EE.
UU. está siendo arrastrado al escenario de batalla en Gaza, Yemen y ahora Irak.
Rusia, Irán y China y gran parte del mundo están observando cómo se deja
arrastrar a una serie de errores estratégicos que remodelarán el orden global
en beneficio de las potencias emergentes.
Las corazonadas provocan
errores estratégicos
El Viejo Topo
25 enero, 2024
China y Rusia han estado notablemente silenciosas, observando atentamente el movimiento de las placas tectónicas globales en respuesta a las «dos guerras» (la «multiguerra» de Ucrania e Israel). Realmente no es de extrañar; ambos estados pueden sentarse y simplemente observar cómo Biden y su equipo persisten en sus errores estratégicos en Ucrania y en las repetidas guerras de Israel.
El
entrelazamiento de las dos guerras, por supuesto, dará forma a la nueva era.
Hay riesgos sustanciales, pero por ahora Rusia y China pueden observar
cómodamente desde lejos cómo se desarrolla una coyuntura climática en la
política mundial, elevando gradualmente el ritmo del desgaste hasta convertirlo
en un círculo de fuego.
El punto aquí
es que Biden, en el centro de la tormenta, no es un Sun-Tzu sereno. Su política
es personal y muy visceral: como escribió Noah Lanard en su análisis
forense de Cómo Joe Biden se convirtió en el mejor halcón de Estados
Unidos, su propio equipo lo dice claramente: la política de Biden se
asienta en sus ‘kishkes’: es decir, entrañas.
Esto se puede
observar en la forma desdeñosa en la que Biden se burla del presidente Putin
llamándolo «autócrata», y en la forma en que habla de las víctimas del ataque
de Hamás, mientras que «el sufrimiento palestino queda vago –si es que se llega
a mencionar”. Según Rashid Khalidi, profesor de Estudios Árabes Modernos en la
Universidad de Columbia : “Joe Biden no ve, ni le importan los
palestinos”
Hay una larga
historia de líderes que toman la decisión correcta espontáneamente desde su
inconsciente, sin un cuidadoso cálculo racional. En el mundo antiguo ésta era
una cualidad muy apreciada. Odiseo lo exudaba. Se llamaba mêtis. Pero
esta capacidad dependía de tener un temperamento desapasionado y la capacidad
de ver las cosas «en redondo»; para captar ambas caras de una moneda, diríamos.
Pero, ¿qué
sucede si, como da a entender el profesor Khalidi, los ‘kishkes’ están
llenos de ira y bilis; simpatía instintiva por Israel, alimentada por una
visión anticuada del escenario interno israelí. “Simplemente no parece
reconocer la humanidad de [otros]”, como le dijo Khalidi a Lanard, un ex
miembro del Equipo Biden.
Bueno, los
errores –errores estratégicos– se vuelven inevitables. Y estos errores están
atrayendo a Estados Unidos hacia adentro, cada vez más profundamente (como
previó el Eje de la Resistencia).
Al respecto
Michael Knights, académico del grupo de expertos neoconservadores del Instituto
Washington, ha dicho:
“Los hutíes
están entusiasmados con sus éxitos y no será fácil disuadirlos. Están pasando
el mejor momento de sus vidas, enfrentándose a una superpotencia que
probablemente no pueda disuadirlos”.
Esto se produce
a raíz de una guerra en Ucrania que ya está llegando a su conclusión
inevitable. Tanto en Estados Unidos como entre sus aliados en Europa, se
reconoce que Rusia ha prevalecido de manera abrumadora y en todos los «ámbitos
de conflicto». No hay prácticamente ninguna posibilidad que esta situación
pueda recuperarse, independientemente del dinero o de un nuevo «apoyo»
occidental.
Los militares
ucranianos prueban a diario los frutos amargos de este hecho. Muchos miembros
de las clases dominantes de Kiev también lo entienden, pero tienen miedo de
hablar. Sin embargo, el grupo de línea dura detrás de Zelensky insiste en
seguir adelante con su ilusión de montar una nueva ofensiva.
Sería una
muestra de realismo para con «aquellos a punto de morir» si otra inútil
movilización Occidente decidiera detener. El final es inevitable: un acuerdo
para poner fin al conflicto en los términos de Rusia.
Ahhh, pero no
olvidemos los ‘kishkes’ de Biden: esto significaría que Putin
‘ganaría’ y la esperanza de Biden de una victoria se reduciría a cenizas. La
guerra debe continuar, incluso si su único logro es disparar misiles de largo
alcance directamente contra las ciudades civiles de Rusia (un crimen de
guerra).
