jueves, 8 de agosto de 2024
Partidos que apoyan a Edmundo González no presentan pruebas de su presunto triunfo
Partidos
que apoyan a Edmundo González no presentan pruebas de su presunto triunfo
No se presenta al llamado
de ese poder del Estado. Partidos opositores que apoyaron al candidato no
consignaron pruebas ni actas al TSJ.
El TSJ informó el martes
que todos los exaspirantes fueron debidamente citados y recordó la obligación
que tienen por ley de asistir a la convocatoria. Foto: Cubadebate
El candidato de la Plataforma Unitaria
Democrática (PUD) a las elecciones presidenciales del 28J en Venezuela, Edmundo
González Urrutia, no se presentó este miércoles a la comparecencia de la Sala
Electoral del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), pese a haber sido formalmente
citado, y los partidos políticos que lo apoyaron no consignaron pruebas ni
actas ante ese poder del Estado venezolano.
La presidenta del TSJ, Caryslia Beatriz
Rodríguez Rodríguez, solicitó que se deje constancia formal de que González
Urrutia no compareció y que no acata el mandato de ese poder del Estado
venezolano.
La Sala Electoral del TSJ inició este miércoles
las audiencias con excandidatos y organizaciones con fines políticos que
participaron en las elecciones presidenciales, en las cuales fue reelecto el
candidato del Gran Polo Patriótico, Nicolás Maduro Moros, con más del 51 por
ciento de los votos.
Al citarlos, Rodríguez Rodríguez convocó a
consignar «todos los instrumentos electorales que se encuentren en posesión de
los partidos políticos y de los candidatos».
Más temprano, comparecieron ante la Sala
Electoral del TSJ el gobernador del estado Zulia, Manuel Rosales, del partido
Un Nuevo Tiempo, y representantes de otras organizaciones que forman parte de
la PUD: José Luis Cartaya (Mesa de la Unidad Democrática) y José Simón
Calzadilla (Movimiento por Venezuela).
Ninguno de ellos presentó pruebas ni actas al
TSJ.
Además de entregar los instrumentos electorales
en su poder, los concurrentes responden un cuestionario elaborado por los
magistrados del TSJ.
En horas de esta tarde, comparecieron los
representantes del partido Primero Venezuela, Luis Parra; de la Organización
Política Unidad Visión Venezuela (UVV), Omar Ávila, el excandidato por el
partido Movimiento Primero Venezuela, José Brito y Miguel Salazar,
representante de la organización con fines políticos Copei.
En declaraciones a medios locales, el
excandidato José Brito, indicó que por la paz del país hay que buscar
soluciones, y opinó que el excandidato Edmundo González, incurre en la
contumacia y la rebeldía, al no presentarse a la audiencia a la que fue citado.
«Es absolutamente irresponsable con la paz del
país, las venezolanas y los venezolanos, que el señor Edmundo González Urrutia
no haya hecho acto de presencia en la primera audiencia ni en esta, que fue
bien importante y esclarecedora», precisó.
Brito aseguró que la actitud de González Urrutia
es irresponsable, a la vez que sostuvo que su plan nunca fue electoral sino
insurreccional «y tenemos que denunciarlo como tal. Hemos acudido a la primera
convocatoria, acudimos en el día de hoy y acudiremos a todas las convocatorias
en aras de garantizar la paz y que se reestablezca el orden en Venezuela».
Asimismo, en esta tarde acudió el representante
de Acción Democrática, José Bernabé Gutiérrez Parra; el del partido Bandera
Roja Pedro Celestino Veliz Acuña; el de la formación política Derecha
Democrática Popular, José Contreras.
El TSJ informó el martes que todos los
exaspirantes fueron debidamente citados y recordó la obligación que tienen por
ley de asistir a la convocatoria. A la anterior citación del alto tribunal no
asistió González Urrutia, cuya organización no reconoció los resultados
electorales, intentó suplantar al Poder Electoral y promovió actos violentos el
29 y el 30 de julio, los cuales dejaron cuantiosos daños materiales, además de
dos efectivos de seguridad asesinados y más de 140 de ellos heridos.
