¿Quién les provee de esa liquidez para un 
corto plazo? Los prestamistas son sus homólogos en el mercado 
interbancario  u otras instituciones financieras, por ejemplo los fondos
 de inversión monetaria como los Money MarketFunds
 [3].
  A partir del 16 de septiembre, se presentó una situación de crisis: 
los bancos para poder financiarse en el mercado de Repo debían hacerlo 
con un tipo de 
interés anormalmente alto, el mercado interbancario
 [4]
 estaba casi a seco, de ahí la expresión creditcrunch, o sea, los bancos
 no querían prestarse dinero líquidos  entre sí, incluso por 24 horas. 
Los otros prestamistas (por ejemplo, los Money MarketFunds) aprovecharon
 la situación para exigir una remuneración más alta. Mientras que el 
tipo normal es del orden del 2 %, los prestamistas exigían hasta el 
10 %.
En consecuencia, los grandes bancos llamaron a la puerta de la 
Fed
 y le pidieron que actuara  como prestamista de reemplazo, y con tipos 
de interés considerados normales. Es decir alrededor del 2 %. En 
principio, la Fed dudó en hacerlo, sin embargo luego intervino 
masivamente en un clima de fuerte incertidumbre, incluso de pánico
 [5] , inyectando el 17 de septiembre de 2019 más de 50.000 millones de dólares de liquidez
 [6].  Y por lo tanto, la Fed sustituyó a los mercados.
Es curioso constatar que por parte de los comentaristas financieros 
de los grandes medios de comunicación privados o públicos, nadie señala 
que los mercados que se supone que se autoregulan, en realidad no 
funcionan como deberían hacerlo. Los grandes medios, por otro lado 
fuertemente ligados al mundo bancario y a los grandes fondos de 
inversión, se callan sobre el hecho de que, una vez más, es la autoridad
 pública la que tiene que ir a rescatar a los grandes bancos y ayudar al
 mercado a continuar funcionando. Después de haber inyectado 53.000 
millones de dólares en los bancos, sustituyendo al mercado interbancario
 y a los otros prestamistas privados, la Fed renovó cada día sus aportes
 de liquidez hasta un máximo cotidiano de 75.000 millones de 
dólares,desde el segundo día. E incluso pasó a 100.000 millones de 
dólares. Mientras escribo este artículo, la Fed prosigue diariamente sus
 intervenciones y ha anunciado que lo continuará haciendo
 [7]
Así que, en resumen, la crisis prosigue. Los mercados afectados no 
han vuelto a la «normalidad». Las explicaciones sobre la intervención de
 la Fed en fenómenos puramente puntuales –como la factura de los 
impuestos a pagar por los bancos en una determinada fecha, o la 
inestabilidad del precio del petróleo debido al cierre de dos refinerías
 de Arabia Saudí– no permiten explicar una situación que continúa 
durante más de tres semanas. Veremos más adelante que la otra 
explicación propuesta, o sea, el peso exagerado de la reglamentación en 
materia de liquidez, tampoco es convincente y sirve a los intereses 
directos de los grandes bancos privados.
Situación paradojal 
Como ya lo expliqué muchas veces, los bancos no tienen falta de 
liquidez… En efecto, la Fed inyecto masivamente liquidez en el sistema 
bancario estadounidense desde 2008.
El problema, por lo tanto, no es una falta estructural de liquidez sino 
la utilización que hacen los bancos de la misma. Para decirlo 
simplemente, utilizan el dinero puesto a su disposición para comprar 
masivamente 
deuda.
 Compran títulos públicos garantizados por los Estados y, en particular 
para los bancos de Estados Unidos, títulos del Tesoro estadounidense. 
También compran en gran cantidad  títulos emitidos por las grandes 
empresas privadas (bancos, empresas industriales, sector informático, 
comercial, sector extractivo-minero, petrolero…). Se trata de dos 
grandes categorías de títulos: títulos seguros de empresas con 
calificación AAA como Apple, poco remuneradores, por una parte y 
junkbonds por la otra. Se denominan junkbonds a las obligaciones 
emitidas por empresas que tienen mala reputación, es decir una 
calificación baja (BBB, CCC,…) Estos junkbonds ofrecen rendimientos 
altos pero no son seguros. Los bancos también compran productos 
estructurados que pueden ser altamente tóxicos.
