viernes, 18 de agosto de 2023

Los miserables ayer y hoy

 


Los miserables ayer y hoy


Publicado el 18 de agosto de 2023 / Por Pepe Gutiérrez-Álvarez / KAOSENLARED

 

La primera gran adaptación francesa para cine sonoro, y para muchos, la versión definitiva de Los Miserables es la de Raymond Bernard (1934). Duraba cuatro horas y media, de manera que se tuvo que dividió en tres partes para facilitar su visionado. Bernard fue uno de los grandes directores franceses de su época, y su pericia técnica tras las cámaras se hace notar de forma especial en la última parte de la cinta, la correspondiente a la barricada, con escenas de combate muy meritorias y adelantadas a su tiempo. De igual modo, se nota la influencia del expresionismo alemán en su trabajo a través del uso de sombras para generar ansiedad o zozobra, y de planos holandeses como los que posteriormente heredaría la versión de Tom Hooper en 2012.

Como Jean Valjean y Javert tenemos a unos el soberbio actor judío, Harry Baur que fue entregado a los nazis por los de Vichy y el soberbio Charles Vanel, memorable tantas veces, por ejemplo en El salario del miedo. Además de todo lo mencionado, esta adaptación está valorada como una de las mejores por su fidelidad a la obra original , comenzando por transmitir un ambiente de miseria proletaria creíble y devastadora, y a la que parece que volvemos como se desprende de la adaptación de Ladj Ly (2019), situada en el mismo lugar, y ahora habitado por los extranjeros provenientes de las esquilmadas colonias francesas, los mismos que han extendido su ira contra el sistema policíaco y racista que se manifiesta sin necesidad de ir más lejos, en la audiencia alcanzada por el lepenismo.

Igualmente cuenta con buena crítica Los Miserables (Richard Boleslawski, 1935) con cuatro nominaciones al Oscar, y que contaba con un notable reparto que fue un éxito considerable en la España republicana. La trama es bastante conocida: Sigo XIX. Jean (Fredric March) es un joven que sufre la persecución de la justicia tras un robo que ha cometido. Sin saber a dónde ir, pues no confía en nada ni en nadie, encuentra ayuda en el obispo Bienvenu, y gracias a él podrá prosperar. Una de las versiones más lúcidas de “Los miserables”, la famosa novela de Victor Hugo. La película de Richard Boleslawski retrata densa y magistralmente las diferencias sociales en la Francia de la Revolución. El film tuvo gran éxito y la realización en forma de thriller poderoso y emocionante resulta magnífico. Entre el reparto figuran los nombres de Fredric March o Charles Laughton. Obtuvo nominaciones al Oscar a la mejor película, fotografía para el maestro Gregg Toland, el montaje de Barbara McLean y Eric Stacey en la fugaz categoría de ayudante de dirección.

La revolución se inició en Francia en 1830 y significó el derrocamiento de los Borbones y la implantación de una monarquía constitucional en manos de Luis Felipe de Orleans. Su influencia se expandió fuera de las frontera francesas y comportó la independencia de Belgica y el enfrentamiento de Polonia contra los rusos..La primera gran adaptación anglosajona llegaría tan solo un año después del film de Raymond Bernard. De duración notablemente inferior a cualquiera de las adaptaciones francesas (108 minutos), Los Miserables de Boleslawski fue la precursora de varios de los cambios con respecto a la novela que irían interiorizando muchas de las adaptaciones de habla inglesa a posteriori. Algunos de estos cambios pasan por erigir a Marius como parte activa de los Amigos del ABC, o cerrar la película con el suicidio de Javert. El nivel de fidelidad a la hora de adaptar la obra es cuando menos cuestionable en todo lo referente a la revolución, que de hecho es presentada con mucha menos importancia de la que debería, poniendo además a Marius como líder de la misma en lugar de a Enjolras.

