‘Vallibonavenatrix’,
el primer dinosaurio espinosáurido de la península ibérica
TERCERAINFORMACIÓN.ES
22/08/2019
En la localidad castellonense de Vallibona se ha
descubierto el primer dinosaurio terópodo del registro ibérico representante
del grupo de los espinosáuridos. Esta especie carnívora, a la que han
denominado Vallibonavenatrix cani, habitó la comarca durante el Cretácico
Inferior.
Reconstrucción
del aspecto en vida de Vallibonavenatrix cani / José Antonio Peñas
Rodeado de un paisaje subtropical costero, cercano a
un delta fluvial, vivió hace 125 millones de años Vallibonavenatrix cani,
un dinosaurio carnívoro de entre unos ocho o nueve metros, que perteneció al
grupo de los espinosáuridos.
Así lo han constatado científicos del Instituto Dom
Luiz de Lisboa (Portugal), de la Universidad Nacional de Educación a Distancia
(UNED) y de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) que han estudiado los
restos de su esqueleto descubiertos en el yacimiento de Formación Arcillas de
Morella en la localidad de Santa Águeda en Vallibona (Castellón).
“En el Cretácico Inferior hubo dos terópodos grandes
en la Península: Concavenator hallado en
Las Hoyas (Cuenca) y el espinosáurido que aparece en la mayoría de los
yacimientos de esta datación, pero difícilmente identificable hasta ahora por
el escaso material”, dice a Sinc Francisco Ortega, paleontólogo del Grupo de
Biología Evolutiva de la UNED y coautor del estudio que publica la revista Cretaceous Research.
Vallibonavenatrix se convierte, por tanto, en el único representante
descrito de la familia de los espinosáuridos en la península ibérica.
Los fósiles que se conocen de este dinosaurio los
halló a principios de los años 90 Juan Cano Forner, un aficionado a la
paleontología de Sant Mateu (Castellón). En 1994 pasaron a forman parte de su
colección museográfica, reconocida por la Generalitat Valenciana. De hecho, el
nombre de esta nueva especie significa ‘la cazadora de Vallibona’ y ‘cani’ hace
referencia al descubridor de los restos.
Desde su hallazgo, varias campañas se han afanado en
buscar más huesos de este dinosaurio sin éxito. “Creíamos que íbamos a
encontrar más restos, de hecho el año pasado hicimos dos excavaciones ex
profeso para intentar cazar a este animal en los lugares en los que había
referencias de que se encontraban restos de terópodos. Pero tuvimos poca
suerte, estos depredadores son muy huidizos”, añade Ortega.
El esqueleto analizado incluye vértebras dorsales,
sacras y caudales y elementos de la cintura pélvica del animal.
Tradicionalmente los escasos fósiles de espinosáuridos conocidos en la
península ibérica habían sido asignados al género Baryonyx del
Cretácico Inferior de Inglaterra. Sin embargo, siempre se ha considerado que el
análisis de nuevos restos permitiría ajustar mejor esta asignación y que la
diversidad de espinosáuridos ibéricos podría ser más compleja.
El descubridor del fósil, Juan Cano Forner, junto a la
primera firmante del artículo, Elisabete Malafaia
Un espinosáurido con parientes en el hemisferio sur
Los espinosáuridos se caracterizan por la peculiar
forma de sus cráneos y dientes, que presentan ciertas semejanzas con los de los
cocodrilos. Además, son muy reconocibles por el desarrollo de espinas neurales
altas en algunas de sus vértebras, lo que produce una especie de vela sobre el
dorso de su espalda, al que deben su nombre.
Estos animales son relativamente escasos en la
península ibérica, pero cuentan con un registro abundante en el norte de
África, América del Sur, Asia y, más cercanamente, en Inglaterra. “Lo que nos
ha sorprendido es que este dinosaurio está más emparentado con los
espinosáuridos del norte de África como Spinosaurus, o Asia, como Ichthyovenator,
que con otro terópodo europeo de la misma familia como Baryonyx”, apunta
Ortega.
Vallibonavenatrix vivió en un hábitat que durante el Cretácico Inferior
estaría situado muy al sur, cercano a la posición actual de las islas Canarias.
El punto concreto de la Formación Arcillas de Morella estaría en la
desembocadura de un río, muy próximo a la costa. El clima fue muy húmedo y
cálido, con una cierta alternancia de estaciones y una época seca.
La fauna que acompañó al dinosaurio fue la típica de
toda Europa, compuesta sobre todo por especies de herbívoros gregarios que
pastarían en este lugar, como los ornitópodos iguanodóntidos del que Morelladon
beltrani es representante autóctono de este yacimiento.
También convivió con dinosaurios acorazados del tipo
de los anquilosaurios y existe registro de otros más pequeños, como lagartos o
especies propias de la línea de mar, como tortugas tropicales, cocodrilos,
plesiosaurios y tiburones debido la proximidad a la costa.
Una formación histórica en la
paleontología de dinosaurios de España
La Formación Arcillas de Morella es una de las
referencias más frecuentes en la historia de los vertebrados fósiles españoles,
dado que es el origen de algunos de los primeros restos de dinosaurios
identificados en España en el último tercio del siglo XIX.
Sus yacimientos afloran en distintos puntos de la
comarca. “En Vallibona hay registro de dinosaurios desde los años 20 y en la
proximidad tenemos recogidas excavaciones de paleontólogos castellonenses
desde los años 30. Estas arcillas son extremadamente ricas”, indica el
paleontólogo de la UNED.
Son abundantes las minas de arcilla para construir
ladrillo, de las que los científicos hacen seguimiento ya que aparecen restos
de dinosaurios por miles. “Se hacen controles paleontológicos obligatorios por
patrimonio”, continúa Ortega.
El trabajo presentado se enmarca en la línea de
investigación que este grupo desarrolla para la reconstrucción de las faunas
que habitaron los ecosistemas del Cretácico Inferior de la Formación Morella en
la actual comarca castellonense de Els Ports, integrada geológicamente en la
Cuenca del Maestrazgo.
Referencia bibliográfica:
Malafaia, E., Gasulla, J. M., Escaso, F., Narváez, I.,
Sanz, JL., Ortega, F. (2019). “A new spinosaurid theropod
(Dinosauria: Megalosauroidea) from the late Barremian of Vallibona Spain:
Implications for spinosaurid diversity in the Early Cretaceous of the Iberian
Peninsula”. Cretaceous
Research, 104221. https://doi.org/10.1016/j.cretres.2019.104221
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