jueves, 15 de enero de 2009

Y SI NOS DEJAMOS DE BROMAS, QUÉ

(Cuando Su Majestad el Rey no era Su Majestad el Rey)
(5)

Cuando aquellas fiebres y salpullidos democráticos de finales de los 70 y principios de los 80 del siglo pasado, un siglo con mucho más salero, con más chicha ideológica y, de prácticas, que el actual, basado en la farfollita de la imagen y de la palabra vacía, sustitutiva del concepto, camino del nuevo fascismo, unos cuantos vecinos del Barrio del Picarral, y otros del edificio blanco del ACTUR, nos reunimos con la Policía, los antiguos grises, nervio espiritual del franquismo, que los más ingenuos creímos que se había muerto con franco, en la Comisaría del Arrabal.
Tratamos en aquella reunión (yo estoy esperando todavía que me avisen para la siguiente reunión, como habíamos quedado en la primera) de hacer una policía al servicio del vecino, del barrio, por tanto no política, de manera que el vecino conociera al policía que paseaba todos los días por las calles del barrio y viceversa.
Habríamos conseguido así un avance democrático fundamental en la vida de la ciudad con una policía municipal y, pare usted de contar.
El resto de ciudades y pueblos habría hecho lo mismo y, todos, con su policía municipal y nada más que municipal, y pare usted de contar, que no hace falta contar mucho más si es que hablamos de democracia, con lo que la democracia liberal, neoliberal, coloreada a la vaporeta, etc., quedan excluidas, porque democracia, como las madres, no hay más que una. La que aplicó Pericles en Atenas tres o cuatro siglos antes de Cristo, que era muy simple ella: demo = pueblo, cracia = poder, o sea, el poder del pueblo (¡hay que ver que ganas de cachondeo tenía el Pericles este! Como se entere de esto la Fundación de Aznar, al igual que otras fundaciones chupadoras de fondos públicos, el Pericles este se la carga, porque es que les va a joder el negocio).
A partir de esa policía social, vecinal, municipal, democrática, se organizarían unidades de carretera, puertos, aeropuertos, antifuga de capitales, antiputas negociadas y comercializadas, antidrogas, etc., y pare usted de contar, que no hace falta gastar más en policías superpolicías y élites de policía. Sin fondo reservado para mantener delincuentes, claro es, que ya pasó lo que pasó con el sabio Felipe González y no sé si ahora pasa lo que pasa, porque como los fondos son reservados…
Con una policía así, tendríamos una policía directamente al servicio del ciudadano corriente y moliente, con lo que los paraísos fiscales no existirían, porque no habría ningún vecino que permitiera que unos vívales se enriquecieran sin trabajar y encima que estafaran al Estado, y la carga de este por gastos improductivos en cuerpo y requetecuerpo represivos del estado que no se sabe bien que servicio prestan a la sociedad se vería muy aliviado, con lo que quedarían fondos liberados para el desarrollo económico de la ciudad (de la multinacional o del banco no, de la ciudad) con lo que estaríamos colaborando para salir de esta crisis.
Nos pedía Su Majestad en el discurso navideño colaboración a todos para salir de la crisis, pues ahí queda con lo dicho colaboración, Majestad.
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UN LUMBRERILLAS DEL PENSAMIENTO

(Aznar, pariendo en Chile)

Solo cuando uno es tan tonto del culo y desmadejado mental como José María Aznar, puede decir sin que se la chamusquen los sesos por semejante recalentón, lo que él dice: que en Iberoamérica hay “un proyecto político basado en una reedición ideológica del marxismo más radical (…) que pretende desmantelar la democracia liberal.”
Y esto lo dice este disminuido mental en Chile, en la Universidad. Pobrecitos míos, los estudiantes, y pobre Chile como uno de estos estudiantes amantados ideológicamente por Aznar llegue a ser dirigente.
Fue en Chile donde el capitalismo internacional (1973), encabezado por el americano, dio una de las lecciones más repugnantes y sangrientas del espíritu que defiende el cagarruto intelectual, José María Aznar, con el asesinato del Presidente Allende y el derrocamiento con tanques aviones y militares podridos de su régimen, elegido voluntaria y democráticamente por el pueblo.
Cierto que el régimen del Presidente Allende defendía e intentó aplicar los principios marxistas, que básicamente consisten en la creación de una sociedad en la que nadie explote a nadie, y claro es, choca con la minusvalía mental de Aznar, mediante la cual defiende que los pocos que más tienen tengan cada vez más y los que menos tienen tenga cada vez menos.
A ver si como nadie es perfecto el chispetilla de la intelectualidad huera y vacía, Aznar, tiene razón esta vez, y en Iberoamérica despiertan de una vez y les da por instaurar una sociedad basada en el trabajo como medida de las cosas, o sea, marxista, y así, de paso podemos aprender de ellos que falta nos va haciendo.

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