domingo, 7 de mayo de 2023

Consulta ciudadana por la sanidad pública en Madrid: Balance y perspectivas [Y si su niño no caga. Llévelo a la sanidad madrileña que se cagará hasta en su padre] ]

 

Consulta ciudadana por la sanidad pública en Madrid: Balance y perspectivas



 

Por Jesús Jaén | 

Rebelion / España

06/05/2023 | España

Fuentes: Viento sur


Desde hace más de dos años la situación de la sanidad pública en la Comunidad de Madrid está empeorando a pasos agigantados. Los motivos son de sobra conocidos: las políticas de los gobiernos del PP durante los últimos 25 años han ido dirigidas a desmantelar los servicios públicos y particularmente, la sanidad. Los efectos demoledores de la pandemia de la covid 19 han recaído sobre las espaldas de miles de profesionales del SERMAS (Servicio Madrileño de Salud). La Atención Primaria ha sido la principal damnificada. Durante estos años se han cerrado servicios de urgencias extrahospitalarias y el número de médicas y médicos o pediatras ha disminuido por jubilaciones, bajas no cubiertas o la falta de reemplazo de nuevos profesionales. Es una situación insoportable que sufren en primera persona las usuarias y usuarios del sistema público de salud y de manera especial en los barrios y pueblos obreros, donde la gente no puede contratar seguros médicos. El centro de salud de Abrantes en Carabanchel ahora mismo no tiene médicas ni pediatras en el turno de tarde.

Esta situación es la que nos ha llevado a salir a las calles. En los barrios y los pueblos como Carabanchel, Latina, Villaverde, Usera, Vallecas, Arganzuela, Getafe, Fuenlabrada, Leganés, entre otros, se han hecho centenares de concentraciones o manifestaciones. También se han convocado huelgas de las trabajadoras y trabajadores de Atención Primaria y, sobre todo, dos grandes marchas hacia Cibeles, como las del 13 de noviembre y 12 de febrero (que juntaron a centenares de miles de personas), convocadas por un espacio nuevo que se ha ido consolidando a raíz de estas movilizaciones. Este espacio llamado “Vecinas y vecinos de los barrios y pueblos de Madrid”, ha tenido el mérito de reunir a todas aquellas personas que quieren luchar por la sanidad pública independientemente de sus ideas políticas o pertenencia a otros colectivos. Un espacio nuevo que ha sido el mayor catalizador de la movilización social a favor de la sanidad pública.

El siguiente paso que hemos dado fue la preparación de una Consulta ciudadana que tenía tres objetivos fundamentales. El primero, continuar la movilización social pero no con una nueva manifestación, sino de manera más estructural y sostenida. Para ello tomamos los modelos de consultas que se habían realizado en la época del 15 M (la consulta del agua y la de la Marea Blanca en 2013). El segundo objetivo era seguir metiendo más presión al gobierno de Isabel Díaz Ayuso en los meses cercanos a las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo. Y el tercer objetivo era (esto es para nosotras y nosotros lo más importante) crear nuevo tejido social que tanto se ha ido perdiendo durante los últimos años; es decir, fortalecer la organización y las redes de contacto directo (no sólo internet) con la gente. Un trabajo a medio y largo plazo (pico y pala) que en esta época parece estar devaluado, y que en muchos barrios está siendo ocupado por las corrientes políticas o religiosas ultra reaccionarias.

Realizada la consulta y con los números en la mano, la asamblea de “Vecinas y vecinos” (celebrada el 26 de abril) hizo un balance muy positivo. Por supuesto, hay matices entre nosotras y nosotros, pero el sentimiento general es que se ha hecho un buen trabajo. La participación ha sido de 322.844 personas. De ellas 281.802 han sido votos presenciales y 41.042 adhesiones a la consulta. Siendo esta participación muy importante (dadas las condiciones políticas y sociales que vivimos en estos momentos), pensamos que lo más significativo ha sido cumplimentar el otro objetivo que teníamos. La creación de un mayor tejido social estructurado, en este caso, en torno a la defensa de la sanidad pública. Nuestros datos son los siguientes: en esta consulta hemos hablado con miles y miles de personas que nos han expresado su situación, sus problemas y sus preocupaciones. Entre estas miles de personas me gustaría destacar la participación de la población inmigrante que, si bien no se movilizó en las manifestaciones, ha ido perdiendo el miedo y se ha ido acercando a las urnas y votando. Otro dato que quiero resaltar es la participación de muchas personas jóvenes en la horquilla de dieciocho a treinta años; es decir, que las generaciones que vienen están empezando a concienciarse de que necesitamos una sanidad 100×100 pública.

