria global y ésta
no se debe sólo al elevado precio de la energía que ha repercutido en el
desarrollo de un gran periodo inflacionario, sino también a las malas
cosechas mundiales de cereales que han visto mermada su producción debido
a las sequías que se están sufriendo en países productores elevando aún
más el precio de los alimentos. El objetivo 2º “Hambre cero” se encuentra
en serio riesgo de aumentar los valores que establecía la Organización de
las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en 2015,
que situaba en 670 millones el número de personas afectadas por el hambre
en el mundo. Según el último informe “Estado de seguridad alimentaria y la
nutrición en el mundo 2022″ de la FAO, entre 702 y 828 millones de
personas sufrieron hambre en 2021, añadiendo 180 millones de personas al
número inicial de 2015].
Sus proyecciones
(optimistas), prevén que para 2030 alrededor de 670 millones de personas
se encontrarán en situación de hambre, el mismo número que en 2015. Serán
15 años en los que no se habrá producido ningún progreso.
El
aumento de precios, la crisis climática y los conflictos armados profundizan
una situación de injusticia en el acceso a los alimentos en un mundo que
produce suficiente para alimentar al conjunto de la población, pero donde
la cínica inacción política a través de la falta de acuerdos y financiación
imposibilitan el mínimo progreso en una situación agravada después de
la pandemia del COVID-19.
La
crisis de desigualdad también se ha pronunciado desde la pandemia
desencadenando en un retroceso del objetivo nº10 “Reducción de las
desigualdades”. Aunque el objetivo no sólo se refiere a desigualdades
económicas, centrándonos en este aspecto podemos ver como el “World
Inequality Report” de 2022 afirma que “las desigualdades contemporáneas
están cerca de los niveles de principios del siglo XX, en el pico del
imperialismo occidental”. Entre 2019 y 2021, la riqueza del 0,001%
más rico creció un 14%, en un periodo en que la riqueza global promedio
creció sólo un 1%. Mientras el mundo sufría las consecuencias económicas
y sanitarias de la pandemia, los multimillonarios aumentaban
sustancialmente su fortuna.
En nuestra
sociedad, el 10% más rico de la población mundial continúa poseyendo el 76% de
la riqueza y apenas ha variado desde el inicio de la Agenda.
La
pandemia y la situación crítica de los objetivos anteriormente señalados
afectan profundamente al objetivo nº3 “Salud y Bienestar”, en un mundo que
ha sufrido las consecuencias del COVID-19 tanto en la salud física como
mental y que se enfrenta a nuevos desafíos ante la proliferación de nuevas
enfermedades. También observamos graves retrocesos en el objetivo nº5
“Igualdad de género” con la sentencia del Tribunal Supremo de EEUU sobre el
aborto y con las consecuencias de la crisis que afectan especialmente a las
mujeres con menos recursos y extremadamente delicada es la situación del
objetivo nº6 “Agua limpia y saneamiento” en un mundo acechado por “la crisis
inminente del agua” como advertía la misma ONU debido a las consecuencias del
cambio climático y el aumento de las temperaturas que están propiciando un
crecimiento del número de inundaciones y una prolongación de las sequías en el
planeta (Cuerno de África, megasequía en Chile central).
El
informe “The State of Climate Services 2021: Water” de la Organización Mundial
de Meteorología, advierte que más de 2000 millones de personas viven bajo
condiciones de “estrés hídrico” y estima que para 2050 más de 5000 millones de
personas sufrirán algún problema de normal acceso al agua potable.
Este
año se ha materializado con severidad la crisis energética global, que ya venía
gestándose al haber superado los picos máximos de producción del petróleo, el
carbón y previsiblemente el gas. Nuestro sistema energético hiperdependiente ha
sufrido las consecuencias de las sanciones a Rusia, principal exportador de la
UE, en un periodo de alza de precios del combustible dónde ya antes del inicio
del conflicto el barril de Brent se vendía a más de 100$, un precio crítico
para el normal desarrollo de las economías.
La
escasez de combustibles fósiles y el encarecimiento de la energía está
desembocando en un auge de la inestabilidad social por las limitaciones en el
acceso a los combustibles, los cortes periódicos de luz, la crisis de los
alimentos agravada por el alto precio de los fertilizantes y que amenaza
seriamente a las capas sociales más empobrecidas.
El
objetivo nº7 “Energía asequible y no contaminante” se aleja de su meta para
2030 de “garantizar un acceso universal a servicios energéticos asequibles,
fiables y modernos”.
