jueves, 12 de mayo de 2022

Hoy Ucrania decidió cortar una de las dos rutas del gas ruso que pasan por su territorio hacia Europa

 

Hoy Ucrania decidió cortar una de las dos rutas del gas ruso que pasan por su territorio hacia Europa


Diario octubre / mayo 11, 2022

 


No es la más grande (una cuarta parte del volumen total más o menos) pero igual es interesante analizarlo.

 

Ucrania alega que perdió el control sobre la tubería y las instalaciones y no puede garantizar su seguridad porque están bajo influencia de Lugansk. (Si es por eso, entonces Rusia podría garantizar la seguridad de su propio gas y Lugansk no lo negaría, no?)

Propuso pasar este volumen de gas por la otra tubería, la única que quedó. Si confiar en las declaraciones de la empresa rusa Gazprom (y no veo por qué no), Kiev sabe que técnicamente es imposible y que (ojo) ya estaba previsto ese escenario en el contrato y estaba inscrito ahí mismo.

¿Quién sufre las consecuencias?

El precio del gas en la bolsa de Países Bajos aumentó enseguida, la energía en Europa se hace más cara (lógicamente)

A Alemania le han llegado unos 25% de gas menos de lo previsto hoy. Alemania la que no deja de ayudar a Ucrania ha sido cortada de una parte de gas por… Ucrania.

Ahora Gazprom dice que tener solo una ruta en Ucrania en vez de dos no es muy seguro y que las excusas de Kiev no cuadran en el concepto de la fuerza mayor.

Si Kiev sigue así, la Unión Europea debería entender como reemplazar el gas ruso mucho más rápido de lo que tenía previsto.

Sígame

FUENTE: Semión Sénderov

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Tenemos un Problema

 

Hemos dejado de comprender que somos parte de la naturaleza. Esta incomprensión nos convierte en un peligro para la vida y para nosotros mismos. ¿Seremos capaces de mirar (y cambiar) nuestro Problema antes de que sea demasiado tarde?


Tenemos un Problema

 

Joan Benach

El Viejo Topo

12 mayo, 2022 

 


Es el 20 de julio de 1969. La misión espacial tripulada Apolo 11 aluniza en nuestro satélite y pocas horas más tarde Neil Armstrong da sus primeros pasos sobre la superficie lunar llenando de asombro y admiración al mundo. Con él emerge la profunda emoción de sentir una íntima unión con una Tierra que nos impele a amarla y protegerla. Es el hogar de todos los humanos que hemos conocido y, con gran probabilidad, conoceremos.[1] Cuatro años antes, Aleksei Leónov, el astronauta ruso realizó el primer paseo espacial de la historia expresando que la Tierra es “nuestra casa, pequeña, azul y enternecedoramente solitaria”. Un punto perdido en la envolvente oscuridad cósmica.

La preparación del primer viaje a la Luna, su realización y seguimiento posterior fue un proceso largo, costoso, difícil[2], pleno de logros, pero también de muchas dificultades. “Un pequeño paso para el ser humano, un gran salto para la humanidad” dijo Armstrong al pisar la Luna simbolizando la enorme proeza humana. Pero otra expresión, a menudo usada jocosamente cuando hacemos frente a una contrariedad, se ha hecho incluso más popular: “Houston, tenemos un problema”[3]. Hoy no es el Apolo sino la Tierra quien tiene un Problema con mayúsculas. Claro está, la humanidad enfrenta muchas dificultades: la creciente desigualdad social, el peligro de guerra nuclear, el avance hacia una sociedad autoritaria y plutocrática sometida a un férreo control tecnodigital global, el ascenso de los neofascismos, la emergencia de pandemias, un masivo control y vigilancia social, nuevas adicciones colectivas, los riesgos geopolíticos globales derivados del declive del imperio norteamericano y la emergencia de China, y tantos otros más. Ese globo azul suspendido en un espacio infinito y oscuro tiene hoy un problema aún mayor si cabe, el mayor reto al que nunca antes tuvimos que hacer frente. Un reto que llama con insistencia a nuestra puerta: la crisis socioecológica. No, no se trata sólo de limpiar nuestros ríos, plantar árboles, cuidar bosques, reciclar productos o incentivar el uso de energías renovables, iniciativas todas ellas imprescindibles y urgentes. Tampoco significa el crucial hecho de tener que enfrentarnos a una emergencia climática que está ya teniendo consecuencias calamitosas. Nuestro Problema es más complejo, es otra cosa.


La Tierra es nuestra casa. Nuestro planeta es el único mundo conocido en que con certeza sabemos que la materia del Cosmos se ha hecho viva y consciente, aunque no necesariamente tiene por qué ser el único que pueda estar habitado[4]. La primera ocasión en que la humanidad contempló “nuestra pequeñez” tuvo lugar en la vigilia de Navidad de 1968 durante la misión del Apolo 8 cuando una fotografía hizo estallar nuestra conciencia de especie.


Amanecer de la Tierra, fotografía tomada por el astronauta del Apolo 8, William Anders, el 24 de diciembre de 1968.


