jueves, 12 de noviembre de 2020

Instrumento político, esencial y básico, para el análisis de la realidad social concreta

 

Correlación de fuerzas en la lucha de clases actual

Diario Octubre / 11.11.2020

Final del formulario

F.J. Ferrer.— Por correlación de fuerzas, dentro del marco de la lucha de clases, se debe entender la forma en que las distintas fuerzas sociales se agrupan, con el objetivo de imponer sus particulares intereses de clase, dependiendo de su capacidad para hacerlo, en un momento determinado.

En el marco del Estado español, esta correlación de fuerzas viene marcada por la situación en la que se encuentran las diversas clases sociales y las posibilidades con las que cuentan para mantener su hegemonía o adquirirla, si aún no la tiene. Esta correlación de fuerzas está íntimamente ligada a la que se da en el marco internacional, donde el imperialismo, ya sea de los EE. UU., la Unión Europea u otros países capitalistas, influye de forma decisiva en las distintas burguesías nacionales dependiendo de su puesto en la cadena imperialista.

Así pues, para determinar la situación de estas fuerzas sociales, debemos examinar, aunque de forma somera dada la limitación de espacio de este artículo, los siguientes aspectos. Por un lado, la burguesía, trata por todos los medios de sobrevivir en un marco de profunda crisis estructural del sistema, agravada en estos momentos por la pandemia de la COVID-19. El proceso de concentración del capital que se da en esta fase imperialista hace que la oligarquía consiga desplazar amplias capas de la pequeña y mediana burguesía, arruinándolas y “proletizándolas”, eliminando de este modo una competencia a sus intereses en el mercado. De igual forma, las grandes empresas de la oligarquía (participadas mayoritariamente por capital extranjero), que controlan los sectores económicos estratégicos y que acumulan casi toda la riqueza del país, imponen, de forma férrea, sus condiciones en el marco institucional del Estado, dictando las pautas necesarias para consolidar su posición de dominio absoluto sobre el mercado, incluido el mercado laboral, así como su hegemonía de clase.

Ante la agudización de la crisis general del sistema, la burguesía se ha visto obligada a facilitar el acceso a sus instituciones políticas a la socialdemocracia y oportunistas con el objetivo de prolongar, en lo posible, el pacto social y así seguir manteniendo su actual dictadura. En esta crisis, todas sus superestructuras están quebrando, desde la monarquía al poder judicial, pasando por la institución parlamentaria, que se ha convertido en un circo incapaz de dar soluciones a los problemas que afectan a la mayor parte de la población del Estado español y donde los partidos políticos que representan a las distintas facciones de la burguesía se encuentra enzarzados en una batalla que nada tiene que ver con la situación real en la que se encuentra la clase obrera y los sectores populares, quienes comienzan a ejercer una incipiente presión.

De otro lado y como eje antagónico, la clase obrera en el Estado español se encuentra hoy tratando de hacer frente a la brutal acometida que la oligarquía viene desencadenado contra sus derechos y condiciones de vida, agravada por la deficiente e ineficaz gestión de la crisis sanitaria provocada por la pandemia. Hoy por hoy, las trabajadoras y trabajadores no estamos luchando por obtener nuevos derechos o por mejorar nuestras condiciones de vida, sino que estamos luchando por no perder derechos ya adquiridos y porque nuestras condiciones de vida no empeoren. Y esto extendido a todos los ámbitos de nuestra vida. Se pelea, cuando se hace, para que se cumplan los convenios, para que no cierren esta o aquella fábrica, contra la precarización laboral, contra las jornadas extenuantes, contra el paro, contra los desahucios, contra el desmantelamiento de los sistemas públicos de salud y enseñanza, por mantener las pensiones, ya de por sí exiguas e insuficientes, etc. Es decir, la clase obrera se encuentra a la defensiva.

Esta situación viene determinada, en gran medida, por las maniobras de la patronal que, contando con el apoyo de organizaciones sindicales colaboracionistas, neutralizaron el movimiento obrero desviándolo hacia formas de actuación exclusivamente enmarcadas en el ámbito institucional, propiciando consecuentemente la pérdida de su autonomía e independencia como clase en la defensa de sus intereses. Se desmantelan y desarticulan las tradicionales herramientas y métodos de lucha de la clase obrera, sustituyéndolas por el pacto o acuerdo social que estrangula cualquier forma de lucha que se salga del marco puramente institucional. Unido a esto, el avance de leyes represivas como la Ley Mordaza (Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de protección de la seguridad ciudadana) y las sucesivas reformas del Código Penal, entre otras, han permitido a la oligarquía neutralizar en gran medida las movilizaciones de las masas trabajadoras e imponer su dictadura, sin olvidarnos del enorme poder que tienen sus medios de comunicación para interferir en la vida cotidiana de toda la población.

De igual forma, la atomización del movimiento sindical, más preocupado por la supervivencia de sus siglas que por lograr una efectiva unidad de acción, hace que el movimiento obrero no pueda presentar un frente reivindicativo amplio y unido frente a los ataques de la patronal.

En este marco, es claro que la correlación de fuerzas favorece a la oligarquía frente a la posición de resistencia de la clase obrera.

