domingo, 1 de diciembre de 2024
Acnur: Violencia sexual amenaza a 60 millones de mujeres desplazadas. [Esto de los 60 millones de mujeres con amenaza de violencia sexual se lo tengo que contar yo al Angel Gabriel, Gabrielillo para los amigos, y correveidiles para los que no lo son tanto, porque es el que va y viene con los chismes de una casa a otra por todo Belén. Y se lo tengo que contar porque la Virgen María está ya casi cumplida y parirá dentro de unos días en hacia Belén va una burra cargada de chocolate y unos ratones y tal que se le meten por los calzones a San José y le hacen unos estropicios de muy padre y señor mío que luego no hay Dios que se los remiende bien. A mí se me hace que esto sería más cosa de los mamones y mamonas que con la pegatina de la política se dedican al noble servicial de los intereses de los grandes criminales de los capitales gordos, incluidos reyes y reyas o reyas y reyes, pues para el caso da igual, el orden da factores no altera el polvo y por tanto da lo mismo quien se ponga arriba y quien se ponga abajo, dado que en lo tocante al montaje montaban por un igual tanto Isabel como Fernando, pero como sé que no me van hacer ni puto caso, porque en estas fechas de Paz y Amor andan muy liados y liadas en promover más guerras e intensificar las ya existentes, para que haya más mujeres que tengan que salir zumbando de sus respectivas tierras y de esa manera incrementar el número de ellas que puedan ser violadas por los encargados de mantener el orden, recurro a mi amigo Gabrielillo a ver si suena la flauta, porque eso sí, otra cosa no, pero de fe ando sobrado, porque como el Señor es mi Pastor nada me puede faltar. Y, ahora ya os podéis ir todos a tomar la paz por donde mejor os parezca. Amén.]
Acnur:
Violencia sexual amenaza a 60 millones de mujeres desplazadas
TERCERAINFORMACION / 01.12.2024
- Los casos de violencia
sexual en conflictos aumentaron en un 50 por ciento en 2024 con un impacto
abrumador en las féminas, advierte hoy un informe de la Agencia de la ONU
para Refugiados (Acnur).
Refugiadas sudanesas en un
asentamiento para personas desplazadas cerca de la ciudad de Adre, Chad, en
octubre de 2024 / ACNUR / Andrew McConnell
Las mujeres y las niñas representaron el 95 por
ciento de los casos, aseguró un reciente reporte de esa organización que
considera en riesgo a más de 60 millones desplazadas por la fuerza o apátridas.
Según la organización, esa población enfrenta
una alta amenaza de violencia de género mientras el financiamiento para los
servicios vitales que las apoyan resulta escaso.
Las cifras representan una pequeña fracción de
la realidad, ya que muchos casos no se denuncian, apuntó la portavoz de la
Acnur, Shabia Mantoo.
“En muchos lugares remotos, el acceso
humanitario está cortado o los recursos y la asistencia son escasos. El acceso
a la justicia también sigue siendo limitado y los supervivientes temen
represalias y marginación social”, aseguró.
Los peores escenarios se localizaron en la
República Democrática del Congo, Sudán, Afganistán o Chad, según precisó la
Agencia.
Los trabajadores que operan en situaciones de
conflicto reciben noticias constantes de supervivientes que han sufrido
violencia brutal, tortura, explotación sexual, violencia sexual y otros
horrores, incluso como arma de guerra, agregó la Acnur.
De acuerdo con la actualización, las féminas
refugiadas y migrantes que atraviesan las rutas hacia el Mediterráneo también
denuncian el riesgo de la violencia y la explotación sexuales, la esclavitud y
la trata de personas.
Según las estimaciones, cerca del 90 por ciento
de ellas sufren violaciones.
En tanto, muchas de las supervivientes de la
violencia sexual suelen permanecer en situaciones precarias, debido a los
riesgos adicionales de violencia de género que pueden afrontar durante su
desplazamiento y a las demoras en el acceso a los servicios, que pueden ser
limitados.
“Además de la violencia sexual relacionada con
el conflicto, las mujeres y las niñas desplazadas por la fuerza también se
enfrentan a altos riesgos de violencia de pareja”, agregó a organización.