Ese día el poeta Archibald MacLeish escribió:

“Ver la Tierra, tal y como realmente es, pequeña y azul y bonita, en este silencio eterno en que flota, es vernos a nosotros mismos juntos como jinetes sobre la Tierra, hermanos en aquella brillante belleza en el frío eterno, hermanos que saben, ahora, que son hermanos de verdad.”[5]

En sus libros y programas de televisión, el astrónomo y gran divulgador científico Carl Sagan recordaba que somos el legado de 15.000 millones de años de evolución cósmica y que tenemos el placer de vivir en un planeta donde hemos evolucionado para poder respirar el aire, beber el agua y amar a la naturaleza que nos rodea. Nuestras células han sido forjadas en el corazón de las estrellas. “Somos polvo de estrellas”, decía. Hoy nos enfrentamos a una circunstancia absolutamente nueva, sin precedentes en la historia humana. Hemos creado una civilización en la que hemos hecho progresos sociales y logros tecnológicos formidables pero donde, voluntaria o involuntariamente, hemos alterado profundamente (y cada vez con más rapidez) el entorno global y la vida del planeta. Hoy hemos dejado de comprender que somos parte de la naturaleza, y eso nos convierte en un peligro para la vida y para nosotros mismos. El poeta chileno Nicanor Parra advirtió que hemos cometido el error de “creer que la Tierra era nuestra cuando la verdad de las cosas es que nosotros somos de la Tierra”, y que seguimos teniendo una manera de pensar antropocéntrica, científico-tecnológica y narcisista basada en la “ego-conciencia” en lugar de en una “eco-conciencia”.

Tendemos a ser ciegos, a atenuar lo que nos amenaza, a amortiguar lo nocivo o negativo, a no mirar lo que no nos gusta. A pesar de estar cada día frente a nuestros ojos, no vemos, no sentimos, no comprendemos; no queremos tomar plena consciencia de la atroz crisis socioambiental en la que estamos inmersos. Nos cuesta creer las incesantes y aterradoras advertencias que los científicos nos lanzan continuamente. Vale decir que hay muchas razones para desoír las voces, y hay muchas personas, grupos sociales e instituciones que hacen todo lo posible para impedir que oigamos. No basta con disfrutar de los bienes, recursos y bienestar que nos da la naturaleza, debemos también comprenderla y entendernos. Esa consciencia debe provenir de una mirada limpia, humana, a la vez científica, ético-política y espiritual. No basta con disfrutar de la luz eléctrica, decía el fraile dominico brasileño Frei Betto, hay que entender cómo y por qué se produce: “Solo quien tiene formación de electricista sabe mirar eso con otros ojos, porque comprende cómo llega la luz a la sala… eso es la conciencia política: ver los hilos, saber lo que pasa por detrás”. Lo primero es saber. En un conocido ensayo, el filósofo ilustrado Immanuel Kant recordaba una vieja consigna acuñada por Horacio (siglo I a.c.). Sapere Aude, decía: “Quien ha comenzado, ya ha hecho la mitad: atrévete a saber, empieza”.


Durante mucho tiempo, el planeta nos pareció inmenso, el único mundo explorable. Durante un millón de años la humanidad creyó que éramos el centro del mundo, que aparte de la Tierra no había ningún otro lugar. Hoy la Tierra se ha hecho muy pequeña. En la última parte de la vida de nuestra especie sobre el planeta, nos hemos dado cuenta de que vivimos en un mundo diminuto y frágil perdido en la inmensidad y en la eternidad que está a la deriva en un gran océano cósmico.

El 14 de febrero de 1990, la sonda espacial Voyager 1 fotografió la Tierra desde 6.000 millones de kilómetros de distancia.[6] Un punto de luz casi imperceptible.


La Tierra a una distancia de 6000 millones de kilómetros de la Tierra por la Voyager 1 en 1990.


Carl Sagan explicaba con emoción sus sensaciones:

“Mira ese punto. Eso es aquí. Eso es nuestro hogar. Eso somos nosotros. En él, todos los que amas, todos los que conoces, todos de los que alguna vez escuchaste, cada ser humano que ha existido, vivió su vida. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de religiones seguras de sí mismas, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, niño esperanzado, inventor y explorador, cada maestro de la moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie, vivió ahí – en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol. La Tierra es un escenario muy pequeño en la vasta arena cósmica… Nuestras posturas, nuestra importancia imaginaria, la ilusión de que ocupamos una posición privilegiada en el Universo… es desafiada por este punto de luz pálida.”

Los seres humanos vivimos en un medio que modelamos y que a la vez nos modela a nosotros. Habitamos un mundo natural creado durante miles de millones de años por los procesos de la física, la química y la biología. Somos una más de las especies.[7]

Somos capaces de construir cómodas casas para cuidar a nuestros ancianos y también inmensas autopistas de 26 carriles. Inventamos libros o la red global Internet, y también construimos mortíferas armas nucleares, podemos explorar los polos y visitar la Luna o Marte, crear belleza musical y desarrollar elegantes y potentes teorías científicas y tecnologías de gran eficacia. Rehacemos la naturaleza a nuestra medida… Somos una especie capaz de casi todo, pero no somos una especie más.[8]

Vivimos en dos mundos en constante interacción: la ecosfera o biosfera natural, la fina piel global compuesta por el aire, el agua, la tierra y las plantas y animales que viven en ella, y la tecnosfera creada por el ser humano, con todos los artilugios y productos que hemos sido capaces de inventar. Dos mundos que están en guerra, como nos recordaba el gran biólogo y ecologista Barry Commoner en Making peace with the planet.