Toda la película se sustenta en torno al protagonismo absoluto de Jean Valjean con un gran trabajo interpretativo por parte de Fredric March y su contraparte Charles Laughton, quién da vida Javert. El resto de personajes brillan por su escasa aparición o el mínimo interés que suscitan en el espectador. Tal vez la peor parada sea Fantine (interpretada por Florence Eldridge, esposa de March), pues el verdadero alcance de su sacrificio por Cosette apenas sí se adivina más allá de verla lucir un vestido sugerente. A pesar de todo ello, el largometraje tuvo cuatro nominaciones a los Oscar, entre ellas la de Mejor Película Los Miserables de José Antonio Páramo (1971)…Por si os lo estabais preguntando, sí, existe una versión española de Los Miserables. Se trata de una miniserie dirigida por Jose Antonio Páramo en 1971. Consta de 19 episodios y está protagonizada por Pepe Calvo. Junto a la historia de su personaje, Jean Valjean, son la de Fantine y el romance de Cosette y Marius lo más preponderante en esta versión, que por el contrario, resta cierta relevancia a Javert y a la trama de la revolución y los Amigos del ABC (que aquí son adultos en vez de estudiantes). Los pasajes en los que se centra la miniserie no obstante, son bastante respetuosos con el material en el que se basa.. Los Miserables de Glenn Jordan (1978) Siete años después veía la luz una nueva versión de Los Miserables pensada para la televisión británica. Por lo general sigue la línea de la obra máter con la gran salvedad de que en esta adaptación Jean Valjean no es liberado tras la terminación de su condena, sino que escapa de prisión. El actor que lo encarna es Richard Jordan, mientras el gran Anthony Perkins se pone en la piel de Javert (su salto al Sena es para no perdérselo) y copa una importante cantidad de afiches promocionales. La cinta de Glenn Jordan estuvo nominada a un Primetime Emmy y a un premio del Sindicato de Directores. Un último apunte: no esperéis ver en esta película a Éponine, ni la muerte de un longevo Jean Valjean…Los Miserables: El musical (1980)

Si Los Miserables lleva tanto tiempo en candelero es en gran parte gracias a su adaptación a teatro musical, que lleva representándose en Londres desde 1985, siendo de hecho el musical más longevo del West End. No obstante su estreno se produjo en París, en 1980. Con composición y letras originales en francés de Claude-Michel Schönberg, Alain Boublil y Jean-Marc Natel, la obra fue adaptada al inglés por Herbert Kretzmer en una producción de Cameron Mackintosh. Posteriormente daría el salto a Broadway y a múltiples países, incluido España. Es uno de los musicales favoritos del público y de hecho, de no ser por su impulso, su futuro habría sido incierto ya que no gustó demasiado a la crítica cuando debutó en Londres. Pocas novelas pueden presumir de contar con tantas adaptaciones como Los Miserables de Victor Hugo. La obra fue publicada en 1862 y en ella el célebre autor tomó como contexto histórico la Rebelión parisina de junio de 1832. Pero antes de llegar el conflicto a ebullición, la historia sigue los pasos de un ex convicto que luchará por reinsertarse en la sociedad y ser un buen hombre. No creemos necesario entrar a hacer una sinopsis más extensa puesto que cualquier persona que se detenga a leer este artículo conocerá a grandes rasgos la trama, ya sea por el libro o por alguna de sus múltiples versiones llevadas al cine, la televisión, el teatro, o incluso el manga. Con motivo del estreno de la más reciente adaptación de Los Miserables, una miniserie producida por la BBC que mañana estrena en exclusiva en nuestro país Movistar+, nos hemos propuesto dar un paseo por algunas de las adaptaciones más relevantes de este clásico. Los Miserables de Raymond Bernard (1934) La primera gran adaptación francesa para cine sonoro, y para muchos, la versión definitiva de Los Miserables. Dura cuatro horas y media aunque se dividió en tres partes para facilitar su visionado. Bernard fue uno de los grandes directores franceses de su época, y su pericia técnica tras las cámaras se hace notar de forma especial en la última parte de la cinta, la correspondiente a la barricada, con escenas de combate muy meritorias y adelantadas a su tiempo. De igual modo, se nota la influencia del expresionismo alemán en su trabajo a través del uso de sombras para generar ansiedad o zozobra, y de planos holandeses como los que posteriormente heredaría la versión de Tom Hooper en 2012. Como Jean Valjean y Javert tenemos a unos Harry Baur y Charles Vanel en estado de gracia.