En determinados entornos de desplazamiento, se
estima que los riesgos para ellas son un 20 por ciento superiores a los de las
mujeres y las niñas no desplazadas, agregó al respecto Mantoo.
Mazón no se va a enterar pero anoche decenas de miles de personas lo repudiaron en las calles. [España]
Mazón no se va a enterar pero
anoche decenas de miles de personas lo repudiaron en las calles
INSURGENTE.ORG
/ 01,12,2024
Es posible que el president de la Comunidad valenciana estuviese comiendo en algún lugar vip ofreciendo puestos y mirando para otro lado, por lo que no se habrá enterado que las calles de Valencia volvieron a ser un clamor para que se vaya por inútil y mentiroso. Sucede que el personaje perdió su dignidad y eso le hace imposible respetar a la gente.
Ataque sorpresa contra Siria, pero ¿podrá durar?
Ataque sorpresa contra Siria, pero ¿podrá durar?
DIARIOCTUBRE / diciembre 1, 2024
La oleada del enemigo saltó del Líbano a Siria esta
semana, con un enjambre de extremistas apoyados por el extranjero que
irrumpieron en Alepo. Israel advirtió que Siria sería el próximo destino, pero
¿pueden los militantes hacer hoy lo que no pudieron lograr durante casi una
década?
Haidar Mustafá (Periodista sirio).— En su discurso en el que anunció el acuerdo de Israel sobre un alto el fuego con el Líbano, el primer ministro Benjamin Netanyahu amenazó directamente al presidente sirio Bashar al-Assad, advirtiéndole de que “jugara con fuego”.
Esas palabras
se produjeron apenas horas antes que facciones terroristas armadas de Idlib
lanzaran una ofensiva de choque contra posiciones del ejército sirio en la zona
de distensión en la zona rural occidental de Alepo.
La operación
está siendo dirigida por Hayat Tahrir al-Sham (HTS), la nueva encarnación del
Frente Al-Nusra -o la franquicia siria de Al-Qaeda- dirigida por Abu Muhammad
al-Julani, con la participación de otras organizaciones terroristas
internacionales como el Partido Islámico de Turkestán (TIP).
El ejército se
prepara para disuadir la agresión
En la mañana
del 27 de noviembre, grupos extremistas armados lanzaron violentos ataques
contra posiciones del ejército sirio en las proximidades del 46º Regimiento y
hacia las aldeas de Orem al-Kubra, Orem al-Sughra, Basratun, Anjara y las zonas
circundantes, situadas a poca distancia de la carretera M5 Alepo-Hama-Damasco.
En su primer
ataque sorpresa, como parte de una operación llamada “Disuasión de la
Agresión”, los militantes pudieron ingresar a varias aldeas que las fuerzas del
ejército sirio habían evacuado en preparación para contener la brecha, lo que
constituye una flagrante violación de los acuerdos de desescalada de 2019 entre
Turquía, Rusia e Irán.
El alcance de
los combates se ha ampliado rápidamente a la ruta internacional y a la ciudad
de Alepo. Una fuente de seguridad turca citada por el medio de comunicación
financiado por Qatar, Middle East Eye, afirmó que el objetivo de la operación
militar lanzada por HTS y sus aliados es recuperar las posiciones conquistadas
por las fuerzas sirias con el apoyo de Rusia durante los combates de 2017 a
2020.
Los militantes
afirman que las “violaciones” de los acuerdos de distensión por parte de los
ejércitos sirio y ruso –y la intensificación de los ataques contra Idlib–
motivaron estas operaciones militares para recuperar el control de esas zonas.
Dicen que la
retirada del ejército sirio en la zona rural occidental de Alepo dio impulso a
los militantes para lanzar nuevos ataques hacia la zona rural oriental de
Idlib.
En tres días,
los grupos extremistas armados lograron llegar al corazón de Alepo y declarar
un toque de queda durante 24 horas. A medida que los enfrentamientos se
intensificaban, los aviones de guerra sirios y rusos lanzaron una serie de
ataques violentos contra los sitios y las líneas de suministro de HTS y
Turkestan en Darat Azza, Al-Atareb, Sarmin y otras áreas.
