viernes, 11 de septiembre de 2015

EUROPA, LA UNIÓN EUROPEA Y LAIZQUIERDA


LA IZQUIERDA Y LA NECESIDAD DE ABRIR UN SERIO DEBATE SOBRE EL EURO Y LA UNIÓN EUROPEA

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 Redacción de Mientras tanto
 Rebelión 04.09.2015

 Lector, lectora: A la hora de analizar la crisis griega de este verano —finalizada con la victoria del “No” en el referéndum del 5 de julio y la posterior, y sorprendente, aceptación por parte del gobierno de Alexis Tsipras del durísimo Memorándum que le presentó la Troika—, pocos han prestado atención al abandono de Yanis Varoufakis y James K. Galbraith de la propuesta que en su momento llamaron “Modesta proposición” y que estaba pensada para ofrecer una solución a la crisis del euro [1]. 

Hablamos de una propuesta técnicamente brillante y probablemente viable, pero que en ningún momento fue tomada en consideración por la Comisión Europea y los demás gobiernos de la zona euro. En una entrevista que concedió poco después del giro político de Tsipras, Varoufakis admitió que su dimisión como ministro de Finanzas (oficializada el día 6 de julio) se debió a la negativa de Tsipras de iniciar, como respuesta a la actitud hostil de la Troika, la creación de un sistema bancario paralelo a la moneda única en el que los pagos se pudiesen efectuar en dracmas [2]. 

Por su parte, Galbraith afirmó en una entrevista al diario italiano Il Manifesto que, en esos días de julio tan dramáticos, el gobierno, para hacer frente a la Troika, no tenía ninguna otra opción que el Grexit [3]. 

Y en otro artículo volvió sobre el asunto pidiendo al gobierno de su país que apoyase la salida de Grecia del euro como forma de supervivencia ante una UE que calificaba de “reaccionaria, mezquina y perversa” [4]. 

Ambos autores, pues, se habían dado cuenta de que era inútil presentar planes intelectualmente sofisticados a “socios” que no querían dialogar y cuyo único objetivo era tumbar a un gobierno helénico que se había atrevido a cuestionar la feroz (e inútil) austeridad; su sincero europeísmo se estrellaba ante un sistema de gobernanza ademocrático y hegemonizado por un gobierno alemán obsesionado con mantener su dominio político sobre el resto de la Eurozona. 

Y al tratarse de grandes intelectuales, los dos economistas no pudieron menos que aceptar la realidad y admitir, velis nolis, que para la izquierda se abría una nueva etapa basada en: A) el cuestionamiento de la moneda única y de la misma Unión Europea (Galbraith); B) cuando menos la necesidad de no descartar a priori planes alternativos, como la introducción de una moneda paralela al euro en caso de no contar con la colaboración de la Troika (Varoufakis). Desde luego, no fueron los únicos en llegar a esta conclusión. A partir de mediados de julio, muchos intelectuales radicales y progresistas —pensemos, entre otros, en Paul Krugman, Wolfgang Münchau y Oskar Lafontaine, pero también en Francisco Louçã, Ignacio Ramonet, Owen Jones y Perry Anderson— han pedido a la izquierda continental un replanteamiento general sobre su aceptación de la moneda única y su fe en el proyecto europeísta. 

Y, lo que es más importante, dentro de los mismos partidos de la izquierda se ha activado una discusión en torno a esta cuestión: Syriza se ha fracturado internamente y su ala izquierda, partidaria de la ruptura con la UE, ha fundado “Unidad Popular”, un partido que concurrirá por su cuenta a las elecciones generales griegas de septiembre; en Portugal, el Bloco de Esquerda se ha sumado al Partido Comunista en rechazar más sacrificios en nombre de la moneda única; en Italia, el problema del euro está bien presente en los debates sobre cómo volver a activar a la alicaída izquierda transalpina; y hasta en Alemania empiezan a surgir voces dentro de Die Linke que piden a sus dirigentes poner en tela de juicio el europeísmo históricamente profesado por la organización [5]. 

En definitiva, la crisis griega ha abierto en la izquierda europea un debate que será tan intenso como irreversible. 

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SALVADOR ALLENDE, UN HOMBRE EJEMPLAR