martes, 7 de mayo de 2024
No hay dos sin tres
Miembros de COESPE,
Eduardo Luque y Ramón Franquesa –su portavoz– nos advierten del chantaje al que
quiere someternos la UE sobre las pensiones. Una pesadilla que regresa aunque
nunca se haya demostrado seriamente que el futuro de las pensiones esté en peligro.
No hay dos sin tres
Eduardo Luque, Ramon
Franquesa
El Viejo Topo
7 mayo, 2024
Porque no hay dos sin tres: Bruselas ataca de nuevo.
Lo había
validado la propia Comisión Europea; lo habían refrendado el Fondo Monetario
Internacional y la propia OCDE. La reforma que habían introducido José Luis
Escrivá y Pedro Sánchez aprobada en marzo del 2023 solucionaría durante
décadas, eso querían que creyéramos, el problema de las pensiones en nuestro
país. Rememorando a Cervantes sería como aplicar el bálsamo de Fierabrás al
“problema de las pensiones”.
Bruselas dio
por buenos los cambios introducidos: entre ellos, la subida anual del IPC, o el
nuevo mecanismo de solidaridad intergeneracional (MEI) cuyo objetivo era nutrir
el Fondo de Reserva de la Seguridad Social. Una vez más vemos como las
instituciones europeas se desdicen. Y, como los malos augures que preguntaban
al César qué convenía que dijeran los sacrificios, los nuevos adivinos,
revestidos de una aparente cientificidad matemática, pronostican nuevas
calamidades.
Sólo hace 12
meses que avalaron los anteriores informes; las medidas aún no han hecho
efecto, pero ya se pretenden modificar. Paradójicamente los datos
macroeconómicos de la economía española son buenos: en números de trabajadores
dados de alta en la s/s, en ingresos por cotizaciones y en niveles de
crecimiento del PIB….
La propuesta de
la Comisión Europea en el informe de envejecimiento 2024 (Ageing Report)
sorprende a propios y extraños. Los analistas del BBVA, nada proclives a ideas
socializantes, señalan una grave carencia en el estudio. Bruselas no ha
contemplado los ingresos adicionales que establece la reforma de Escrivá: el Mecanismo
de Equidad intergeneracional (MEI), el incremento de ingresos derivado de
la introducción de la cuota de solidaridad para los salarios más altos, la
subida de la base máxima de cotización, ni la reducción de los gastos impropios
a la que se ha comprometido el gobierno…
Todo apunta a
que las reformas propuestas adolecen del rigor que se les debería suponer.
¿Cómo es posible que los datos que eran buenos hace pocos meses ahora no lo
sean?
No nos
equivoquemos; las instituciones europeas están en pie de guerra contra sus
ciudadanos. Necesitan cada vez nuevas fuentes de ingresos. Es necesario
sostener los altísimos niveles de corrupción, que salpican a las más altas
instituciones de la Unión como la Comisión Europea (la compra de las vacunas
toca de lleno a la propia Ursula von der Leyen) y, especialmente, mantener viva
la guerra en Ucrania.
Vivimos una
auténtica ofensiva de las instituciones europeas cuyo objetivo no es otro que
introducir recortes sociales para financiar sus actuales y futuros
conflictos. El ejército y el rearme europeo es ya un gigantesco pozo sin fondo
donde caen sin control alguno los impuestos de los trabajadores y pensionistas
europeos.
Es un asalto
coordinado. Primero fue el Banco Mundial allá por 1994 quien en sus informes
dio el pistoletazo de salida para la privatización de las pensiones públicas.
El Fondo monetario Internacional tomó el relevo a continuación llegando a
pronosticar, no menos de siete veces en los últimos 15 años, la quiebra de
las pensiones, Por último, y más recientemente, ha sido la OCDE quien criticó
al ejecutivo porque la hucha de las pensiones estaba casi vacía. Olvidó
intencionadamente su papel: fue esta organización internacional la que validó y
aplaudió (en época de Rajoy) el uso impropio del Fondo de Reserva.
