domingo, 13 de junio de 2021

Historia del siglo XX - 13 La revolución de un hombre (Mao Tse-Tung)

Mala gente que camina. [Pero que esto significa un mayor empeoramiento de las condiciones de vida para todos en general, que no es un chascarillo ni un apretoncete al botón de me gusta, no me gusta, ay, que me entran las vomitinas al botón de facebbok. Que esto lo dice la historia que sabe un fajo de esto]

 

La extrema derecha en España va en ascenso. Cierto que también en muchos otros sitios pasa lo mismo. Pero en esos países, al menos por ahora, la derecha no se alía con el fascismo. Aquí sí. Nunca la derecha fue en nuestro país antifascista. Nunca.


Mala gente que camina


 Alfons Cervera

El Viejo Topo

13 junio, 2021

Mala gente que camina
y va apestando la tierra.
Antonio Machado

Nunca vamos a acabar con las discusiones sobre lo que son o no son la derecha y la extrema derecha. Que si fascistas. Que si neofascistas. Que si franquistas. Que si  neofranquistas. Que si derecha extrema. Que si extrema derecha. Que si racistas. Que si xenófobos. Nos pasamos la vida intentando ponerles nombre a quienes han hecho de lo humano una ruina moral, el gancho carnicero donde colgar la igualdad, la solidaridad, la libertad, la dignidad para vivir en lo común porque estar solos da mucho miedo demasiadas veces.

Por encima de esas maneras de nombrar a esa derecha y extrema derecha, hay una que prefiero sobre las demás: son mala gente. Siempre lo fueron. Nunca estuvieron del lado de la fragilidad. Siempre abrazaron desvergonzadamente a quienes lo tenían todo, aunque ese todo lo consiguieran muchas veces atracando impunemente la decencia. Hace tiempo se empezó a hablar bastante —ya era hora— de la memoria histórica. Insisto: mejor si la llamamos memoria democrática y antifascista. Pues entonces salía Rajoy, presidente del gobierno, y se vanagloriaba de traicionar los presupuestos generales del Estado no dando un solo euro para la exhumación de las víctimas que dormían su sueño republicano en fosas clandestinas. Y el entonces portavoz adjunto del PP en el Congreso, Rafael Hernando, decía con una frialdad que pone los pelos de punta: “algunos se acuerdan de su padre cuando hay subvenciones para encontrarlo”. Eran padres y madres asesinados por muchos padres y abuelos de quienes despreciaron siempre el derecho de los suyos a la memoria de las víctimas. Unos crímenes que hoy, todavía hoy, siguen en el limbo de la justicia después de más de cuarenta años de democracia. Ningún atisbo de humanidad en quienes sí que tuvieron ocasión de recuperar a sus muertos de cuando la guerra. Eran los vencedores y peinaron cielo y tierra hasta encontrar a sus familiares y poder llevar a cabo la ceremonia del duelo que siempre negaron y siguen negando a los vencidos. No sienten el dolor ajeno sino como una patochada que los mueve a la risa. Se burlan de ese dolor. Pero burlarse del dolor que viene de aquel pasado es una manera de esconder una evidencia: le tienen miedo a ese pasado. De las fosas comunes saldrán no sólo los nombres de los asesinados, sino también los nombres de sus asesinos. A eso le tienen miedo. A eso.

Discutir sobre si Vox y buena parte del PP son fascistas es el pan de cada día. Hay que aumentar el espacio de la reflexión. Sus proclamas caen en un cuidado caldo de cultivo: nunca se fueron los resabios franquistas de una sociedad que vio pasar de largo la ruptura con un pasado despreciable. Nunca las instituciones de la democracia abandonaron totalmente sus raíces antidemocráticas. Nunca en nuestro país tuvo lugar una apuesta seria, rigurosa, por una enseñanza de la historia que estuviera por encima de esa fabulación siniestra heredada del franquismo. Todavía hoy, bastantes historiadores sufren persecución judicial porque los hijos y nietos de quienes firmaban condenas de muerte sin garantías procesales los denuncian con el único fin de convertir, una vez más, la historia en una sarta de mentiras. Como si la historia tuviera más que ver con el honor mancillado de los criminales que con la verdad. Precisamente, cuando escribo estas líneas, se anuncia el juicio contra el historiador Carlos Babío, autor del libro Meirás: un pazo, un caudillo, un  expolio, por un supuesto delito de injurias contra los  Franco. ¡Qué país, dios, qué país!