Además de todo lo mencionado, esta adaptación está considerada como una de las mejores por su fidelidad a la obra de Victor Hugo (empezando por transmitir una miseria creíble y devastadora) y su capacidad de sintetizar de forma magistral sus más de mil páginas. Los Miserables de Richard Boleslawski (1935La primera gran adaptación anglosajona llegaría tan solo un año después del film de Raymond Bernard. De duración notablemente inferior a cualquiera de las adaptaciones francesas (108 minutos), Los Miserables de Boleslawski fue la precursora de varios de los cambios con respecto a la novela que irían interiorizando muchas de las adaptaciones de habla inglesa a posteriori. Algunos de estos cambios pasan por erigir a Marius como parte activa de los Amigos del ABC, o cerrar la película con el suicidio de Javert. El nivel de fidelidad a la hora de adaptar la obra es cuando menos cuestionable en todo lo referente a la revolución, que de hecho es presentada con mucha menos importancia de la que debería, poniendo además a Marius como líder de la misma en lugar de a Enjolras. Toda la película se sustenta en torno al protagonismo absoluto de Jean Valjean con un gran trabajo interpretativo por parte de Fredric March y su contraparte Charles Laughton, quién da vida Javert. El resto de personajes brillan por su escasa aparición o el mínimo interés que suscitan en el espectador. Tal vez la peor parada sea Fantine (interpretada por Florence Eldridge, esposa de March), pues el verdadero alcance de su sacrificio por Cosette apenas sí se adivina más allá de verla lucir un vestido sugerente. A pesar de todo ello, el largometraje tuvo cuatro nominaciones a los Oscar, entre ellas la de Mejor Película.

Los Miserables de José Antonio Páramo (1971) Por si os lo estabais preguntando, sí, existe una versión española de Los Miserables. Se trata de una miniserie dirigida por Jose Antonio Páramo en 1971. Consta de 19 episodios y está protagonizada por Pepe Calvo. Junto a la historia de su personaje, Jean Valjean, son la de Fantine y el romance de Cosette y Marius lo más preponderante en esta versión, que por el contrario, resta cierta relevancia a Javert y a la trama de la revolución y los Amigos del ABC (que aquí son adultos en vez de estudiantes). Los pasajes en los que se centra la miniserie no obstante, son bastante respetuosos con el material en el que se basa. Los Miserables de Glenn Jordan (1978) Siete años después veía la luz una nueva versión de Los Miserables pensada para la televisión británica. Por lo general sigue la línea de la obra máter con la gran salvedad de que en esta adaptación Jean Valjean no es liberado tras la terminación de su condena, sino que escapa de prisión. El actor que lo encarna es Richard Jordan, mientras el gran Anthony Perkins se pone en la piel de Javert (su salto al Sena es para no perdérselo) y copa una importante cantidad de afiches promocionales. La cinta de Glenn Jordan estuvo nominada a un Primetime Emmy y a un premio del Sindicato de Directores. Un último apunte: no esperéis ver en esta película a Éponine, ni la muerte de un longevo Jean Valjean. Los Miserables: El musical (1980) Si Los Miserables lleva tanto tiempo en candelero es en gran parte gracias a su adaptación a teatro musical, que lleva representándose en Londres desde 1985, siendo de hecho el musical más longevo del West End. No obstante su estreno se produjo en París, en 1980. Con composición y letras originales en francés de Claude-Michel Schönberg, Alain Boublil y Jean-Marc Natel, la obra fue adaptada al inglés por Herbert Kretzmer en una producción de Cameron Mackintosh. Posteriormente daría el salto a Broadway y a múltiples países, incluido España. Es uno de los musicales favoritos del público y de hecho, de no ser por su impulso, su futuro habría sido incierto ya que no gustó demasiado a la crítica cuando debutó en Londres…La Revolución de 1830, surgió en Francia, principalmente, como una reacción contra las medidas adoptadas por el rey Carlos X el antecedente de Macron.

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La razón geopolítica contra los pueblos

 

La geopolítica está reñida con la ética, al igual que la guerra. Y esto sucede también con las izquierdas, que nacieron para poner en primer lugar a los seres humanos, mientras las derechas se ocupaban de las ganancias materiales y del poder.


La razón geopolítica contra los pueblos

 

Raúl Zibechi

El Viejo Topo

18 agosto, 2023 



Cada día se nos aparecen con más transparencia los horrores de la guerra de Ucrania, las terribles consecuencias de las armas sobre los cuerpos y su entorno de vida. Notable, sin embargo, que los medios mencionen, sobre todo, la destrucción material de edificios históricos y emblemáticos, de puentes y demás infraestructuras y de material de guerra, que siempre se lleva portadas y titulares.

