La revuelta
feminista llega también a las mujeres de la Iglesia
Teólogas, integrantes de parroquias, feligresas,
comunidades de base y algunas congregaciones de religiosas alzan la voz contra
la profunda discriminación que viven por parte de la jerarquía eclesial.
La primera concentración será este domingo 1 de marzo.
Rueda prensa
para presentar la "revuelta" de mujeres en la Iglesia.
EL SALTO
29 feb 2020
06:00
Mujeres de la Iglesia Católica, apoyadas por
colectivos religiosos y laicos, han convocado una primera concentración, este
domingo 1 de marzo, bajo el lema de Revuelta de mujeres en la Iglesia. Teólogas,
integrantes de parroquias, feligresas, comunidades de base y algunas
congregaciones de religiosas alzan la voz contra la profunda discriminación que
viven por parte de la jerarquía eclesial.
A través del lanzamiento de un comunicado y la
convocatoria para el próximo 1 de marzo a concentrarse en varias ciudades,
estas mujeres se suman a la acción global del movimiento internacional Voices
of faith (consejo de mujeres católicas) por la igualdad y dignidad
para las mujeres en la Iglesia católica.
Estas mujeres dicen estar cansadas de las incoherencias
y el autoritarismo que perciben, situación que solo cambiará si hay un profundo
cambio a todos los niveles de la jerarquía eclesial. En su comunicado, aseguran
que “la institución se está quedando al margen de las conquistas sociales en
igualdad y corresponsabilidad”.
En palabras de Marifé Ramos, doctora en teología y una
de las portavoces de esta revuelta, el “¡basta ya!” significa que, “esta vez,
vamos a salir también al ámbito público, manifestarnos más, alzar más la voz,
conectar más con las redes del Estado español, de Europa... las redes y los
medios de comunicación son ahora nuestro púlpito”.
“Con el
movimiento feminista hemos tenido grandes conexiones y lazos”, explica la
doctora en Teología Marifé Ramos
El llamamiento de esta Revuelta en el inicio del mes
de marzo, y a solo siete días del la celebración del Día Internacional de
las Mujeres, que cada año consigue globalizar las demandas del movimiento
feminista mundial, no es casual. “Con el movimiento feminista hemos tenido
grandes conexiones y lazos, y unas relaciones muy buenas”, explica Marifé, que
añade que muchas feministas que antes les sugerían simplemente abandonar la
institución ahora entienden la importancia de la fe para ellas.
Otra portavoz de la Revuelta, Pepa Torres, religiosa y
educadora social, considera que “esto forma parte de un movimiento en el que
muchas de nosotras ya estamos hace mucho tiempo pero que en este momento,
hechos tan provocadores como el Sínodo de la Amazonía y su silencio sobre el
acceso de las mujeres a los ministerios, o los últimos informes sobre la
violencia sexual hacia las monjas y la explotación laboral, nos indican que hay
que seguir con más fuerza”. Para ella, esta revuelta es como el 15M de las
mujeres de la Iglesia. Torres estima que la iglesia ha perdido su misión
pastoral porque se ha centrado en el clericalismo, es decir, que se ocupa de
los que forman el clero —la mayoría, hombres— olvidando el cuidado y la
atención a la gente.
Las reivindicaciones
Las convocantes de la Revuelta coinciden en señalar un
hecho indiscutible como es que las mujeres suponen una mayoría aplastante. “La
Iglesia está impregnada del trabajo de las mujeres y, sin embargo, la mayoría
de las veces no nos ven”, subraya Ramos. “¿Qué sería de la Iglesia si dejáramos
de hacer todos estos trabajos?”, plasman en el comunicado.
Reivindican que se reconozca y visibilice su trabajo,
que se reconozcan sus derechos así como tener voz y voto en los mecanismos de
la institución para participar directamente en la toma de decisiones.
Además, piden que se integre la teología feminista como motor de cambio; que se
incorpore en todo documento la igualdad y el lenguaje inclusivo o que la
Iglesia se una a denunciar las injusticias del sistema económico neoliberal que
no solo expolia territorios sino que favorece la explotación laboral y sexual
de las mujeres.
En Madrid, recuerdan que en el año 2000 celebraron el
Jubileo de las Mujeres ante la catedral de la Almudena. Veinte años después
vuelven a hacerlo. Será a partir del medio día de este domingo 1 de marzo y
convocan a otras mujeres y colectivos más allá del ámbito creyente para se
solidaricen con esta causa.
“Nos movilizaremos de manera pacífica y creativa en
las puertas de las catedrales. Fuera, porque así es como nos sentimos”.