Por ello, es absolutamente necesario que la clase obrera cuente con su partido de vanguardia, que la oriente y dirija en su lucha contra los ataques de la patronal y por su emancipación. El Partido Comunista de los Pueblos de España, tras la celebración de su XI Congreso, asume como una de sus tareas prioritarias lograr la necesaria implantación del Partido entre la clase obrera, con el objetivo de contribuir a cambiar la correlación de fuerzas a favor de la clase obrera y demás sectores populares, pues las condiciones materiales para derrotar el caduco sistema capitalista están ya dadas.

“Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo nacen cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización”. (Marx, Prólogo a la Crítica de la Economía Política).

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Uno a uno como vos, Señor. Todos juntos más que vos, le vinieron a decir los nobles aragoneses a su Rey a pesar de que la nobleza aquella no pertenecía ni a Podemos ni a Izquierda Unida. Y es que pasa eso, que cuando los afiliados y militantes de un partido de izquierdas están más a la novena o al Dios te salve Reina y Madre del que más manda en ese partido, entonces ese mandón partidario, el bacalao que seguramente no será capaz de repartir en su casa se pone a repartirlo en el partido. Por el Niñito Jesús lo juro.

 

EXTREMADURA


Adelante Andalucía o atrás Extremadura. El conflicto andaluz en clave extremeña

El intento de IU y Podemos Andalucía, con el apoyo del Partido Popular, PSOE y Vox, de expulsar a la mayoría del grupo parlamentario de Adelante Andalucía liderado por Teresa Rodríguez, tiene una explicación política que condiciona el futuro de la izquierda en el resto de territorios. ¿Qué consecuencia tendrá aquí, en Extremadura?

 

Teresa Rodríguez y Pablo Iglesias en el anuncio de la ruptura entre Adelante Andalucía y Podemos.

 

Francis Reina Corbacho

Julian Coppens

Son militantes de Anticapitalistas en Extremadura.

 Elsalto

11 NOV 2020 09:30

Que no vengan a inventarse un partido político de Andalucía, luego uno de Sevilla, luego uno de Écija y luego de un barrio de Écija... hacer proyectos provinciales o locales, eso es tener una perspectiva política muy reducida y muy mediocre”. Enrique Santiago, secretario general del PCE y diputado de Unidas Podemos. Madrid, 30 de octubre de 2020.

Hace tres años, todos los partidos, movimientos y sectores de la izquierda andaluza confluyeron en el diseño de una estrategia conjunta para hacer frente a Susana Díaz y lo que representaba el PSOE de Andalucía, ejemplo paradigmático del caciquismo, las redes clientelares y la corrupción, rémora estructural durante cuarenta años para las clases populares del pueblo andaluz. Con Teresa Rodríguez como lideresa (indiscutible, también, dentro de Podemos, tras contar con el voto en primarias de casi 8 de cada 10 de sus militantes) de un proyecto que, tanto en la teoría como en la práctica, constituía una estrategia opuesta a las tesis centralistas de la dirección estatal de Podemos, Adelante Andalucía nacía para “poner en el centro a Andalucía (…) desde Andalucía, porque nadie mejor que las andaluzas y los andaluces saben lo que necesita nuestra tierra”.

Con Teresa Rodríguez como lideresa de un proyecto que, tanto en la teoría como en la práctica, constituía una estrategia opuesta a las tesis centralistas de la dirección estatal de Podemos

Con ese objetivo fundacional, en noviembre del año 2018 y a escasos días de las elecciones autonómicas en Andalucía, Enrique Santiago, secretario general del Partido Comunista de España, declaró que Adelante Andalucía era “la única fuerza capaz de cambiar la realidad de Andalucía, de garantizar todos los derechos de las andaluzas y los andaluces y de acabar (…) con el gobierno del PSOE, que en treinta años ha sido incapaz de garantizar una vida digna a las andaluzas y los andaluces”. Al igual que Podemos, Izquierda Unida y todos los sectores andalucistas, apoyó incondicionalmente a Teresa Rodríguez, según sus propias palabras, “la candidata más firme, la que mejor conoce la realidad andaluza y la que está en mejores condiciones para mejorar las condiciones de vida del pueblo andaluz”.

Dos años después de aquellas declaraciones, ya hoy, en 2020, el mismo Enrique Santiago que hiciera campaña por quienes apostaron por la construcción de un sujeto político andaluz —siendo a posteriori la coalición con más peso político del “espacio del cambio”, con el 16% de los votos— afirmó hace un par de semanas, en relación a la expulsión de Teresa Rodríguez y otros siete diputados del grupo parlamentario de Adelante Andalucía por parte de la Mesa del Parlamento andaluz, con los votos de PP, PSOE y Vox, que “no se puede estar dividiendo hasta lo ridículo. Que no vengan a inventarse un partido político de Andalucía, luego uno de Sevilla, luego uno de Écija y luego de un barrio de Écija, por decir algo (…) Estamos trabajando por un proyecto político de ámbito estatal, no en hacer proyectos provinciales o locales, eso es tener una perspectiva política muy reducida y muy mediocre (…) Nuestro pueblo, lo que necesita es un partido de ámbito estatal y no partidos locales que son más fáciles de domesticar por las oligarquías”.

Dos años después de aquellas declaraciones (...) el mismo Enrique Santiago que hiciera campaña por quienes apostaron por la construcción de un sujeto político andaluz (...) afirmó que eso es tener una perspectiva muy mediocre

¿Cómo puede explicarse este giro de 180 grados? ¿Qué explicación político-estratégica se esconde detrás de quien describió como “buena noticia” el “apoyo masivo” de un “modelo ejemplar para generar alternativas de gobierno” y, tiempo después, ejecutó la expulsión ilegal de la lideresa “que mejor conoce la realidad andaluza y la que está en mejores condiciones para mejorar las condiciones de vida del pueblo andaluz”?