Los seres humanos apenas ocupan espacios marginales, porque son, cada vez más, considerados como daños colaterales, ya que lo que realmente importa es el valor de las cosas. Una actitud típica del capital que está siendo asumida cada vez más por las izquierdas del sistema. Con la geopolítica sucede algo similar.

Es noticia, por ejemplo, cuando una renombrada periodista de la televisión ucrania, Yanina Sokolova, comparte el dolor de los soldados en sus redes sociales, el cuerpo amputado de un herido de guerra, lleno de traumas físicos y lesiones. Se siente mal las 24 horas del día, escribe (La Stampa, 21/7/23). Para calmar los dolores y los daños en su cuerpo debe tomar opiáceos, que tienen consecuencias también negativas.

Días atrás el parlamento votó, con urgencia, la legalización de la mariguana para fines medicinales, algo a lo que se había negado anteriormente, para aliviar el sufrimiento terrible de soldados y civiles devastados por el conflicto, señala el texto de La Stampa.

Agrega que uno de los efectos de la guerra está siendo el crecimiento exponencial de la demanda por cannabis y sustancias sicoactivas en Ucrania y Rusia, utilizadas como tranquilizantes, anestesia contra dolores y alucinaciones, y aun como estimulante en casos de depresiones profundas.

Al parecer, la relación entre guerra y drogas es muy fuerte. Después de la guerra de Vietnam, se constató un masivo uso de heroína entre ex soldados estadunidenses, a tal punto que los sucesivos gobiernos debieron financiar programas para abordar las dependencias.

Los relatos actuales sobre la guerra buscan ocultar a los seres humanos. Abundan los datos generales (ofensivas militares, tipo de armas utilizadas, fotos y videos sobre la destrucción, cantidad de muertos y heridos), pero raras veces aparecen los cuerpos mutilados y destrozados que son el pan de cada día en las zonas de combate. La guerra es, como se dice estos días, una picadora de carne. Los especialistas aseguran que la expectativa de vida de un soldado en el frente es de apenas cuatro horas.

La geopolítica también oculta a las personas. Enseña qué naciones se pueden beneficiar de la guerra y cuáles pueden perder. Se empeña en analizar los resultados estratégicos en el balance de poder global. Desde la izquierda latinoamericana, no pocos se congratulan de una posible derrota del campo occidental y en particular de Estados Unidos. Creen que un triunfo de Rusia y de China traerá beneficios a las clases trabajadoras. Pasan por alto los sufrimientos de las mujeres, de los jóvenes y de los pueblos de esos países, y se fijan apenas en la escala macro de las relaciones internacionales.

La geopolítica está reñida con la ética, al igual que la guerra. Y esto sucede también con las izquierdas, que nacieron para poner en primer lugar a los seres humanos, mientras las derechas se ocupaban de las ganancias materiales y del poder. Como sabemos, las diferencias entre izquierda y derecha han desaparecido, siendo la mayor derrota cultural y política imaginable.

Con ello no pretendo decir que los datos y análisis que provienen de la geopolítica no tengan ninguna importancia para los pueblos. Pero una cosa es tomarlos en cuenta y otra muy diferente es subordinarse a su lógica, siempre estatal e imperialista. Algo similar sucede con la economía: es necesario atender sus aportes, pero la deriva economicista entre los de abajo supone una claudicación ante las tecnocracias que la manejan.

Esa deriva implica colocar en el centro del pensamiento y la acción las supuestas leyes económicas, implacables, que conducirían a los pueblos a su liberación, en vez de considerar el conflicto social como el corazón de la emancipación.

Ahora que la geopolítica goza de tantos adeptos, parece importante señalar sus limitaciones, más sociales que intelectuales. Voy con un ejemplo: creo que la caída del régimen de Daniel Ortega en Nicaragua beneficiaría a Estados Unidos, razón por la cual China y Rusia lo apoyan. Ninguno piensa en la población nica, esa que sufre todos los días con un régimen intolerante y represor.

En este punto no hay modo de equivocarse: se piensa desde y con los pueblos oprimidos o se abraza la lógica del poder y de la maldita correlación de fuerzas. Ante nosotros está sucediendo algo tremendo: se abordan todas las facetas de la vida como si se tratara de un encuentro de futbol. Duele a quienes disfrutamos de ese deporte. Pero duele muchísimo más, a quienes todavía creemos que vale jugarse por los seres humanos de este mundo, más allá del lugar que habiten.

Fuente:  La Jornada (México)

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