El comportamiento de los bancos responden a una lógica capitalista: lograr un máximo de 
beneficio
 en el tiempo más corto posible. En consecuencia, sus dirigentes buscan 
tener en reserva la mínima liquidez posible en su tesorería ya que ese 
dinero que «duerme en el cajón» del banco no produce ninguna 
remuneración. Por consiguiente, los bancos compran todos los títulos que
 pueden, lo que, a su parecer, les producirá el mejor rendimiento a 
corto plazo. Compran títulos seguros (títulos del Tesoro de Estados 
Unidos) que pueden colocar en repo o en otras formas como 
colateral
 con el fin de obtener dinero líquido, con el que a su vez compran 
junkbonds u otros títulos financieros (productos estructurados, 
derivados, swaps, etc.) que pueden producir un rendimiento considerable.
Mientras la Fed mantiene ese alto nivel de inyección de liquidez en el 
mercado bancario (al comprar la propia Fed títulos a los bancos que, a 
su vez, éstos compraron al Tesoro estadounidense o a empresas privadas),
 los bancos utilizan ese dinero para la compra de títulos diversos y 
variados y, en algunos casos,  de acciones. O sea, que se completa el 
círculo, en este caso vicioso, produciendo una primera 
burbuja especulativa
 en el mercado obligatorio (o sea, el mercado de los títulos, el bond 
market), una segunda en el mercado bursátil y una tercera en el 
inmobiliario. Efectivamente, los bancos no invierten en la economía 
real, y prestan muy poco a pequeñas y medianas empresas para inversiones
 en producción. Esa 
acción de los bancos sostenida y alentada, de hecho, por la política de la Fed —y en Europa por la política del 
BCE y del Banco de Inglaterra, en Japón por la política del Banco de Japón, y en China por la política de su 
Banco Central— conduce a lo que se llama, según el economista J. M. Keynes, la trampa de la liquidez.
 [8]
¿Ignora la Fed las señales enviadas por los mercados?
Algunos dicen que la Fed  ignora las señales del mercado. En primer 
lugar, pienso que es peligroso retomar esa fórmula que tiene un aspecto 
mágico, y que mantiene el mito de que la acción a ciegas de las fuerzas 
del mercado contribuye al buen funcionamiento de la economía.
La religión de los mercados
 Casi todos los dirigentes políticos, ya sean de la 
izquierda tradicional o de la derecha, ya sean del Sur o del Norte, 
cultivan un verdadero culto a los mercados y, en particular, al mercado 
financiero. Habría que decir, más bien, que fabrican una religión de los
 mercados. Todos los días y en todos los hogares que tengan televisión o
 una conexión internet se escucha una misa para honorar al dios Mercado:
 es el momento en que se informa de la evolución de la cotización en la Bolsa
 y las expectativas de los mercados financieros. El dios Mercado envía 
sus señales mediante la voz de un  o una periodista de economía, o de un
 o una cronista sobre finanzas. Y no solamente es cierto para todos los 
países más industrializados sino también para la mayor parte del 
planeta. Ya sea que estemos en Shanghái o en Dakar, en Río de Janeiro o 
en Johannesburgo, en Bruselas o en Atenas, recibiremos las «señales 
enviadas por los mercados». Para amplificar, en el espíritu de los 
creyentes, la potencia de los dioses de los Mercados, los y las 
comentaristas anuncian periódicamente que «ellos» han enviado señales a 
los gobiernos indicando su satisfacción o su descontento. 
Los lugares en los que los dioses son susceptibles de manifestar sus 
humores con mayor potencia son Wall Street en Nueva York, la City de 
Londres, las Bolsas de París, Fráncfort o Tokio. Para medir su 
descontento se han inventado instrumentos que llamamos índice Dow Jones 
en Nueva York, Nikkei en Tokio, CAC40 en Francia, Ibex35 en Madrid… Para
 asegurarse del beneplácito de los dioses, los gobiernos sacrifican los 
sistemas de seguridad en el altar de la Bolsa. También privatizan. Y 
también vigilan que el reparto del valor añadido se haga siempre a favor
 del capital en detrimento del trabajo.
¿Por qué se les ha otorgado atributos religiosos a simples operadores? 