GOBIERNO DE COALICIÓN CON EL PSOE

La entrada de Unidas Podemos en un gobierno de coalición con el PSOE en el Congreso ha generado una contradicción entre, por un lado, IU estatal e IU Andalucía y, por otro, Podemos Andalucía, bajo la dirección de Teresa Rodríguez, y el proyecto del Podemos de Pablo Iglesias.

Esta incoherencia se basa fundamentalmente en una cuestión política y otra esencialmente orgánica: en el plano político, mientras que Unidas Podemos está integrado, a nivel estatal, en el Gobierno junto al PSOE, Adelante Andalucía tiene como principio fundacional no entrar bajo ningún concepto en gobiernos de coalición —dada, además, la experiencia de IU Andalucía en el cogobierno con Susana Díaz— con el PSOE andaluz; en el plano orgánico, Adelante tiene un carácter confederal mientras que, tanto la dirección estatal de Podemos como la de IU, pretenden seguir apostando por la tradicional idea de manejar los hilos desde Madrid, entendiendo que el resto de territorios son sucursales de esa política centralista, algo que choca con la esencia de la confluencia andalucista.

Tanto la dirección estatal de Podemos como la de IU, pretenden seguir apostando por la tradicional idea de manejar los hilos desde Madrid, entendiendo que el resto de territorios son sucursales de esa política centralista

Más allá de las contradicciones, como —recordemos, aunque se haya normalizado—  pasar de querer acabar con el bipartidismo a coligarte con el PSOE del Régimen y los ERE, las consecuencias son incontables. ¿Cómo vamos a denunciar la ineficacia del Ingreso Mínimo Vital, la subida de sueldos a los políticos, la subida de casi el 7% del presupuesto de la Casa Real o la situación de precariedad y colapso de los hospitales públicos si ahora el Gobierno somos nosotros? Sirva de ejemplo flagrante de esa anteposición de la defensa del Gobierno a la protección de las trabajadoras y trabajadores y, por tanto, de la traición a los principios políticos, cuando IU ordenó a los diputados de Adelante que dejaran de pedir más carga de trabajo para los Astilleros de Cádiz porque “no se puede exigir cosas al Gobierno si el Gobierno somos nosotros”.

Esta cuestión fue la razón principal de la salida de Anticapitalistas y el equipo de dirección de Teresa Rodríguez de Podemos Andalucía. La fidelidad a los principios sobre los que se fundó Adelante Andalucía eran incompatibles con defender la política de Podemos, aunque la gran mayoría de las y los inscritos en Podemos Andalucía apoyaba la dirección de Teresa Rodríguez y su proyecto de construir Adelante Andalucía como partido. Cabe recordar que, en las primarias conjuntas de Adelante Andalucía, la lista de Teresa Rodríguez, acordada entre las cuatro organizaciones, ganó con el 92% de los votos. La salida de la antigua dirección de Podemos Andalucía —la dirección más duradera y, a la vez, la más exitosa electoralmente de toda la organización de Podemos— fue pactada con Pablo Iglesias con un acuerdo sobre las actas de los cargos públicos y los recursos económicos, sellado con un vídeo conjunto de despedida.

Cabe recordar que, en las primarias conjuntas de Adelante Andalucía, la lista de Teresa Rodríguez, acordada entre las cuatro organizaciones, ganó con el 92% de los votos

En el plano interno, la sumisión al PSOE y la defensa a ultranza del Gobierno han ido de la mano de un sinfín de maniobras internas en Adelante Andalucía de varios grados, tejemanejes tan innumerables como sus contradicciones ideológicas al aceptar la coligación con el partido de Pedro Sánchez: oposición interna a la afiliación de Anticapitalistas Andalucía, convocatoria de reuniones paralelas fuera de los órganos legítimos, quita de decenas de miles de euros de las cuentas de Adelante de las diputaciones de Málaga y Huelva, despidos unilaterales y un largo etcétera de operaciones execrables. 

Sin duda, todas esas cutres maniobras de pasillo, típicas de cualquier casta podrida de la política institucional y sus habituales repartos del pastel, ajenos a la coyuntura política y a las necesidades de las clases populares, no tienen en absoluto comparación con la cacicada que conocimos esta semana pasada: la expulsión de 11 de los 17 diputados del grupo parlamentario por iniciativa de IU, en colaboración con Podemos y con los votos a favor del PSOE, PP y Vox. Una expulsión sin reunión previa ni consulta al grupo parlamentario, avisado con diez minutos de antelación, votada con la derecha y la ultraderecha y, por si fuera poco, en plena baja por maternidad de Teresa Rodríguez (¡viva la feminización de la política y la política de cuidados!). Con ese acuerdo con PP y Vox en la Mesa, y la posterior oferta de pactar los presupuestos andaluces con el Partido Popular, IU y Podemos han roto con la última pata sobre la cual se fundó Adelante Andalucía: ser dique de contención a las derechas.

 

 

Aunque ahora la Mesa del Parlamento haya reconsiderado la expulsión, ¿dónde queda el acuerdo sobre las actas de los cargos públicos y los recursos económicos, simbolizado con un vídeo conjunto de despedida, entre Pablo Iglesias y Teresa Rodríguez? ¿Dónde queda aquel “poner en el centro a Andalucía desde Andalucía”?

