26 de noviembre de 1989
El día en el que Suiza segó la hierba bajo los pies
del ejército
Benjamin Von Wyl
Vientosur
28.11.2019
Hace treinta
años, los ciudadanos suizos votaban si abolir o no el ejército. El porcentaje
de votos a favor fue tan sorprendente que impulsó una serie de reformas. ¿Fue
una manera de enterrar la Guerra Fría? Echamos la vista atrás con los
protagonistas de entonces.
Tres semanas
después de la caída del Muro de Berlín, los ciudadanos suizos acudían a las
urnas para votar una propuesta que pedía la abolición del ejército. Detrás de
la iniciativa popular estaba el Grupo para una Suiza sin Ejército (GSsE),
fundado en 1982. El 26 de noviembre de 1989, para sorpresa de todos, el 35,6%
de los votantes –más de un millón de ciudadanos– aprobaban la iniciativa.
Primero fueron
los activistas
“No, no me
esperaba este resultado”, recuerda Oliver Krieg, que hoy disfruta de la
jubilación. En aquella época era uno de los cien miembros del comité de la
iniciativa, un número récord. Gasolinero de profesión, Krieg trabajaba turnos
de noche en una estación de servicio para consagrar las horas del día a
actividades de militancia contra las centrales nucleares y en defensa de la
vida en comunidad.
No le suponía
ningún esfuerzo recolectar firmas a favor de la abolición del ejército en las
pequeñas ciudades del cantón de Solothurn: “Además, un melenudo como era yo,
que llevaba un parche con el martillo y la hoz, ya no podía escandalizar más”.
Su oposición al
ejército ya constaba en su biografía: Krieg era objetor de conciencia. En
aquellos años el servicio militar era obligatorio para los hombres y lo sigue siendo. Solo que a
diferencia de hoy, no existía el servicio civil y la única alternativa era la
prisión, con penas desde varios meses hasta más de un año. Y a aquellos que se
oponían a la detención, se les prohibía el acceso a ciertos trabajos, sobre
todo en el sector público.
“A los
objetores de conciencia se nos recomendaba viajar a Moscú con billete solo de
ida”, recuerda el abogado de Zúrich y uno de los cofundadores del GSsE, Marc
Spescha. Alrededor de 10.000 hombres se negaron a hacer el servicio militar
durante los veinte años precedentes a la votación. Pocos respecto al número de
los alistados en las tropas: el ejército de Suiza, un país neutral, era un
ejército de masas a finales de la Guerra Fría, con 600.000 efectivos, es decir,
uno de cada cinco hombres en un país con 7 millones de habitantes.
¿Cómo puede uno
entrenarse para la guerra?
Renate Schoch,
que hoy es sindicalista, consideraba un escándalo que su pareja tuviera que
prestar servicio militar.Durante la primera semana que su novio pasó en la
escuela de reclutas, de una persona apolítica Renate Schoch se convirtió en
pacifista: “Cuando me di cuenta por lo que estaba pasando mi pareja, sentí un
profundo disgusto. ¿Por qué tenemos que someternos de esta manera? ¿Cómo puede
uno entrenarse para la guerra? Corría el año 1987. Para Renate Schoch, la
primera asamblea del GSsE a la que asistió fue un punto de inflexión en su
vida.
De repente se
sentaba a la mesa con el estereotipo de enemigos de su padre – los trotskistas
y socialistas de izquierda – y se percataba de que compartía con ellos valores
fundamentales. Después de la votación, Schoch trabajó diez años para el GSsE.
Durante un tiempo participó activamente en la política local. Hoy es miembro de
la dirección de la organización sindical más grande de Suiza. La confrontación
con la “vaca sagrada” la llevó a dedicarse a la política: “Me topé de forma
inesperada con la política”.
El ejército es
una “vaca sagrada”, decía el escritor Max Frisch antes de la votación que
pretendía abolirlo. “Es un tabú. De la existencia o no existencia de Dios
podemos hablar con decencia, de sexo podemos hablar con o sin decencia. Del
ejército no podemos hablar”. Max Frisch se refiere a la neutralidad de Suiza.
Es uno de los valores más íntimos del país que lo obliga – hasta hoy en día –a
organizar solo la defensa de su propia independencia con el consiguiente
dispendio.
“Una democracia
debe ser capaz de tolerar”
Andres Türler ha
sido coronel del Estado Mayor y concejal de Zúrich. Hace treinta años el
jurista afiliado al Partido Liberal Radical (PLR, derecha liberal) luchó contra
la iniciativa del GSsE. Hoy reconoce que el resultado no le sorprendió. Y aún
menos que la mayoría de los soldados votaran a favor de la abolición del
ejército: “El servicio militar no es ni voluntario ni divertido. Yo lo hice
porque era obligatorio”.