Ni son desconocidos ni puros espíritus. Tienen un nombre y una 
dirección: son los principales directivos de doscientas grandes 
transnacionales que dominan la economía mundial con la ayuda del G7, la complacencia del G20 y de instituciones como el FMI,
 que ha vuelto, gracias a la crisis, al primer plano. Los inversores 
institucionales (grandes bancos, fondos de pensiones, aseguradoras, 
hedgefunds, etc.) que dominan los mercados recibieron de los gobiernos 
billones de dólares bajo forma de donaciones o préstamos que sirvieron 
para ponerlos nuevamente en marcha después de la debacle de 2007-2008.
Es necesario luchar contra el fundamentalismo y el radicalismo de los 
mercados financieros. Hay que desarmarlos. Se debe romper con el sistema
 capitalista sobre el que se erigió la religión de los mercados. 
En realidad, creo que la situación es más compleja: la Fed sabe 
perfectamente que la salud de los bancos es mala y es en parte falso que
 ignore las señales que envían. Por el contrario, le debemos reprochar 
que se rindiera ante las exigencias de los mercados y exigirle cambios 
radicales concernientes a la política, las misiones y la estructura 
misma de los bancos centrales.
La Fed sabe muy bien que la riqueza de los directivos y de los 
accionistas de los grandes bancos privados va en aumento mientras que 
prosiguen y amplifican, día tras día, sus prácticas inaceptables. Y esas
 prácticas conducirán a una próxima y feroz crisis. La Fed sabe también 
que la economía estadounidense va mal a pesar de las fanfarronadas de 
Trump, y a pesar de un porcentaje de desocupación históricamente bajo. 
Esa tasa de desempleo es falsamente tranquilizadora y, de hecho, es 
engañosa ya que los patrones apoyados por los sucesivos gobiernos han 
obligado a los trabajadores y trabajadoras a aceptar contratos cada vez 
más precarios y mal pagados. Además, millones de desempleados han 
renunciado a hacer las gestiones oficiales para ser indemnizados (cobrar
 subsidio de desempleo) y así desaparecen de las listas de desempleados.
 La Fed sabe muy bien que la supuesta buena salud de la economía 
estadounidense reposa sobre una montaña de deudas privadas y públicas 
que sirve esencialmente a la 
especulación,
 y que llevará tarde o temprano a una nueva crisis mayor. A ello 
agreguemos que el crecimiento de la producción del sector industrial en 
Estados Unidos es muy bajo en 2019, pudiendo llegar a la estagnación, o 
francamente a la recesión en 2020.
 [9].
 Además las inversiones en el sector industrial han bajado en los dos 
últimos trimestres.Las exportaciones de productos manufacturados 
descienden.
 La Fed sabe que si aumentara los tipos de interés
 [10]
 y si no se inyectara constantemente liquidez, algunas grandes empresas 
(incluidos los bancos) quebrarían. La Fed sabe que, si se preocupara 
realmente de la prevención de los riesgos bancarios y por ello pidiera a
 los bancos aumentar sus 
fondos propios
 y la liquidez que deberían guardar en tesorería, se produciría una 
«sublevación», entrarían en pánico y llamarían a Trump. Por 
consiguiente, la Fed se pliega a las exigencias de los mercados sin 
entusiasmo pero dócilmente. En este caso, las exigencias de los mercados
 son claramente lo que exigen una quincena de grandes bancos privados de
 Estados Unidos  (de los que cuatro poseen 377.000 millones de dólares 
en reservas líquidas y son: JPMorgan Chase, Bank of America, Citigroup y
 Wells Fargo) y los grandes fondos de inversión como BlackRock, por 
ejemplo.
Lo que es seguro es que la situación del sector financiero privado en 
Estados Unidos (y en todo el mundo) es muy inquietante, pues de lo 
contrario ¿por qué la Fed inyectaría liquidez en forma permanente desde 
el 17 de septiembre?
 [11]
Y, al mismo tiempo y con el fin de combatirlos, es imprescindible 
entender las exigencias y las motivaciones de los bancos y sus aliados.
En cuanto a lo que pasa en  Estados Unidos desde mediados de septiembre 
de 2019, estoy persuadido de que los grandes bancos explotan la 
situación presionando a las autoridades de control y a la Fed para que 
reduzcan el porcentaje de liquidez exigida a los bancos con el fin de 
poder enfrentarse a riesgos sistémicos muy reales. Efectivamente, desde 
la crisis de 2008, las autoridades de control exigen de los 
bancos sistémicos
 que conserven permanentemente en su tesorería una cantidad 
suplementaria de liquidez (suplementaria con respecto a la situación de 
antes de 2008) para hacer frente a cualquier accidente.