La extrema derecha va en ascenso. Es cierto que también en muchos otros sitios pasa lo mismo. Pero en esos países, al menos de momento, la derecha no se alía con el fascismo. Aquí sí. Nunca la derecha fue en nuestro país antifascista. Nunca. Y aún tenemos una diferencia respecto a otros países: la mayoría de los medios de comunicación —escritos, audiovisuales, digitales— defienden, cuando no incitan a ella claramente, la algarada de la extrema derecha allá donde se encuentre. Y no se trata sólo de una complicidad ideológica. La economía los junta. La depredación de la caja pública a favor de intereses privados de todo tipo, de esos intereses financieros de quienes tanto dependen esos medios de comunicación. La violencia de sus proclamas llamando a un golpe de Estado, como ya muchos medios de comunicación y el mundo del dinero y los monárquicos hicieron desde que la Segunda República —incluso antes— empezó a andar aquel lejano mes de abril de 1931. Es como un violento anacronismo: se pasan el tiempo llamando a la intervención del ejército. La llamada más reciente: el conflicto migratorio en Ceuta. Los pone a cien esa violencia que mamaron de sus antepasados. La épica con que quieren solucionar un problema que no tiene nada que ver con la épica sino con la vergüenza y la más obscena negación de los derechos humanos. Les importan un pito esos derechos. La solidaridad no va con ellos. Cómo puede andar por los platós de televisión esa Cristina Seguí, fundadora de Vox con su entonces pareja Ortega Smith, que convierte un gesto de solemne humanidad en una refriega sexual entre una joven solidaria y un joven migrante exhausto y muerto de miedo. Qué pasa con esas televisiones. Este nuestro no es un país normal. No lo es. La democracia que hemos construido es frágil, paradójicamente cómoda para quienes van contra ella. Y demasiadas veces injusta con quienes la defienden con sus libros, con sus canciones, con sus documentales, con sus gestos y palabras que se verán hostilizadas por una justicia que se niega a borrar de sus actuaciones sus ancestros franquistas.

Cómo es posible que ni las fuerzas de seguridad (¿de seguridad para quién?, acabaremos preguntando) ni la justicia hayan intervenido en los largos meses de asedio al domicilio de Irene Montero y Pablo Iglesias. No me lo explico. A su puerta la violencia permanente, riéndose de cómo los niños sentirán en sueños la infame tabarra de una turba criminalmente incombustible. ¿Son fascistas quienes se mantienen cada día en ese cerco violento? No lo sé. Creo que sí. Pero no tengo ninguna duda: son esa mala gente que camina, que apesta lo que toca, como cantaba Antonio Machado en uno de sus poemas memorables.

¿Cómo es posible que se nieguen a aceptar el horror de tantas mujeres asesinadas —algunas de ellas con alguno de sus hijos— sólo en lo que llevamos de año? No se puede entender ese desprecio si no es desde la mirada cínica, inhumana, de los desalmados.

Y cierro estas palabras escritas desde la razón y también desde la rabia y la impotencia: la pandemia maldita que nos azota desde hace más de un año y a saber hasta cuándo. Miles de muertos no han despertado en ellos ninguna compasión, ni un sólo gesto de solidaridad con las víctimas de la pandemia. Sólo les ha importado y les sigue importando destrozar al gobierno de coalición. La presidenta de la Comunidad de Madrid y ese alcalde de la ciudad a quien siempre vi con pinta de Forrest Gump —sin la inocente nobleza de Tom Hanks, claro está— han cambiado electoralmente muertos por botellines de cerveza. Y desde que ganaron las elecciones —¡qué saturación, dios, qué saturación!— ya están planificando su próxima victoria, una victoria que siempre será, como fue entonces, la del servicio a la patria. A la suya, claro. La patria de la exclusión de quienes no pensamos como ellos. La patria contra los versos de Miguel Hernández, contra la memoria de la legitimidad republicana, contra todos nosotros hasta que sólo queden ellos cuando la democracia ya sea la hermana gemela de aquella dictadura que impusieron sus padres y sus abuelos con una crueldad que sigue presente después de tanto tiempo. Me los imagino disfrutando a tope con las posibles listas de aquellos «veintiséis millones de hijos de puta» anunciados por sus militares. Todo sonaría como muy estrafalario si no fuera porque sabemos que el odio a la pobreza, a la diferencia, a esa dignidad igualitaria que debería ser de verdad la patria de lo común, los llena de una violencia que aterra: en las calles, en los platós de televisión, en las instituciones… Fascistas, reaccionarios, ultras, qué más me da. Sé sin ninguna duda lo que son: mala gente. Eso son. Para qué más. Para qué.