Ahora, en el
nuevo informe sobre envejecimiento que ha presentado la Comisión Europea
se afirma lo contrario de lo que se anunció hace tan solo 12 meses.
Mientras, se
negociaba la privatización de las pensiones que aprobó el Parlamento español el
año pasado; Bruselas bendecía la operación como una solución al denominado
”problema de las pensiones”.
En realidad, y
tal como habíamos denunciado, no era sino un primer paso para una reforma mucho
más amplia y mucho más profunda de todo el sistema público de pensiones. El
objetivo de la Unión Europea es reducir su cuantía, un objetivo que va mucho
más allá de la mera privatización.
El informe de
Bruselas sobre envejecimiento insiste en que los desequilibrios financieros
obligarán a nuestro país a realizar nuevos ajustes a partir del año 2026, unos
12.000 millones de euros/año (prácticamente una paga de los jubilados
actuales). En este momento, según las cuentas de este organismo europeo, la
nómina mensual de pensiones en nuestro país alcanza unos 13.000 millones por 14
pagas. De nuevo la justificación es la necesaria disminución del déficit
público; Bruselas nos obligaría a que el gasto en pensiones no sobrepasase el
13,3% del PIB.
Según esos
cálculos el costo de las pensiones en relación al PIB ascendería, si no se
introducen sus medidas, al 17,3% del PIB en 2050. Para descender en el 2070
¡¡¡dentro de 46 años!!! al 16,7%. Curiosos técnicos estos que son incapaces de
acertar con la inflación en el trimestre inmediato, pero que, tras “sesudos”
análisis, saben cuál será el peso de las pensiones en el PIB dentro de casi
medio siglo.
Basándose en
esos cálculos, al superar la frontera del 15% tal como señala la propia ley de
Escrivá, se dispararía un sistema automático de recortes (unas 8 décimas) para
alcanzar el citado 13,3% del PIB.
La Comisión
Europea pretende de forma progresiva varios objetivos: la reducción de la Tasa
de Prestación (porcentaje de la pensión media sobre el salario medio)
que habría de bajar del 64% en 2022 al 51% en 2070. También se busca aumentar sustancialmente
la Tasa de Dependencia (porcentaje
de mayores de
65 años sobre la población en edad de trabajar) lo que equivale a un aumento de
los años de trabajo en 4,8 años. Las jubilaciones, en ese momento y
con esa propuesta, superarían los 70 años. También se propone no
indexar las pensiones al IPC anual con la consiguiente pérdida de
poder adquisitivo, y por último se busca la reducción de la Tasa de
sustitución (porcentaje entre el último salario recibido y la primera
pensión, que actualmente hemos conseguido que se mantenga muy por encima del
80%)
la Comisión
Europea sostiene –no puede ser de otra forma– que los responsables son los
pensionistas por haber impuesto la retirada del factor de sostenibilidad
aprobado por el PP y conseguir ligar, aunque con ligeras pérdidas de poder
adquisitivo, las pensiones al incremento del IPC.
La comisión (no
olvidemos que está controlada por el PP europeo) considera inconcebible que las
pensiones subieran en el 2022 un 8,5%. Las instituciones europeas con su miope
vista suspiraban por el 0,25% Impuesto por Rajoy.
Atados como
estamos a la rueda de los fondos Nex generation, Bruselas vuelve a
chantajearnos. Si queremos recibir el cuarto pago, unos 10.000 millones de
euros del Plan de Recuperación y Resiliencia, debemos introducir ajustes que
recorten el gasto en pensiones. Este paquete se llevaría al Consejo de
Ministros el 20 de mayo.
El Ejecutivo
obedecerá las órdenes provenientes de Bruselas y es por ello que la ministra
Sáez envío en el mes de abril un documento a los agentes sociales en el que ya
se proponen ideas nuevas sobre «un nuevo marco regulador de la compatibilidad
de trabajo y pensión”.