Estos ataques
aéreos aún continúan, con imágenes de video que revelan grandes pérdidas en las
filas de las facciones extremistas y varias fuentes de los medios de
comunicación que confirman la muerte de más de 200 miembros de HTS y otros
grupos militantes en las regiones de Alepo e Idlib.
La
intensificación de los ataques aéreos de las fuerzas sirias y rusas provocó, el
jueves por la mañana, una pausa en el impulso de campo del HTS, ya que el grupo
sufrió pérdidas humanas y materiales.
Fuentes en la
línea del frente también revelan la llegada de enormes refuerzos militares a la
principal zona de enfrentamiento, que se extiende sobre un área de más de 26
kilómetros en el oeste de Alepo: tropas y suministros sirios que están
planeando un contraataque para restablecer el status quo.
El experto
militar Haitham Hassoun explica a The Cradle que el ejército sirio se ha
reagrupado en las líneas de retaguardia de la defensa a una profundidad
de 7 a 8 kilómetros en preparación para llevar a cabo el contraataque.
¿Cómo fueron
los preparativos?
En realidad, la
operación HTS no fue en absoluto una ofensiva improvisada, sino más bien el
resultado de años de preparativos encabezados por los servicios de inteligencia
estadounidenses y turcos para unificar las filas de las distintas facciones
extremistas en el norte de Siria.
Este proyecto
se llevó a cabo bajo la supervisión directa del ejército turco, que tenía como
objetivo hacer converger a los grupos militantes de Idlib y la zona rural de
Alepo y poner la toma de decisiones en manos principalmente de dos partidos: el
llamado Ejército Nacional Sirio (ENS), leal a Ankara, y Hay’at Tahrir al-Sham,
la filial de Al Qaeda en Siria.
En esta mezcla
de grupos terroristas se encuentran los grupos “yihadistas” de Turkestán y
Uigur, utilizados principalmente como fuerzas de ataque en operaciones
militares específicas, satisfaciendo en gran medida los intereses de sus
financiadores estadounidenses y turcos.
El general de
brigada Haitham Hassoun, experto militar, confirma que los preparativos para
lanzar esta operación comenzaron «hace mucho tiempo» y que los grupos
participantes establecieron una sala de operaciones conjunta hace
aproximadamente un mes y medio.
Cree que los
militantes se beneficiaron de las operaciones de «desorientación» y de
guerra electrónica llevadas a cabo por los servicios de inteligencia
turcos para camuflar sus intenciones y movimientos, y por las fuerzas de
ocupación turcas dentro de Siria durante los días previos a la ofensiva de
choque.
Los militantes
se beneficiaron además de información sofisticada que les ayudó a explotar las
lagunas existentes sobre el terreno y eran conscientes de los vacíos en las
posiciones del ejército sirio, lo que luego provocó esta brecha y confusión en
las líneas de defensa.
¿Quién tomó la
decisión y cuál es el objetivo?
Las escenas de
hoy en Idlib y Alepo recuerdan a los sirios un período que creían haber dejado
atrás tras la liberación de Alepo en 2016 y los acuerdos de distensión de 2019.
Pero esos acuerdos, logrados con mucho esfuerzo, siempre habían sido frágiles,
dado que Turquía eludió sus compromisos de purgar la zona M5 de grupos
terroristas.
La militancia
en el norte de Siria favorecía los intereses de Ankara de mantener la presión
sobre Damasco. También explica la operación armada de esta semana, una acción
que los turcos creen que obligará al gobierno sirio a entablar negociaciones
bajo fuego, especialmente si los extremistas armados vuelven a entrar en Alepo
o cortan la crucial ruta internacional.
Por otra parte,
un objetivo de la operación puede ser la decisión de Estados Unidos de mantener
el estado de conflicto en la región y redirigir la presión hacia Rusia y sus
aliados regionales antes del regreso del presidente electo Donald Trump a la
Casa Blanca.
Como han
señalado muchos comentaristas, la operación militar se lanzó inmediatamente
después de las amenazas explícitas de Netanyahu en su discurso de esta semana y
probablemente esté relacionada con la guerra regional de Israel y la
determinación de Tel Aviv de cortar la ruta siria a los miembros del Eje de la
Resistencia.
La ofensiva
parece haber sido coordinada con Turquía, miembro de la OTAN, bajo la dirección
de las autoridades de ocupación y los servicios de inteligencia turcos, que
durante años han manejado y apoyado a los diversos grupos extremistas en el norte
de Siria.
