Este año se
cumplirán cien años del nacimiento del pensador marxista más relevante nacido
en España. No solo su obra es determinante y significativa; también lo fue su
vida. Reproducimos aquí como primera entrega este texto publicado en Espai Marx.
La filosofía como modo de vida
El Viejo Topo
3 enero, 2025
- A menudo Sacristán juzga con rigor la validez de su obra. Por ejemplo,
en la carta a Andalán1, la que envió a Eloy
Fernández Clemente.
Creo que, más
allá de todas las dificultades que tuvo para disponer de tiempo y medios, hay
un punto en el que se equivoca y no estoy de acuerdo con su valoración sobre sí
mismo, y dirimo con él una querelle teórica.
Me explico:
cuando leo sobre Diógenes Laercio y sus vidas de filósofos ilustres, siempre
encuentro la misma opinión: es un centón de vidas de filósofos de anécdotas
vitales, pero Diógenes se olvida de explicarnos sus «sistemas». Habla de vidas:
¡de vidas! Pero, si el filosofar es algo, es precisamente ser un saber segundo
cuya primordial función debe ser orientar la propia vida, apelarse a sí mismo y
ser capaz de vivir de otro modo, de un modo filosófico. En esto suscribo lo que
explica Pierre Hadot2. Hubo en la clasicidad personas a las que
todos consideraban filósofos y que no escribieron nunca nada –a comenzar por
Sócrates–, pero sus vidas eran vidas de filósofos, y por eso seducían, servían,
orientaban, por eso eran y se convertían en maestros, es decir, tenían
discípulos. No por su obra.
Entonces, para
seguir con el ejemplo, si Diógenes Laercio nos cuenta cómo Diógenes el cínico,
en su frugalidad, tira la taza que utilizaba para beber agua al ver a un niño
que bebía con la mano –«hasta un niño me da lecciones»–, eso es anecdótico; si
hubiese recogido las reflexiones de Diógenes el cínico sobre «el ser» o los
atributos divinos eso sería filosofía. El filosofar de Sacristán –y el de
Giulia Adinolfi3–, su concepción de la vida sabia, esto es, de la
vida del sofós, incluía la reflexión y el estudio, ciertamente,
como forma filosófica de praxis y de vida; incluía la praxis política y la
preocupación por la polis. Desplegaba y acogía estas actividades y la sobriedad
de vida, y la apertura a los demás. Lo que meditaba, meditaban, lo escribían; y
lo que estudiaban lo escribían porque el estudio formaba parte de ese modo de
vida que es el que nos impresionaba, el que nos cautivaba. Eran Silenos
buscando seducirnos para la vida sabia, tal y como dice el Alcibíades de
Sócrates en El Banquete4.
Ninguna obra
sistemática puede lograr eso, ninguna elaboración intelectual puede convertir a
nadie en conciencia crítica de nadie. Sólo una vida filosófica. Por lo demás,
el trabajo intelectual de Sacristán siempre poseía erudición, saber, rigor
intelectual, y además rigor moral y capacidad de interpelar al sujeto.
Sería triste
que una reminiscencia teoreticista nos hubiese hecho perder alguna página más
de Sacristán que hubiese podido ser escrita, a pesar de su poco tiempo y de
todas sus dificultades vitales5.
- II. Hay una cosa que no he añadido y que muestra
hasta qué punto no se le entiende –no se les entiende–, hasta qué punto se
les interpreta como absurdos por leerlos desde el cursus honorum,
esto es, desde fuera de la filosofía: cuando algunas personas se pasman
por el hecho de que renunciara a las ofertas de trabajo e investigación
que le hicieron en el extranjero –o que Giulia se quedase a vivir en
España siendo italiana–6. Pero, por encima de todo, Sacristán
no era un investigador, no era una persona cuya meta y fin fuese una obra
«científica», teorética. Por encima de todo su meta era vivir una vida
conforme a unos principios, muy exigentes desde luego. Es la idea de vida
sabia, que incluye el estudio como autodespliegue.
Tienen «razón»,
sin embargo, los que, para destruirles, atentan contra su recuerdo inventando
calumnias sobre su moralidad7: saben, sintieron lo que eran; les
pesó lo que eran, sus miradas. Y saben dónde estaba su fuerza, por eso tratan
de destruirla. Es criticarlo de «inmoral».
III. Amigos, uno de nosotros, que sabía que yo tenía encargado el
libro La tradición de la intradición8, me ha preguntado
sobre el libro. Hasta esta tarde, que he tenido que ir a Barcelona, no lo he
tenido en las manos. Tengo, por tanto, muy poco leído, pero escribo esta nota
como acuse de recibo de la pregunta. Creo que está magníficamente bien escrito,
y decir eso es decir mucho. Y tiene una admirable concepción clara de lo que es
la filosofía y el filósofo, pero eso ya lo había leído en la entrevista de
Salvador, que editamos en EM, y cuya dirección electrónica adjunto de nuevo9.
