viernes, 27 de octubre de 2017

SOBRE CATALUÑA


España sagrada, Somos la izquierda

27.10.2017


Cuando lo sagrado se instala en el discurso político, sólo puede tratar los problemas de una manera: a hostias. Cuando la razón se ausenta, surge en su lugar la sinrazón, la demagogia, la mentira.

Catalunya no es un problema para España, España es un problema. El régimen del 78, resultado de una Constitución aprobada por el 58,9 % del censo -en Euskadi y en Galicia, por menos del 50%- está llegando a su fin. Pero es probable que muchos no lleguemos a verlo, porque no está dispuesto a morir sin causar daño y alargar su agonía.

La transición no fue modélica. Fue una evolución, no una ruptura, del régimen anterior. Pero no existe cambio de régimen sin ruptura. Ahora se está demostrando. La ruptura no tiene porque ser violenta. En ciertas circunstancias puede tomar la forma de movimiento popular pacífico, siempre que no se pongan en cuestión los sagrados intereses del capital. Si se toca el capital, surge la violencia.

Los primeros signos de ruptura post-transición aparecen en Madrid con el movimiento 15M (2011), que se extiende a las plazas de las principales ciudades de España, incluida Barcelona, bajo el lema ¡No nos representan!, dirigido contra la clase política. Al principio el movimiento es tolerado; después insultado y reprimido. En agosto de ese mismo año Zapatero y Rajoy deciden reformar el artículo 135 de la Constitución, presionados por el capital financiero alemán, sin consultar a sus propios ciudadanos. Más tarde, una parte del movimiento indignado, toma forma política con la creación de Podemos.

En Barcelona el movimiento reivindicativo converge con otros sectores sociales en la primera Diada independentista masiva (2012). El lema ¡Catalunya, nou estat d’Europa! expresa algo muy parecido al 15M, ya que equivale a decir: ¡Este Estado no nos representa! Los jóvenes y los diversos movimientos de protesta manifiestan una clara indignación con el régimen de la transición.

Ambos intentos de ruptura, Puerta del Sol y Diada, surgen en respuesta a la crisis financiera global. La diferencia es que en Catalunya la reivindicación incorpora también el derecho histórico de su pueblo a constituirse en sujeto político y a regir su propio destino. Esto, que alarma a cierta izquierda, no es tan diferente del movimiento de los indignados, que también pretende constituirse en sujeto político.

¿Por qué la izquierda española es tan reacia a plantearse con rigor la cuestión catalana y la rebota con la simpleza de que los nacionalismos son peligrosos? Sí, pueden serlo, especialmente en manos de los estados. ¿O acaso el régimen franquista no era nacionalista? ¿Hitler no era nacionalista? ¿Y Mussolini? Y entre las democracias occidentales ¿Francia no es un estado nacionalista? ¿Alemania, Italia, USA no lo son? En España el ejército nacional, apoyado y jaleado por las derechas, masacró a su propio pueblo causándole un sufrimiento inmenso y cuarenta años de dictadura. Al hablar de nacionalismos conviene no perder la memoria.

En Catalunya el independentismo es básicamente de izquierdas. Y los sectores no independentistas que le acompañan son progresistas. El procés es tan potente que arrastra incluso a la derecha moderada. Pero no defiende una nación por encima de las demás. No mira a España por el hombro. Más bien al contrario, la mira desde abajo y con inquietud. Como los portugueses -la otra nación inequívoca de la península- quien en su memoria histórica acuñaron una experiencia que se transmite con las generaciones: ¡De Castilla, nem bom vento, nem bon casamento!

¿Y Jordi Pujol? Pujol no fue nunca independentista, ni de izquierdas, ni honrado. Los jóvenes no lo reconocen como suyo. ¿No es evidente que el procés es una ruptura con el pujolismo? ¿Y la burguesía catalana? En su sitio: externalizando empresas. ¿Por qué insistir en que el independentismo está dirigido por la burguesía? Tal vez para calmar las conciencias jacobinas españolas. Desde los tiempos de la Nova cançó se extendió entre la izquierda española el prejuicio de que sus músicos provenían de la burguesía catalana. ¿Quiénes, Raimon, Serrat, Montllor? ¿María del Mar Bonet? Ni uno.

Como recordaba ayer David Torres en el diario Público¿Qué culpa tiene Finlandia de ser una hermosa cuña entre Suecia y Rusia?” Apenas a punto de cumplir sus primeros cien años de independencia, tras siglos formando parte de Suecia y más tarde de Rusia. el lema que dirigió su reivindicación fue: “No somos suecos y no queremos ser rusos, así que dejadnos ser finlandeses”. ¿Qué culpa tiene Catalunya de ser una pequeña cuña entre Francia y España? También podría decir: “No somos franceses y no queremos ser españoles, así que dejadnos ser catalanes”. ¿Qué culpa tiene Irlanda de ser una isla atrapada entre el Reino Unido y el océano?