Según una
primera estimación, lo que está ocurriendo es un retorno a la situación
anterior a 2019, una nueva invasión que pretende descarrilar todos los logros
del proceso de paz de Astaná.
A su vez, esto
merece nada menos que una respuesta igualmente temeraria e inesperada: una
contraofensiva militar siria que no sólo recupere las posiciones que ocupaban
las fuerzas del ejército sirio hace unos días, sino que avance decisivamente
hasta Darat Izza y más allá, hasta el paso fronterizo de Bab al-Hawa con
Turquía, cortando las rutas de comunicación entre los militantes en las
regiones de Alepo e Idlib y restableciendo el control de todas las
gobernaciones bajo el gobierno sirio.
Lo que comenzó
como un ataque de choque puede haber creado una oportunidad para poner fin al
estado de limbo en el norte del país (al final de la guerra en Siria) y,
proporcionar a Damasco y sus aliados una forma de eludir acuerdos de
desescalada improductivos y entregar al Estado sirio una justificación
legítima, legal y moral para liberar todos los territorios de las
organizaciones terroristas.
Hasta que esto
ocurra, el oeste de Alepo y el este de Idlib seguirán siendo campos de batalla
activos. Sin embargo, según fuentes bien informadas, es poco probable que los
militantes permanezcan en una posición ventajosa durante mucho tiempo por
varias razones clave.
En primer
lugar, la inminente llegada de grandes refuerzos militares sirios a la zona, lo
que impedirá que Alepo caiga en manos de extremistas apoyados por el extranjero.
En segundo
lugar, es menos probable que esos grupos militantes apoyados por Estados Unidos
y Turquía logren sus objetivos hoy que en los primeros años de la guerra,
debido a los cambios políticos y económicos radicales que se están produciendo
en Europa, que teme que se reavive el conflicto sirio y se produzca otra
avalancha de refugiados en sus fronteras.
En tercer
lugar, Damasco ha vuelto al redil árabe al reincorporarse a la Liga Árabe y ser
bien recibida por varios estados del Golfo Pérsico. Esas capitales ya no están
interesadas en respaldar a los yihadistas, resucitar la guerra o desestabilizar
al Líbano y al Iraq, vecinos directos y conectados de Siria, en este momento.
Tampoco están interesadas en abrir nuevamente el escenario militar sirio a los
asesores o fuerzas iraníes.
Fuente The
Cradle
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Ya salió el Topo de diciembre. Cambio de Época (artículo en abierto)
Además del artículo de
Zulian aquí reproducido, este número contiene un dossier sobre Trabajo
doméstico; H. Polo da cuenta de la situación en Sri Lanka; López Arnal
entrevista a Mark Aguirre sobre Etiopía y a Fonsi Loiza sobre oligarcas
españoles, etc.etc.
TOPOEXPRESS
Ya salió el Topo de diciembre. Cambio de Época
(artículo en abierto)
El Viejo Topo
1 diciembre,
2024
Artículo en abierto de la Revista El Viejo Topo, nº443, de diciembre de 2024
Además del artículo de Zulian aquí reproducido, este número contiene un
dossier sobre Trabajo doméstico; H. Polo da cuenta de la situación en Sri
Lanka; López Arnal entrevista a Mark Aguirre sobre Etiopía y a Fonsi Loiza
sobre oligarcas españoles, etc.etc
CAMBIO DE ÉPOCA
Por Claudio Zulian
Entramos en una
época marcada por la decadencia de Estados Unidos. Sin embargo, su modelo
sociocultural, un estilo de vida dedicado al consumo, se ha expandido por el
mundo. ¿El american way of life sobrevivirá a la muerte del Imperio
estadounidense?
Reflexionar hoy
sobre un cambio de época parece perfectamente justificado: se habla
abiertamente de ello en libros, revistas e incluso en la prensa diaria, sin
importar la tendencia política o cultural. La guerra de Ucrania y la de Gaza,
el declive de la hegemonía estadounidense, el ascenso del poder chino y de los
otros BRICS, las tensiones que derivan de todo ello, suelen estar en el centro
de estas reflexiones. En términos geopolíticos, parece haber un cierto acuerdo
en considerar la guerra de Ucrania, empezada el 23 de febrero de 2022, con la
invasión de territorio ucraniano por parte de Rusia, como el momento en que se
hace evidente el cambio de época.