La parte más significativa de este nuevo tejido social es la organización de las voluntarias y voluntarios que se han encargado de hacer la campaña de difusión, han estado a pie de urna durante siete días y han dedicado horas de su tiempo libre. Calculamos que han sido unas 10.000 personas (los datos aún no están cerrados). Este conjunto de activistas es el que se ha encargado de mantener unos 1.700 puntos de votación en 58 distritos de la Comunidad. Muchas de estas mesas de votación estaban colocadas en la puerta de los centros de salud y hospitales, en la salida de las estaciones de metro, en la puerta de los mercados, etc. Es evidente que no hemos llegado a cada rincón de cada pueblo o barrio, pero la Asamblea de “Vecinas y vecinos” se sentía orgullosa de haber podido realizar algo que otras organizaciones con estructuras -en teoría- consolidadas ni se lo han planteado.

Hubo un debate lógico entre nosotras y nosotros sobre la comparación de la consulta de la sanidad en 2013 y ésta. En aquella conseguimos que 943.000 personas participaran. Pero en mi opinión, esta comparación no es muy adecuada. El contexto político y social que vivimos era distinto. Estábamos en medio de la larga onda del 15M e inmersos en las grandes Mareas (la Marea Blanca estaba en plena ebullición). La implicación del personal sanitario en aquella ocasión fue mucho mayor, así como del conjunto de las organizaciones sindicales, vecinales y políticas. En mi opinión, el mérito de esta consulta es que ha sido organizada por activistas que se han ido autoorganizando a través de sus barrios y pueblos, en un nuevo espacio unitario que ha sido “Vecinas y vecinos”. No hemos tenido ningún apoyo público ni institucional y hemos puesto en práctica un ejercicio de democracia participativa.

Las dos grandes conclusiones que creo se deben extraer de esta experiencia son: en primer lugar, que la defensa de la sanidad pública es un derecho que ha calado profundamente en todas las capas sociales, en varias generaciones y en una mayoría de la ciudadanía. La sanidad pública une, muy particularmente a los de abajo pero también tiene un enorme potencial sobre otros sectores sociales. Hay una gran mayoría social que siente que es un derecho básico que no debemos perder. Ha sido realmente emocionante ver en las mesas a voluntarias y voluntarios de cualquier edad y a personas de cualquier nacionalidad participando como activistas o votantes.

La segunda conclusión es la capacidad que podemos tener desde el activismo organizándonos, sin esperar a que nos den el visto bueno las organizaciones tradicionales. Ya lo vimos en las manifestaciones de noviembre y febrero, y lo hemos vuelto a ver otra vez en la consulta ciudadana. Confiar en nuestras propias fuerzas porque hemos sido capaces de organizar ese evento, pese a los intentos de boicot de los ayuntamientos, como el que preside Almeida (obstaculizando los permisos administrativos y poniendo multas a algunas voluntarias de las mesas).

¿Cómo vamos a continuar? Esa es la gran pregunta. A medio y largo plazo creo que los resultados del 28 de mayo pueden marcar diferentes perspectivas. Es complicado especular. La filosofía de trabajo que nos ha guiado todos estos años, y que algunas personas mantenemos, es bastante sencilla. La defensa de la sanidad pública, universal y de calidad está por encima de siglas y banderas. Bienvenidas las organizaciones o partidos que defienden programáticamente ese modelo. Sabemos que no es el caso de PP ni VOX. Pase lo que pase en las elecciones, creo que seguirá siendo imprescindible luchar y mantener la autoorganización.

Uno de los lemas más repetidos en la lucha por la sanidad pública en Madrid, desde los tiempos del 15M, pasando por la Marea Blanca o las huelgas que hemos venido haciendo el personal sanitario y no sanitario es “Gobierne quien gobierne, la sanidad se defiende”. Lo sabemos por experiencia propia en Madrid y en otras comunidades.

