domingo, 21 de agosto de 2016

PUBLICADO EN CRÓNICA DE ARAGÓN

El PSOE se quiere refundar, y Maria Cristina me quiere gobernar… pues miren qué bien


28. noviembre 2012 
Donde no hay mata no hay patata. Y dónde no hay militancia socialista de esa de militar y no de decir que se milita, no puede haber partido Socialista. Y esta es la primera receta de obligado cumplimiento que a mi juicio tienen que empezar cumpliendo los afiliados y afiliadas al PSOE, para que este partido deje de ser un “Aparato-Partido-Máquina electoral” y comience a ser un instrumento político al servicio de la sociedad, para lo cual, ni más ni menos, hay que tener un modelo de sociedad preestablecido teóricamente, y no decir que se tiene sin tenerlo (¿Cuál es el modelo de sociedad que pretende el PSOE y, sobre todo, qué ha hecho para alcanzar ese modelo de sociedad?).
Decir que se quiere una sociedad democrática, solidaria, libre y justa es decir poco menos que nada si en primer lugar no se ha dicho qué se entiende por democracia; qué por solidaridad; qué por libre y qué por justo, porque las cosas que previamente no se dicen es imposible hacerlas.
Si a esto se añade, que en el mejor de los casos, el ejemplo personal (que es lo que debe preceder como elemento previo en cualquier socialista a todos los niveles) de los dirigentes del PSOE no se ha dado con mucha frecuencia (como cosa general y no excepcional) ni en el orden personal y ni siquiera en el orden intelectual, el resultado es el PSOE actual, unas siglas que desde luego están exentas de cualquier supuesto socialista que no sea el nombre.
Si a esto se añade que por poner un ejemplo con nombres y apellidos, Felipe González Márquez, el principal responsable institucional del PSOE del vaciamiento de todo carácter socialista del partido, al confundir el culo con las témporas, propone y hace creer (por conveniencia personal o por ignorancia) que el marxismo es una “forma de ser” y que se tiene que ser primero “socialista y después marxista” y que a pesar de estos auténticos disparates a nivel teórico, de los que la práctica que le siguieron no está exenta, sigue siendo todavía hoy un peso pesado de la “izquierda” dentro del partido y fuera de él, uno se sigue explicando la situación de desprestigio social, cuando no de rechazo abierto hacia el PSOE en amplias capas de la sociedad, que son necesaria y  obligadamente, las que le tienen que dar el carácter de transformador social a cualquier partido Socialista.
La “música” de renovación dentro del PSOE no es la primera vez que suena, pero curiosamente, nunca ha surgido de las bases militantes (que no ha tenido nunca, lo cual no es sinónimo de que no haya tenido o no tenga afiliados muy honrados y con muy buena voluntad, que al menos por lo que yo conozco personalmente, los ha tenido) sino que han surgido como producto de unos “iluminados” (sin práctica socialista contrastada) encerrados en sus despachos que han plasmado sobre un papel unos cuantos esquemas en la creencia (que es propia del creyente, porque el socialista no cree en el Socialismo, sino que lo práctica en la medida de sus posibilidades) de que esos esquemas eran la realidad, cuya actitud no atribuyo yo en principio a la mala fe, sino a la supina ignorancia.
Renovar el PSOE, pues, no es decir que se quiere renovar, sino convertirlo en instrumento político de transformación social. Y esta reconversión de “partido–maquina electoral” a “instrumento político de transformación social” no puede llegar de la mano (ni del bolígrafo) de ninguno de los dirigentes actuales del PSOE (ni de los pasados desde la transición política en España), puesto que son ellos los responsables de la situación del partido actualmente.
Yo desde fuera del partido, pero no desde fuera de los principios socialistas, de esa inscripción que pone el carnet del partido (o por lo menos ponía) de “…la emancipación social de todas las clases sociales…”, les recomendaría a los afiliados del mismo, que son los que tienen que promover en primer lugar esa declarada renovación que le hace falta al partido, la lectura de lo que escribía Unamuno en El Socialista (Revista que fue del partido y que yo supongo que habrá de ser recuperada también) en los años veinte del siglo XX acerca de las condiciones mínimas y previas que debían ser cumplidas para entender y practicar el Socialismo.
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