Aprovechando el sostén del que se benefician por parte de la 
administración Trump, del laxismo de la Fed y de las autoridades de 
control, los bancos quieren obtener una reducción del porcentaje de 
liquidez que deben conservar en tesorería. Y quieren eso para poder 
utilizarla legalmente en la compra de títulos financieros de riesgo y la
 posterior especulación con los mismos. Por lo que la «sequía» del 
mercado interbancario puede ser en parte provocada y/o mantenida por esa
 estrategia. Continuando con ese objetivo, los bancos están llevando a 
cabo una campaña en la prensa para hacer creer al público que esa 
exigencia de liquidez (para hacer frente a un posible accidente del tipo
 del de septiembre de 2008) es lo que provoca dificultades en el mercado
 interbancario. Por lo tanto, los bancos ejercen una enorme presión 
sobre la Fed y sobre la autoridad de control para que sea anulada la 
exigencia de ese excedente de liquidez.
Los bancos sistémicos ya consiguieron que el gobierno de Trump se 
comprometiera a hacer lo necesario para anular, a partir de enero de 
2020, una medida conocida con el nombre de Volker’s rule (regla de 
Volker). Esta regla fue introducida en 2013 durante la presidencia de 
Barack Obama en el marco de la ley Dodd-Franck, aprobada  como 
consecuencia de la crisis financiera de 2007-2008. Esa regla prohíbe a 
los bancos especular con el dinero de los depositantes. Más allá de la 
volatilidad de los mercados financieros, el promotor del texto, Paul 
Volcker, un exdirector de la Reserva federal, juzgaba que la actividad 
de 
trading por cuenta propia desviaba a los bancos de su tarea primordial de financiación de la economía.
Pero los bancos quieren ir más lejos y cuestionan la liquiditycoverage ratio(ratio de liquidez a corto plazo o LCR)
 [12]
 adoptada en Estados Unidos y en el resto del mundo después de la crisis
 de 2008. En virtud de esa regla, los establecimientos financieros deben
 conservar suficientes activos líquidos para cubrir los gastos netos de 
tesorería por un período de 30 días en situación de crisis.
También los bancos cuestionan el porcentaje de liquidez que deben 
conservar en su tesorería en forma permanente (en inglés: 
intradayliquidity), lo que completa y se agrega al liquiditycoverage 
ratio. Por otro lado, el mercado de repoes el lugar donde los bancos, a 
primera hora de la mañana, van a completar sus necesidades de liquidez 
todos los días con el fin de cumplir con sus obligaciones legales. El 
lobby
 de los grandes bancos afirma que el monto que se les exige es demasiado
 elevado y que fue eso lo que produjo la crisis abierta el 17 de 
septiembre de 2019. El Financial Times dedicó un artículo sobre ese tema
 que tuvo un título sugestivo «Fedanalysesregulation ’s role in 
suddenratesrise» que sería «La Fed analiza la función de la regulación 
cuando se produce un aumento repentino de los tipos de interés», 
publicado el 2 de octubre en la versión papel. Pero el 1 de octubre 
había sido publicado en forma digital con otro título: «Fedwrestleswith 
role of regulation in repo squeeze»  que sería«La Fed lidia con el rol 
de  la regulación sobre la restricción del mercado de los repo».El 
artículo abunda prudentemente en el sentido de la argumentación avanzada
 por el lobby bancario de Estados Unidos. Por otro lado, el lobby 
bancario europeo interviene en el mismo sentido con respecto a la 
aplicación de la ratio de liquidez en la Unión Europea y en el Reino 
Unido.  En lo que concierne a la Unión Europea, dedicaré próximamente un
 artículo específico en relación al 
balance de la acción del BCE bajo la dirección de Mario Draghi (2011-2019).
Está claro que no fue la obligación de los bancos de conservar en 
forma permanente la liquidez suficiente para hacer frente a una crisis 
lo que provocó la falta de liquidez en el mercado de repo en Estados 
Unidos. La verdadera causa fue la voluntad de los bancos de utilizar al 
máximo en la especulación la liquidez de que disponen para conseguir el 
mayor beneficio posible para sus accionistas y sus directivos.