Jesús Jaén Urueña es miembro del MATS.

Fuente: https://vientosur.info/consulta-ciudadana-por-la-sanidad-publica-en-madrid-balance-y-perspectivas/

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Las obsoletas actitudes de la Guerra Fría frenan a Europa

 

Europa necesita desesperadamente una política exterior independiente, desembarazándose de su subalternidad con respecto a EEUU. Hay algunas señales en ese sentido, pero son aún muy insuficientes.


Las obsoletas actitudes de la Guerra Fría frenan a Europa


Fiona Edwards

El Viejo Topo

7 mayo, 2023 



Recientemente, los Estados Unidos han sido secdundados por una serie de países europeos en apoyo a una política de guerra fría contra Rusia y China. Esto ha creado cada vez más problemas en Europa: ha provocado una guerra de gran envergadura en el continente, ha creado graves dificultades económicas y ha intensificado el declive del nivel de vida.

En este contexto, los argumentos a favor de que Europa establezca una política exterior independiente –como forma de garantizar seguridad y prosperidad– han ganado adhesiones.

Los Estados Unidos traen la guerra caliente a Europa

Empezando por la expresión más extrema de la situación, la guerra en Ucrania se ha cobrado decenas de miles de vidas. La ONU calcula que casi 18 millones de personas necesitan ayuda humanitaria y millones han sido desplazadas.

Esta tragedia era evitable. La causa subyacente de la guerra fue la política de los Estados Unidos de ampliar la OTAN hasta la frontera con Rusia, incluida la propuesta de que Ucrania entrara en la OTAN aún cuando Rusia ha dejado claro en repetidas ocasiones que eso cruza una “línea roja” en cuanto a la amenaza de sus intereses de seguridad. A pesar de ello, los Estados Unidos siguieron impulsando la expansión de la OTAN.

La ausencia de una política exterior europea independiente ha quedado manifiesta en la política de los principales Gobiernos europeos durante el año pasado, al apoyar la política estadounidense en Ucrania.

Esto ha resultado extraordinariamente caro. En 2022, las potencias de la OTAN asignaron enormes sumas a Ucrania: unos 50.000 millones de dólares de los Estados Unidos, 52.000 millones de euros de la UE y sus Estados miembros, y 2.300 millones de libras de Gran Bretaña. En 2023 se ha producido una escalada en el envío de ayuda militar. Tras la presión de Estados Unidos, Alemania aprobó el despliegue de sus tanques Leopard, mientras que el Gobierno británico está enviando municiones de uranio empobrecido.

Claramente, la militarización en Europa va en aumento, con los principales Gobiernos europeos aumentando el gasto militar durante el último año (algo que los Estados Unidos ha pedido durante muchos años).

El año pasado, el canciller alemán Olaf Scholz prometió 100.000 millones de euros en gasto militar, comprometiendo a Alemania a gastar, en el futuro, el 2% del PIB en defensa. El presidente Emmanuel Macron está aumentando el gasto militar de Francia hasta unos 60.000 millones de euros para 2030 (aproximadamente el doble que en 2017). Gran Bretaña, históricamente el aliado europeo más cercano a los Estados Unidos, ya gasta el 2,2% del PIB en el ejército, 48.000 millones de libras al año.

Los Estados Unidos, por su parte, tienen 100.000 soldados destacados en Europa y numerosas bases militares, incluyendo 119 de ellas en Alemania.

Esto ha afectado negativamente a los intereses de Europa. Sin un esfuerzo por negociar la paz en Ucrania –en vez de promover una escalada– muchos morirán. Mientras tanto, en toda Europa repercuten los elevados precios de la energía como consecuencia de las sanciones a Rusia, al tiempo que el aumento del gasto militar desvía recursos para hacer frente a la crisis del coste de la vida. Europa se ha vuelto más peligrosa y más pobre.

Los Estados Unidos no ha apoyado las recientes propuestas de paz en Ucrania, como las de China, lo que se traduce en una guerra prolongada. Los países europeos podrían seguir un camino diferente y desempeñar un papel en el respaldo a las negociaciones para poner fin al conflicto.

