viernes, 13 de diciembre de 2024

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Ante el debate de MUFACE: Por el fin del negocio de las aseguradoras privadas y su concertación

 


Ante el debate de MUFACE: Por el fin del negocio de las aseguradoras privadas y su concertación


Publicado el 13 de diciembre de 2024 / Por CGT

Kaosenlared

 

Desde la CGT tenemos claro que los recursos y los impuestos de todas han de destinarse, sin ningún tipo de duda, a los servicios públicos.

Es una gran incoherencia que haya sindicatos que representen a trabajadoras públicas, y estén defendiendo que se les dé asistencia sanitaria con aseguradoras privadas. Esto supone otra ranciedad y absurdidad más de la deriva neocapitalista. Este conjunto de sindicatos, con CCOO, UGT, CSIF y ANPE a la cabeza, defienden unos privilegios, ya obsoletos, que recortan los servicios de la sanidad pública con la finalidad de favorecer a empresas privadas e incrementar sus beneficios.

Se evidencia a menudo la mala praxis de las aseguradoras privadas para la obtención de beneficios económicos, como ejemplo: hacer pruebas innecesarias para posibles diagnósticos infundados; aumentar miedo ante posibles problemas de salud; derivar a la Seguridad Social cuando no pueden/quieren hacerse cargo de tratamiento a seguir; pagos mínimos a especialistas de la salud. Se daría la misma incoherencia que si sindicatos/trabajadoras de la sanidad pública (doctoras/es, enfermeros/as, auxiliares…) o de profesionales del tercer sector (educadoras/es sociales, técnicos/as en atención sociosanitaria…) jueces y abogacías, exigieran que se les pagase la educación privada, costes y juristas en juicios y/o las residencias privadas para familiares como privilegio por ser trabajadoras públicas. Incoherente y absurdo.

El gobierno ha de poner fin a las negociaciones con las aseguradoras privadas para que estas cesen de una vez en sus amenazas, chantajes y exigencias. Desde CGT exigimos que se transfieran de inmediato todos los recursos de nuestros impuestos destinados a MUFACE a la Seguridad Social (sanidad pública), y cese, de una vez por todas, la privatización del derecho a unos servicios públicos de calidad que cubren necesidades esenciales.

Desde MUFACE se atiende aproximadamente a un 5% del total de trabajadoras/es del Estado español (alrededor de 1 millón, de un total de 20 millones aproximadamente), con aseguradoras privadas está solamente el 3,3% del total de usuarios de MUFACE y en descenso, ya que cada vez más trabajadoras públicas escogen la sanidad pública. Este gobierno, que se autodenomina como el más progresista de la historia, ha de defender los servicios públicos. Es necesario que los más de 1.300 millones de euros que entrega cada año a las compañías privadas sean
destinados a la sanidad pública. Uno de los chantajes más utilizados por quienes defienden la privatización, es la pérdida de 13.000 puestos de trabajo si cesan los conciertos de MUFACE.

Desde CGT se valora como algo positivo, dado que serían 13.000 puestos de trabajo que se podrán recuperar en la sanidad pública.

¡Integración de lo concertado a los servicios públicos ya!
¡Basta de sostener privilegios y gastos de algunas con impuestos de todas!
¡Escogemos la pública, escogemos la seguridad social!
Como trabajadoras y como usuarias, es el momento de luchar y elegir lo público,
¡Solo así revertiremos la privatización de los servicios públicos!

 

Campaña recogida de firmas contra la financiación púbica de empresas de sanidad privadas


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¿Quién es Ahmed Hussein al-Shar’a?

 

He aquí un breve perfil del hombre que podría liderar una Siria "libre". La idea de una Siria democrática no es, hoy por hoy, más que una ensoñación. La guerra civil acecha.


¿Quién es Ahmed Hussein al-Shar’a?


Daniele Perra

El Viejo Topo

13 diciembre, 2024


Abu Muhammad al-Julani nació como Ahmed Hussein al-Shar’a en Riad, Arabia Saudita, en 1982, de padre sirio; un ingeniero empleado en la industria petrolera. Hay poca información sobre la vida de al-Julani antes de 2003, aparte de algunas breves referencias a una relación con una mujer alauita a la que sus respectivas familias se oponían. Desde 2003 lo encontramos en Irak luchando con la rama iraquí de Al Qaeda dirigida inicialmente por el terrorista jordano Abu Musa al-Zarqawi. Huelga decir que, antes de la agresión de la «coalición de los dispuestos» en Bagdad en 2003 (sobre la base de pruebas inventadas por la administración Bush hijo (el famoso fiasco de Colin Powell en la ONU), la presencia de Al Qaeda en Irak era irrelevante. Para ser justos, antes de jurar lealtad a la organización liderada por Osama bin Laden en 2004, AQI era conocida como Jama’at al-Tawhid. Wal-Jihad (congregación del monoteísmo y la yihad). A pesar de los intentos de asociar al grupo con el régimen de Saddam, un informe del Senado estadounidense sobre la situación en Irak antes de la agresión destacó cómo el propio Saddam intentó (sin suerte) localizar y capturar a al-Zarqawi. Los suyos, desde 2001, estaban ubicados permanentemente en el noreste de Irak (una zona de mayoría kurda)