También es muy importante completar el panorama sobre la situación de
 los bancos. Y también lo es dar la voz de alarma sobre los riesgos con 
los  que los «mercados financieros» amenazan a la sociedad e  insistir 
sobre la crisis del mercado de repo en Estados Unidos. También debemos 
ser conscientes del tremendo aumento de  la concentración bancaria en 
Estados Unidos, disminuyendo fuertemente, por ende,  la competencia 
entre los bancos ya que se ha establecido un verdadero oligopolio. O 
sea, un cártel bancario que presiona de forma permanente sobre los 
poderes públicos con el fin de que se lleven a cabo políticas que 
beneficien sistemáticamente al gran capital. Ese cártel bancario es 
responsable de comportamientos totalmente contrarios a los intereses de 
la mayoría de la población: imposición de contratos hipotecarios 
abusivos como la 
crisis de las subprime
 lo reveló y los numerosos procesos que siguieron: contratos leoninos en
 materia de deudas de estudiantes —la deuda estudiantil supera en 
Estados Unidos 1,5 billones de dólares y afecta a 44 millones de 
personas—, manipulación de los tipos de interés (Libor), especulaciones 
con las materias primas, blanqueo del dinero de los cárteles de la 
droga, inversiones en actividades que agravan la crisis climática…
 [13]
Debemos también denunciar el dinero que cobran los directivos de los 
bancos y los dividendos que se llevan los accionistas privados. 
Denunciar el hecho de que, a pesar de los muchos delitos y crímenes  
cometidos por los banqueros, ninguno fue condenado a prisión y a ningún 
gran banco se le ha retirado la licencia bancaria en EEUU. Consideremos 
el caso del banco Walls Fargo, cuarto de Estados Unidos en términos de 
capitalización bursátil y de control del mercado bancario,  que pudo 
proseguir sus actividades a pesar de que la justicia estadounidense 
había demostrado que sus directivos presionaron deliberadamente a sus 
empleados a crear de la nada 3.500.000 cuentas bancarias «ficticias» o 
«fantasmas», con el fin de aumentar los beneficios del banco gracias a 
las comisiones pagadas por los clientes
 [14] .  Y el banco solamente pagó una multa
 [15] .
No debemos esperar a la próxima crisis para adoptar medidas claras concernientes a los bancos y pasar a la acción
Ya  tenemos reunidos los factores, quetanto en Estados Unidoscomo en 
otras de las grandes economías del planeta, pueden provocar una nueva 
crisis financiera brutal, de amplitud mundial,
 [16].
 Pero no hay que esperar a que estalle para actuar. Porque además de 
tratar de evitar los efectos de una nueva crisis financiera, es 
necesario actuar para terminar con las prácticas cotidianas de los 
bancos capitalistas. También se tiene que cambiar radicalmente el 
estatus y la misión de los Bancos Centrales.
Hay que tomar medidas inmediatas
Y una de ellas es confiar una nueva misión al Banco Central: conceder
 préstamos a los gobiernos con tipo de interés cero. Al contrario de lo 
que ha hecho la Fed (o el BCE dado los tratados europeos), el Banco 
Central debe tener la capacidad de permitir la financiación a tipo de 
interés cero del Estado y del conjunto de los actores públicos 
nacionales y locales (colectividades, hospitales, organismos para 
vivienda social, etc.) con el fin de llevar a cabo políticas socialmente
 justas en el marco de la lucha contra la crisis ecológica.
Es necesario lograr una nueva reglamentación bancaria que debe imponer
 [17]: 
►Un aumento significativo de los fondos propios de los bancos en sus balances, hasta llegar al 20 %.
►Unas medidas útiles para obligar a los bancos a sanear sus operaciones 
fuera de balance,
 imponiéndoles la aclaración y resolución de todas las operaciones 
especulativas y todas las otras transacciones de riesgo sin interés real
 para la sociedad.
►La prohibición de las relaciones entre bancos de depósitos y bancos de negocios.
► La prohibición de la titulización. Por lo tanto, cada una de las 
actividades llevará consigo el riego que genera, mediante exigencias 
reglamentarias adaptadas. 
►La prohibición del trading de alta frecuencia.
►La prohibición de la especulación.
►La prohibición de los mercados de mutuo acuerdo.