Barcelona, Bilbao, Santiago de Compostela, Sevilla, Santander, La Rioja,
Valencia, Zaragoza y Madrid son las ciudades en las que esta Revuelta de
mujeres en la Iglesia dará comienzo. A la pregunta de si se han reunido,
llevado sus reivindicaciones o invitado a la concentración a la jerarquía de la
Iglesia Católica, Marifé Ramos responde: “¿Para qué? Cuando nacimos hace 36
años enviamos al episcopado una carta diciendo que habíamos nacido como grupo
de Mujeres y Teología para explicar sobre nuestro papel en la Iglesia y,
seguimos esperando la respuesta. Si quieren dialogar, aquí estamos”.
A su vez, Torres apunta que “esta movilización no tiene
un carácter rupturista, somos mujeres que queremos sensibilizar a hombres y
mujeres para que la iglesia crezca en algo que le es intrínseco y que hasta el
siglo II así fue, una comunidad de iguales”.
Al manifiesto se han unido más de 50 colectivos y decenas
de personas a título individual. A la concentración de este domingo, insisten,
está invitado todo el que quiera compartir con ellas, ya sea jerarquía eclesial
o no.
La teología feminista como motor de
cambio
Buena parte de quienes llaman a la Revuelta de las
mujeres en la iglesia son estudiosas de la fe, mujeres con con décadas de
experiencia en trabajo social y profesionales en distintos ámbitos. Según
Marifé Ramos, “en el año 2000 la teología feminista estaba todavía
invisibilizada. En esos años, “funcionábamos con las fotocopias de libros que
conseguíamos en el extranjero y que traducíamos. Ahora esta teología es visible
en algunos ámbitos de colectivos muy concienciados, está entrando en algunos
ámbitos de la universidad —hay muy buenas publicaciones— nada más hay que ver
la página web de la Asociación de Teólogas españolas y ahí
estamos abriendo camino”.
Las mujeres de la revuelta son claras a la hora de
señalar cómo la institución religiosa ejerce su poder. “La institución
arrincona, desprecia, silencia a las mujeres que la sustentan; la hegemonía
masculina se legitima y se perpetúa sin ninguna autocrítica”, mencionan en su
comunicado, y enuncian la desproporción entre el número de teólogas preparadas
y los puestos que ocupan como docentes en facultades de Teología u otros
puestos de responsabilidad.
De la misma manera ven la imperiosa necesidad de abrir
el acceso al diaconado y al presbiterado femenino. “No es que sea fácil, es que
hay unos techos que son de cristal y otras veces son barreras directamente. “La
pena es la descalificación que hay hacia la teología feminista sin conocerla.
Se cree que es la reflexión de cuatro locas sueltas, pero no, tenemos una
preparación y formación que nos ha permitido decidir. Aquí hay agua fresca,
esto tiene sentido” asegura Ramos.
Estas mujeres reivindican como parte de la genealogía
de las mujeres en la iglesia figuras como la de Marguerite Porette, beguina que
murió en la hoguera; Mary Ward que quiso ser jesuita y fue encarcelada; la
sudanesa Josefina Bakhita, o María Teresa de Jesús, entre muchas otras.
Consideran la teología como motor de cambio y estiman imprescindible continuar
trabajando para que se reconozca y valore su riqueza. Esfuerzo que no se detendrá,
dicen, “hasta que se elimine el lenguaje sexista de las homilías, textos
litúrgicos y documentos, y hasta que la moral sexual de la Iglesia deje de
culpabilizar a las mujeres”. “Se ha corrido el velo sobre mujeres tan valiosas
que transformaron la iglesia y la sociedad, y muchas lo pagaron con su vida.
Todo eso nos da fuerza, energía y ánimo para decir basta ya", zanja
Marifé.
Reivindicaciones
Reformas
profundas dentro de la Iglesia que vaya llenando el foso de las desigualdades
Voz y poder
de decisión en todas las estructuras de la Iglesia.
Acabar con
la exclusión de las mujeres en tarea eclesial, incluido el diaconado y el
presbiterado.
Reconocimiento
de la teología feminista ignorada incluso por por teólogos más progresistas.
Incorpiración
del lenguaje inclusivo en los textos finales y los pastorales.
Cambios en
el derecho canónico para reconocer esta desigualdad.
Reconocimiento
de la diversidad del concepto familia y la diversidad sexual.
Reconocimiento
del liderazgo de la mujeres en la Iglesia y no solo en tareas subsidiarias,
auxiliares y de cuidados.
Denuncia
desde la Iglesia del sistema económico neoliberal que impide que las personas
vivan con dignidad.
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