Lo que dice
sobre qué es, cómo se entiende la filosofía y qué es un filósofo, cuando por
ejemplo dice que hay que imitar a Unamuno, más que estudiarle… y que se aclara
de forma meridiana, cuando habla de Sacristán. Considera que Sacristán es un
filósofo logrado, «destino» es la palabra que usa de alguna manera10.
Yo estoy de acuerdo, por entero. Decir esto es decir «bastante», porque,
precisamente, hace poco, otra persona, en un artículo por lo demás muy
interesante, definía la obra de «Manolo» como «inacabada», como no creadora de
«nada original», como «frustrada» por las circunstancias, la historia, el esto
y lo otro. Hay ahí, una interpretación, dos, de lo que es ser filósofo. Una, es
decir originalidades, en papers en inglés a ser posible, y esa
es la que Méndez Baiges define como «grasa escolástica». En esa no está Manuel
Sacristán Luzón; sí, quizá algunos de «los manolos». Otra, «ir en serio»11,
aunque eso no sea considerado «original» dentro de alguna corriente filosófica,
y ese sí es el modelo de Sacristán: la filosofía como modo de vida.
- Sobre filosofías «acabadas», sobre obras filosóficas «acabadas» que,
cuando se juzga la obra de MSL, es lo que se entiende por perfección, nada
más sistemático, redondo y acabado que un estudio sobre Quine, o sobre el
primer libro de El capital: estudios, en sí, sobre un material
concluso, quietos y firmes, unos y otros, como las pirámides de Egipto.
Por el contrario, nada más abierto e inacabado, por ser inacabable, que el
filosofar sobre lo que pasa. Sólo que lo que es incierto, «in-cierto»,
precisamente porque fue y ya no es, es lo que pasó, y lo único que es
cierto es lo que está pasando, que precisamente por eso, lo que nos causa
es «incertidumbre» –me estoy poniendo cursi como Ortega, y sus «a
redropelo», etc., disculpad–; y por ello, trabajar lo ido y concluido, es
redondo, pero sobre el pasado, que es ficción, en relación con el
presente. Y pensar lo que está pasando, filosofarlo, es trabajo abierto,
tentativo e inacabado porque es inacabable. El «devenir» es lo que tiene,
que constantemente está deviniendo, que es un no parar, o sea, un
«despropósito», un «sindiós» de los de Amanece, que no es poco…
¡Qué se le va a hacer!
Por lo demás,
él, MSL, en algún texto, recuerda que durante los años cincuenta, había pensado
–«habíamos pensado»– que con Marx y el marxismo se tenía un pensamiento que
bastaba; o una frase semejante. Supongo que quería decir que bastaba para
elaborar una práctica revolucionaria. Cuando escribía esto, MSL consideraba
implícitamente como positivo haber salido de aquel estadio intelectual.
Salvador sabrá señalar dónde escribe esto MSL12. Esto no excluye
–según MSL– la necesidad de leer: 1) los clásicos, todos los clásicos 2) la
tradición, el marxismo como tradición, incluida dentro de la tradición
revolucionaria. Clásicos y tradición, palabras usadas por MSL a sabiendas de lo
que quería decir clásicos y tradición: no saber perennis, sive ciencia,
que sería siempre «Remurimiento»13.
Notas de
edición
A cargo de
Salvador López Arnal
1 Carta de
Sacristán, fechada en Barcelona el 30/VI/1985, dirigida a Eloy Fernández
Clemente, Zaragoza, director entonces de la revista aragonesa Andalán:
Querido amigo,
estoy cascado,
pero no chocheo. Con esa precisión podrás inferir que no me olvido de los
amigos (al menos, todavía, y si el estar cascado no da un «salto cualitativo»,
tampoco los olvidaré en el futuro).
También he de
protestar de que llames «magníficos» a los dos tomos [Sobre Marx y marxismo,
Papeles de filosofía] aparecidos de Panfletos y Materiales. Me
parece que ellos revelan bastante bien el desastre que en muchos de nosotros
produjo el franquismo (en mí desde luego): son escritos de ocasión, sin tiempo
suficiente para la reflexión ni para la documentación.
En cambio, te
agradezco mucho lo que dices de una posible utilidad mía en otras épocas.
Supongo que también eso es falso, pero el hombre es débil y acepta algunas
falsedades.