►La prohibición de cualquier relación de los establecimientos bancarios 
con el shadowbanking y los paraísos fiscales y judiciales.
►La eliminación del secreto bancario.
►El enjuiciamiento sistemático de los directivos bancarios responsables 
de delitos y crímenes financieros y el retiro de la licencia bancaria a 
las instituciones que no respetan las interdicciones y son culpables de 
malversaciones.
►La instauración de una verdadera responsabilidad financiera de los 
grandes accionistas, especialmente durante las quiebras. Se debe 
restaurar la responsabilidad ilimitada de los grandes accionistas con el
 fin de que la recuperación del coste de sus actividades peligrosas 
pueda efectuarse sobre el total de su patrimonio.
►El aumento de los impuestos a los bancos para obligarlos a participar en el esfuerzo de recaudación del país.
Pero no es suficiente.
Se necesitan medidas más radicales [18]
Porque los capitalistas demostraron hasta qué punto eran capaces de 
cometer delitos y correr riesgos —de los que rechazan las consecuencias—
 con el único objetivo de aumentar sus beneficios, porque sus 
actividades conllevan periódicamente un coste extremadamente pesado para
 la colectividad, porque la sociedad que queremos construir debe estar 
guiada por la búsqueda del bien común de la justicia social y de la 
reconstitución de una relación equilibrada entre los humanos y los otros
 componentes de la naturaleza, hay que socializar el sector bancario. 
Como lo propone FrédéricLordon, se trata de realizar «una 
desprivatización integral» del sector bancario.
 [19]
Sustraer a la población y a los poderes públicos de la influencia de los mercados financieros
Socializar el sector bancario significa:
►La expropiación sin indemnización (o como única indemnización un euro o
 un dólar simbólico) a los grandes accionistas, mientras que los 
pequeños accionistas serían indemnizados. 
►La concesión al sector público del monopolio de la actividad bancaria 
con una excepción: la existencia de un sector bancario cooperativo de 
pequeño tamaño, pero sometidos a las mismas regulaciones que el sector 
público.
►La definición —con participación ciudadana— de un estatuto con los 
objetivos a alcanzar y sobre las misiones que se deben proseguir, que 
pone el servicio público del ahorro, del crédito y de la inversión al 
servicio de las prioridades definidas según los procesos de 
planificación democrática.
►La transparencia de las cuentas que deben presentarse al público de manera comprensible.
►La creación de un servicio público del ahorro, del crédito y de la 
inversión con una doble estructura: por una parte, una red de pequeños 
establecimientos próximos a la población, y por la otra, organismos 
especializados a cargo de las actividades de gestión de fondos y de 
financiación de inversiones no garantizadas por los ministerios a cargo 
de la salud pública, de la educación, de la energía, de los transportes 
públicos, de las pensiones, de la transición ecológica, etc. Los 
ministerios deberán estar dotados de unos presupuestos necesarios a la 
financiación de inversiones concernientes a sus atribuciones. Los 
organismos especializados intervendrían  cuando los ámbitos y las 
actividades excedieran las competencias y las esferas de acción de esos 
ministerios, con el fin de asegurar que se complete toda la operación.
Imaginemos  lo que eso significaría si se concretara: los bancos 
privados habrían desaparecido, es decir, que después de su expropiación 
(con indemnización para los pequeños accionistas), su personal habría 
sido afectado al servicio público bancario y a las aseguradoras, con una
 garantía por antigüedad, con salarios hasta un máximo autorizado con el
 fin de limitar fuertemente los salarios demasiado altos para reducir la
 diferencia salarial, y con una mejora de las condiciones de trabajo 
(abandono del benchmarking
 [20]
  y prácticas de ventas obligatoria). Se constituirá un nuevo sistema de
 contratación que respetará las normas del reclutamiento en los 
servicios públicos.
Bancos al servicio de la población
Se tendrá que acabar con la situación en la que hay un exceso de 
agencias bancarias en competición en las grandes ciudades y una penuria o
 ausencia de sucursales en las pequeñas ciudades, pueblos o barrios 
populares. Se tendrá que desarrollar una densa red de agencias locales 
con el fin de aumentar de forma importante la accesibilidad a los 
servicios bancarios y a las aseguradoras, con personal competente para 
responder a las necesidades de usuarias y usuarios, de acuerdo a la 
misión de servicio público. Nadie puede ser excluido del acceso a un 
servicio público bancario que debe ser gratuito.
