domingo, 11 de abril de 2021

Los médicos ya hablan de la ‘distopía nazi’ de las vacunas en las revistas especializadas

 

Los médicos ya hablan de la ‘distopía nazi’ de las vacunas en las revistas especializadas

 


Diario octubre / abril 6, 2021

K. Polyakova.— Me he vacunado más veces en mi vida que la mayoría de la gente y tengo una gran experiencia personal y profesional en esta pandemia, ya que he gestionado un servicio durante las dos primeras oleadas y todas las contingencias que siguieron.

Sin embargo, lo que me preocupa en este momento es que no se tenga en cuenta la realidad de la morbilidad causada por nuestro actual programa de vacunación dentro del servicio sanitario y del personal. Los niveles de enfermedad tras la vacunación no tienen precedentes y el personal está enfermando mucho, algunos con síntomas neurológicos, lo que está teniendo un gran impacto en el funcionamiento de los servicios sanitarios. Incluso personas jóvenes y sanas se ausentan durante días o incluso semanas, y algunas requieren tratamiento médico. Se retiran equipos enteros cuando se iban a vacunar juntos.

La vacunación obligatoria en este caso es estúpida, poco ética e irresponsable cuando se trata de proteger a nuestro personal y la salud pública. Estamos en la fase voluntaria de vacunación, y estamos animando al personal a tomar un producto no autorizado que afecta a su salud inmediata, y tengo experiencia de primera mano de que el personal ha contraído el Covid después de la vacunación y probablemente lo ha transmitido. De hecho, se indica claramente que estos productos vacunales no proporcionan inmunidad y no previenen la transmisión. Entonces, ¿por qué lo hacemos? No hay datos de seguridad a largo plazo (como mucho, unos pocos meses de pruebas) y estos productos sólo se autorizan con carácter de urgencia. ¿Cómo sabemos que no hay eventos adversos a largo plazo a los que podríamos enfrentarnos y que podrían poner en riesgo a todo el sector sanitario?

La gripe supone una muerte masiva anual, inunda el sistema sanitario, mata a los jóvenes, a los ancianos y a los que tienen comorbilidades, y sin embargo la gente puede elegir si se pone o no esta vacuna (que existe desde hace mucho tiempo). Y se pueden enumerar muchos otros ejemplos de vacunas que no son obligatorias y que, sin embargo, protegen de enfermedades más graves.

La coacción e imposición de tratamientos médicos a nuestro personal, a los miembros del público, especialmente cuando los tratamientos están todavía en fase experimental, es definitivamente una distopía nazi totalitaria y está muy alejada de nuestros valores éticos como guardianes de la salud.

Yo y toda mi familia hemos tenido Covid. También lo han hecho la mayoría de mis amigos, familiares y colegas. Hace poco perdí a un familiar relativamente joven por una insuficiencia cardíaca comórbida como consecuencia de una neumonía inducida por Covid. A pesar de ello, nunca me rebajaría a aceptar que abandonáramos nuestros principios y nuestra posición internacional sobre la soberanía corporal, la elección libre e informada y los derechos humanos, y apoyáramos una coacción sin precedentes sobre los profesionales, los pacientes y las personas para que reciban tratamientos experimentales con datos de seguridad limitados. Esto y las políticas que lo acompañan son un peligro mayor para nuestra sociedad que todo lo que hemos enfrentado en el último año.

¿Qué ha pasado con el principio de “mi cuerpo, mi elección”? ¿Qué ha pasado con el debate científico y abierto? Si no prescribo un antibiótico a un paciente que no lo necesita porque está sano, ¿soy un antiantibiótica? ¿O una negadora de los antibióticos? ¿No es hora de que la gente piense realmente en lo que nos está sucediendo y en el rumbo que está tomando todo esto?