González Urrutia fue uno de los dos excandidatos
que no firmó el Acuerdo de Reconocimiento de Resultados de la Elección
Presidencial, a través del cual los aspirantes electorales se comprometieron a
reconocer los resultados y al Poder Electoral, además de contribuir a la paz y
la tranquilidad del país.
El presidente relecto, Nicolás Maduro Moros,
confirmó este martes en el Palacio de Miraflores que asistirá al TSJ el viernes
próximo, ocasión en que presentará el 100 por ciento de las actas originales.
Instó a los demás excandidatos a acatar la citación del Poder Judicial.
El lunes pasado, el rector del Consejo Nacional
Electoral, Elvis Amoroso, acudió al TSJ y entregó los documentos solicitados
por ese tribunal para el peritaje de las actas electorales.
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El viejo mal
Después de veinte años, Hedges regresó a la Palestina
ocupada. Había estado allí cuando era reportero del New York Times. Hoy ha
comprobado cómo permanece, y creciendo, la maldad visceral de la ocupación de
Israel. Ante los impasibles ojos del mundo.
El viejo mal
El Viejo Topo
7 agosto, 2024
Ramallah,
Palestina ocupada. De repente regresan el hedor de las aguas residuales, el
chirrido de los motores diésel, los lentos transportes de tropas israelíes, las
furgonetas llenas de niños, conducidas por colonos de cara pálida, ciertamente
no de aquí, probablemente de Brooklyn o de alguna parte de Rusia o quizás de
Gran Bretaña. Poco ha cambiado. Los puestos de control con sus banderas
israelíes azules y blancas salpican las calles y las intersecciones.
Los tejados rojos de los asentamientos coloniales –ilegales según el derecho
internacional– dominan las colinas sobre las aldeas y ciudades palestinas.
Crecieron en número y se hicieron más grandes. Pero siguen protegidos por
barreras antibombas, alambre de púas y torres de vigilancia, rodeados por la
obscenidad de céspedes y jardines. En este paisaje árido, los colonos tienen
acceso a abundantes fuentes de agua que a los palestinos se les niega.
El tortuoso muro
de hormigón de 26 metros de altura que recorre 440 kilómetros de la Palestina
ocupada, con sus grafitis que piden la liberación, murales que representan la
mezquita de Al-Aqsa, los rostros de los mártires y el rostro sonriente y
barbudo de Yasser Arafat –por cuyas concesiones en los acuerdos de Oslo, Israel
le convirtió, en palabras de Edward Said,
en “el Pétain de los palestinos”, dando a Cisjordania la sensación de una prisión
al aire libre. El muro rasga el paisaje. Se enrolla como una enorme serpiente
antediluviana fosilizada que separa a los palestinos de sus familias, corta las
aldeas palestinas por la mitad, divide a las comunidades de sus huertos, sus
olivos y sus campos, se sumerge y se eleva desde los wadis,
atrapando a los palestinos en un Bandustán,
en la versión actualizada por el Estado judío.
Han pasado más
de veinte años desde la última vez que informé desde Cisjordania. El tiempo
parece no haber pasado. Los olores, sensaciones, emociones e imágenes, la
cadencia melodiosa del árabe y los miasmas de una muerte súbita y violenta que
acechan en el aire, evocan un mal antiguo. Es como si nunca me hubiera ido.
Estoy en un
Mercedes negro destartalado conducido por un amigo de treinta años cuyo nombre
no diré para protegerlo. Trabajó en la construcción en Israel, pero el 7 de
octubre perdió su trabajo, como casi todos los palestinos empleados en Israel.
Tiene cuatro hijos. Está en problemas. Sus ahorros han disminuido. Cada vez es
más difícil comprar alimentos, electricidad, agua y gasolina. Se siente
asediado. Está bajo asedio. No tiene una gran opinión de la Autoridad
Palestina. No le gusta Hamás. Tiene amigos judíos. Habla hebreo. El asedio lo
está destruyendo a él y a todos los que lo rodean:
“Unos cuantos
meses más de esto y habremos terminado”, dice, fumando nerviosamente. “La gente
está desesperada. Cada vez más personas padecen hambre».