Artículo publicado originalmente en Infolibre.

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Podemos. 53.500 inscritos han votado para elegir al nuevo líder de Podemos, algo menos que en Vistalegre III. [Aviso a navegantes trabajadores de algo ya sabido y requetesabido. Cualquier forma política que no se base en la organización real de los trabajadores en la que el dirigente sea el que dirige y no el dueño, caca de vaca]

 

53.500 inscritos han votado para elegir al nuevo líder de Podemos, algo menos que en Vistalegre III

El candidato crítico Fernando Barredo denuncia que en la Asamblea Ciudadana «no hay democracia, es todo una cacicada».

 


Por Kaos. Estado Español 

 12 Jun, 2021

Cerca de 53.500 inscritos de Podemos han emitido su voto en el marco de la cuarta Asamblea Ciudadana para elegir al nuevo líder del partido, una vez cerrado este sábado a las 18 horas el plazo para depositar de forma telemática el sufragio, según han informado a Europa Press fuentes de la formación morada.

Este dato supone aproximadamente el 38,5% del censo fijado para estas primarias, que alcanza casi los 139.000 simpatizantes, e implica un nivel de participación levemente inferior al que se registró en Vistalegre III, que reeligió entonces al exsecretario general Pablo Iglesias.

Para esta proceso optan al puesto la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, el edil de Podemos en el Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial (Madrid), Esteban Tettamanti, y el militante crítico Fernando Barredo.

En la jornada del domingo se proclamarán los resultados de las votaciones para cerrar su proceso asambleario, que está culminado durante este fin de semana con un encuentro presencial con las bases del partido.

Belarra parte como clara favorita en estas primarias con un proyecto basado en la coralidad y feminización del partido, que además cuenta con el respaldo de los principales dirigentes de la formación morada.

El pasado domingo Podemos abrió la votación telemática para aquellos inscritos que verificaron su identidad y que estaban ya registrados antes del 27 de mayo, tal y como pauta el reglamento de la cuarta Asamblea Ciudadana. El censo electoral se estableció en unos 138.800 simpatizantes y militantes del partido con derecho a voto.

La cuarta Asamblea Ciudadana supone un cambio de ciclo en Podemos, que encumbrará a un nuevo líder tras siete años dirigido por Pablo Iglesias, cofundador del partido y que renunció a la política tras las elecciones madrileñas del pasado 4 de mayo.

El candidato crítico Fernando Barredo denuncia que en la Asamblea Ciudadana «no hay democracia, es todo una cacicada»

El cabeza de lista de la candidatura crítica en las primarias de Podemos, Fernando Barredo, ha denunciado en la IV Asamblea del partido la falta de «democracia interna» y la «cacicada» que, a su juicio, ha supuesto el proceso para relevar a Pablo Iglesias en la Secretaría General.

En la presentación de su candidatura «Nuevo Impulso» en la IV Asamblea de Podemos a la que asisten medio millar de inscritos en el Auditorio Paco de Lucía de Alcorcón, Barredo ha apostado por «resetear el partido» que, avisa, «no está para triunfalismos» y ha culminado el proceso de primarias «más opaco de Europa».

«Qué lejos estamos de la alegría de Vistalegre, cuando Podemos llenaba calles y plazas», ha lamentado Barredo, contestado con pitos, abucheos y gritos de «mentiroso» y «sinvergüenza» por parte de algunos de los militantes.

Tras criticar el ataque a la libertad de expresión que, a su juicio, suponían esos abucheos, ha arremetido contra la candidata oficialista y ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, a la que ha acusado de ser «juez y parte» en el proceso de primarias.