La cooperación mundial es la clave de la prosperidad económica

Económicamente, Europa se enfrenta a una crisis. El lento crecimiento económico, la elevada inflación y las políticas de austeridad de los Gobiernos están afectando a los niveles de vida, mientras que las políticas de algunos Gobiernos europeos hacia Rusia y China han empeorado la situación.

Los Estados Unidos también han instado a Europa a adoptar una postura más contraria a China. Esto ha provocado recientemente el deterioro de las relaciones de la UE con China. El Acuerdo Global de Inversión entre China y la UE, acordado en principio en diciembre de 2020, no se ha firmado a pesar de las oportunidades económicas que abre para Europa. También se está pidiendo a los Gobiernos europeos que se unan a los ataques de los Estados Unidos contra la industria tecnológica china. Ya algunos prohibieron recientemente TikTok en los teléfonos de las oficinas gubernamentales, presionando para una prohibición más amplia.

Las consecuencias económicas de esta dirección serían graves para Europa. China es el mayor socio comercial de la UE y la gran economía de más rápido crecimiento. Las últimas proyecciones de crecimiento del FMI para 2023 estiman que China crecerá un 5,2% (seis veces más rápido que el 0,8% de la zona euro). Los beneficios potenciales para Europa de una mayor cooperación económica con China son, por tanto, considerables.

La lucha por una política exterior independiente

La nueva política de guerra fría de los Estados Unidos ha tendido, por tanto, a producir el caos en Europa. En vista de ello, ahora hay indicios de que algunos políticos europeos importantes no desean seguir por este camino.

El presidente Macron hizo un comentario ampliamente difundido tras su visita a China en abril de 2023. Afirmó que Europa no debe ser “seguidora” de EE.UU. en lo que respecta a Taiwán –una cuestión clave– y que, en su lugar, debe perseguir la “autonomía estratégica”. Esto se produjo tras los importantes acuerdos económicos alcanzados entre Francia y China durante la visita de Macron. Queda por ver si Macron tendrá la fuerza política para seguir adelante con un enfoque tan independiente, sobre todo teniendo en cuenta la reacción violenta que estos comentarios recibieron inmediatamente de Washington.

En marzo de 2023, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, adoptó un tono igualmente independiente al afirmar: “Las relaciones entre Europa y China no tienen por qué ser de confrontación. Hay un amplio margen para una cooperación beneficiosa para ambas partes”.

A escala mundial, la búsqueda de una política exterior independiente es una tendencia creciente. Este enfoque ha mantenido la paz en Asia, donde la mayoría de los países se han centrado en el desarrollo económico en lugar de la confrontación. El reciente avance en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Arabia Saudí e Irán, establecido con la ayuda de China en las negociaciones, abre la posibilidad de superar una serie de conflictos en Oriente Próximo. En América Latina, la reciente reelección de Lula en Brasil refuerza las fuerzas políticas a favor de la independencia y el desarrollo regionales.

Por tanto, las tendencias que en Europa consideran que una política exterior independiente es importante para el futuro de la región están en consonancia con esta evolución global general.

Fuente: Globetrotter.

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¿Cuándo termina la guerra en Ucrania?

 

¿Cuándo termina la guerra en Ucrania?

TERCERAINFORMACION / 07.05.2023

 

  • Es sumamente difícil, cuando no imposible, vaticinar cómo seguirá la guerra. Aquí pretendemos hacer un análisis con herramientas científicas y no meramente brindar una opinión; por ello escapa totalmente a su perspectiva dar un resultado final del conflicto en curso.



De todos modos, con los elementos de análisis a los que se puede acceder –recordemos que en la guerra siempre “la primera víctima es la verdad”–, elementos que no son demasiados, por cierto, puede verse una tendencia, no muy clara aún, pero que ya empieza a prefigurarse.