Desde
2021, Europa ha vuelto a incrementar la quema de carbón, el más contaminante de
los combustibles fósiles, para garantizar el suministro eléctrico a sus
respectivos países en el año en el que el IPCC presentaba la primera parte de
su sexto y más demoledor informe sobre el cambio climático alertando sobre la
necesidad de reducir las emisiones de C02 en una previsible última oportunidad
de limitar el aumento de temperatura a 2º.
La
inestabilidad económica y social repercute en el objetivo nº16 “Paz, justicia e
instituciones sólidas”, que también ha empeorado sustancialmente con respecto a
2015. Según la Escola de Cultura de Pau de la Universidad Autónoma de Barcelona
en su informe anual “Alerta 2021!
Informe sobre conflictos, derechos humanos y
construcción de paz” en 2020 los conflictos armados graves, aquellos donde la
mortalidad supera el millar de personas al año, se intensificaron e
incrementaron desde un 27% en 2018 hasta llegar a un 43% del total de ellos en
2020.
La
perspectiva futura es aún más negativa si atendemos al estallido de la guerra
en Ucrania y la decisión de la OTAN de aumentar el presupuesto militar y
catalogar a China como “desafío a los intereses y valores” de la organización,
en un claro ejercicio de refortalecimiento en vistas de la situación
geopolítica del globo ante la crisis de recursos.
Una revisión del estado de los objetivos más
relacionados con la crisis medioambiental, aunque interrelacionados con los
otros, nos muestra el triste retroceso en gran parte de la Agenda y en los
objetivos establecidos en el Acuerdo de París.
La
crisis climática está mostrando al mundo las consecuencias del calentamiento
global a través de fenómenos meteorológicos extremísimos en muchas partes del
planeta en un periodo donde estamos superando puntos de no retorno en
ecosistemas indispensables para la estabilización climática como la Amazonia,
el Ártico o los arrecifes de coral, que potencialmente dificultan nuestras
posibilidades de mitigación y la capacidad de adaptación a un mundo cada vez
más hostil.
Antes
de olvidar esta ola de calor extrema que ha golpeado a Europa, donde han muerto
más de 1000 personas, recuerden que esto sucede con sólo una subida de 1.2º y
algunos estudios prevén que alcanzaremos los 1.5º en esta misma década.
Desde
2015, el estado de los océanos ha empeorado gravemente como indica la recién
finalizada Conferencia sobre los Océanos de la ONU celebrada en junio en Lisboa
que certifica el “fracaso colectivo”, tal y como ellos textualmente declaraban,
en el objetivo 14 “Vida submarina”, añadiendo dicho fracaso a los objetivos 13
“Acción por el clima” y 15 “Ecosistemas terrestres”.
La
Agenda está fracasando y supone un riesgo para la mayoría más empobrecida de la
sociedad que va a sufrir las consecuencias de la inacción política y la falta
de moral ante situaciones que tienen solución.
Nos
acercamos al fin de una era de abundancia material dónde el modelo de
crecimiento infinito ha polarizado la desigualdad y ha estigmatizado los
problemas globales que más nos deben avergonzar como individuos y sociedades.
Es una obligación exigir el cumplimiento de los derechos más básicos en un
periodo donde la desigualdad se va a acrecentar en un planeta que es suficiente
para todas y todos, pero que sin las medidas que aborden correctamente la
crisis ecosocial y un cambio de nuestro modelo de consumo se convertirá en un
planeta habitable sólo para una minoría.
Bibliografía
https://www.wsws.org/en/articles/2022/04/19/oxfa-a19.html
https://oi-files-d8-prod.s3.eu-west-2.amazonaws.com/s3fs-public/2022-
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https://elpais.com/internacional/2022-05-18/la-hambruna-amenaza-con-matar-a-una-
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https://www.edx.org/es/course/human-rights-human-wrongs-challenging-poverty-vuln
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https://www.fao.org/publications/sofi/en/
https://library.wmo.int/index.php?lvl=notice_display&id=21963#.YVxxM30pDIX
https://rebelion.org/los-riesgos-tras-la-cumbre-de-la-otan/
https://www.wri.org/water
https://newlinesmag.com/photo-essays/east-africas-worst-drought-in-40-years-is-threatening-
countries-future/
https://newlinesmag.com/photo-essays/east-africas-worst-drought-in-40-years-is-threatening-
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