La capacidad humana actual de tener el poder suficiente como para intervenir de forma determinante sobre la naturaleza tiene su origen en la revolución industrial capitalista que se inicia a finales del siglo XVIII. En el último siglo hemos asistido a la expansión de un capitalismo fosilista imparable, y en las cinco últimas décadas al triunfo económico e ideológico de un capitalismo neoliberal y cognitivo, capaz de crear crecimientos exponenciales y tecnologías maravillosas, pero también de destruir lazos sociales y de solidaridad muy profundos, difundiendo el consumo masivo y el entretenimiento vacío como forma de vida y “realización” personal. El triunfo del capitalismo neoliberal ha sido amplio, muy profundo, a todos los niveles, en todas partes.

Hoy el sistema capitalista no parece capaz de crear “Estados de bienestar” para toda la humanidad, ni siquiera, como recordaba el añorado urbanista y ecologista Ramón Fernández Durán, “simulacros de bienestar”. El capitalismo destruye, construye, y consume una materialidad que lo abarca todo. La mercantilización se extiende desde el microcosmos al macrocosmos a todos los ámbitos y cosas: la sanidad, la educación, la naturaleza, el conocimiento, la cultura, el arte, el deporte, el cuerpo… El cuerpo se analiza, fragmenta, comercializa y finalmente se vende como una mercancía más. Se patentan genes, bacterias, semillas, tejidos y animales modificados genéticamente, se trafica y compran órganos, se alquilan úteros, familiares y hasta novias/os, y se venden parcelas en la Luna o en los planetas.[9],[10] Y es también un modo de vida inmaterial. El capitalismo emocional es la causa última de una patogénesis generalizada que entra en nuestros cuerpos y mentes. Penetra en nuestros cerebros, insertándonos ideas, relatos y ficciones que cambian nuestras mentes y transforman las relaciones humanas. Las empresas farmacéuticas, vivas rastreadoras de todo beneficio que se precie, identifican todo tipo de malestares, adicciones, neurosis, trastornos, preocupaciones, dolores, humillaciones y miedos causados por el propio capitalismo, para crear todo tipo de síndromes y enfermedades y vender sus productos. Sin embargo, para una gran parte de la humanidad, disponer de fundamentos vitales tan básicos como comer alimentos, beber agua o respirar aire en condiciones higiénicas y saludables es aún un sueño inalcanzable.

Tenemos los medios y recursos para reeducar nuestra mente, para ver nuestro Problema, pero necesitamos de la decisión y el valor, personal y colectivo, para hacerlo. No podemos resignarnos a no pensar y sentir al mismo tiempo. Debemos usar esa palabra tomada por el sociólogo colombiano Orlando Gals Borda de los pescadores de San Benito Abad en el municipio colombiano de Sucre: el “sentipensar”.

La innovación básica de la revolución científica del siglo XVI y XVII fue hacer preguntas y descubrir nuestra ignorancia, darnos cuenta de que no teníamos todas las respuestas. Aprender que con esfuerzo, tiempo, y recursos podíamos investigar y conocer más cosas, ganando en poder para cambiar la tecnología, la cultura, la economía y el medio natural. La ciencia, el conocimiento y la solución de problemas se inician y nutren continuamente a partir de hacernos preguntas. Albert Einstein apuntaba que la formulación de un problema es más importante que su solución; el escritor Marc Twain señalaba que el problema no es lo que no sabemos sino lo que creemos que es cierto y no lo es; el artista y escritor John Berger nos instaba a vivir con los ojos abiertos sin dejarnos derrotar por el nihilismo, el odio y la desesperación. ¿Seremos capaces de mirar (y cambiar) nuestro Problema?

 

Notas:

[1] Esa emoción se conoce como “efecto general” (overview effect). Al ver el planeta bañado en la oscuridad del espacio, las fronteras se borran y todos somos ciudadanos de la Tierra. Ron Garan, un ex astronauta de la NASA que pasó dos semanas trabajando en la construcción de la Estación Espacial Internacional dijo: «Para mí fue una epifanía en cámara lenta…. un profundo sentido de empatía y comunidad, la voluntad de renunciar a tener una recompensa inmediata y tener una perspectiva de progreso multigeneracional… es el hogar de todos los que alguna vez vivieron y de todos los que serán.» Ver: Ian Sample. Scientists attempt to recreate ‘Overview effect’ from EarthThe Guardian. 26 diciembre 2019.

[2] El coste económico fue de unos 288.000 millones de dólares de 2019, gastados durante poco más de una década. En 1965 el programa llegó a su cenit, con una inversión equivalente al 2% del PIB de EE.UU. de entonces. Antonio Turiel. Cincuenta años del primer hombre en la Luna. 26 julio 2019.