Es obvio hacia
dónde va esto. Biden está en un agujero que sólo puede profundizarse. ¿No puede
dejar de cavar? Algunos en Estados Unidos tal vez deseen que lo haga, a medida
que las perspectivas electorales demócratas se oscurecen. Pero parece muy
probable que no pueda, porque entonces su enemigo (Putin) «ganaría».
Por supuesto,
su némesis ya ganó.
Sobre Israel,
Lanard continúa :
“…Biden a
menudo ha atribuido su inquebrantable apoyo a Israel… a “una muy larga discusión”
con Henry “Scoop” Jackson, un senador notoriamente halcón (descrito como ‘más
sionista que los sionistas’).
“Después de que
Biden se convirtió en vicepresidente, mantuvo su creencia que la paz sólo
vendrá si no hay ‘luz del día’ entre Israel y Estados Unidos”. En una memoria
publicada el año pasado, Netanyahu escribió que Biden dejó clara su voluntad de
ayudar desde el principio: “No tienes demasiados amigos aquí”, supuestamente
dijo Biden. “Soy el único amigo que tienes. Así que
llámame cuando lo necesites”.
En 2010, cuando
Netanyahu enfureció a Obama con una importante expansión de los asentamientos
mientras Biden estaba en Israel, Peter Beinart informó que Joe Biden y su equipo querían
manejar la disputa en privado pero el bando de Obama tomó una ruta
completamente diferente: Hillary Clinton le dio a Netanyahu 24 horas para
responder, advirtiendo: “Si no cumplen, podría
tener consecuencias sin precedentes en nuestras relaciones de un tipo nunca
antes visto”.
“Biden pronto
se puso en contacto con un Netanayhu atónito… y se dedicó a socavar la advertencia
de la Secretaria de Estado [Clinton] y le dio [a Netanyahu] una indicación que
cualquier cosa que se estuviera planeando en Washington era exagerada y él
podía desactivarla».
Cuando Clinton
vio la transcripción, “se dio cuenta de que Biden la había arrojado debajo del
autobús”, dijo un diplomático,
Para Beinart:
“durante un período crítico a principios de la administración Obama, cuando la
Casa Blanca contemplaba ejercer una presión real sobre Netanyahu para mantener
viva la posibilidad de un Estado palestino, Biden hizo más que cualquier otro
funcionario del gabinete para proteger a Netanyahu de esa presión”.
Claramente,
esta información sitúa a Biden visceralmente a la derecha de algunos miembros
del Gabinete de Guerra de Netanyahu: “No vamos a hacer nada más que
proteger a Israel”, dijo Biden
en un evento para recaudar fondos en diciembre.
Ese respaldo
inquebrantable es una receta segura para futuros errores estratégicos de
Estados Unidos, como habrán supuesto Moscú, Teherán y Beijing.
El ex
diplomático israelí y gran conocedor de Washington, Alon Pinkas, considera que
“aunque una guerra entre Israel y Hezbolá sería devastadora para ambas
partes, ¿por qué parece inevitable? Porque mientras Washington
desconfía que se produzca … Israel parece resignado a la idea”.
Tanto es así,
que un artículo del Washington Post citó a
funcionarios estadounidenses expresando su “alarma” y estimando que [Netanyahu]
está fomentando la escalada como clave para su supervivencia política”.
Sin embargo,
¿qué le dicen las kishkes de Biden? Si una operación militar
israelí para ‘mover’ a Hezbolá al norte del Litani ‘parece’ inevitable para
Pinkas, ¿no sería también probable –dado el respaldo inquebrantable de Biden a
Israel– que el presidente de EEUU también esté de alguna manera resignado a una
guerra?
¿Qué pasa con
el informe del Washington Post de este domingo que afirma que
Biden ha encargado a su personal la tarea de evitar una guerra total entre Israel y
Hezbolá?
Ese informe
–claramente filtrado a propósito– probablemente tenía más bien como objetivo
vacunar a Estados Unidos de la culpa de complicidad, en caso que estallara una
guerra en el Norte.
Fue un mensaje
bastante diferente el que se transmitió a través del senador
Lindsay Graham a Netanyahu y a Mohamed Bin Salman, el jueves pasado.
Tal como en
2010, ¿Biden está diciéndole a Netanyahu que debía ignorar el mensaje de Obama
sobre la necesidad de un Estado palestino?
(Las altas
figuras estadounidenses no suelen reunirse con el Primer Ministro israelí y
posteriormente con el Príncipe Heredero de Arabia Saudita sin tener la
autorización de la Casa Blanca).