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América Latina con los ojos puestos en Ecuador

Hoy tendrá lugar la segunda vuelta de la elección presidencial en Ecuador. Si triunfa Arauz, se consolidará el nuevo ciclo de gobiernos progresistas en la región. Si gana Lasso, en Ecuador seguirá gobernando el neoliberalismo.

América Latina con los ojos puestos en Ecuador


Emir Sader

El Viejo Topo

11 abril, 2021 

La primera década del siglo XXI estuvo marcada por los gobiernos antineoliberales en Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador. Los únicos gobiernos en el mundo que han puesto en práctica programas antineoliberales, disminuyendo las desigualdades en el continente más desigual del mundo.

A lo largo de la segunda década, la derecha ha logrado recuperar fuerza, retomando gobiernos en Argentina –mediante elecciones–, en Brasil y en Bolivia –mediante golpes– y en Ecuador, mediante la adhesión del presidente elegido, Lenin Moreno,  con un  programa antineoliberal, al neoliberalismo.

Moreno ha fracasado, como todos los gobernantes latinoamericanos que han intentado implementar ese modelo.

El neoliberalismo ha revelado que tiene corto aliento, porque responde a los intereses del capital financiero, no tiene políticas sociales y así no logra conquistar bases sociales de apoyo que le permitan estabilizar sus gobiernos. El caso de Argentina fue ejemplar, con una victoria eufórica de Mauricio Macri, que se agotó rápidamente, por que su gobierno retomó el mismo modelo neoliberal que ya había fracasado no solo en Argentina, sino también en Brasil, Uruguay, Bolivia y Ecuador. La victoria reciente de la derecha en Uruguay,  promete tener un destino similar.

La tercera década está marcada por un segundo ciclo de gobiernos antineoliberales en la región, con la victorias de Alberto Fernández en Argentina, de López Obrador en México, de Luis Arce en Bolivia. Victorias con gran apoyo electoral, porque se fundamentan en políticas sociales, en políticas económicas antineoliberales, en la retomada de los procesos de integración latinoamericana.

Los ojos del continente se vuelven ahora sobre Ecuador, donde un presidente elegido por la continuidad del gobierno antineoliberal de Rafael Correa – el gobierno más importante de la historia de Ecuador – lo traicionó e hizo exactamente lo que proponía la derecha, pasando a gobernar con la derecha, retomando el modelo neoliberal. Ha fracasado, como habría fracasado Guillermo Lasso, si hubiera ganado.

La primera vuelta de las elecciones presidenciales ha confirmado el favoritismo de Andrés Arauz, candidato apoyado por Rafael Correa;  el segundo lugar fue para Guillermo Lasso, uno de los más grandes banqueros del país que fue  derrotado ya en las elecciones anteriores. Yaku Pérez, del movimiento Pachakutik, llegó en tercer lugar.

La disputa está cerrada entre los primeros. Yaku mantiene una posición crítica a los dos. Lasso defiende, como siempre, una versión ortodoxa del modelo neoliberal. Desecha todo lo conquistado por el gobierno de Rafael Correa, propone privatizaciones, un Estado mínimo, la centralidad del mercado. Pretende volver a los gobiernos anteriores a Correa, que solamente han multiplicado la crisis entonces permanente de Ecuador.

 

Mural en una calle de Quito


Andrés Arauz recoge las experiencias positivas del gobierno de Rafael Correa y se presenta como la expresión ecuatoriana como otros gobiernos antineoliberales, como los de Lula, Néstor y Cristina Kirchner, Pepe Mujica, Evo Morales, López Obrador y el propio Rafael Correa. En caso de que triunfe Arauz, se consolida el segundo ciclo de gobiernos progresistas, antineoliberales, sumando Ecuador a los gobiernos actuales de Argentina, México y Bolivia. En caso de que gane Lasso, Ecuador vuelve a estar aislado, dando continuidad al desastroso gobierno de Lenin Moreno.

Por ello,  los ojos y el corazón de América Latina están puestos en Ecuador.

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