Una expulsión sin reunión previa ni consulta al grupo parlamentario, avisado con diez minutos de antelación, votada con la derecha y la ultraderecha y, por si fuera poco, en plena baja por maternidad de Teresa Rodríguez

Desde luego, la integridad en un espacio político demasiado conocido por sus titulares sobre las luchas internas brilla por su ausencia. Tanto es así que Alberto Garzón, quien considerara antes de ser diputado que "el socialismo está en la coalición Adelante Andalucía”, ahora, preguntado por la situación del grupo parlamentario andaluz, no sólo defienda la expulsión, sino que, además, considere “el modelo del Gobierno central de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos, exportable también a Andalucía para hacer frente a la amenaza reaccionaria de la extrema derecha”.

¿CÓMO SE EXTRAPOLA ESTO EN EXTREMADURA?

Hasta ahora hay un consenso tentativo, inarticulado pero implícito, entre la izquierda a la izquierda del PSOE, al considerar Extremadura huérfana de un proyecto político extremeño para enfrentar el plan fracasado del PSOE de Vara (ese extremeñismo vacío, articulado contra Catalunya, dependiente de Madrid, que echa balones fuera en relación a los históricos fracasos de su proyecto neoliberal capitalista y que empuja a las mayorías sociales extremeñas al paro, la precariedad y la emigración).

Al contrario de lo que dicen Alberto Garzón y Enrique Santiago, un proyecto basado en las realidades de cada territorio, en el derecho a decidir en un proceso constituyente, tanto en las nacionalidades históricas como en Extremadura, implantado socialmente, solidario desde abajo entre los pueblos, no sería fácilmente domesticado “por las oligarquías”. De hecho, es la historia de Unidas Podemos un ejemplo vivo de la domesticación total de “un proyecto político de ámbito estatal”, incapaz de responder a las necesidades particulares de los territorios.

Ahora la duda es, ¿las direcciones de Podemos e IU Extremadura tienen algo que decir sobre los acontecimientos en Andalucía? ¿Está bien pactar la expulsión de la mayoría del grupo parlamentario de Adelante Andalucía con el PP y Vox? ¿Están bien las declaraciones machistas de la ministra de Igualdad, Irene Montero, más típicas de la casta patronal que de la voz institucional del 8M?

¿Según el Secretario General del PCE, organizar una fuerza extremeña, unida bajo un programa para resolver los problemas que décadas de gobiernos del PSOE no han resuelto, construida aquí, desde abajo, y no teledirigida según las prioridades de las direcciones estatales, “es tener una perspectiva política muy reducida y muy mediocre”? ¿El Partido Comunista de Extremadura piensa igual que su secretario general?

¿Según el Secretario General del PCE, una fuerza extremeña, unida bajo un programa para resolver los problemas que décadas de gobiernos del PSOE no han resuelto (...) “es tener una perspectiva política muy reducida y muy mediocre”?

¿Defender abiertamente —o con un silencio cómplice—, esa fontanería sucia de marionetas al servicio de “un proyecto de ámbito estatal” sumiso bajo el paraguas del gobierno “más progresista de la historia” cuadra con, por ejemplo, defender un tren digno en Extremadura? ¿O el cierre de Almaraz? ¿La expropiación de las hidroeléctricas y térmicas solares para dedicar sus beneficios al desarrollo social de Extremadura? ¿Una banca pública extremeña? ¿El no a las minas? ¿La transición energética? ¿También será un “modelo exportable” para Extremadura ligarse a Guillermo Fernández Vara y ser sumiso a sus políticas en nuestra tierra?

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¿Es España un "Estado fallido" y cómo deberá tratar la UE con su miembro?

 

¿Es España un “estado fallido” y cómo debería tratar la UE con su miembro?

 Neue Zücher Zeitung

Sociología Crítica

12.10.2020 

La ayuda financiera rápida y masiva de la UE a una España acosada por el virus no es actualmente responsable. Políticamente, la situación es demasiado inestable. Es posible que se necesite el Banco Mundial o el FMI para identificar proyectos significativos que merezcan financiación.

Friedrich L. Sell 09.10.2020 Neue Zücher Zeitung

«Estado fallido»: ¿un término adecuado*? Hace apenas unos días, Iñigo Errejón, diputado en las Cortes españolas por Más País, lo utilizó en los Desayunos de Televisión Española. Sin embargo, no se estaba refiriendo, al menos todavía, al gobierno central ni a toda España, sino inicialmente solo al gobierno local de la Comunidad de Madrid, que ha perdido por completo el control de la propagación del Covid-19 en las últimas semanas. Como es bien sabido, se habla de un “Estado fallido” cuando ninguno de los tres poderes de un Estado constitucional democrático siguen cumpliendo lo que la Constitución y el pueblo esperan de ellos: una actuación legitimada democráticamente y un funcionamiento institucional sin conflictos.

Crisis constitucional y gubernamental

Si bien la atención de la Comisión de la UE, así como del gobierno alemán y el público se concentra por completo en Polonia y Hungría en lo que respecta al estado de derecho y la democracia, están sucediendo cosas tremendas en la quinta economía europea más grande, España. Estos se pueden enumerar de la siguiente forma.