Y en cuanto a
la entrevista para Andalán, la hacemos cuando quieras. A propósito
de lo cual es bueno que sepas que yo tengo algunas limitaciones graves: después
de una operación de corazón, me falló definitivamente el riñón que me quedaba.
Hace veinte años, cuando le pasaba a uno eso, el parte médico decía que
falleció de fallo renal. Ahora te enchufan a una máquina de hemodiálisis cada
48 horas y sobrevives, aunque no lo pasas muy bien. Consecuencia: no haremos la
entrevista en día de hemodiálisis. Cuando haya que hacerla me telefoneas antes
(o me telefonea alguien de Andalán) y fijamos la fecha.
Mandaré uno de
estos días una carta internacional a Lola Albiac: se trata de componer una
cadena universitaria mundial en pro del desame nuclear. Espero que ella te
enganche a la cadena,
Mientras tanto,
un saludo afectuoso
Manolo.
- Véase, por ejemplo, Pierre Hadot, La filosofía como forma de
vida. Conversaciones con Arnold I. Davidson y Jeannie Carlier,
Barcelona: Ediciones Alpha Decay, S.A (varias ediciones).
3 Véase la
página web dedicada a Giulia Adinolfi: https://giuliaadinolfi.wordpress.com/.
4 Sacristán
tradujo, presentó y anotó en 1956 para la editorial Fama El Banquete de
Platón, una traducción muy elogiada por José M.ª Valverde. Fue reeditada por
Icaria en 1982, por iniciativa de discípulos suyos, profesores de filosofía en
secundaria. Entre ellos: Paco Tauste, Maria Rosa Borràs, Sara Estrada, Pere de
la Fuente, Francesc Xavier Pardo,…
- Sacristán falleció el 27 de agosto de 1986, con 59 años. Como señala
en la carta de la primera nota, en 1984 le fue extirpado su segundo riñón,
el primero de muy joven, y tuvo que seguir sesiones de diálisis hasta sus
últimos días. Falleció de vuelta a casa, cuando salía de una de estas
sesiones.
- Giulia Adinolfi, militante del PCI, dejó Nápoles para vivir en
Barcelona desde 1957, en la España franquista.
Sacristán no
aceptó una oferta para dar clases en el Instituto de Lógica de Münster al
finalizar sus cuatro semestres de estudio (1954-1956) en el centro de
investigación y enseñanza alemán. Poco después pasaría a militar en el
PCE-PSUC.
Declinó también
varias ofertas y ayudas –una de ellas de Mario Bunge, de quien tradujo La
investigación científica– para dar clases en universidades extranjeras
al ser expulsado por razones políticas, vía no renovación de su contrato
laboral, de la Facultad de Económicas de la Universidad de Barcelona en 1965.
- Los casos, por ejemplo, de Jaime Gil de Biedma, Gabriel Ferrater,
Manuel Vázquez Montalbán y Josep Maria Castellet. Véase SLA, La
observación de Goethe, Madrid: La Linterna Sorda, 2015 (pròlogo de
Jordi Torrent Bestit).
- Véase Víctor Méndez Baiges, La tradición de la
intradición. Historias de la filosofía española entre 1843 y 1973,
Madrid: Taurus, 2021.
9, Entrevista a
Víctor Méndez Baiges sobre La tradición de la intradición «Si
algo llama la atención es el gran desconocimiento que hay, incluso entre los
profesores de filosofía, de la historia de la filosofía española.» El
Viejo Topo, diciembre de 2021 https://espai-marx.net/?p=10975.
10 Véase Manuel
Sacristán, «Lógica formal y filosofía en la obra de Heinrich Scholz». Papeles
de filosofía, Barcelona: Icaria, 1984, p. 65.
11, Sacristán
usa esta expresión hablando de Ulrike Meinhof en su conversación con Antoni
Munné y Jordi Guiu de 1979. Véase De la Primavdera de Praga al marxismo
ecologista. Entrevistas con Manuel Sacristán, Madrid: Los Libros de la
Catarata, 2004, pp. 98-100 (edición de Francisco Fernández Buey y SLA).
12, Tal vez en
la entrevista con Dialéctica de 1983 o en la conversación con
Antoni Munné y Jordi Guiu para El Viejo Topo anteriormente
citada. Ambas en Ibidem, pp. 147-178 y pp. 91-114 respectivamente.
13, Neologismo
usado por Sacristán en «Nota acerca de la constitución de una nueva filosofía»
(1953). Papeles de filosofía, ob. cit., pp. 7-12. No fue el único
neologismo que inventó. Otros ejemplos: tontiastuto, cultiprofundo, fobosofía,
logorragia, sociofísica, letrateniente, liporiosa, sototeoría, polihístor,
hierocracia,…
Fuente: Espai Marx
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