Lo más interesante del proceso catalán es que es popular, transversal y de masas. Y además supone una ruptura con el régimen del 78, ya que pone en cuestión la España sagrada uni-nacional. ¿Esta última es la de la izquierda? El procés es la prueba del algodón. Los que dentro de la izquierda lo combaten -y no son pocos- están anclados en el pensamiento avejentado del 78 y en los ideales de la fraternidad universal, que jamás se han cumplido. Mejor sería que se deslizaran hacia otro ideal, el de la fraternidad de los pueblos, y mostraran un mínimo de comprensión hacia el pueblo catalán, dividido, como todos los pueblos, pero que está mostrando un decidido deseo de convertirse en sujeto político.

La apelación a la ley -penal, por supuesto- y a una sagrada Constitución, redactada en el 78 bajo la supervisión del ejército franquista, de los poderes fácticos y del capital internacional, para reprimir un movimiento democrático en el siglo XXI es de una enorme hipocresía política. Y que una parte de la progresía -cuyo paradigma es el PSOE- abandere la aplicación de un artículo, el 155, que aborta el autogobierno catalán y le amputa sus instituciones, es una clara agresión contra Catalunya y sus ciudadanos. La insolidaridad que se le achaca a Catalunya es exactamente lo contrario: la insistente insolidaridad de España -y por desgracia, de una parte de la izquierda- contra ese pueblo, mediante campañas de creación de odio desde hace varios años.

¿Qué aplicación de la ley se puede esperar de un Partido Popular que se ha apropiado de las instituciones del Estado para uso propio, que ha saqueado el dinero público, que ha pagado la reforma de su sede central con un millón de euros de origen ilícito, que ha presionado, manipulado y sancionado a jueces y fiscales desafectos, que ha recortado derechos sociales y producido pobreza y muerte en muchas familias? ¿Cómo se puede consentir que pueda ejercer el dictat sobre Catalunya un partido votado por sólo el 8,3% de los catalanes?

¿Qué aplicación de la ley se puede esperar de una Jefatura del Estado restaurada por Franco, cuyo titular Borbón no fue votado nunca, y que incumple su propia Constitución interviniendo en política con reiterados discursos partidistas? ¿Qué respeto por el pueblo que sufre recortes en la sanidad, en la educación, en los derechos sociales, con el obsceno boato de los Premios Princesa de Asturias y la exhibición de todos los plutócratas del país reunidos? ¿Qué decencia esperar de quien otorga el premio de la Concordia a la indecente troika comunitaria, responsable de políticas neoliberales que han causado sufrimiento a miles de europeos y muerte a cientos de personas ahogadas en el Mediterráneo? Todo ello bajo el amparo del gobierno socialista de Asturias, corresponsable de tal exhibición.

La decisión de apropiarse de las instituciones legítimas de Catalunya se produce al día siguiente de esta feria de las vanidades en el exterior del Teatro Campoamor de Oviedo que, para sonrojo de muchos asturianos, evoca un desfile similar al de la explanada de El Escorial, en la boda de la hija de Aznar.

Y todo ello con el cinismo de Rajoy, al sostener “No hemos suprimido la Generalitat de Cataluña”, cumpliendo el postulado de Sigmund Freud (1925): la negación lingüística es una afirmación en el inconsciente.

Si Catalunya es España ¿por qué se le trata tan mal, por qué se le agrede, por qué se le niega la palabra, por qué se pone en riesgo su economía? Si los independentistas son una minoría ¿por qué no se realiza un referéndum pactado, legal y democrático para dejarlos en evidencia? Tal vez haya miedo de que puedan resultar una mayoría. Lo que no es sostenible es reprimir con todo el aparato del Estado, secundado por la brigada mediática neo-coreana, la posibilidad de hacer un referéndum con garantías, secuestrando papeletas, urnas y censos, y agrediendo a pacíficos ciudadanos, para decir después que la votación no cumplía los requisitos de limpieza técnica. ¿O es limpieza étnica?