La guerra agota a sus contendientes, naturalmente. En este caso, quien más ha sufrido sus embates es Ucrania, en todo sentido. El país ha quedado prácticamente destruido, con una cantidad de muertos al menos diez veces mayor que la de soldados rusos. Según las primeras estimaciones su reconstrucción podría costar no menos de 350 mil millones de dólares (algunos cálculos llevan la cifra a un billón). Ya quedó por demás de claro que el conflicto se libra entre Estados Unidos/OTAN y la Federación Rusa, siendo la república ucraniana la que pone el cuerpo. Para Washington, que en realidad representa básicamente los intereses de su poderoso complejo militar-industrial, cualquier conflicto es buen negocio, porque permite vender armas al por mayor. Los países europeos de la OTAN, por ejemplo, aumentaron sus importaciones de armamentos en un 65 por ciento en comparación con los cinco años anteriores. Alguien embolsa todo ese dinero, naturalmente. La guerra siempre es buen negocio… para algunos.

OTAN vs. Rusia

Si esta guerra, vista desde la OTAN, tenía como objetivo empantanar a Moscú, preparando con ello las condiciones para posteriormente ir sobre China, ello no se está cumpliendo a cabalidad. Rusia ha demostrado hasta el momento tener una enorme capacidad bélica, no pudiendo ser derrotada en el campo de batalla.

Si bien es cierto que no ha podido vencer abiertamente en el enfrentamiento, y le está costando grandes esfuerzos mantener las zonas recuperadas en el sur y en el este de Ucrania, esperando en este momento una anunciada contraofensiva que intentaría recuperar esos territorios para Kiev, tampoco ha podido ser vencida por la OTAN. El plan de Washington, en principio, no se ha cumplido exitosamente en lo militar, pero igualmente le está procurando enormes ganancias económicas.

El Inspector General de las Fuerzas Armadas de Alemania, general Eberhard Zorn, fue destituido el 14 de marzo pasado, noticia que no tuvo mayor transcendencia ni en términos políticos ni mediáticos. El motivo de su destitución fueron declaraciones efectuadas tiempo atrás, el 14 de septiembre de 2022: “Ucrania está llevando a cabo contraataques para recuperar lugares o áreas concretas de la línea de frente, pero no podrá hacer retroceder a Rusia en un frente amplio”. Eso, obviamente, va en contra de toda la parafernalia mediática antirrusa. Según la prensa corporativa occidental, Ucrania está a un paso de poder ganar el conflicto. La realidad, hasta donde podemos colegir- nosotros, los mortales de a pie no tenemos real acceso a noticias verdaderas, sino solo retazos– no es exactamente así. El presidente de Croacia, Zoran Milanović, se permitió decir en un llamativo acto de honestidad: “¿Cuál es el objetivo de esta guerra? ¿Derrotar a una superpotencia nuclear luchando en sus fronteras? ¿Se puede derrotar a un Estado así con armas convencionales? Los rusos tienen ventaja en munición, artillería, tienen números ilimitados. (…) Los occidentales que ayer eran pacifistas y activistas por la paz, ahora quieren beber sangre ajena. Es profundamente inmoral lo que estamos haciendo como Occidente colectivo”.

¿Quién gana y quién pierde?

En las guerras solo unos pocos ganan; las grandes masas populares, sin dudas no. Ellas ponen los muertos y heridos, de cualquier bando que se trate. Quien es también un gran perdedor en todo esto es la Unión Europea pues, forzada por Washington, ha tenido que renunciar a los energéticos rusos mucho más baratos, terminando por ser un cliente obligado del gas licuado provisto por Estados Unidos, mucho más caro. Para los capitales americanos el negocio es fabuloso, pues la reconstrucción de Ucrania estará a cargo de ellos; Europa participará en esto en calidad de socio menor. El llamado “Viejo mundo”, sin ningún lugar a dudas ha perdido irremediablemente su sitial de dominador geohegemónico de siglos pasados, pasando a ser ahora un vasallo de Washington. E incluso el país americano, de momento el gran gigante internacional, también empieza a ver su caída, por lo que está haciendo lo imposible para evitarlo.

Bruselas muy tímidamente, o en algunos casos países con algo de dignidad, como Francia, comenzaron a presionar para que la guerra llegue a su fin, pues la situación europea comienza a ser altamente preocupante en lo económico, con su estancamiento ya cercano a crisis, inflación en alza y mucha industria en situación de parálisis, dado el precio de los energéticos. Si ello no se publicita mayormente es, como se dijo más arriba, porque en la guerra todo es engaño, manipulación, mentira presentada como afirmación. Las recientes protestas generalizadas en Francia, igual que otras en países europeos, muestran el grado de descontento profundo de las poblaciones. El pobrerío de todas partes (rusos, ucranianos, europeos, africanos o latinoamericanos) no gana nada con los conflictos. Los tomadores de decisiones- unos pocos miembros de las élites– sí.