Viajamos por el
camino sinuoso que abraza las áridas colinas de arena y matorrales que se
elevan desde Jericó, desde el Mar Muerto, rico en sal, el punto más bajo de la
tierra, hasta Ramallah. Aquí me reuniré con mi amigo, el novelista Atef Abu
Saif, que estuvo en Gaza el 7 de octubre con su hijo Yasser, de 15 años.
Estaban visitando a una familia cuando Israel comenzó su campaña de tierra
arrasada. Había pasado 85 días soportando y escribiendo diariamente sobre la
pesadilla del genocidio.
Su angustioso diario fue publicado en el libro «No mires a la izquierda«. Había
escapado de la matanza a través de la frontera egipcia en Rafah, cruzó a
Jordania y regresó a su hogar en Ramallah. Pero las cicatrices del genocidio
persisten. Yasser rara vez sale de su habitación. No se ve con amigos. El
miedo, el trauma y el odio son los principales bienes transmitidos de los
colonizadores a los colonizados.
“Es como si
todavía viviera en Gaza”, me dice Atef más tarde. “No salí de ahí. Yasser
todavía oye el bombardeo. Todavía ve los cadáveres. No come carne. La carne
roja le recuerda los trozos de carne que había recogido cuando se unió a los
equipos de rescate durante la masacre de Jabalia,
y a la carne de sus primos. Duermo sobre un colchón en el suelo, como hacía en
Gaza cuando vivíamos en una tienda de campaña. Me quedo despierto. Pienso en
aquellos que dejamos atrás, esperando una muerte súbita».
Giramos una
esquina hacia una colina. Los coches y camiones giran a izquierda y derecha.
Varios vehículos van marcha atrás. Frente a nosotros hay un puesto de control
israelí con enormes bloques cuadrados de hormigón marrón. Los soldados detienen
los vehículos y revisan los documentos. Los palestinos pueden esperar horas
para pasar. Pueden ser sacados a rastras de sus vehículos y arrestados. Todo es
posible en un puesto de control israelí, a menudo erigido sin previo aviso.
Casi nunca es algo bueno.
Retrocedamos.
Bajamos por una carretera estrecha y polvorienta que se aleja de la carretera
principal. Viajamos por caminos llenos de baches y desniveles a través de
pueblos empobrecidos.
Este había sido
el caso de los negros en el Sur segregado y de los indígenas americanos. Así
había sido para los argelinos bajo el dominio francés. Éste había sido el caso
en la India, Irlanda y Kenia bajo el gobierno británico. La máscara mortuoria
–con demasiada frecuencia de origen europeo– del colonialismo no cambia.
Tampoco cambia la autoridad divina de los colonizadores que miran a los
colonizados como parásitos, que sienten un placer perverso en su humillación y
sufrimiento y que los matan impunemente.
Cuando entré en
la Palestina ocupada por Jordania desde el puente Rey Hussein, el funcionario
de aduanas israelí me hizo dos preguntas.
“¿Tiene usted
pasaporte palestino?”
“¿Alguno de tus
padres es palestino?”
En resumen,
¿estás contaminado?
Así es como
funciona el apartheid .
Los palestinos
quieren recuperar sus tierras. Luego hablarán de paz. Los israelíes quieren la
paz, pero exigen tierras palestinas. Aquí, en tres breves frases, se refleja la
naturaleza intratable de este conflicto.
Veo Jerusalén a
lo lejos. O mejor dicho, veo la colonia judía que se extiende hasta las colinas
sobre Jerusalén. Las villas, construidas en forma de arco en la cima de la
colina, tienen ventanas intencionadamente estrechadas y con forma de rectángulos
verticales, para que también puedan usarse como aspilleras para los rifles.
Llegamos a las
afueras de Ramallah. Estamos atrapados en el tráfico fuera de la extensa base
militar israelí que supervisa el puesto de control de Qalandia,
el principal puesto de control entre Jerusalén Este y Cisjordania. Es escenario
de frecuentes manifestaciones contra la ocupación que pueden terminar
en tiroteos.