Loa agentes locales del servicio público gestionarán las cuentas 
corrientes y recibirán el ahorro de usuarias y usuarios que estará 
totalmente garantizado. El ahorro será gestionado sin correr riesgos. 
Ese ahorro estará afectado, bajo control ciudadano, a la financiación de
 proyectos locales y de inversiones de más largo alcance centrados en la
 mejora de las condiciones de vida, la lucha contra el cambio climático,
 el abandono de la energía nuclear, el desarrollo de circuitos cortos, 
la financiación de la ordenación territorial respetando normas sociales y
 ambientales rigurosas, etc. Los ahorradores y las ahorradoras podrán 
elegir el o los proyectos que desean financiar.
Las agencias locales concederían 
créditos
 sin riesgos a personas, familias, pequeñas y medianas empresas y 
estructuras privadas locales, a las asociaciones, a las colectividades 
locales y a los establecimientos públicos. Podrán afectar una parte de 
sus recursos a proyectos de mayor escala pero siempre en el marco de una
 política concertada.
Bancos al servicio de la comunidad
 
El hecho de que las agencias locales gestionen medios financieros de 
tamaño razonable para usos locales o para proyectos más amplios que se 
presentarán de forma precisa, o sea, con el establecimiento de un 
calendario de programación y de mecanismos de seguimiento que permitan 
controlar claramente el uso de los fondos y la buena puesta en marcha 
del proyecto— facilitaría el control de los y las diferentes 
protagonistas.
Los proyectos locales a financiar serán definidos de manera democrática 
con un máximo de participación ciudadana. Las agencias locales estarán 
también a cargo de los contratos de seguros para las personas físicas y 
jurídicas.
Apoyar la transición hacia una economía social, sostenible y ecológica
Por otra parte, los ministerios a cargo de la salud pública, de la 
educación, de la energía, de los transportes públicos, de las pensiones,
 de la transición ecológica, etc., dispondrán de medios de financiación 
provenientes de los presupuestos del Estado.
Unas agencias transversales especializadas intervendrán en ámbitos y 
actividades que excedan las competencias y las esferas de acción de un 
solo ministerio. Tendrán por objetivo garantizar misiones específicas o 
transversales definidas con participación ciudadana, como el programa de
 abandono de la energía nuclear, incluido el tratamiento seguro a largo 
plazo de los residuos nucleares.
El sector bancario socializado permitirá reconstituir un circuito 
virtuoso de financiación de los poderes públicos: éstos podrán emitir 
títulos que serán adquiridos por el servicio público sin pasar por las 
imposiciones de los mercados financieros.
Aunque haya aspectos del proyecto que se deben elaborar colectivamente, 
estamos en la fase preparatoria de la puesta en marcha de un sistema 
completamente nuevo, Eso demanda un ambicioso trabajo colectivo de 
puesta en común de ideas y propuestas. Y ese trabajo acaba de comenzar.
Control ciudadano en todos los niveles
 Control ciudadano: control ejercido por los trabajadores y 
trabajadoras, usuarios y usuarias, los cargos electos locales, pequeñas,
 medianas y microempresas, artesanos y artesanas y otros/otras 
trabajadores/as independientes y delegados y delegadas del tejido 
asociativo. 
A ese control ciudadano se agrega el control de las autoridades de supervisión bancaria. 
La palabra «socialización» se utiliza de preferencia a 
«nacionalización» o a «estatización» para indicar claramente hasta qué 
punto es esencial el control ciudadano, con un reparto de decisiones 
entre directivos y directivas,  de representantes de asalariados y 
asalariadas, de clientes, de asociaciones, de cargos electos locales, 
que se completa el control con los y las representantes de las 
instancias bancarias públicas nacionales y regionales. Por lo tanto es 
necesario definir democráticamente el ejercicio de un control ciudadano 
activo.
 Así mismo, es necesario alentar el ejercicio de un control de 
actividades de los bancos por parte de los trabajadores del sector 
bancario y su participación activa en la organización del trabajo. Las 
direcciones de los bancos deben remitir anualmente un informe público 
transparente y comprensible sobre su gestión. Hay que privilegiar un 
servicio de proximidad y de calidad que rompa con las políticas de 
externalización llevadas a cabo actualmente. También es necesario 
alentar al personal de los establecimientos financieros para asegurar a 
las y los clientes un auténtico servicio de asesoramiento y erradicar 
las políticas comerciales agresivas de ventas obligatorias.