[3] La frase no es exacta ni se dijo durante el primer viaje sino un año más tarde, en el Apolo 13 pero así ha quedado registrada en el imaginario popular. «Houston, we have a problem» es una popular pero errónea cita de una frase del Jack Swigert durante el accidentado viaje del Apolo 13, justo después de observar una luz de advertencia acompañada de un estallido,1 a las 21:08 CST del 13 de abril de 1970. La frase de Swigert fue: “Bien, Houston, hemos tenido un problema aquí («Ok, Houston, we’ve had a problem here»). A la que siguió la de su compañero Jim Lovell al decir “Ah, Houston, hemos tenido un problema. («Uh, Houston, we’ve had a problem»).

[4] Carl Sagan, uno de los mejores divulgadores de la ciencia y el Cosmos lo dijo con estas palabras: “Hay cien mil millones de galaxias y mil millones de billones de estrellas. ¿Por qué debería ser este modesto planeta el único habitado? Personalmente, creo que es muy posible que el Cosmos rebose de vida e inteligencia. Pero “Hasta ahora, todo ser vivo, todo ser consciente, toda civilización que hayamos conocido vivió allí, en la Tierra. Bajo esas nubes se desarrolla el drama de la especie humana… Las fronteras nacionales no se distinguen cuando miramos la Tierra desde el espacio. Los chauvinismos étnicos o religiosos o nacionales son algo difíciles de mantener cuando vemos nuestro planeta como un creciente azul y frágil que se desvanece hasta convertirse en un punto de luz sobre el bastión y la ciudadela de las estrellas.” Ver: Cap 1 de la serie de 13 documentales Cosmos, basada en el libro Sagan C. Cosmos. Barcelona: Planeta, 1980.

[5] Gore A. Una veritat incòmode. Barcelona: Gedisa, Edicions 62, 2006:12.

[6] La Voyager 1 es una sonda espacial robótica de 722 kilogramos lanzada el 5 de septiembre de 1977 que es el objeto humano más alejado de la Tierra. Su misión es localizar y estudiar los límites del sistema solar y explorar el espacio interestelar inmediato. En junio de 2021 estaba a 22.909.417.919 km del Sol y le quedan unos 17.702 años para salir de la nube de Oort, donde entrará en el siglo XXIV.

[7]  Ward B, Dubos R. Only one Earth. New York: Ballantine Books, 1972:XIX.

[8] Si bien el ser humano es una especie humana más, no es una más de las especies. “La especie [humana] ha desarrollado en su evolución, para bien y para mal, una plasticidad difícilmente agotable de sus potencialidades y sus necesidades. Hemos de reconocer que nuestras capacidades y necesidades naturales son capaces de expansionarse hasta la autodestrucción. Hemos de ver que somos biológicamente la especie de la Hybris, del pecado original, de la soberbia, la especie exagerada.” Ver: Sacristán M. Pacifismo, ecologismo y política alternativa. Barcelona: Icaria, 1987:10.

[9] El empresario norteamericano Dennis Hope registró en 1980 la Luna a su nombre. Hope aprovechó un vacío legal, ya que si bien existe un tratado internacional que indica que ningún país puede reclamar la propiedad de la Luna u otro planeta, este no dice nada sobre personas o empresas privadas. El satélite fue dividido iniciándose la venta de parcelas mediante la Lunar Embassy. Mediante su empresa Lunar Embassy Hope vende pedazos de terreno lunar y lo mismo podría pasar con Marte, Mercurio y Plutón.

[10] Ver por ejemplo, I. Wallerstein. El capitalismo histórico. Madrid, Siglo XXI, 2012 (2 ed), p. 90 [ed. original 1988]; Y. Varoufakis. Economía sin corbata. Barcelona, Destino, 2013, p. 34 (ed. orig. 2015).

Artículo publicado originalmente en Contexto.

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La batalla por conquistar las mentes en la guerra de Ucrania

 

La batalla por conquistar las mentes en la guerra de Ucrania

Tercera información / 11.05.2022

Más allá de lo que pase en el terreno, desde las redes sociales y los medios de comunicación comienza el punto de partida para otro combate. La llamada guerra cognitiva contra Rusia.

La  operación militar de Rusia en Ucrania, como lo denominó el presidente Vladimir  Putin,  o “la invasión rusa”, como lo catalogan los medios occidentales, comenzó en febrero de 2022. Sin embargo desde mucho antes,  las principales plataformas mediáticas  preparaban el escenario para la guerra, la batalla por conquistar las emociones de las personas  para definir desde el propio entorno digital el curso que tomaría el conflicto.

Se trata de un nuevo tipo de  combate, que forma  parte de las investigaciones de la  OTAN. Un estudio de 2020  financiado por dicha organización titulado Cognitive Warfare, del autor François du Cluzel  sobre esta nueva forma de guerra expone: “Si bien las acciones tomadas en los cinco dominios (aéreo, terrestre, marítimo, espacial y cibernético) se ejecutan para tener un efecto sobre el dominio humano, el objetivo de la guerra cognitiva es convertir a todos en arma.”