Tan importante
como el ataque ruso ha sido la negativa de los países del llamado “Sur global”
a suscribir las sanciones que Europa y Estados Unidos han impuesto a Rusia. Una
negativa que ha mostrado de manera concreta hasta qué punto no sólo China, sino
también los otros BRICS –Brasil, India, Sudáfrica– no han encontrado razones
para plegarse a las exigencias de Estados Unidos. Ni ellos, ni buena parte de
los países africanos, asiáticos y latinoamericanos. Puesto que una de las
definiciones clásicas del poder es la capacidad de obligar al otro a plegarse a
la propia voluntad, podríamos decir que tal negativa ha mostrado gráficamente
–y geográficamente– los nuevos límites del poder estadounidense.
Desde el punto
de geopolítico, en suma, el cambio se manifiesta en el relativo declive de la
hegemonía estadounidense y la correspondiente eclosión del poder chino, en
alianza con Rusia.
Sin embargo, y
también en esto suelen coincidir los análisis, la crisis de Estados Unidos no
es sólo geopolítica, sino también interna, de su propia sociedad. En este caso,
el cambio de rasante se suele identificar con la elección de Donald Trump en
2016. No se trata sólo de lo disruptivo de sus avatares políticos: negarse a
aceptar la victoria de su adversario; alentar al golpe de estado; ser el primer
ex-presidente imputado penalmente; incluso, ser reelegido. Consideremos un
momento Make America Great Again, el eslógan de Trump, y sobre todo en el
adverbio Again: se nos revela una nostalgia, un deseo de volver a un pasado
mejor, una necesidad de auto convencimiento, absolutamente impropios de un
poder en acto. El encerrarse en sí mismo es signo indefectible de la mengua del
poder imperial. En España, desde el siglo XVII, sabemos mucho de tales
actitudes y de su significado: “…y los sueños, sueños son.”
La elección de
Donald Trump en 2016 es la otra cara de la crisis del programa
cultural-político del partido Demócrata. De entre los abundantísimos análisis
que en su momento se hicieron de ello, quisiera destacar el del psicoanalista
Eric Laurent en un perspicaz artículo publicado en el reciente Política
y Psicoanálisis, y cuyo título resulta significativo: El traumatismo del
final de la política de las identidades. El artículo dice lo siguiente: “La
campaña de Hillary Clinton se había basado por completo en poner el foco en las
diferentes minorías étnicas (negros o latinos), las mujeres y las minorías
sexuales, subrayando para cada una de estas identidades la necesidad de la
igualdad de derechos. Por lo tanto, una política de identidades claramente
asumida. Su eslogan Stronger together [Más fuertes juntos] ponía de relieve
esta yuxtaposición identitaria; sin subrayar lo que hay en común, sino sólo la
suma de fuerzas…”. Laurent más adelante observa que “las mujeres, los latinos y
los negros, tienen identidades múltiples. Es lo que hace que el resultado se
escape del cálculo” que había hecho Clinton.
Este análisis de
Eric Laurent apunta a una fundamental inadecuación, a la vez política y
cultural, del programa del Partido Demócrata y de la crisis del discurso
“progresista”.
Es este un
elemento importante para nosotros porque se trata de una crisis que desborda el
marco propiamente estadounidense. La política de las identidades ha sido la
panacea de la política socialdemócrata del mundo occidental. Es decir, de la
política de izquierdas, puesto que, ahora mismo, no hay más izquierda que la
socialdemócrata, no hay más izquierda que la que presume de manejar mejor el
capitalismo que la derecha.
Además, la
cultura “progresista” –uso esta palabra a sabiendas de que es un atajo
conceptual– que ha colonizado las universidades, las estructuras burocráticas y
los partidos de izquierda del mundo, tiene límites sociales muy definidos: es
una cultura de clase, la cultura de la clase educada urbana. Los ideales de la
izquierda, otrora ideales universales de emancipación, han sufrido unos ajustes
interesados –el más evidente de los cuales es el relativo desinterés por las
cuestiones ligadas a la exclusión económica– y se han convertido en elementos
de dominación social.
