martes, 5 de enero de 2016
LA EUROPA DEL BCE Y DEL FMI, NUEVA VERSIÓN DEL CABALLO DE ATILA
Europa y la Primavera Árabe
CINCO AÑOS DESPUES
Rebelion
Middle East Eye
05.01.2016
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo
Fernández
|
Manifestantes
tunecinos ante el Ministerio del Interior exigiendo la renuncia del presidente
Ben Ali, 14 de enero de 2011 (AFP)
El 17 de
diciembre de 2010, un joven vendedor ambulante se prendió fuego tras ser
humillado y acosado por la policía, que le había prohibido que se ganara de esa
forma su escaso sustento. Mohamed Buazizi falleció pocos días después sin saber
que su ejemplo había logrado encender la ira de sus compatriotas tunecinos
hasta conseguir derrocar a su tiránico presidente, Zine Al Abidine Ben Ali, en
menos de un mes. Ben Ali tuvo miedo y huyó mientras oía cómo su pueblo coreaba
en francés “Dégage!” (¡Lárgate!).
Ben Ali había
permanecido 23 años como presidente de Túnez con la ayuda de una fuerza
policial extremadamente brutal. Sin embargo, durante toda su presidencia no
había dejado de recibir alabanzas políticas de Europa, disfrutando de una buena
reputación en los medios de comunicación europeos mientras se esmeraba en las
relaciones públicas utilizando el engaño generalizado, permitiendo que Europa
creyera que era un socio fiable, sin prestar atención alguna a la voluntad de
su pueblo.
A pesar de la
abundancia de informes independientes de derechos humanos acerca de la
opresión, tortura y mordaza de la libertad de expresión durante la era de Ben
Ali, su imagen seguía siendo en gran medida inmaculada en la cobertura de los
medios europeos y continuaba recibiendo cálidas bienvenidas en las capitales
europeas. Las valientes investigaciones publicadas en el extranjero durante los
años finales de su gobierno no lograban disipar la creencia e imagen
preponderantes de que era el presidente ideal para el mundo árabe.
Incluso cuando
el pueblo tunecino estuvo protestando contra su régimen tiránico durante varias
semanas, los políticos y periodistas en Europa continuaron encontrando
dificultades para criticar claramente al régimen gobernante y al despótico
presidente que tantas crónicas laudatorias había auspiciado. En la cobertura y
comentarios de los medios europeos, los titulares no tildaron de “dictador” a
Ben Ali hasta las horas finales de su gobierno, cuando todo el mundo estuvo
seguro que su reinado había terminado.
El 14 de enero
de 2011, los tunecinos celebraron su abrumador éxito al conseguir derrocar a un
dirigente tiránico que se había empecinado en seguir en el poder con la ayuda
de una red familiar aferrada las esferas económicas del país de una forma
mafiosa. De repente, el mundo se puso a aplaudir a los tunecinos y las fotos de
las masas de Túnez se apropiaron de las portadas de la prensa europea durante
semanas. Los políticos y comentaristas en Europa empezaron por fin a hablar de
la fealdad del gobierno del tirano. Fue solo entonces cuando las autoridades
europeas admitieron abiertamente que sus políticas exteriores habían sido un
error favoreciendo al régimen a fin de proteger los intereses de Occidente en
el mundo árabe en vez de honrar sus obligaciones con los estándares de la
democracia, derechos humanos y voluntad popular.
Egipto después
de julio de 2013
Pero, ¿qué
sucedió después? El aplauso europeo a la Primavera Árabe a favor de la
democracia duró alrededor de dos años, pero después el lenguaje de concertación
con los tiranos hizo de nuevo su aparición por toda la región, especialmente en
Egipto. En la actualidad, está claro que no se concede valor práctico a los
muchos informes e investigaciones independientes de derechos humanos sobre las
atroces violaciones perpetradas por los regímenes en ataque a la democracia. A
pesar del hecho de que las embajadas europeas están presenciando muy de cerca
las nuevas atrocidades y cómo se aplasta y masacra al pueblo en las plazas, la
afición a dar la bienvenida a los tiranos extendiendo la alfombra roja ante
ellos se ha recuperado nuevamente.
Hoy en día,
todo el mundo debe olvidarse de todos los bellos eslóganes, iniciativas y
estrategias que los políticos europeos propusieron durante la Primavera Árabe.
¿Quién recuerda ahora la “Nueva Política Europea de Vecindad” anunciada por
Catherine Ashton en mayo de 2011, la Asociación para la Democracia y
Prosperidad Compartida con el Mediterráneo Sur propuesta por la Comisión de la
UE en marzo de 2011, el apoyo a las democracias emergentes en las iniciativas
del mundo árabe, o incluso la nueva versión de la Asociación Euromediterránea
que se reprodujo durante la Primavera Árabe?
La verdad es
que la democracia quedó pisoteada y aplastada y que se presentaron todo tipo de
excusas para llevar a cabo este brutal proceso, que no se habría producido si
no se hubiera garantizado la inmunidad europea y hubiera habido crítica
verdadera y castigo. No hay duda de que los políticos europeos y la mayor parte
de la cobertura y comentarios de sus medios de comunicación evitaron condenar
lo que había sucedido a partir de julio de 2013, tras el golpe militar en
Egipto. La tiranía y la opresión se reprodujeron de forma brutal y el nivel de
crueldad creció llegando hasta el extremo de perpetrar atroces masacres masivas
en las plazas contra manifestantes pacíficos y quienes llevaban a cabo
sentadas. La nueva tiranía utilizó campañas de relaciones públicas para engañar
a Europa y al mundo.
Los poderosos
Estados europeos no pueden eludir sus responsabilidades a la hora de influir en
algunos de los desarrollos de su patio trasero. Tienen obligaciones y
responsabilidades y no hay espacio para la confusión cuando se trata de elegir
entre democracia y tiranía militar, libertad y opresión, dignidad humana y tortura.
Algunos han
dicho que las políticas exteriores europeas persiguen extender la democracia
pero lo que hacen más bien es trabajar en función de la lógica de sus intereses
y seguridad nacional, como si el compromiso europeo de apoyar la democracia,
libertad y derechos humanos no tuviera valor alguno en tiempos de dificultades.
Bien, debo recordarles que los regímenes tiránicos y corruptos son los que
produjeron las bombas de tiempo económicas y sociales al no proporcionar
oportunidades laborales a millones de sus jóvenes cada año. Esos regímenes
aplastaron las esperanzas de sus pueblos y crearon la atmósfera donde se incuba
y reproduce la cultura de la violencia y el extremismo, empujando a
generaciones de árabes a tomar terribles decisiones, como arriesgarse a morir
ahogados en el mar Mediterráneo o caer presos de la propaganda de Daesh.
Hossam Shaker
es investigador y escritor, consultor en medios de comunicación, relaciones
públicas y comunicación de masas para una serie de organizaciones europeas. Reside
en Viena. Centra sus análisis en los asuntos internacionales, así como en las
cuestiones sociales y de los medios de comunicación.
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