Una reflexión sobre el pensamiento de Moscú

Todo indica que Moscú no pensaba que el conflicto se prolongaría tanto. Apenas comenzado, buscó llegar a negociaciones para no extender la campaña militar. Lo que buscaba no era ocupar Ucrania sino poner un alto al avance de la OTAN, mostrando así su músculo militar, constituyéndose en un inevitable polo de poder mundial. Por eso el 28 de febrero del 2022 en Gomel, frontera entre Ucrania y Bielorrusia, se iniciaron conversaciones de paz. El 5 de marzo, el principal negociador ucraniano que había participado en esas reuniones, Denis Kireev, fue asesinado “misteriosamente”, y las pláticas interrumpidas. Días después, en Estambul, Turquía, las partes rusas y ucranianas parecían llegar a un acuerdo; inmediatamente sobrevino la masacre de Bucha, mediáticamente presentada por la prensa occidental como un crimen de lesa humanidad por parte de Moscú, y como un vil montaje de los servicios secretos británico y estadounidense según la versión del Kremlin (25 dólares habría cobrado cada “muerto” por su actuación). Nuevamente las conversaciones se suspendieron. De hecho, luego de esos primeros balbuceos que buscaban terminar el enfrentamiento, Kiev- seguramente por orden de Washington– promulgó una ley que prohíbe taxativamente mantener negociaciones de paz con Rusia. Pero ahora la situación parece estar cambiando. Más de un año de guerra y un agotamiento que ya se hace sentir, van abriendo nuevos escenarios. El presidente Zelensky finalmente buscó apoyo en China para que mediara en el conflicto. Pekín, que sin duda está creciendo en todos los aspectos, también en su presencia geopolítica, presentó un Plan de Paz del que, ambas partes en litigio, parece que pueden asirse.

Vaticinios de negociaciones

Aunque no es nada oficial, según filtraciones, los preparativos para una negociación que pongan fin a los combates podrían estar en marcha, con contactos extraoficiales entre Rusia y oficiales de la CIA. Washington, aunque no ha podido detener la presencia militar rusa- y la contraofensiva que se avecina no lo lograría según los documentos secretos del Pentágono “misteriosamente” recién filtrados– no dejó de obtener pingües ganancias con la venta de armamentos, con el gas licuado negociado con Europa y con las faraónicas tareas de reconstrucción de la destruida Ucrania. Alguien debe pagar todo eso: el gas norteamericano lo pagan los europeos, las armas y la reconstrucción: el pueblo ucraniano, seguramente teniendo que ceder buena parte de su patrimonio al control de capitales estadounidenses (inmensas tierras cultivables y recursos mineros como gas y petróleo). Y el empantanamiento de la propia economía estadounidense, su gran masa de población, que ve como, día a día, va cayendo su nivel de vida.

La gran preocupación para la Casa Blanca sigue siendo el avance chino. Es por ello que las provocaciones a partir de Taiwán no cesan. Nadie tiene claro cómo seguirá esto. Lo que sí es evidente que, de momento y tal como van las cosas, pese a todos los esfuerzos, el dólar comenzó su cuenta regresiva. Para el campo popular, para las grandes mayorías populares de todo el planeta, una nueva arquitectura global con poderes algo más equilibrados (el eje China-Rusia como nuevo polo de poder ante la hegemonía de Washington) no augura automáticamente un mundo de mayores beneficios. La multipolaridad no es la revolución obrero-campesina que fomenta poder y economía populares, no hay que olvidarlo.

Es muy probable que en ningún centro tomador de decisiones exista un proyecto concreto de guerra nuclear –aunque esa posibilidad no puede ser descartada totalmente–. Por eso es más factible que nos estemos dirigiendo hacia el fin del conflicto ucraniano a partir de negociaciones. La historia, sin dudas, no está terminada, porque el declive de la potencia americana no se ha detenido, ni tampoco el auge de la potencia china. La dinámica de la sociedad global sigue vigente, como siempre, muchas veces sorprendiéndonos, con la lucha de clases dinamizando la historia y, recordando a Marx, con “la violencia como su partera”. Contrariando lo dicho por Francis Fukuyama como triunfal grito de guerra cuando caía el Muro de Berlín, es más que evidente que la historia no ha terminado, y nadie sabe exactamente cómo seguirá. La posibilidad de la extinción de la especie humana igualmente sigue muy presente. El socialismo, como esperanza de un mundo más justo y equilibrado, de momento parece que seguirá esperando.