“El cerebro será el campo de batalla del siglo XXI”, enfatizó el informe. “Los seres humanos son el dominio en disputa y es probable que los conflictos futuros entre la personas ocurran primero digitalmente y después físicamente en las proximidades de los centros de poder político y económico.”[1]

El investigador que escribió el estudio financiado por la OTAN, François du Cluzel,  es un exoficial militar francés que en 2013 ayudó a crear el Centro de Innovación de la OTAN (iHub), y desde entonces lo ha dirigido desde su base en Norfolk, Virginia. Esta  institución, actúa como una especie de centro de investigación interno de la Alianza del Atlántico Norte.

Para el autor la guerra cognitiva  comienza con información  pero esta es apenas el combustible. “Es crucial comprender que se trata de un juego sobre nuestra cognición, sobre la forma en que nuestro cerebro procesa la información y la convierte en conocimiento, en lugar de únicamente un juego sobre información o sobre aspectos psicológicos de nuestro cerebro. No es solo una acción contra lo que pensamos, sino también una acción contra la forma en que pensamos, la forma en que procesamos la información y la convertimos en conocimiento. En otras palabras, la guerra cognitiva no es una palabra más, otro nombre para la guerra de información. Es una guerra contra nuestro procesador individual, nuestro cerebro”  indicó François du Cluzel.

En el caso de Rusia lo han aplicado desde diferentes frentes. Occidente, en particular Washington, empezó  satanizando al gobierno de  Vladimir Putin, anunciando la invasión cuando todavía Estados Unidos y Rusia discutían por la vía diplomática. Anularon o minimizaron los comunicados de Moscú referentes a las garantías de seguridad que exigía el Kremlin para  la no expansión de la OTAN en sus fronteras.

La batalla por conquistar las mentes en la guerra de Ucrania


Cuando finalmente empezó la operación militar de Rusia, bloquearon las emisiones de los principales medios rusos, bombardearon con sanciones la economía del país, bloquearon también a la  cultura rusa en escenarios extranjeros e impidieron la participación de atletas rusos en diferentes eventos deportivos. Esto es lo que vemos en el plano físico, pero ¿cómo te lo cuentan los medios? ¿Cómo te llega la información en las redes sociales? ¿Has llegado a sentir que todo lo malo que hoy ocurre en Ucrania es culpa de Putin? Pues si es así, ya formas parte de este conflicto (no importa en que país te encuentres) tu mente ya funciona como otra arma.

Rusia: el malo de la película, según Hollywood y la CIA

La demonización de Rusia y su conversión en el enemigo natural de Estados Unidos y de Occidente no es nueva, pero en los momentos actuales se ha reconfigurado.

El académico  estadounidense Jason Denaburg, en una investigación sobre la construcción del «carácter ruso» en el imaginario popular de Norteamérica desde 1946, explica  «la mayoría de los estadounidenses nunca ha estado en Rusia o ha conocido a rusos», por lo que su «comprensión de Rusia proviene de aparatos informativos como los medios de comunicación y las instituciones educativas».

«Imaginar a los rusos como inferiores», comenta Denaburg, «construye un carácter estadounidense superior correspondiente, e implica que los estadounidenses no solo pueden sino que deben contrarrestar a Rusia. Durante más de un siglo, esta caracterización de Rusia y los rusos ha justificado una expansión constante del poder estadounidense en todo el mundo»,[2] apunta el académico.

Para esta investigación conversamos con  el  director, guionista de cine y televisión  Javier Gómez Sánchez  quien se  desempeña actualmente como  Decano de la Facultad de Medios Audiovisuales  del Instituto Superior de Arte de Cuba. En su criterio  la construcción mediática occidental  contra Rusia, específicamente de la industria mediática  estadounidense, tiene un acumulado de toda la narrativa de los diferentes roles globales durante la Guerra Fría contra la Unión Soviética.

“Aunque Rusia  no responde actualmente en términos ideológicos al conflicto de la Guerra Fría, en aquel momento era un  enfrentamiento entre dos sistemas ideológicos y eso produjo una gran acumulación mediática desde el cine  estadounidense y también desde la literatura, por supuesto la radio y la televisión estadounidense se sumaron también en esa construcción  para irle sembrando al público estadounidense la imagen del villano global. Puedes encontrar obras de un valor artístico indudable como Doctor Zhivago, una adaptación cinematográfica del año 1965, hasta obras más cercanas a lo que llamamos la cultura de consumo como son en los años 70, 80, las películas de Roqui, Rambo, que crean estereotipos respecto al imperio soviético”, explica Gómez.

Entrevista con Javier Gómez Sánchez, Decano de la facultad de medios audiovisuales del ISA Cuba

Por su  parte  el profesor cubano Oscar Villar Barroso, Doctor en Ciencias Históricas y Profesor de la Universidad de la Habana, quien también nos ofreció sus consideraciones, tuvo la oportunidad de estudiar en Kazajstán y Kirguistán. Ha viajado en varias ocasiones a Rusia. Conoció al pueblo de los antiguos países soviéticos en toda su diversidad. Sin embargo, reconoce que en el cine estadounidense no se muestra  una imagen afín a esa pluralidad cultural. En cambio, reflejan a los rusos  como personas torpes y sucias, poco agraciados o rudos en el trato.