Primero, la crisis constitucional -monarquía y separatismo catalán: al menos desde la ignominiosa partida de Juan Carlos I y su huida -como debería llamarse- a Arabia Saudí, la monarquía española ha sido muy controvertida en su propio país. Felipe VI Está perdiendo cada vez más aceptación, regiones concretas, como Cataluña o el País Vasco, se niegan abiertamente a seguirlo. Al mismo tiempo, el gobierno de Cataluña, que en el mejor de los casos representa a una minúscula mayoría de la población, continúa en un camino irreconciliable de secesión del centro de España. Esto se lo facilita el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, al abrirse al chantaje en el parlamento de Madrid por su necesidad del apoyo parlamentario del partido de izquierda catalán ERC.

En segundo lugar, la crisis de gobierno y coalición: Sánchez no tiene mayoría en las Cortes y depende repetidamente de la aprobación o tolerancia de los partidos regionales (ERC, pero también Bildu, hasta hace poco brazo político de la organización terrorista vasca ETA). La ministra española de Economía, Nadia Calviño del gobernante partido socialista PSOE, afirma que el país necesita urgentemente unos presupuestos generales al día. Los últimos se remontan a 2018, de cuando el anterior gobierno conservador de Mariano Rajoy (PP), que fue derrotado por el PSOE y sus aliados en una moción de censura constructiva en el verano de 2018, inmediatamente después de que se ganara la votación presupuestaria. Según Calviño, esto es necesario para poder presentar solicitudes al fondo europeo de reconstrucción en breve.

Incluso dentro del gobierno las fuerzas centrífugas aumentan constantemente: el socio de la coalición alternativa de izquierda, Unidas Podemos, surgido del movimiento español Occupy, exige aumentos de impuestos en relación con un mayor gasto social en medio de la crisis de la Corona. Sánchez no quiere ceder a esto (todavía), y por su parte también busca conversaciones sobre el presupuesto con el partido liberal de oposición Ciudadanos. Los liberales, sin embargo, rechazan categóricamente un mayor gasto social y exigen recortes de impuestos. Ciudadanos solo tiene 10 escaños parlamentarios, en contraste con los 35 de Unidas Podemos. Recientemente, Pedro Sánchez y su socio de coalición presentaron un proyecto de ley a las Cortes, según el cual los municipios de España deben poner sus ahorros pasados ​​a disposición del gobierno central: un intento desesperado y al mismo tiempo vergonzoso, si no escandaloso, de resolver los propios problemas domésticos no resueltos. Falló con eso.

Pandemia no controlada

Además, está la segunda ola del coronavirus que golpea a España como en ningún otro lugar de Europa: hay hasta 10.000 nuevos contagios cada día, especialmente en la Comunidad de Madrid. Si cree en los informes de los medios, los hospitales pronto volverán a estar al límite, al igual que las autoridades sanitarias con el registro y seguimiento de las infecciones. La gastronomía y los hoteles siguen en funcionamiento. Pero: a diferencia del nuestro, a los huéspedes de bares, bistrós y restaurantes rara vez se les pide que registren su dirección, número de teléfono móvil y duración de la visita. Ergo: Es probable que el número de casos no denunciados sea considerablemente mayor. En lugar de cooperar, los gobiernos regional y central se culpan mutuamente.

En tercer lugar, la crisis de los partidos: en tal situación, uno querría una oposición poderosa que esté lista para hacerse cargo del gobierno. Mientras Ciudadanos se redujo de 57 a 10 escaños parlamentarios en las últimas elecciones, el PP conservador se hunde -tras el escándalo sobre sus comisiones irregulares (el llamado asunto Gurtel) – nuevamente en el pantano de las maquinaciones criminales: esta vez (el llamado asunto Kitchen) Los ministros del PP tienen sus propios tesoreros y otros “sospechosos” que podrían dañar al partido en los tribunales espiados al estilo de un Watergate hispano, a expensas del estado, por supuesto.

En cuarto lugar, la crisis judicial: la imposibilidad de compromiso entre PSOE y PP ha provocado la aparición de nuevos jueces [sin consenso] en los tribunales centrales, etc, y en el Tribunal Constitucional español, no se han renovado durante dos años. Los partidos de la oposición acusan al fiscal de corrupción porque se niegan a acusar al gobierno de la fatal gestión de la crisis en la pandemia de la corona. [Un]escándalo [nuevo] se produjo a finales de septiembre cuando el gobierno central se negó a dar permiso al rey Felipe para entregar sus nuevos nombramientos a los jóvenes jueces de Cataluña, como en años anteriores. Supuestamente [fue] para proteger al monarca.

¿Cómo debería reaccionar Europa?

De esta precaria situación, los españoles solo podrán salir por sí mismos. Pero eso llevará tiempo. Y necesitará liderazgos en los negocios y la política como columna vertebral. ¿Cómo debería Europa tratar con España? Se sabe que el Fondo Europeo de Recuperación ayuda a los estados miembros de la UE particularmente afectados por la crisis de Covid 19 a recuperarse, especialmente económicamente. España es sin duda uno de estos países. Sin embargo, la pregunta es si el país está lo suficientemente preparado para la considerable entrada futura de fondos: se habla de 80 a 100 mil millones de euros para 2021 y 2022; eso debe ser puesto en duda.