Las reacciones
de Bruselas muestran que la lucha pensionista ha conseguido algunas victorias,
que aunque parciales, cuestionan los planes de los grandes grupos de poder
financieros. Desde COESPE sabemos que no ha sido poco lo conseguido porque el
enemigo es enorme. Vamos a seguir perseverando porque nuestras acciones
muestran que es posible conquistar victorias, aunque sean pequeñas.
Con nuestras
fuerzas y a pesar de la oposición de las grandes burocracias sindicales y
algunos partidos políticos a los que molestamos, estamos metiendo miedo, son
ellos los que han de demostrar la validez de sus argumentos porque nosotros les
estamos ganando el relato.
Feijóo o el hooliganismo en política
Feijóo o el hooliganismo en
política
Por Agustín Moreno
Rebelion / España
07/05/2024
Fuentes: eldiario.es
El problema sigue estando ahí. Unas derechas muy ultras a las que se les
llena la boca de con la palabra “democracia” cuando no tienen el poder, porque
consideran que la democracia son ellos. Intentan derribar al Gobierno de España
con una campaña de deslegitimación continua, plagada de bulos y bárbaros
ataques
A Sánchez el
partido se le estaba yendo de las manos por la agresividad del equipo
contrario, cuando decidió pedir tiempo muerto. Algunos llegaron a pensar que
tiraba la toalla y se acababa el partido, pero no. Se trataba de detenerlo y
poner en evidencia el juego sucio del rival. Era una manera de dar la vuelta a
la situación y tener el balón. Pero ganar tiempo no sirve de nada sin agrupar
las propias fuerzas, tensionar a la hinchada para que anime y recuperar la
iniciativa.
El dilema era
seguir aguantando la brutal ofensiva del contrario o plantarle cara con una
nueva estrategia. Tenía claro que las únicas batallas que se pierden son
las que no se dan. El objetivo era rechazar el peligroso juego e intentar
garantizar que los árbitros no sean parciales. La afición al baloncesto del
presidente del Gobierno le ha debido inspirar este movimiento de parar para
recuperar el balón, maniobra que puede ser discutible para algunos pero que ha
puesto a la derecha a la defensiva. Ya lo hizo tras el 28 de mayo y le
funcionó, pero ahora o hay un cambio de estrategia o no servirá de mucho.
Pero el
problema sigue estando ahí. Unas derechas muy ultras a las que se les llena la
boca de con la palabra “democracia” cuando no tienen el poder, porque
consideran que la democracia son ellos. Intentan derribar al Gobierno de España
con una campaña de deslegitimación continua, plagada de bulos y bárbaros
ataques. Son incapaces de reconocer ningún logro ni siquiera en la marcha de la
economía: no les importa que crezca el empleo y su estabilidad o que España
adelante a la eurozona en la recuperación del PIB tras la pandemia. Siguen con
su matraca de que este es el peor Gobierno de la historia de España, aunque se
sitúen a la derecha de la realidad y del sentido común. Con ellos, no estamos
en democracia, estamos en demagogia y urgencia.
Este ataque se
resume en la imagen de un Núñez Feijóo acusando a Pedro Sánchez de ser como
Franco y a su gobierno legítimo una dictadura. Menos mal que llegaba para
modernizar al PP. No basta decir que le marcan el paso Aznar, Ayuso y Abascal,
que se precipitaron a opinar antes que él sobre la decisión de Sánchez de
continuar. Feijóo se encuentra cómodo en la hipérbole y parece que MAR le
asesora. Practica un hooliganismo político que es muy peligroso cuando mucha
gente, colocada en condiciones de supervivencia por el sistema, está entre el
miedo y la ira.
Hay que
preguntarse por qué es tan difícil que haya en España una derecha moderna y
europea. Para ello hay que bucear en las raíces franquistas y en el modelo de
transición. Es muy interesante para encontrar las claves, estudiar el análisis
comparativo de la construcción de la democracia en España y Portugal que hace
Robert Fishman en su obra “Práctica democrática e inclusión” (Ediciones
Catarata, 2021).