La clave para
comprender la complejidad de lanzar una acción militar en el Líbano reside en
la necesidad de verlo desde una perspectiva más amplia: desde la perspectiva de
los neoconservadores, enfrentar a Hezbolá invoca los pros y los contras de una
«guerra» más amplia de Estados Unidos con Irán.
Un conflicto
así implicaría aspectos geopolíticos y estratégicos diferentes y más
explosivos, ya que tanto China como Rusia tienen una asociación estratégica con
Irán.
El enviado
estadounidense Hochstein está en Beirut esta semana y, según se informa, se le
ha encomendado la tarea de obligar a las partes libanesa e israelí a cumplir
las disposiciones de la (nunca implementada) Resolución 1701 del Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas de 2006.
El gobierno
libanés ha propuesto a la ONU una hoja de ruta para implementar la 1701. El
‘mapa’ prevé finalizar un acuerdo sobre los trece puntos fronterizos en disputa
y propone demarcar la frontera entre Líbano e Israel en consecuencia. Pero,
como señala Pinkas, tal configuración de la cuestión es totalmente engañosa, ya
que la Resolución 1701 no es simplemente una disputa territorial no resuelta en
el Líbano.
El principal
foco de la Resolución 1701 fue (y es) el desarme y desplazamiento de
Hezbollah, sin embargo, el plan del gobierno libanés no menciona a Hezbollah,
lo que plantea dudas claras sobre su realismo.
¿Por qué se
persuadiría a Hezbolá para que se desarmara, cuando Netanyahu, junto con el
Ministro de Defensa Gallant, han anunciado este fin de semana que “la
guerra no está llegando a su fin: tanto en Gaza como en las fronteras del
norte” con el Líbano?
Gallant, el fin
de semana pasado, advirtió claramente que Israel no tolerará que
aproximadamente 100.000 residentes israelíes sean desplazados de sus hogares en
el norte de Israel y se les impida regresar a sus hogares debido a las amenazas
de Hezbolá. Si no surge la solución diplomática (con Hezbolá desarmado y
expulsado), entonces Israel, prometió Gallant, tomará acciones
militares . “El reloj de arena está en movimiento”, advirtió.
Quizás lo más
desalentador y siniestro de una confrontación militar entre Israel y Hezbollah
es su aparente inevitabilidad, concluye Pinkas:
“La sensación
es una conclusión inevitable. En ausencia de un acuerdo político duradero y
mutuamente acordado, y dada la razón de ser de Hezbolah y las motivaciones
regionales de Irán, una guerra así puede ser sólo una cuestión de tiempo”.
Entonces,
cuando Blinken llegó a Israel, como era de esperar, se enfrentó a un profundo
escepticismo sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo con el Líbano para que
Hezbolá se retirara al otro lado del río Litani, informa el comentarista israelí Ben
Caspit .
Si Israel
invadiera el Líbano para intentar expulsar a Hezbolá de la frontera, estaría,
por supuesto, invadiendo un Estado miembro soberano de la ONU. Y por tanto,
inmediatamente sería denunciado como una agresión ilegal.
Entonces, ¿el
objetivo de estas negociaciones es tratar de lograr que el Estado libanés
acepte un acuerdo «simplificado» (ignorando los asentamientos israelíes de
Sheba’a) que acepte la 1701 en principio, de modo que no se pueda acusar a
Israel de invadir un Estado soberano?
¿Podría ser
esto también una táctica, a la que Hezbolá accedió, para evitar la culpa en
círculos libaneses por desencadenar una guerra que dañaría al Estado, al hacer
recaer sobre Israel la responsabilidad de lanzar un ataque contra el Líbano? ¿O
la iniciativa 1701 no es más que una farsa para evitar posibles consecuencias
legales?
Si es así,
¿cómo afecta esto a los mensajes que Biden pueda estar enviando a Israel por
canales secundarios? Sabemos que los mensajes estadounidenses enviados a Irán
es que Estados Unidos no quiere una guerra con Irán.
¿Está todo esto
preparando el escenario para que Biden vuelva a indicar que su apoyo
inquebrantable a Israel permanece intacto? Así parece casi con toda
probabilidad.
Rusia, Irán y
China y gran parte del mundo, naturalmente, están observando cómo Estados
Unidos se deja arrastrar a una serie de errores estratégicos superpuestos –uno
que lleva a otro– que sin duda remodelarán el orden global en beneficio de
las potencias emergentes.
Fuente: Observatorio de la crisis