Por todo esto, una liberación rápida y masiva de fondos de (y con el control de) Bruselas no sería responsable. Hasta ahora, la UE reconoce poco o nada de la situación en España descrita anteriormente. Por lo tanto, es posible que se necesiten organizaciones como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional para garantizar que los proyectos significativos se identifiquen, planifiquen y luego solo se financien con fondos de la UE para luego ser evaluados. Después de todo, probablemente la búsqueda no sea tan difícil: obviamente, es aconsejable estabilizar primero el sistema de salud en crisis y hacerlo lo más resistente posible a nuevas conmociones. España todavía no es un “Estado fallido”, pero no está lejos de serlo. Razón suficiente para que Europa finalmente despierte.

 

Friedrich L. Sell es Catedrático de Economía, en particular Macroeconomía y Política Económica en el Instituto de Economía y Derecho de la Economía Global, Universidad de las Fuerzas Armadas Federales, Munich.

*ein vermessener Begriff? Vermessener tiene también el sentido de medir, de medir algo en sus justos términos.

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Historia de la Revolución Rusa

 

Rosa Luxemburgo. Obras Escogidas, 11 de 17

Izquierda Revolucionaria

www.marxismo.org

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Rosa Luxemburgo

3. La cuestión de las nacionalidades

Los bolcheviques son en parte responsables de que la derrota militar se haya transformado en el colapso y la caída de Rusia. Más aun; ellos mismos, en cierta medida, profundizaron las dificultades objetivas de esta situación con una consigna que adquirió importancia primordial en su política: el supuesto derecho de autodeterminación de los pueblos, o -lo que realmente estaba implícito en esta consigna— la desintegración de Rusia.


Nuevamente proclamaron con obstinación doctrinaria, como grito de batalla especial de Lenin y sus camaradas, la fórmula del derecho de las distintas nacionalidades del Imperio Ruso a determinar independientemente sus destinos, “incluso hasta el punto del derecho a tener gobiernos separados del de Rusia”, durante su oposición al imperialismo miliukovista y luego al kerenskista. También fue el eje de su política interna después de la Revolución de Octubre. Y también constituyó el programa de los bolcheviques en Brest-Litovsk,191 todo lo que tenían para oponer al despliegue de fuerzas del imperialismo alemán.


Lo que inmediatamente llama la atención es la obstinación y la rígida consecuencia con que Lenin y sus camaradas adhieren a esta consigna, que se contradice totalmente tanto con el centralismo que otrora predicaban en política como con su actitud hacia otros principios democráticos. Demostraron un frío desprecio por la Asamblea Constituyente, el

191    Brest-Litovsk: aldea cercana a la frontera ruso-polaca donde se firmó el tratado de paz ruso-germano el 3 de marzo de 1918.


sufragio universal, las libertades de reunión y prensa, en síntesis, por todo el aparato de las libertades democráticas básicas del pueblo, que tomadas de conjunto constituyen el “derecho de autodeterminación” dentro de Rusia. A la vez tratan el derecho de autodeterminación de los pueblos como la joya de la política democrática, en función de la cual deben dejarse de lado todas las consideraciones prácticas de la política realista. No se permitieron la más mínima concesión en lo que se refiere al plebiscito para la Asamblea Constituyente en Rusia, plebiscito realizado sobre la base del sufragio más democrático del mundo, con toda la libertad de una república popular. Simplemente lo declararon nulo y vacío, en función de una evaluación muy sobria de sus resultados. Pero son los campeones del voto popular de las nacionalidades extranjeras de Rusia sobre la cuestión de a qué país quieren pertenecer, como si esto fuera la panacea de la libertad y la democracia, la quintaesencia pura de la voluntad de los pueblos y la forma de hacer la justicia más profunda en lo que se refiere al destino político de las naciones.


La contradicción que parece tan obvia resulta más difícil de entender ya que las formas democráticas de la vida política de cada país, como veremos, realmente involucran los fundamentos más valiosos e incluso los más indispensables de la política socialista, mientras que el famoso derecho “a la autodeterminación” de las naciones es solamente fraseología hueca y pequeñoburguesa.


¿Qué se supone que significa este derecho? Que el socialismo se opone a toda forma de opresión, incluso la de una nación por otra, constituye el ABC de la política socialista.


A pesar de esto, políticos tan serios y críticos como Lenin, Trotsky y sus amigos, que responden sólo con un irónico encogerse de hombros a cualquier tipo de fraseología utópica como desarme, Liga de las Naciones, etcétera, en este caso hicieron de una frase hueca exactamente del mismo tipo su hobby preferido. Ello se debe, me parece, a una política fabricada para la ocasión. Lenin y sus camaradas calcularon que no había método más seguro para ganar a los pueblos extranjeros del Imperio Ruso para la causa de la revolución, para la causa del proletariado socialista, que el de ofrecerles, en nombre de la revolución y el socialismo, la libertad más extrema e ilimitada para determinar sus propios destinos. Es una política análoga a la que se dieron los bolcheviques con el campesinado ruso, satisfaciendo su hambre de tierra con la consigna de apropiación directa de las propiedades nobles, en el supuesto de que así se los ganaría para la revolución y el gobierno proletario. En ambos casos, desafortunadamente, el cálculo resultó completamente erróneo.