Lo cierto es
que parece que vivimos el coleteo del “atado y bien atado”: a medida que pasa
el tiempo, en vez de disolverse el franquismo bajo el desarrollo de la
modernidad social, ocurre lo contrario, aparece cada vez más como elemento que
constituye el núcleo de una derecha que se reproduce a sí misma. Hasta la ONU
se acaba de pronunciar sobre la agenda negacionista de PP Vox atacando la
memoria democrática en las CCAA. Lo dijo gráficamente Rafael Chirbes
antes de morir: “es como si hubiesen tenido el cadáver del dictador en
el fondo de la charca y se hubieran decidido a cortar la cuerda para que
saliera a flote, trayéndonos toda su pestilencia”
Mantener el
Gobierno por mantenerlo no tiene demasiado sentido. El único, evitar que tome
el poder la derecha y haga un destrozo con los logros sociales, pero eso no es
suficiente. A pesar de la complejidad de los apoyos parlamentarios, se trata de
desarrollar un programa avanzado de regeneración democrática y de reformas
sociales para la modernización del país. La tarea principal que tiene el actual
Gobierno de coalición y sus socios de la investidura es ir en serio.
Ello pasa por
la derogación de la ley Mordaza para fortalecer los derechos y libertades de la
ciudadanía, la renovación sin más demoras del Consejo General del Poder
Judicial para garantizar la Constitución y la independencia judicial, y medidas
para combatir la intoxicación con bulos y mentiras. Por una estrategia decidida
de reconquista de lo público y de mejora de la sanidad y la educación, políticas
medioambientales y de lucha por la descarbonización, un nuevo modelo económico
que fortalezca la industria y sea sostenible, una política fiscal con mucha
mayor progresividad fiscal que grave a la banca y grandes capitales, avances en
la laicidad del estado y supresión de todo tipo de privilegios.
Un tema clave
es dotar a la ciudadanía de espíritu crítico, como vacuna frente a la
manipulación mediática y política. Eso pasa por una educación pública
universal, plural, laica y democrática y cuestionar la doble red privada
sostenida con fondos públicos que juega un papel segregador y adoctrinador.
Además de la
desestabilización del Gobierno, el segundo objetivo que las derechas ultras
persiguen, es provocar desafección política y alejamiento ciudadano con una
tensión y un ruido insoportable. Esto es muy viejo. Ya nos advertía hace un
siglo de estas estrategias, Antonio Machado, que decía: “Haced política,
porque si no la hacéis, alguien la hará por vosotros y probablemente contra
vosotros”.
Hay que
explicar de nuevo la relación entre la política y las cosas de comer, es decir,
sobre lo que realmente importa. Por ejemplo, si una persona es operada de
corazón o de cadera, vive o anda no gracias a la ciencia sino a la política;
porque, aunque la técnica quirúrgica esté muy desarrollada, si no tiene dinero
quizá no se la apliquen, a no ser que la política decida que hay sanidad
universal para todos. Esta es la grandeza práctica de la política que no se
puede perder.
La desconfianza
hacia la política es una característica de los momentos de derrota y la peor
derrota es la pérdida de la esperanza. Es peligroso pasar de política. Hannah
Arendt se preguntaba si la política tiene aún sentido y concluía que el
totalitarismo era la desaparición de la política. Fin de la política, fin de la
historia. Por ello, no se puede dejar ni la política ni la calle en manos de la
derecha.
Es preocupante
lo que está pasando y convendría que todos hiciéramos un esfuerzo por
reconducir la situación. En mi breve paso de dos años por la política
institucional, cuando me despedí en la Asamblea de Madrid hacía la siguiente
recomendación a sus señorías: “Guarden siempre un tono de respeto y
de escucha. No olvidemos que la democracia no es otra cosa que la capacidad de
diálogo civilizado. Los modos y la ética deben ser parte fundamental de la
democracia y de la política, porque la política sin ética es simple politiqueo
y un club de cínicos. Y porque las instituciones sin respeto se convierten en
una cesta de cangrejos que aleja a la ciudadanía de la política y erosiona la
democracia”.