“Demonizar a Rusia  busca lograr el apoyo de las audiencias, o al menos su consentimiento respecto a las acciones que tomarán los países occidentales en el conflicto. Se dice que en todas las guerras la primera víctima es la verdad. La verdad aquí ha sido silenciada”,  opina el  profesor Barroso.

El Pentágono y la CIA han convertido miles de películas de Hollywood en propaganda. Así lo revela el  documental titulado Teatros de Guerra: cómo el Pentágono y la CIA tomaron Hollywood,  donde  los investigadores Tom Secker y Mathew Alford lograron recopilar cerca de 4 mil páginas de documentos desclasificados. «Estos documentos demuestran por primera vez que el Gobierno de los EEUU ha trabajado tras bambalinas en más de 800 películas importantes y más de mil títulos de televisión»[3], comentan los investigadores.

El ejército estadounidense ha escrito políticas sobre lo que aprueba y desaprueba. “Desaprueba las descripciones de fracasos y delitos, lo que elimina gran parte de la realidad. Rechaza las películas sobre el suicidio de veteranos, el racismo en el ejército, el acoso sexual y la agresión en el ejército. Pero pretende negarse a colaborar en películas porque no son «realistas».”[4]

Algunas películas donde Rusia es el villano

 

Una  vez que se derrumba la Unión Soviética, Estados Unidos se queda sin un villano  frente al cual desarrollar su industria armamentista, frente al cual dar sus discursos presidenciales  en momentos de crisis, comienza entonces  una búsqueda de ese enemigo externo.  “El discurso estadounidense contra el enemigo se vuelca hacia los países árabes, hacia Gadafi, Sadam Husein, la llamada guerra  contra el terrorismo,  gran parte de la industria del cine de finales de los 90 y principios de los 2000 refleja esta llamada guerra contra el mal. También muestran en alguna medida a China, hay que recordar la serie «24 Horas», una serie que idealiza a la CIA, donde  uno de lo protagónicos  estaba preso en una cárcel en el gigante asiático. Más reciente una serie estadounidense de TV como Homeland que inicia bajo los aires de la guerra contra el terrorismo, pero  mantiene a Rusia también en el guión como su enemigo”, explica Javier Gómez.

La versión que tienen miles de millones de personas, sobre algún hecho histórico se basa en lo que han leído en Wikipedia, lo que hayan visto en Youtube o porque se hizo una película al respecto. Confunden la realidad con la versión de la verdad que les brindan las productoras, directores y grandes corporaciones mediáticas.

“Solo así logramos entender cómo fue posible la operación que llevó a cada vez más gente a nivel global, a olvidar que fue la Unión Soviética la que derrotó a los nazis en la Segunda Guerra Mundial, y a asignarle un papel preponderante y decisivo a EE.UU. en dicha victoria”[5],  indicó el periodista  José Negrón Valera  en un artículo publicado por Sputnik

En opinión del decano de la facultad de medios audiovisuales del ISA de Cuba,  Javier Gómez,   Washington no ha necesitado  disminuir el papel  soviético en los productos audiovisuales que construye, simplemente enalteciendo el papel de los estadounidenses en elementos reales  como el desembarco en Normandía y en el caso  de la lucha en el pacifico contra los japoneses por solo citar algunos ejemplos.  “Lo  hacen desde una industria global  como  la industria de Hollywood, los videojuegos, ( la saga Call of Duty, Medalla de honor) usando esos recursos solamente en el imaginario de decenas de millones de  consumidores de estos  productos, Estados Unidos es prácticamente el que gana la Segunda Guerra Mundial, sin necesidad de hacer  una disminución del papel soviético en esa lucha, solamente  con la capacidad global de ponderar su propia participación”.

Call of Duty WW2 :comienza con desembarco de Normandia, uno de los momentos más duros de la Segunda Guerra Mundial.

 

Desde los años 2000 el gobierno ruso de Vladimir Putin realiza esfuerzos para producir un cine que  establezca  y pondere el papel soviético en grandes acontecimientos históricos como la segunda guerra  mundial con el objetivo de contrarrestar películas estadounidenses que marcan determinada manipulación  y no reconocen el papel de ejército rojo. Tal es el caso de  Enemy at the gates (El enemigo a las puertas) (2001) una película  que se desarrolla en torno a la batalla de Stalingrado. Esa batalla ha tenido también  versiones cinematográficas  estadounidenses y alemanas. Si uno contrasta la versión rusa con la estadounidense  y la alemana es muy posible ver las diferentes visiones de cada bando.

En el caso de los rusos  ha habido un avance en la producción de un imaginario que produzca un orgullo al menos en el pueblo ruso.  Hay que tener en cuenta que todas las producciones globales penetran en un mercado que incluye a los  ciudadanos rusos  y de los países  de Europa del Este. La propia Ucrania ha desarrollado una industria televisiva de series dramatizadas  buscando una identidad  nacional ante la unión soviética.

Las redes sociales: el campo de batalla

El conflicto de Ucrania  tiene la particularidad de que por primera vez los usuarios observan en tiempo real detalles de la guerra  compartidos por personas que están en el territorio del ataque como si fuesen corresponsales que suben los videos. Pero ¿cómo estamos seguros de que están ahí? Los especialistas hablan de una «batalla por la desinformación» con el objetivo de controlar cómo pensamos en torno al conflicto.