Un tercer
elemento se suma, por lo tanto, en el cambio de época respecto de Estados
Unidos: a la mengua del poder imperial y a la crisis de identidad hay que
añadir el naufragio de la política y la cultura progresista.
El siglo
americano, que acaba ahora, ha supuesto la globalización, exponencialmente acelerada
después de 1989, del american way of life. Sus vectores principales han sido,
por una parte, el cine (después la televisión y más tarde las redes) y, por la
otra, la producción de bienes de consumo, sin que sea posible establecer una
prioridad entre las dos. Recordemos aquí que la hegemonía cinematográfica
estadounidense se fraguó a partir de 1915, cuando el conjunto de la industria
cinematográfica francesa –hasta entonces mundialmente dominante– tuvo que parar
toda la producción por la amenaza de los bombardeos alemanes sobre París, y por
la incorporación de técnicos y actores al ejército. Estados Unidos aprovechó y
desarrolló inmediatamente sus propias redes de distribución mundiales, con
prácticas muy agresivas de carácter monopolístico que perduran hasta nuestros
días.
Ya entonces, en
las películas estadounidenses se podía ver el estilo de vida consumista
moderno. Por las imágenes de las películas –en los cortos de Chaplin, sin ir
más lejos– desfilaban coches, neveras, supermercados, ropa cómoda y de corte
moderno, que luego la propia industria estadounidense producía masivamente y
exportaba.
Sin embargo, en
las últimas dos décadas del siglo XX, los objetos y las imágenes propios del
american way of life ya no eran producidos sólo en Estados Unidos ni contaban
con capital mayormente estadounidense. Hace unos 15 años, Frédéric Martel, en
su documentadísimo libro Cultura Mainstream, demostró que el capital de las
majors de Hollywood, los grandes estudios cinematográficos, no era de mayoría
estadounidense sino global (japonesa o alemana en algún caso) y que, por otra
parte, el entretenimiento de tipo estadounidense (sea en cuanto a contenidos o
en cuanto a formas) ya se producía localmente en Corea, en China, en la India,
en Egipto o en Brasil, y con la misma calidad. El american way of life era ya,
en el último cuarto del siglo XX, una producción del mundo entero. Todas las
regiones de la tierra reproducían sus rasgos –y siguen reproduciéndolos–
autónomamente. Hoy, en 2024, no se vislumbra tampoco ninguna solución de
continuidad: no existe ningún foco civilizatorio alternativo que en el algún
lugar del mundo esté disputando la hegemonía del american way of life, de la
civilización del consumo.
A la crisis
geopolítica de la hegemonía estadounidense que inaugura la nueva época, no
corresponde una crisis civilizatoria del american way of life. Parece más bien
que nos hallamos en la situación explicada por Ian Morris en su perspicaz
Guerra ¿para qué sirve?, cuando describe un típico fin de un imperio. Éste,
según Morris, necesita paz para poder enriquecerse y necesita que sus súbditos
se enriquezcan para poder imponerle tributos; los súbditos se enriquecen
haciendo propias la cultura y la política imperiales hasta el punto de poder
desafiar el Imperio mismo. Empieza entonces un período de guerras.
Al respecto,
podríamos pensar en el fin del Imperio Romano de Occidente: el momento de su
final político, en el 476 d.C., no supuso ni el fin de las estructuras sociales
y administrativas, ni mucho menos el fin de una cultura que, reinterpretada ya
entonces por el cristianismo (y también, un poco más tarde, por el Islam) y
revisitada filológicamente a partir de la baja Edad Media, ha llegado hasta
nuestros día (tanto es así que nos estamos expresando en un idioma derivado del
latín).
Podemos
hipotizar, en suma, que la época que las guerras actuales parecen inaugurar
estará marcada por un tipo de cultura nacida del american way of life, con la
particularidad de que no será Estados Unidos quien la ampare.
Parece darnos
la razón el hecho de que China, sin ceder al sistema político
democrático-liberal, parece seguir la vía de una sociedad de consumo madura,
cuyos productos y estilo de vida son en homologables a los originales
estadounidenses. Lo mismo puede decirse de otros estados que, además, y sin que
les parezca contradictorio, reivindican una cultura original, cuando no una
originaria, como Arabia Saudí y los Emiratos del Golfo, o la India.