La socialización del sector bancario y de las aseguradoras y su integración en los servicios públicos permitirán:
►Sustraer a la población y a los poderes públicos de la influencia de los mercados financieros.
►Financiar los proyectos de la población y de los poderes públicos.
►Dedicar la actividad bancaria al bien común, teniendo entre sus 
misiones la de facilitar la transición de una economía capitalista, 
productivista y perjudicial a una economía social, sostenible y 
ecológica.
Porque consideramos que la moneda, el ahorro, el crédito, la 
seguridad del efectivo en caja y la preservación de la integridad de los
 sistemas de pago son de interés general, preconizamos la creación de un
 servicio público bancario mediante la socialización de la totalidad de 
las empresas del sector bancario y de seguros.
Porque los bancos son en la actualidad una herramienta esencial del 
sistema capitalista y de un modo de producción que saquea el planeta, 
genera un reparto desigual de los recursos, provoca guerras, aumenta la 
pauperización, recorta cada día un poco más los derechos sociales y 
ataca  las instituciones y las prácticas democráticas, es esencial tomar
 su control y hacer de los bancos una herramienta al servicio de la 
comunidad.
La socialización del sector bancario no puede pensarse como un 
eslogan o una reivindicación que será autosuficiente y que los decisores
 aplicarían después de haber sentado cabeza. Debe concebirse como un 
objetivo político a alcanzar en el marco de un proceso llevado a cabo 
por una dinámica ciudadana. No solo es necesario que los movimientos 
sociales organizados existentes (entre ellos los sindicatos) hagan de 
eso una prioridad en sus agendas y que los diferentes sectores 
(colectividades locales, pequeñas y medianas empresas, asociaciones de 
consumidores, etc.) se posicionen en ese sentido, sino también y sobre 
todo, que se sensibilice a los empleados y empleadas de los bancos sobre
 el papel que tiene su trabajo y al interés que tendrían en ver a sus 
bancos socializados. Y que las usuarias y los usuarios sean informados 
en el lugar en que se encuentren (por ejemplo: ocupaciones de agencias 
bancarias en todos lados el mismo día) con el fin de participar 
directamente a la definición de lo que debe ser un banco.
La socialización del sector bancario y el apoyo popular, condiciones necesarias para cualquier cambio de modelo.
Solamente enormes movilizaciones pueden garantizar que la 
socialización del sector bancario sea realizable en la práctica, ya que 
esta medida afecta al núcleo del sistema capitalista.
Si un gobierno de izquierda no toma medidas como esta,  su acción no 
podrá provocar un verdadero cambio radical necesario para romper con la 
lógica del sistema capitalista y desarrollar un nuevo proceso de 
emancipación. Quitarle a los capitales privados el sector bancario 
mediante la socialización es una acción precia a la puesta en marcha de 
un programa económico con ruptura con el capitalismo y su lógica.
La socialización es la previa imprescindible a la puesta en marcha de un programa de ruptura con el capitalismo y su lógica.
Actualmente, la socialización de la totalidad del sistema bancario y 
de las compañías de seguros es una necesidad urgente económica, social, 
política y democrática.
La socialización del sector bancario y de las aseguradoras es un ítem 
fundamental de un proyecto más amplio que comporta otras medidas que 
permitan desarrollar una transición hacia un modelo poscapitalista y 
posextractivista. Un programa así debería tener una dimensión 
internacional aunque su puesta en marcha involucre un solo país o un 
pequeño número de países.  Debería incluir el abandono de las políticas 
de austeridad, la reorientación radical de las misiones del Banco 
Central, la anulación de las deudas públicas y privadas ilegítimas, la 
constitución de una reforma fiscal integral con una fuerte imposición al
 capital, la reducción generalizada de la jornada de trabajo con 
contratos compensatorios y mantenimiento del salario, la socialización 
del sector de la energía, del agua y de la salud, medidas para asegurar 
la igualdad entre mujeres y hombres, el desarrollo de los servicios 
públicos y de la protección social así como el establecimiento de una 
política concreta de lucha contra la crisis ecológica.