AQI es protagonista de la guerra civil iraquí, donde destaca por la brutalidad de sus ataques contra la población chií. Al-Zarqawi murió en 2006, tras un bombardeo estadounidense. También en 2006, al-Julani fue arrestado por Estados Unidos y pasó cinco años en las conocidas prisiones iraquíes (incluida Abu Ghraib).

La experiencia carcelaria es fundamental, sobre todo porque la CIA obtiene de ellas considerables recursos. En este sentido, será útil recordar que el gobierno reformista iraní de Jatami había intentado reconstruir las relaciones entre la República Islámica y Estados Unidos sobre una base menos conflictiva, cooperando también en la lucha contra el terrorismo. En concreto, también se había propuesto un intercambio de prisioneros: hombres del MeK (organización terrorista iraní vinculada a Saddam) retenidos en cárceles estadounidenses en Irak a cambio de miembros de Al Qaeda retenidos en Irán. Estados Unidos se negó, planteando preocupaciones sobre la protección de los derechos humanos y las condiciones de las prisiones iraníes (lo que dicen los de Guantánamo y Abu Ghraib lo hacen particularmente ridículo). El hecho es que la verdadera razón fue que la CIA había descubierto que podía utilizar fácilmente a esos hombres para atacar a Irán desde dentro.

Ahora, después de cinco años de prisión, durante los cuales formó profundos vínculos con Abu Bakr al-Baghdadi (el pseudocalifa del autodenominado Estado Islámico), al-Julani reaparece en Siria para liderar la «rebelión» contra Bashar al- Assad con Jabhat al-Nusra (rama siria de Al Qaeda). En 2013, tras la división entre Al Qaeda e ISIS, la relación entre al-Baghdadi y al-Julani se deterioró. Después de haber ocupado más del 25% del territorio sirio, a partir de 2015, el Frente al-Nusra, se vio obligado a retirarse. Además, en 2017, el frente de oposición a Bashar al-Assad, muy heterogéneo y formado por milicias con diferentes intereses (que representaban a sus respectivos partidarios extranjeros), se desmoronó debido a la crisis entre Arabia Saudita y Qatar. El Frente al-Nusra primero se convirtió en Jabhat al-Fateh al-Sham y, posteriormente, junto con otras siglas, se creó Hayat Tahrir al-Sham que mantiene el control sobre la zona de Idlib.

A partir de 2015, al-Julani también intenta reconstruir su imagen y la de la milicia que dirigió (especialmente ante Occidente e Israel). Afirma no haber tenido nunca contacto con al-Zarqawi y niega su participación directa en el conflicto civil iraquí. Afirma repetidamente que sus enemigos son exclusivamente Hezbollah, Irán y el ejército árabe sirio, subrayando el carácter «nacional» de la lucha de su milicia (aunque está llena de mercenarios y extranjeros, caucásicos y asiáticos centrales en particular). Afirma que los derechos de las minorías serán respetados en la «Nueva Siria», para luego declarar herejes a los alauitas y pisotear los derechos de los cristianos en las zonas bajo su control directo.

Respecto a la herejía alauí, será útil recordar que, en su momento, tanto el Gran Mufti de Jerusalén Hajj Amin al-Husayni (sunita) como el Imam Musa al-Sadr (chiita), vía fatwa, los habían considerado parte integrante de la comunidad islámica, superando los prejuicios medievales del Hanbali Ibn Taymiyya.

Habría mucho que decir sobre el «gobierno de Idlib», dado que HTS ha utilizado a menudo el «puño de hierro» contra la población local, reprimiendo brutalmente (y en varias ocasiones) diversas protestas (con el silencio de los medios de comunicación occidentales).

El objetivo final, sin embargo, parece ser crear una «República Islámica» en Siria sobre la base de la particular interpretación que el movimiento hace de la Shari’a: una especie de hibridación entre las corrientes extremistas wahabíes y shafiíes. De hecho, el destino de Siria, parece ser el de convertirse en un «agujero negro» en el corazón del Levante en el que los servicios turcos, estadounidenses e israelíes puedan actuar como mejor les parezca. Después de todo, basta con mirar las líneas de partida de la ofensiva: la zona de Idlib con apoyo logístico turco; la zona de Dara’a, junto a los Altos del Golán ocupados por Israel.