«Este Consejo Ciudadano no nos representa», ha denunciado el candidato de «Nuevo Impulso», que ha culpado a este órgano de ejercer una «inquisición interna», una «purga de los críticos» y un férreo «control de las bases».

Otro de los aspirantes a la Secretaría General de Podemos, que compite con Belarra, es el concejal del Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial (Madrid), Esteban Tettamanti, con la lista «Por un Podemos Horizontal», que ha criticado la organización de una asamblea exprés que no ha permitido una competencia en igualdad de todas las candidaturas.

En la defensa de su candidatura, Tettamanti ha reprochado a Belarra que no estuviera en ese momento en la asamblea escuchando a sus competidores y compañeros, lo que le ha llevado a cuestionar si con esa actitud podrá ganarse la confianza para pilotar el Ministerio de Derechos Sociales o el partido.

Tettamanti ha tenido unas palabras de reconocimiento para Pablo Iglesias por todo lo que ha conseguido en Podemos y en el Gobierno, lo que ha despertado el aplauso de los asistentes, a quienes ha pedido el apoyo para conseguir una «democracia real» dentro de Podemos, y revitalizar los círculos y la participación interna para empoderar a las bases.

Lejos de la participación masiva de sus primeras asambleas y con la asistencia presencial de alrededor de 700 personas, Podemos ha abierto su Vistalegre VI, nombre por el que se conocen sus congresos, que este domingo elegirá con toda seguridad a Ione Belarra para sustituir a Pablo Iglesias al frente del partido.

La primera jornada de la cuarta Asamblea de Podemos, que ha recuperado la presencialidad al avanzar la desescalada en la pandemia, ha transcurrido a medio gas, con pocos aplausos, aunque la mayoría para quienes han defendido la candidatura de la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, que ha delegado en los miembros de su equipo y ha preferido no estar en la presentación de las candidaturas.

Lo ha hecho en aras de la pluralidad y coralidad que quiere dar a la nueva dirección de Podemos, pero con ello ha levantado las críticas de sus dos competidores, conscientes ambos de que tienen poca o ninguna posibilidad frente a Belarra, pero que han dejado claro que el Consejo Ciudadano -la dirección- que conforme no les representa.

Belarra no ha intervenido en la asamblea para defender su proyecto, pero sí ha justificado después ante la prensa su decisión, ha defendido la limpieza de las primarias y ha apelado a una nueva dirección «coral» en la formación morada, en la que quiere dar protagonismo a otros compañeros que tendrán que asumir responsabilidades en la nueva etapa.

Un gesto con el que también huye del hiperliderazgo que ejercía hasta ahora Pablo Iglesias, quien ha sido el otro gran ausente de la asamblea de Podemos.

Iglesias no ha querido tutelar los nuevos liderazgos y este sábado los militantes no han tenido rendición de cuentas de su anterior secretario general.

Los casi 139.000 inscritos verificados eligen en este congreso la nueva dirección del partido, que sin casi dudas encabezará la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, a quien el propio Iglesias señaló antes de las primarias como su sucesora en un tándem en el que también colocó a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, como futura candidata a la Presidencia en unas elecciones generales.

Yolanda Díaz, que no es militante de Podemos, tampoco estará presencialmente en esta asamblea por tener que asistir a un consejo de ministros europeo, pero es posible que les deje algún mensaje telemático en la jornada de este domingo, cuando está previsto que se proclamen los resultados de las primarias.

Las sesiones del sábado se han abierto con un minuto de silencio por las niñas Anna y Olivia de Tenerife, y la condena de los crímenes machistas, igual que la reivindicación del feminismo ha estado presente en todos los discursos y mesas de debate con una asistencia muy mermada.

De hecho, en la mesa de feminismos una de las participantes, Irantzu Varela, en este caso de Bildu, se ha preguntado ante la poca afluencia de público, qué mejor sitio donde estar puede tener un militante de un partido de izquierdas que no sea «una mesa como esta».

Un pequeño reproche en un cónclave en el que la candidatura «Crecer» de Ione Belarra ha prometido trabajar por construir un Podemos más fuerte y que logre representación en todos los «rincones» de España. Ese es el gran reto al que se enfrenta Podemos, sobrevivir sin Iglesias.

Fuentes: Agencias y prensa

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