Hoy se cumplen dos años del fallecimiento de Marta Harnecker. Socióloga, politóloga, periodista, activista y sobre todo una mujer excepcional. Siempre al lado de los trabajadores, de la revolución y del socialismo.
¿Estallidos sociales o revoluciones? El papel del
instrumento político
El Viejo Topo
15 junio, 2021
1. Los
recientes y menos recientes estallidos sociales que se han producido en América
latina y el mundo, han demostrado fehacientemente que no basta la iniciativa
creadora de las masas para lograr la victoria sobre el régimen imperante.
2. Masas
urbanas y campesinas empobrecidas se han sublevado y sin una conducción
definida se han tomado carreteras, pueblos, barrios, han asaltado centros de
abastecimiento, han logrado tomar parlamentos, pero, a pesar de haber logrado
la movilización de cientos de miles de personas, ni su masividad ni su
combatividad permitieron pasar de los estallidos sociales a la revolución. Han
logrado derribar presidentes, pero no han sido capaces de conquistar el poder
para iniciar un proceso de transformaciones sociales profundas.
3. La historia
de las revoluciones triunfantes, por el contrario, ratifica en forma porfiada
lo que se puede lograr cuando existe un instrumento político capaz, en primer
lugar, de levantar un programa alternativo de carácter nacional que permita
canalizar la lucha de los diversos actores sociales hacia un objetivo común;
que ayude a articularlos entre sí y que sea capaz de promover la elaboración de
los pasos a seguir de acuerdo a un análisis de la correlación de fuerzas existente.
Solo así se podrán lanzar las acciones en el momento y el lugar más oportuno,
buscando siempre el eslabón más débil de la cadena enemiga.
4. Esta
instancia política es como el pistón en una locomotora, que empuja hacia el
motor el vapor contenido en la caldera en el momento decisivo haciendo que se
convierta en fuerza impulsora, evitando así que se desperdicie. Por supuesto
que, como dice Trotsky, lo que mueve las cosas no es el pistón o la caldera,
sino el vapor.
5. Para que la
acción política sea eficaz, para que las actividades de protesta, de
resistencia y de lucha logren cambiar realmente las cosas, para que los
estallidos sociales desemboquen en revoluciones, para que las revoluciones se
consoliden, se requiere una instancia política que ayude a superar la
dispersión y atomización del pueblo explotado y oprimido creando espacios de
encuentro para aquellos que tienen diferencias pero luchan contra un enemigo
común; que sea capaz de potenciar las luchas existentes y promover otras
orientando las acciones en base a un análisis de la totalidad de la dinámica
política; que sirva de instrumento articulador de las múltiples expresiones de
resistencia y de lucha.
6. Reconocemos
que el terreno no es fértil para escuchar estas ideas. Hay muchos que no
aceptan siquiera discutirlas. Y adoptan esta actitud porque las asocian a las
prácticas políticas antidemocráticas, autoritarias, burocráticas, manipuladoras
que han caracterizado a muchos partidos de izquierda.
7. Yo creo que
es fundamental superar este bloqueo subjetivo y entender que cuando hablo de un
instrumento político, no se trata de cualquier instrumento político. Se trata
de un instrumento político adecuado a los nuevos tiempos; un instrumento que
tenemos que construir entre todos.
8. Pero para
crear o remodelar el nuevo instrumento político hay que cambiar primero la
cultura política de la izquierda y su visión de la política. Esta no puede reducirse
a las disputas políticas institucionales por el control del parlamento, de los
gobiernos locales; por ganar un proyecto de ley o unas elecciones. En esta
forma de concebir la política, los sectores populares y sus luchas son los
grandes ignorados. La política tampoco puede limitarse al arte de lo posible.
9. Para la
izquierda la política debe ser el arte de hacer posible lo imposible. Y no se
trata de una declaración voluntarista. Se trata de entender la política como el
arte de construir fuerza social y política capaz de cambiar la correlación de
fuerzas a favor del movimiento popular de tal modo de poder hacer posible en el
futuro lo que hoy aparece como imposible.
10. Hay que
pensar la política como el arte de construir fuerzas. Hay que superar el
antiguo y arraigado error de pretender construir fuerza política sin construir
fuerza social.
11. Por
desgracia, entre nuestros militantes hay todavía mucha verborrea
revolucionaria; mucho radicalismo en los pronunciamientos. Estoy convencida de
que la única forma de poder radicalizar las cosas es mediante la construcción
de fuerzas. A los que se llenan la boca de exigencias de radicalización hay que
preguntarles: ¿qué están haciendo ustedes por construir la fuerza social y
política que permita hacer avanzar el proceso?
12 Pero esta
construcción de fuerzas no se produce espontáneamente. Así solo se producen los
estallidos sociales. Se requiere de un instrumento político capaz de construir
conscientemente las fuerzas que se requieren.
13. Y yo imagino este instrumento político como una organización capaz de levantar un proyecto nacional que permita aglutinar y sirva de brújula a todos los sectores que se oponen al neoliberalismo. Como una instancia volcada hacia la sociedad, que respete la autonomía de los movimientos sociales y renuncie a manipularlos, y cuyos militantes y dirigentes sean verdaderos pedagogos populares, capaces de potenciar toda la sabiduría que existe en el pueblo –tanto la que proviene de sus tradiciones culturales y de lucha, como la que adquiere en su diario bregar por la subsistencia– a través de la fusión de estos conocimientos con los más globales que la organización política pueda aportar. Como una instancia orientadora y articuladora al servicio de los movimientos sociales.
Fuente: Capítulo primero del libro de Marta Harnecker Ideas para la lucha.
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