Está claro que Lenin y sus amigos esperaban que, al transformarse en campeones de la libertad nacional hasta el punto de abogar por la “separación”, harían de Finlandia,


Ucrania, Polonia, Lituania, los países bálticos, el Cáucaso, etcétera, fieles aliados de la Revolución Rusa. Pero sucedió exactamente lo contrario. Una tras otra, estas “naciones” utilizaron la libertad recientemente adquirida para aliarse con el imperialismo alemán como enemigos mortales de la Revolución Rusa y, bajo la protección de Alemania, llevar dentro de la misma Rusia el estandarte de la contrarrevolución. Un ejemplo perfecto lo constituye el jueguito que se hizo en Brest con Ucrania, que provocó un giro decisivo en las negociaciones y sacó a luz la situación política, tanto interna como externa, a la que se ven enfrentados en la actualidad los bolcheviques. La actitud de Finlandia, Polonia, Lituania, los países del Báltico, los pueblos del Cáucaso, nos demuestra de manera convincente que aquél no es un caso excepcional sino un fenómeno típico.


Seguramente, en todos estos casos no fue realmente el “pueblo” el que impulsó esta política reaccionaria sino las clases burguesas y pequeñoburguesas. Estas, en total oposición a sus propias masas proletarias, pervirtieron el “derecho nacional a la autodeterminación”, transformándolo en un instrumento de su política contrarrevolucionaria. Pero (y llegamos al nudo de la cuestión), aquí reside el carácter utópico, pequeñoburgués de esta consigna nacionalista: que en medio de las crudas realidades de la sociedad de clases, cuando los antagonismos se agudizan al máximo, se convierte simplemente en un instrumento de dominación de la burguesía. Los bolcheviques aprendieron, con gran perjuicio para ellos mismos y para la revolución, que bajo la dominación capitalista no existe la autodeterminación de los pueblos, que en una sociedad de clases cada clase de la nación lucha por “determinarse” de una manera distinta, y que para las clases burguesas la concepción de la liberación nacional está totalmente subordinada a la del dominio de su clase. La burguesía finesa, al igual que la de Ucrania, prefirió el gobierno violento de Alemania a la libertad nacional si ésta la ligaba al bolchevismo.


La esperanza de transformar estas relaciones de clase reales en su opuesto, de ganar el voto de la mayoría para la unión con la Revolución Rusa, haciéndolo depender de las masas revolucionarias, tal como seriamente lo pretendían Lenin y Trotsky, refleja un grado de optimismo incomprensible. Y si solamente se trataba de un recurso táctico en el duelo entablado con la política de fuerza de Alemania, entonces era un juego con fuego muy peligroso. Incluso sin la ocupación militar de Alemania, el resultado del famoso “plebiscito popular”, suponiendo que se hubiera llegado hasta allí en los estados limítrofes, hubiera proporcionado pocos motivos de alegría a los bolcheviques. Tenemos que tener en cuenta la sicología de las masas campesinas y de grandes sectores de la pequeña burguesía, y las miles de maneras con que cuenta la burguesía para influir sobre el voto. Por cierto, debe


considerarse una ley absoluta que en estos asuntos de plebiscitos sobre la cuestión nacional la clase dominante siempre sabrá evitarlos cuando no sirven a sus propósitos, o, cuando se realizan, utilizará todos los medios para influir sobre sus resultados, los mismos medios que hacen imposible introducir el socialismo mediante el voto popular.


El simple hecho de que la cuestión de las aspiraciones nacionales y tendencias a la separación fuera introducida en medio de la lucha revolucionaria, incluso puesta sobre el tapete y convertida en el santo y seña de la política socialista y revolucionaria como resultado de la paz de Brest, produjo la mayor confusión en las filas socialistas y realmente destruyó las posiciones ganadas por el proletariado en los países limítrofes.


En Finlandia, donde el proletariado luchó formando parte de la estrecha falange socialista rusa, logró una posición predominante en el poder; tenía la mayoría en el Parlamento y el ejército, redujo a su burguesía a una impotencia completa y, dentro de sus fronteras, era dueño de la situación.


O tomemos Ucrania. A comienzos de siglo, antes de que se inventaran la tontería del “nacionalismo ucraniano” con sus rublos de plata y sus “universales”, o el hobby de Lenin de una Ucrania independiente, Ucrania era la columna vertebral del movimiento revolucionario ruso. Allí, en Rostov, Odesa, la región del Donetz, brotaron los primeros ríos de lava de la revolución, que encendieron todo el sur de Rusia en un mar de llamas (ya en 1902-1904), preparando así el alzamiento de 1905. Lo mismo sucedió en la revolución actual, en la que el sur de Rusia proveyó las tropas selectas de la falange proletaria. Polonia y las tierras del Báltico fueron desde 1905 los núcleos revolucionarios más poderosos e importantes, y en ellos el proletariado jugó un rol de primera magnitud.


¿Cómo puede ser entonces que en todos estos países triunfe la contrarrevolución? El movimiento nacionalista, justamente porque alejó de Rusia al proletariado, lo mutiló y lo entregó a manos de la burguesía de los países limítrofes.


Los bolcheviques no actuaron guiándose por la misma genuina política internacionalista de clase que aplicaron en otros asuntos. No trataron de lograr la unión compacta de las fuerzas revolucionarias de todo el imperio. No defendieron con uñas y dientes la integridad del Imperio Ruso como área revolucionaria, oponiendo a todas las formas del separatismo la solidaridad e inseparabilidad de los proletarios de todos los países que están bajo la esfera de la Revolución Rusa, haciendo funcionar a ésta como el comando político superior. En lugar de eso, los bolcheviques, con su hueca fraseología nacionalista sobre “el derecho a la autodeterminación hasta la separación”, lograron todo lo contrario, y le dieron a la burguesía de los países limítrofes los pretextos más refinados, más deseables, para sus esfuerzos contrarrevolucionarios.