La rabia contra
esa obligación explica una parte de los votos favorables. Pero Türler considera
que incluso hoy en día alrededor de una quinta parte de la población suiza
sigue cuestionando al ejército. “Una democracia debe ser capaz de tolerar eso”.
El político del
PLR valora el debate que generó la iniciativa del GSsE: “Los partidarios, a mi
juicio, no eran traidores a la patria, sino conciudadanos con una opinión
diferente. Las discusiones de entonces dieron vida a nuestra democracia”. En
alguna ocasión Türler se cruzó con el objetor de conciencia Marc Spescha, que
destaca también el carácter cívico de aquella campaña: “Siempre hemos insistido
en que la mejor democracia es aquella en la que se discuten y cuestionan todas
las certezas – incluido el ejército”.
Retórica de
trinchera en el Palacio Federal
Las autoridades
utilizaban la retórica de trinchera contra los detractores del ejército. “Suiza
no tiene un ejército, Suiza es un ejército”, escribía el Gobierno en su mensaje
al Parlamento, publicado un año antes de la votación, recomendándole que
rechazara la propuesta. La iniciativa “hiere el orgullo de todos los militares
de nuestro país”, decía un demócrata cristiano durante el debate parlamentario.
Un diputado de la Unión Democrática de Centro (UDC, derecha conservadora)
declaraba que esta “iniciativa de traidores a la patria” le había despertado
una “santa rabia”. “Hemos llegado demasiado lejos si unos locos extremistas
pretenden incluso abolir nuestro ejército”.
Los diputados,
a diferencia de lo que es costumbre, tuvieron que votar de forma nominal. Solo
trece de ellos se pronunciaron contra el ejército. Posteriormente, dos
parlamentarios confesaron bajo anonimato a la televisión suiza que habían
votado a favor del ejército en contra de su convicción personal, por miedo a no
ser reelegidos.
"El resultado de la votación liberó a la Suiza de habla alemana de la Guerra
Fría” dijo Jo Lang. La carrera de Jo Lang, que luego sería diputado de la lista
Verde Alternativa, siempre estuvo vinculada al GSsE. Para el historiador de
Zúrich está claro que “el resultado de la votación liberó a la Suiza de habla
alemana de la Guerra Fría”. La caída del Muro de Berlín y el final del Pacto de
Varsovia influyeron en el resultado de la votación, lógicamente. Menos
determinante, según Lang, fue el denominado “escándalo de las fichas”
que salió a la luz la semana previa a la votación, cuando la población supo que
los servicios secretos habían vigilado sistemáticamente a cerca de 900 000
ciudadanos en el país. Lang considera que el lapso entre la publicación del
informe de la comisión de investigación y el domingo de votación fue demasiado
corto para repercutir en el resultado.
“Fue la caída
del Muro de Berlín lo que cambió las posiciones, no la iniciativa”, sostiene el
entonces ministro de Defensa Kaspar Villiger El elevado porcentaje de votos a
favor de la abolición del ejército fue la expresión de “todo tipo de
descontento con las experiencias concretas en el ejército” al que muchos ciudadanos
dieron rienda suelta a través de las urnas, explica el exministro. Villiger
señala que “la aprobación inesperadamente alta” le ayudó a emprender las
reformas del ejército: “Incluso los antiguos miembros de la cúpula militar
entendieron que se necesitaba una reforma”.
¿El elevado
apoyo a la abolición del ejército fue un mero síntoma de los cambios políticos
que se estaban produciendo a nivel global? Hay opiniones divergentes.
“Simbólico”
para la época
Presencia Suiza, la entidad estatal dedicada a promover la proyección internacional de
Suiza, escribe que este “éxito de estima” es un “símbolo” de la época de la
caída del Muro. Hoy, el número de efectivos del ejército es cinco veces menor
que hace treinta años. Desde 1996, Suiza dispone de un servicio civil alternativo.
Y ser oficial del ejército no es garantía ni condición para una
carrera profesional de éxito y en lugar del servicio militar se
puede optar por el servicio civil.
Más de un
millón de personas rompieron un tabú aquel 26 de noviembre de 1989. La
iniciativa movilizó tanto a defensores como a detractores del ejército: Con
casi el 70% de afluencia a las urnas la primera iniciativa para la abolición
del ejército alcanzó la tercera tasa de participación más alta hasta la fecha.
“Se había roto
un tabú”
¿Entonces,
aquel domingo de votación se sacrificó la vaca sagrada? “Se había roto un tabú,
aunque no conseguimos sacrificar a la vaca sagrada”, responde Jo Lang. Al igual
que Renate Schoch, Marc Spescha y Oliver Krieg, Lang sigue convencido de que
Suiza no necesita un ejército.
Traducción del alemán: Belén Couceiro
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