Nos dirigimos a
una tienda de kebab y nos sentamos en una mesa al aire libre. Las cicatrices de
la última incursión del ejército israelí están a la vuelta de la esquina. Hace
unos días, por la noche, los soldados israelíes prendieron fuego a las tiendas
que gestionan transferencias de dinero desde el extranjero. Son ruinas
carbonizadas. Ahora será más difícil conseguir dinero del extranjero, que
sospecho que era el objetivo.
Israel ha
reforzado drásticamente su control sobre los más de 2,7 millones de palestinos
de la Cisjordania ocupada, que están rodeados por más de
700.000 colonos judíos alojados en unos 150
asentamientos estratégicos, con sus propios centros comerciales,
escuelas y clínicas médicas. Estos asentamientos
coloniales, junto con carreteras especiales que sólo pueden ser
utilizadas por colonos y militares, puestos de control, extensiones de tierra
prohibidas para los palestinos, zonas militares cerradas, “reservas
naturales” declaradas por Israel y puestos militares de avanzada,
forman círculos concéntricos. Pueden interrumpir instantáneamente el flujo del
tráfico y aislar a las ciudades y pueblos palestinos en una serie de guetos en
forma de anillo.
“Desde el 7 de
octubre ha sido difícil viajar a cualquier lugar de Cisjordania”, afirma Atef.
“Hay puestos de control en la entrada de cada ciudad, pueblo y aldea. Imagina
que quieres ver a tu madre o a tu novia. Quieres ir de Ramallah a Nablus. Puede
tardar siete horas porque las carreteras principales están bloqueadas. Te ves
obligado a viajar por caminos secundarios de montaña».
Un viaje que
debería durar 90 minutos.
En
Cisjordania, desde el 7 de octubre, soldados y colonos israelíes han matado a
528 civiles palestinos, entre ellos 133 niños, y han herido a
más de 5.350, según el jefe de derechos humanos de la ONU. Israel
también ha arrestado a
más de 9.700 palestinos –¿o debería decir rehenes?–
incluidos cientos de niños y mujeres
embarazadas. Muchos fueron severamente
torturados , incluidos médicos torturados
hasta la muerte en mazmorras israelíes y trabajadores
humanitarios asesinados tras su liberación. El Ministro de Seguridad
Nacional israelí, Itamar Ben-Gvir, ha pedido la
ejecución de un cierto número de prisioneros palestinos para dejar espacio a
otros.
Ramallah, sede
de la Autoridad Palestina, se había librado anteriormente de lo peor de la
violencia israelí. Desde el 7 de octubre las cosas han cambiado. Casi a
diario se producen redadas y detenciones en la ciudad y sus
alrededores, a veces acompañadas del uso letal de armas de fuego y bombardeos
aéreos. Desde el 7 de octubre, Israel ha demolido o confiscado más de 990 viviendas
palestinas y viviendas en Cisjordania, obligando en ocasiones a los
propietarios a demoler sus
edificios o pagar multas exorbitantes.
Los colonos
israelíes, armados hasta los dientes, han perpetrado auténticas masacres en
pueblos al este de Ramallah, incluidos ataques tras el asesinato de un colono de 14
años , ocurrido el 12 de abril cerca del pueblo de al
Mughayyir. En represalia,
los colonos quemaron y destruyeron casas y vehículos palestinos en 11 aldeas,
destruyeron carreteras, mataron a un palestino e hirieron a más de dos docenas.
Israel ha ordenado la
mayor apropiación de tierras en Cisjordania en más de tres décadas, confiscando
grandes extensiones de tierra al noreste de Ramallah. El Ministro de Finanzas
israelí de extrema derecha, Bezalel
Smotrich, que vive en un asentamiento judío y es responsable de la
expansión colonial, ha prometido inundar
Cisjordania con un millón de nuevos colonos.
Smotrich
prometió borrar las distintas
áreas de Cisjordania creadas por los Acuerdos de
Oslo. El Área A, que comprende el 18% de Cisjordania, está bajo
control palestino exclusivo. El área B, casi el 22% de Cisjordania, está bajo
ocupación militar israelí, en connivencia con la Autoridad Palestina. El área
C, más del 60% de Cisjordania, está bajo ocupación israelí total.