En vez de prevenir al proletariado de los países limítrofes de que todas las formas del separatismo son simples trampas burguesas, no hicieron más que confundir con su consigna a las masas de esos países y entregarlas a la demagogia de las clases burguesas. Con esta reivindicación nacionalista produjeron la desintegración de la misma Rusia y pusieron en manos del enemigo el cuchillo que se hundiría en el corazón de la Revolución Rusa.


Seguramente, sin la ayuda del imperialismo alemán, sin “los rifles alemanes en los puños alemanes”, como decía el Neue Zeit de Kautsky, los Lubinski y otros bribonzuelos de Ucrania, los Erich y Mannerheim192 de Finlandia, los barones bálticos, nunca hubieran ganado a lo mejor de las masas trabajadoras socialistas de sus respectivos países. Pero el separatismo nacional fue el caballo de Troya dentro del cual los “camaradas” alemanes, bayoneta en mano, hicieron su entrada en todas esas tierras. Los antagonismos de clase reales y la verdadera relación de fuerzas en el plano militar provocaron la intervención alemana. Pero los bolcheviques proporcionaron la ideología con la que se enmascaró esta campaña de la contrarrevolución; fortalecieron la posición de la burguesía y debilitaron la del proletariado.


La mejor prueba de esto la da Ucrania, que iba a jugar un rol tan tremendo en el destino de la Revolución Rusa. El nacionalismo ucraniano fue en Rusia algo bastante diferente, digamos, del nacionalismo checo, polaco o finlandés. El primero era un mero capricho, una tontería de unas pocas docenas de intelectuales pequeño-burgueses, sin ninguna raíz económica, política o sicológica. No se apoyaba en ninguna tradición histórica, ya que Ucrania nunca fue una nación ni tuvo gobierno propio, ni tampoco una cultura nacional, a excepción de los poemas reaccionario-románticos de Shevchenko. ¡Es exactamente lo mismo que si un día los habitantes del Wasserkante quisieran fundar una nueva nación y un nuevo gobierno en la Baja Alemania [Plattdeutsche]! Y esta pose ridícula de unos cuantos profesores y estudiantes universitarios fue inflada por Lenin y sus camaradas hasta transformarla en una fuerza política con su agitación doctrinaria sobre “el derecho a la autodeterminación hasta etcétera”. ¡Se le dio tanta importancia a lo que en sus comienzos fue una mera farsa, que la farsa se transformó en una cuestión de importancia fundamental,

192   Barón Carl von Mannerheim (1867-1951): responsable de la supresión de la República Obrera de Finlandia en 1918. En 1939 y 1941 dirigió el ejército finés contra Rusia. Presidente de Finlandia en 1944-1946.


no como movimiento nacional serio, para lo cual carecía de raíces tanto antes como después, sino como flameante bandera de la contrarrevolución! En Brest asomaron las bayonetas alemanas de adentro de este huevo podrido.


Hay oportunidades en que frases como ésas adquieren un significado muy real en la historia de las luchas de clases. Es una desgracia del socialismo el que en esta guerra mundial le haya sido dado proporcionar los argumentos ideológicos a la política contrarrevolucionaria. Cuando estalló la guerra, la socialdemocracia alemana se apresuró a justificar la expedición depredatoria del imperialismo alemán con un argumento ideológico extraído de los desvanes del marxismo: declararon que se trataba de una expedición liberadora contra el zarismo ruso, tal como lo habían soñado nuestros viejos maestros (Marx y Engels). Y a les bolcheviques, que eran la antípoda de nuestros socialistas gubernamentales, les tocó ser quienes llevaran agua al molino de la contrarrevolución con su fraseología sobre la autodeterminación de los pueblos; en consecuencia, no sólo proporcionaron la ideología para justificar el estrangulamiento de la misma Revolución Rusa, sino también los planes que permitieron activar la crisis producida por la guerra mundial.


Tenemos buenas razones para analizar muy cuidadosamente la política de los bolcheviques sobre esta cuestión. El “derecho a la autodeterminación de los pueblos”, junto con la Liga de las Naciones y el desarme por gracia del presidente Wilson,193 constituyen el grito de batalla que hará saltar el próximo enfrentamiento entre el socialismo internacional y la burguesía. Es obvio que la fraseología sobre la autodeterminación y el conjunto del movimiento nacionalista, que al presente constituye el mayor peligro para el socialismo internacional, se han fortalecido extraordinariamente desde la Revolución Rusa y las negociaciones de Brest. Sin embargo, tendremos que tocar fondo en el camino que marca este programa. El trágico efecto de esta fraseología sobre la Revolución Rusa, en cuyas espinas los mismos bolcheviques estaban destinados a quedar prisioneros y a sufrir profundos arañazos, debe servir de advertencia y lección al proletariado internacional.


Todo esto dio lugar a la dictadura de Alemania desde la época del tratado de Brest a la del “tratado complementario”. A los doscientos sacrificios expiatorios en Moscú. Al terror y la supresión de la democracia.

193   Woodrow Wilson (1856-1924): presidente de los EE.UU. en 1913-1921.

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