El procés catalán ha cometido errores, ha forzado el reglamento del Parlament, ha incumplido algunos procedimientos legales, no está acreditado que tenga una mayoría social suficiente. Pero hay que verificarlo. Toda obra humana tiene fallos y contradicciones y corre el riesgo de ser manipulada, y más si es de esta complejidad. Quizás la independencia sea la búsqueda de un imposible. Pero están en su derecho de intentarlo. Y enfrente ¿qué se han encontrado? Todo el poder coercitivo de un gobierno deslegitimado, de un Estado que no ha roto todos los lazos con el franquismo, de unos aparatos judiciales profundamente conservadores y partidistas, de una clase política regida por el pensamiento de abogados del estado. Y, lo que es más grave, de un PSOE que, en vez de apaciguar, ha dado luz verde a la derecha más reaccionaria. Pero esto no es nuevo, a la hora de la verdad la cúpula del PSOE siempre está del lado de los poderosos: de la OTAN, de los contratos basura, del Ibex 35, de la monarquía, del PP, de los barones.

¿Qué ley es la que para justificar tal agresión se tramita desde una institución obsoleta y dormida –el Senado– que sólo despierta para ejercer coerción sobre un pueblo?

El artículo 135 se aplicó contra el movimiento de indignación. El artículo 155 se aplica contra el movimiento independentista. Un hilo, que pasa por el ojal del Ibex 35, hilvana ambos artículos. ¿La costurera?: Pedro Sánchez. ¿La baronesa?: Susana Díaz. ¡Por fin ganó!

Pero si Catalunya cae, caemos todos. Acordémonos de Bertolt Brecht. ¿Dónde estás, izquierda?

Cautivas y desmanteladas las instituciones catalanas, la paz está en riesgo.

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MARIANO RAJOY, EL YO NO SÉ, NO ME CONSTA, YO PASABA POR ALLI DEL CASO GÜRTEL, QUE NO LE GUSTA EXPERIMENTAR CON GASEOSA, EL MUY CUCO SE HA BEBIDO LA GASEOSA, Y CON EL CASCO VACIO DE LA GASEOSA SE HA LIADO A BOTELLAZOS CON LOS CATALANES, NOI


Diez razones para resistir al 155 del Partido Popular

BRADY IZQUIERDO RODRIGUEZ/REBELION


Rebelion
eldiario.es
27.10.2017

No ha habido partido más destituyente y anticonstitucionalista en este país que el Partido Popular, que lleva años dedicándose a bombardear con fuego “amigo” la línea de flotación del sistema constitucional del 78