Por otra parte,
los signos de la inconsistencia de las alternativas a la sociedad de consumo
son visibles desde hace decenios y algún corvaccio –cuervazo– como Pier Paolo
Pasolini nos había avisado ya sobradamente.
Sin embargo, si
nos dejáramos ganar por la impresión de que no queda espacio para ningún
discurso ni imagen que no forme parte del plan de tenernos entretenidos en los
centros comerciales o clavados en el sofá delante del televisor o absortos en
Tik Tok, estaríamos tomando por verdad revelada las trolas del capitalismo
consumista mismo. Bien saben los publicistas que no acabamos de estar nunca
entretenidos, clavados y absortos –o como diría Foucault: no acabamos nunca de
estar dominados–. Lo que el capitalismo consumista pregona es una utopía: para
ser felices, basta vivir en el goce del consumo. Pero… ¡Ay de aquel que toma en
serio tal propuesta! Porque ser felices de este modo cuesta trabajo y dinero.
Bien lo saben todos los que trabajan por lo menos ocho horas, pero en las redes
socio-digitales muestran sólo sus aficiones y jamás su trabajo… y nada nos
dicen del Tranquimazin o del Diacepam que toman por las noches, y por la mañana
Prozac si hace falta. ¡Ay de aquel que se toma en serio el goce del consumo!
Bien lo saben aquellos a los que los tranquilizantes y los antidepresivos les
parecen poco y, cual héroes del consumo, se meten coca, éxtasis, ácidos y,
próximamente, fentanilo. Bien lo saben los educadores de calle de nuestras
ciudades, que tienen que hacerse cargo del malestar de unos chavales pobres a
los que se les ha prometido que van a vivir como ricos.
La ausencia de
alternativas no supone en absoluto el cierre de todo el espacio donde se pueda
respirar, donde se pueda ser libre en el sentido etimológico que nos desvela
Émile Benveniste en su clásico libro Vocabulario de las Instituciones
Indoeuropeas: ser libre es crecer entre iguales. Se abre, al contrario, un
espacio de libertad muy específico: llamémosle, al menos por ahora, el “espacio
trágico”.
El espacio
trágico es el lugar en el que una contradicción insoluble abre la posibilidad de
crear algo nuevo e inesperado. Con Hegel: “La belleza carente de fuerza odia al
entendimiento porque este exige de ella lo que no está en condiciones de dar.
Pero la vida del espíritu no es la vida que se asusta ante la muerte y se
mantiene pura de la desolación, sino que sabe afrontarla y mantenerse en ella.
El espíritu solo conquista su verdad cuando es capaz de encontrarse a sí mismo
en el absoluto desgarramiento. […]
Esta
permanencia [en lo negativo] es la fuerza mágica que hace que lo negativo
vuelva al ser.” Así afirma nuestro filósofo en el prólogo a La
fenomenología del espíritu. Podemos rastrear ecos de este pensamiento de
Hegel en varios filósofos actuales. Por ejemplo, me parece particularmente
interesante como Alain Badiou, en un pequeño texto titulado 24 notas
sobre el uso de la palabra “pueblo”, concluye diciendo: “La palabra
“pueblo” tiene sentido positivo sólo respecto de una posible inexistencia del
Estado: o bien de un Estado prohibido del cuál deseamos la creación; o bien de
un Estado oficial del cual deseamos la desaparición”. De este modo, para Badiou
“pueblo” es precisamente el sujeto que actúa en lo negativo, y sólo en ese
sentido podemos usar esa palabra.
Desde el punto
de vista político, por lo tanto, la invitación de Badiou –y de otros pensadores
actuales como Slavoj Zizek– es la de encarar la continuidad del american way of
life, más allá de un posible declinar de la hegemonía estadounidense, permaneciendo
en la negatividad, atentos a la creación de la posibilidad política, social,
artística, de que lo negativo vuelva al ser y atentos también a escapar de lo
positivo de su institucionalización.
Esta
negatividad es el corazón de lo trágico actual, y es el rasgo fundamental de
toda acción política y cultural en la época que ahora empieza.
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