Esta guerra es considerada la primera guerra de las redes sociales. Si realizamos un recuento, la de Vietnam (1955-1975), fue considerada la primera guerra televisada, ya que fue cubierta de forma audiovisual por los medios in situ.  Luego,  la guerra en Yugoslavia, en los 90, fue considerada como la primera guerra de la era de Internet, al coincidir con su adopción masiva y la publicación de noticias en medios digitales. La «guerra contra el terrorismo» tras el 11 de septiembre fue la primera que realmente mostró el potencial de lo que era la cobertura en tiempo real. Pero la guerra de Ucrania,  según coinciden varios analistas, es la primera guerra de las redes sociales.

En ello influye la sobresaturación de contenidos creados para las redes,  incluyendo fake news y memes. La construcción de mensajes políticos y las transmisiones online del presidente Volodimir Zelensky  en sus conferencias con parlamentos y gobiernos de otros países.

La batalla por conquistar las mentes en la guerra de Ucrania

 

Desde el mismo momento  en que una persona da like, ya existe un primer nivel de aceptación a cualquiera de esos contenidos, una vez que la persona los comparte en su muro ya legitima una posición. Existe un determinado  funcionamiento de algoritmos, específicamente en Facebook. Si una persona muestra demasiado interés sobre Ucrania, le empiezan a aparecer contenidos en su muro sobre ese tema, incluso contenidos en español, con la  intención de llegar a públicos de habla hispana, que pueden tener algún tipo de información respecto a conflicto.

“El video corto se ha convertido en una de las principales herramientas de ubicación y de construcción de subjetividad en Facebook respecto al conflicto ucraniano, ¿qué tipo de videos? Audiovisuales  de  pequeños grupos de fuerzas ucranianas enfrentándose a la tecnología rusa. Los ucranianos, provistos con las armas que les envía Occidente, como misiles antitanques y aéreos, muestran en esos videos  cómo destruyen al poder ruso. Los videos no son noticias, ni siquiera queda claro en ocasiones quien los hace, son aparentes fragmentos de la guerra”, explica Javier  Gómez y añade “En el caso actual, siempre son materiales hechos desde el lado ucraniano, los rusos no aparecen con total intencionalidad”  concluye el decano de FAMCA , quien recientemente realizó el documental  La dictadura del algoritmo. Este audiovisual  aborda precisamente el funcionamiento  de las redes sociales, no solo los intereses económicos y políticos que se esconden detrás de los algoritmos, sino el uso intensivo de Internet por Estados Unidos como arma de cuarta generación, contra Cuba.

Los videos cortos que cuentan pequeños fragmentos de la guerra ya se han usado como herramientas en otros conflictos como Siria, en la cual las redes sociales eran bombardeadas  por audiovisuales hechos supuestamente por los propios participantes del conflicto.

El profesor de la Universidad de la Habana Oscar Villar Barroso ha vivido en primera persona la estigmatización en redes sociales. “En mi caso, por ejemplo, que publico a menudo en Facebook contenidos  actualizados relacionados con el conflicto, me aparece un cartel donde dice que estoy al servicio del gobierno de Rusia.  Sin embargo, la misma red social no le pone a los usuarios que publican mensajes de incitación al odio contra ciudadanos rusos, ningún cartel que digan que están al servicio de la barbarie. Nadie dice todos los crímenes que han cometido  los grupos nacionalistas ucranianos que tienen una abierta vocación fascista. Utilizan símbolos, banderas, elementos identificativos del facismo alemán y nadie critica eso” 

Oscar Villar Barroso, Doctor en ciencias históricas Universidad de la Habana

Barroso añade que estamos ante un ejemplo de guerra cognitiva contra Rusia. “Si Moscú estuviera haciendo lo que cuentan los medios sería un absurdo, que iría  contra sus propios objetivos. En relación con esto, hemos visto la persecución de periodistas, no solo rusos, sino de otras nacionalidades, que han contado una versión diferente al discurso que se quiere. Las redes sociales, todas, tienen dueño, y el que paga manda.  Forman parte de un entramado donde la verdad no es lo importante.”

Otro elemento llamativo sobre todo en la construcción de las subjetividades es la aparición de los jefes de estado en televisión.  El presidente de Ucrania,  Volodimir Zelensky, aparece habitualmente en ropa de campaña, no exactamente vestido de militar, aparece con un pulover verde. Según explica el director de cine cubano  Javier Gómez  “busca dar la idea de una persona que se  tuvo  que poner esa ropa de improviso, porque se está  enfrentando a un poder superior, muestra a un hombre que se ha volcado a la guerra y deja la imagen del político. En contraposición los altos funcionarios rusos, el propio Putin aparece vestido de manera formal de traje y corbata. De esa forma Ucrania busca crear empatía, sobre todo en el público joven de mostrar un país que está siendo agredido por otro mucho más grande. Es todo un diseño que busca que te solidarices con  Ucrania.” 