Si quieren un compendio de anticonstitucionalidad, un ejemplo del modo en que la Constitución puede usarse contra sí misma, observen atentos la aplicación del artículo 155CE. Les expongo aquí diez razones por las que deberíamos resistir la última exhibición autoritaria del Gobierno y sus acólitos.
  1. Cesar al presidente de una Comunidad Autónoma con todo su Gobierno no es sólo suspender sino suprimir la autonomía, algo que prohíbe el artículo 2 de la Constitución, que garantiza el derecho a la autonomía.
  2. El Gobierno solo puede dar instrucciones a las autoridades de las Comunidades Autónomas, no destituirlas o sustituirlas, y en el caso catalán, esas instrucciones no pueden subvertir lo que dispone el Estatut en su artículo 66: solo el President puede disolver el Parlament y solo él puede convocar elecciones. A tenor del documento del Consejo de Ministros, se impide al Parlament ejercer el seguimiento y control de la nueva autoridad catalana que sustituye al Govern, pasando sus competencias a manos de un órgano designado por el Senado. De manera que el Parlament queda en buena parte a disposición del nuevo "ejecutivo catalán".
  3. Que el Presidente del Gobierno de la Nación asuma la potestad de convocar elecciones autonómicas desde Madrid, disolviendo el Parlament, supone la interrupción manu militari del funcionamiento de un poder constitucional del Estado (porque las Comunidades Autónomas son Estado y el Parlament un órgano legislativo). Esto es algo que prohíbe el mismísimo artículo 116 que, en términos de excepcionalidad, es el que recoge las medidas más extremas que constitucionalmente se pueden adoptar. Además, al recurrir al 155 para orquestar unas anticipadas desde el Gobierno central no se estaría suspendiendo al actual Govern de manera transitoria, sino cesándolo de forma definitiva, con lo que se usurparía a los catalanes el legítimo resultado de su derecho al voto en las anteriores elecciones autonómicas.
  4. A esto ha de añadirse la desconfianza institucional a la que obedece esta aplicación del 155. Una desconfianza que se instalará de forma quizá irreversible y que podría extenderse a todas las CCAA sin excepción. No en vano, Albert Rivera ha señalado que una eventual reforma constitucional no tiene que traducirse, necesariamente, en una mayor descentralización. Conociendo sus inercias ultranacionalistas y a la luz de la reforma constitucional que propuso su partido en las últimas elecciones, es esta una amenaza que deberíamos tomarnos muy en serio.
  5. No olvidemos que, con la finalidad de eludir el control del Congreso, la idea del Gobierno es poner en marcha su plan a base de Decretos no legislativos, de manera que, como señala Xabier Arbós, se estaría produciendo una quiebra escandalosa del principio de jerarquía normativa, porque se estaría reformando una Ley Orgánica (el Estatut) por Decreto, obviándose, por supuesto, todos los mecanismos de reforma estatutaria.
  6. Cuando se recurre al Senado para solicitar autorización, como es el caso, no se puede pretender la carta en blanco que hoy exige el Gobierno para "hacer lo que haya que hacer" (Rajoy dixit), que es la otra cara de su conocido hit: "la ley es la ley". Dotar a Rajoy de la potestad de convocar elecciones anticipadas en Catalunya desborda con mucho los márgenes competenciales del Senado. En cambio, por otro lado, "El Gobierno de la Nación dará cuenta al Senado del estado de aplicación y ejecución de las medidas (…) con una periodicidad de dos meses", medidas que "permiten su adaptación a las circunstancias cambiantes", y si eso sucediera, "se prevé la posibilidad de que el Senado pueda conocer las modificaciones y actualizaciones". Lo que significa, lisa y llanamente, que se instrumentaliza al Senado dotándolo de poderes extraordinarios en lo que interesa al Gobierno, pero se le priva de la capacidad de ejercer un control continuado sobre lo que decida el ejecutivo.
  7. El 155 habla de adoptar "medidas necesarias" para la consecución de un fin, pero ¿qué relación existe entre el fin perseguido (evitar el proyecto secesionista) y la convocatoria de elecciones? ¿Cuál es, en concreto, el fin perseguido cuando se habla de "orden constitucional" y de "interés general"?
  8. Las "medidas necesarias" tienen siempre un límite y no pueden traducirse en una suspensión de facto del texto constitucional que se invoca para aplicarlas. Por esta razón, entre otras, tales medidas deberían someterse a control jurisdiccional. Un control al que ha de someterse toda potestad reglamentaria, la legalidad de la actuación administrativa, y los fines a los que una y otra se orientan (106CE). Ni rastro de un control semejante, como ya hemos visto más arriba.
  9. Esta aplicación del artículo 155 se traduce no sólo en una suspensión de aspectos sustanciales del derecho a la participación política, sino también en una intervención dudosa de la libertad de expresión y de comunicación. Una suspensión, pues, de derechos fundamentales que solo el 116 permite bajo estrictos controles, de manera que, si antes del fatídico 1-O tuvimos un 155 sin control del Senado, lo que ahora tenemos es un 116 sin control del Congreso. Esto es, un ejecutivo omnipotente funcionando con tics autoritarios y al margen de las Cámaras.
  10. Si una interpretación sistemática de la Constitución nos lleva a calificar de anticonstitucional este uso del 155, dado que excede en algunos puntos lo que dispone el 116 para los estados de excepción, una interpretación histórica nos llevaría a una conclusión similar, porque en el proceso constituyente ya se desestimó la posibilidad de disolución de los parlamentos autonómicos para estos casos. En aquel momento, tanto Fraga como UCD propusieron un 155 (era entonces el 144) con una redacción mucho más intervencionista y autoritaria que la actual. Esta redacción fue rechazada y sustituida por la redacción soft que ahora tiene el 155. Lo que se rechazó fue, pues, justo lo que se ha acordado activar ahora: suspender al President y Vicepresident de la Generalitat, suprimir al Govern y disolver al Parlament para convocar elecciones.

    En definitiva, lo que estamos viviendo en estos días es un despelote catártico al que se han unido sin dudarlo algunos reyezuelos de provincias, soñando ya con amplios poderes plenipotenciarios. De manera que
    hay riesgos de que pasemos del café para todos a la represión sin cuartel.
Lo cierto es que no ha habido partido más destituyente y anticonstitucionalista en este país que el Partido Popular, que lleva años dedicándose a bombardear con fuego "amigo" la línea de flotación del sistema constitucional del 78 (un sistema que ellos mismos combatieron). De hecho, ha sido el PP el que ha matado de éxito al Tribunal Constitucional, dotándole de unas anómalas competencias ejecutivas que ninguna Constitución podría reconocerle; el que ha mantenido a un Fiscal General del Estado, claramente extralimitado, y reprobado por el Congreso; el que ha destrozado al poder judicial con la reforma del Consejo General del Poder Judicial; el que ha ninguneado a las cámaras legislativas, en España primero, y en Catalunya después; y el que ha forzado la esperpéntica comparecencia del Rey Sol con la que se ha mostrado la irreversible decadencia y la inutilidad sin paliativos de la Corona de España.
En fin, a estas alturas está claro que el Régimen del 78 acabará muriendo en la misma senda constitucional por la que marcha con paso firme e incólume el Partido Popular.


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