“Israel se da
cuenta de que el mundo está ciego, que nadie lo obligará a poner fin al
genocidio en Gaza y que nadie prestará atención a la guerra en Cisjordania”,
afirma Atef. “La palabra guerra ni siquiera se utiliza. Se llama operación
militar israelí normal, como si lo que nos está pasando fuera normal. Ya no
existe distinción entre el estatus de los territorios ocupados, clasificados
como A, B y C. Los colonos están confiscando más tierras. Realizan cada vez más
ataques . No necesitan el ejército. Se han convertido en un
ejército en la sombra, apoyado y armado por
el gobierno de derecha de Israel. Desde 1948 vivimos en una guerra continua.
Esta es simplemente la fase más reciente».
Jenin y su
cercano campo de refugiados son atacados diariamente por
unidades armadas israelíes, equipos de comandos encubiertos, francotiradores y
topadoras, arrasando barrios
enteros. Drones equipados con
ametralladoras y misiles, así como aviones de combate y helicópteros
de ataque Apache , sobrevuelan el cielo y destruyen casas.
Como en Gaza, aquí también son asesinados médicos y doctores. Kamal Jabarin ,
un cirujano de USAID de 50 años, fue asesinado el 21 de mayo por un
francotirador israelí cuando llegaba a trabajar al hospital gubernamental de
Jenin. El hambre es endémica.
“El ejército
israelí lleva a cabo incursiones que matan a palestinos y luego se marcha”,
afirma Atef. “Pero regresa unos días después. No basta con que los israelíes
roben nuestra tierra. Intentan matar a la mayor cantidad posible de habitantes
originales. Por eso realizan constantemente operaciones militares. Por eso hay
continuos enfrentamientos armados. Pero estos enfrentamientos son provocados
por Israel. Son la excusa para atacarnos continuamente. Vivimos bajo presión
constante.
La dramática
escalada de violencia en Cisjordania se ve ensombrecida por el genocidio en
Gaza. Cisjordania se ha convertido en el segundo frente. Si Israel logra vaciar
Gaza, la siguiente será Cisjordania.
«El objetivo de
Israel no ha cambiado», afirma. “Busca reducir la población palestina,
confiscar porciones cada vez mayores de tierra palestina y construir más y más
asentamientos. Busca judaizar Palestina
y privar a los palestinos de todos los medios de subsistencia. El objetivo final
es la anexión de
Cisjordania”.
“Incluso en el
apogeo del proceso de paz, cuando todo el mundo estaba hipnotizado por la paz,
Israel estaba convirtiendo esta propuesta de paz en una pesadilla”, continúa.
“La mayoría de los palestinos estaban en contra de los acuerdos de paz firmados
por Arafat en 1993, pero aun así lo aplaudieron a su regreso. No lo habían
matado. Querían darle una oportunidad a la paz. En Israel, el primer ministro
que había firmado los Acuerdos de Oslo había sido
asesinado «.
“Hace unos
años, alguien había escrito un eslogan extraño en la pared de la escuela de las
Naciones Unidas al este de Jabaliya”, escribió Atef desde el infierno de Gaza.
«Avanzamos hacia atrás». Es una frase que suena bien. Cada nueva guerra nos
devuelve a los orígenes. Destruye nuestros hogares, nuestras instituciones,
nuestras mezquitas y nuestras iglesias. Arrasa nuestros jardines y parques.
Después de cada guerra, se necesitan años para recuperarse, y antes de que nos
hayamos recuperado, llega una nueva guerra. No hay sirenas de advertencia ni
mensajes enviados a nuestros teléfonos. La guerra simplemente llega».
El proyecto
colonial judío es proteico. Su forma cambia, pero no su esencia. Sus tácticas
varían. Su intensidad se manifiesta en oleadas de fuerte represión y de menor
represión. Su retórica sobre la paz enmascara sus verdaderas intenciones. Se
mueve con su lógica mortífera, perversa y racista. Sin embargo, los palestinos
resisten, se niegan a someterse, resisten a pesar de no tener prácticamente
ninguna posibilidad de éxito, agarrando pequeños granos de esperanza de pozos
sin fondo de desesperación. Hay una palabra para este comportamiento. Heroico.
Fuente: chrishedges.substack.com