El estudio de la OTAN  sobre  guerras  cognitivas indica que  cada plataforma de redes sociales, cada sitio web está diseñado para ser adictivo y para desencadenar algunos estallidos emocionales, atrapando el cerebro en un ciclo de publicaciones. “La velocidad emocional, la intensidad y las cualidades de cámara de eco del contenido de las redes sociales hacen que aquellos expuestos a él experimenten reacciones más extremas. Las redes sociales son particularmente adecuadas para el empeoramiento de la situación política y polarización social por su capacidad de difundir imágenes violentas y rumores aterradores muy rápida e intensamente. Cuanto más se propaga la ira, más usuarios de Internet son susceptibles de convertirse en trolls”[6] 

La batalla por conquistar las mentes en la guerra de Ucrania

¿Dónde está la noticia y cuál es la verdad?

Cuando  haces una búsqueda en Google  sobre el conflicto  ucraniano  todos los medios que te salen en la primera página siguen la misma línea, reciclan los  mismos  contenidos.  Se repiten titulares y enfoques. Es un fenómeno ya visto de guerras anteriores, lo cual no significa que sean las visiones fidedignas del conflicto.

En el caso de las medidas contra los medios rusos, Youtube eliminó el canal de RT, lo cual significó una pérdida de material muy importante. En el caso de Facebook no los elimina pero te aparece una ventana intermedia donde te advierte que esa página (RT o Sputnik) pertenecen al gobierno  ruso. “Lo curioso es que cuando uno revisa  cualquier medio occidental no te dice lo mismo del gobierno del país del cual proceden, supuestamente bajo la construcción de la “libertad de prensa”. En el caso de los medios rusos,  efectivamente  eso causa un efecto en el lector de esas páginas, ya que dicho aviso te anuncia que la visión del gobierno ruso está  influyendo en ese medio y que no es imparcial. Otra trampa pues la llamada objetividad en el medio periodístico es algo bastante entredicho y debatido”,  agrega Javier Gómez.

En la biografía de Instagram (filial de Meta) de RT se lee «Medio controlado por el estado de Rusia»

La intención de bloquear la capacidad de  emisión del contrario no es algo nuevo, continúa el director de cine,  sin embargo esa capacidad de emisión se vuelve cada vez más global. “De todas formas se crean mecanismos para que al final el lector  pueda saltar esos obstáculos y buscar esos contenidos, lo que pasa es que la mayoría de las personas no entran finalmente,  sino que reciben el torrente de información parcializada  que le llega por las otras vías.”

Así como este nuevo modo de batalla no tiene fronteras geográficas, tampoco tiene límite de tiempo: “Este campo de batalla es global vía Internet. Sin principio ni fin, esta conquista no conoce tregua, marcada por notificaciones de nuestros smartphones, en cualquier lugar, las 24 horas del día, los 7 días de la semana”[7], revela el estudio de la OTAN.

La guerra  en Ucrania tuvo fecha de inicio, pero estamos lejos de ver un final.  El conflicto se ha complejizado con la interferencia de Occidente,  que por un lado envía armas a  Kiev y por otro lado, exige una solución diplomática a Rusia, aún cuando se sabe que la delegación ucraniana no  ha llegado a acuerdos concretos en las rondas de negociaciones.

Las sanciones  contra  Moscú   han tenido un efecto bumerán en la economía mundial y la aplicación sin límites de todos los mecanismos de guerra cognitiva lo convierten en un conflicto internacional donde no se trata solo de Rusia y Ucrania, sino de todos los que de alguna forma u otra reaccionamos desde nuestro imaginario a esta confrontación.


[1]  Du Cluzel, F (2020)  Cognitive Warfare,  Innovation Hub – Jan 2021

[2]  Negrón, Valera, J (2022, 30 enero) Guerra no convencional en la zona gris: la ‘OTAN cultural’ y la ofensiva imaginacional contra Rusia https://mundo.sputniknews.com/20220130/guerra-no-convencional-en-la-zona-gris-la-otan-cultural-y-la-ofensiva-imaginacional-contra-rusia-1120932152.html

[3] Negrón, Valera, J (2022, 30 enero) Guerra no convencional en la zona gris: la ‘OTAN cultural’ y la ofensiva imaginacional contra Rusia https://mundo.sputniknews.com/20220130/guerra-no-convencional-en-la-zona-gris-la-otan-cultural-y-la-ofensiva-imaginacional-contra-rusia-1120932152.html

[4] El Pentágono y la CIA han convertido miles de películas de Hollywood en propaganda súper efectiva (2022) Cuba En Resumen https://cubaenresumen.org/2022/02/02/el-pentagono-y-la-cia-han-convertido-miles-de-peliculas-de-hollywood-en-propaganda-super-efectiva/

[5]Negrón, Valera, J (2019, 6 junio) La guerra ‘imaginacional’ y el nuevo orden mundial (1ª Parte) https://mundo.sputniknews.com/20190606/la-guerra-imaginacional-y-el-nuevo-orden-mundial-1-parte-1087532327.html

[6]  Du Cluzel, F (2020)  Cognitive Warfare,  Innovation Hub – Jan 2021

[7]  Du Cluzel, F (2020)  Cognitive Warfare,  Innovation Hub – Jan 2021

 

Fuente: https://espanol.almayadeen.net/news/aprofundidad/1588530/la-batalla-por-conquistar-las-mentes-en-la-guerra-de-ucrania

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