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La pesada carga de los refugiados ucranianos

 

La pesada carga de los refugiados ucranianos

 

DIARIO OCTUBRE / mayo 6, 2023

 



La Guerra de Ucrania es tan extraña que la mayor parte de los refugiados han escapado para arrojarse en brazos del enemigo. Rusia ha acogido más refugiados ucranianos que cualquier otro país de la Unión Europea, e incluso que todos ellos juntos.

 

Lo que ocurre con la mayor parte de los ucranianos, refugiados o no, es que nadie los considera como tales y los llaman de otra manera, como “prorrusos”, por ejemplo.

Pero en 2014 los “prorrusos” eran “proucranianos” y así lo demostraron firmando los Acuerdos de Minsk.

El éxodo de los ucranianos fuera de su país no es nuevo. Uno de los países más poblados de Europa ha ido perdiendo a una gran parte de sus habitantes en las últimas décadas.

La guerra ha sido la última plaga que ha sacado de Ucrania en masa a la población. Hace un año eran noticia de portada porque no hay nada más triste que esas familias en las paradas de los autobuses y las estaciones de tren, cargados de maletas, con los niños en brazos y los abuelos llorando.

La tristeza siempre busca un culpable, que en este caso era Rusia… siempre que ocultes al espectador que la mayor parte de los refugiados huían hacia el enemigo precisamente.

En la otra orilla, en occidente, los refugiados ucranianos fueron acogidos al principio con los brazos abiertos porque había cámaras de televisión para grabar tan triste momento.

Luego nadie volvió a acordarse de ellos. Ahora ya no hay más imágenes tristes de personas sollozando por la tierra perdida. Lo que hay son números fríos, presupuestos y gastos. Poco a poco los rubios ucranianos se van convirtiendo en los negros senegaleses. Son otra de esas pesadas cargas que tenemos que soportar los europeos para demostrar al mundo nuestro buen corazón.

Porque, además de soportar los gastos de mantenimiento de millones de ucranianos, tenemos que enviarles radares, cañones, obuses, blindados, municiones… un equipamiento que no teníamos y que, además, hemos tenido que reparar, limpiar y repintar.

Le está ocurriendo a toda Europa. Por ejemplo, Rumanía ya no entrega más fondos a los refugiados ucranianos para pagar la vivienda. Ya se han gastado 500 millones de euros y no les queda más dinero. Estamos en crisis.

El programa eslovaco de subsidios al alojamiento para refugiados ucranianos era de 24 euros al día para adultos y 12 euros por niño. Expira a finales de este mes y el Ministerio de Economía ya ha advertido que no hay dinero para más.

Tras haber acogido a 1,6 millones de refugiados en su territorio, Polonia ha eliminado gradualmente las ayudas a la vivienda de unos 10 dólares en moneda local, así como el transporte público gratuito.

La República Checa ha gastado unos 23.000 millones de coronas checas (1.100 millones de dólares) en los cerca de 500.000 refugiados ucranianos que ha acogido. El Estado ya no pagará a las almas caritativas que han acogido refugiados ucranianos en sus casas. Tendrán que buscarse una casa por su cuenta y si están en edad de trabajar, deberán ponerse a la faena o regresar a su país.

Las cámaras de televisión han apagado los focos porque los refugiados ucranianos ya no son noticia y la retirada de las ayudas tampoco. Nadie llora ni se compadece por los presupuestos públicos.

Lo mejor es que los ucranianos vuelvan a su país. Cuando llegaron sollozamos y cuando los expulsemos aplaudiremos. Estamos hartos de ellos. Una vez que vuelvan podrán tomar las armas y defender sus casas, incluso los niños, los ancianos y los inválidos.

La guerra los necesita.

FUENTE: mpr21.info

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