FuenteAriannaeditrice.it

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Con el cierre de filas en torno al líder no se para a la derecha

 

El del PSOE ha sido un congreso apacible en medio de un mar embravecido. Una contradicción que solo lo es en apariencia: para Sánchez, se trata de aguantar. Nada más.


Con el cierre de filas en torno al líder no se para a la derecha


Jaime Pastor

El Viejo Topo

12 diciembre, 2024 

 

La celebración del reciente Congreso del PSOE se ha producido en un contexto internacional y geopolítico crecientemente inestable, por un lado, y de centralidad mediática y judicial de la nueva sombra de corrupción que afecta al denominado sanchismo, especialmente la que afecta a quien fue número 2 de ese partido, José Luis Ábalos, por otro.

A la vista de estos condicionantes, el desarrollo de este mitin congresual en Sevilla era previsible: máxima demostración de cierre de filas en torno al líder carismático y a su Manual de resistencia, así como reafirmación de la apuesta por seguir jugando a fondo la baza del chantaje (“que vienen la derecha y la extrema derecha”) para poder disciplinar a sus socios en el gobierno y en el parlamento. Por esas vías, Sánchez busca alcanzar su propósito de aguantar en Moncloa hasta 2027 y, pese a los malos augurios de las encuestas, ganar las próximas elecciones. Como era de esperar, tampoco ha habido ningún conato de autocrítica en relación a muchas de las políticas desarrolladas en estos años, ni siquiera por su corresponsabilidad en la inacción inicial ante la trágica catástrofe de la dana, pese a que los reproches han venido de muy distintos sectores, incluso de algunos de sus socios, como Compromís y Podemos.

 

Retórica social-liberal, asistencialismo en precario y euroatlantismo
Si prestamos atención a la Ponencia-Marco del Congreso, titulada “España 2030. Un socialismo que avanza, una España que lidera”, es justo reconocer algunos signos de una retórica más radical contra los “megarricos” en defensa de “la clase media y trabajadora”, pero pocas novedades programáticas. En efecto, el documento empieza anunciando cuatro grandes retos en el horizonte de 2030, lo que suena muy lejano en estos tiempos de aceleración reaccionaria: desarrollar un patrón de crecimiento distinto y hacer frente a la emergencia climática (tendrían que explicar cómo pueden ser compatibles lo primero y lo segundo…); enfrentarse a la transformación del orden global y, finalmente, responder al “auge de los valores autoritarios y de la internacional ultra”.

Sigue a continuación el intento de magnificar los “imposibles que logramos” en la última etapa (con la reforma laboral, pese a sus limitaciones, en primer lugar) y el anuncio de los “imposibles que lograremos” (con el proyecto –difícilmente viable con sus aliados PNV y Junts- de blindaje constitucional de las conquistas sociales), para luego pasar a definir un proyecto de país con diez metas: la primera de ellas (“Una economía más competitiva, justa y sostenible”) sitúa ya el marco de las que van exponiéndose luego: reducción de la jornada laboral, educación de calidad, viviendas para todos, combatir la desigualdad en todas sus formas, Estado autonómico reforzado, democracia plena que plante cara a la desinformación, vocación de liderazgo del proyecto europeo,  apoyo a la (falsa) “solución de los dos Estados en Israel y Palestina” y refuerzo de la “autonomía estratégica” de la UE en materia de defensa con la coartada de la guerra de Ucrania.

Junto a la medida más difundida de una reducción de jornada, cuyo contenido concreto está por ver, entre las novedades concretas que pueden llamar la atención cabría destacar la creación de un “escaño ciudadano” en el Congreso y en el Senado para que puedan intervenir representantes de la sociedad civil; el derecho a voto a partir de los 16 años y la convocatoria de Convenciones ciudadanas deliberativas; la prohibición de la conversión de viviendas residenciales en turísticas y de temporada, la creación de una empresa estatal para creación de vivienda pública y la exigencia de que las hipotecas y los alquileres no superen el 30% de los salarios; la reforma del sistema de financiación autonómica (con una formulación lo suficientemente ambigua para contentar a todas la baronías…); o, en fin, la derogación del Acuerdo de 1979 con la Iglesia católica en asuntos culturales y educativos…

Algunas de esas promesas suenan ya a mera repetición de las incluidas en anteriores Congresos, mientras que destaca la escasa atención que se presta a la (necro)política migratoria (solo se menciona la necesidad de “un modelo de inmigración que garantice un flujo constante”) o la ausencia de una política fiscal que vaya más allá de una genérica referencia a que se obligará (¿cómo?) a las grandes empresas a repartir una parte de los escandalosos beneficios alcanzados en estos últimos años1. Por no hablar de la siempre aplazada derogación de la ley mordaza y de la ley de secretos oficiales; o de la reforma democrática y urgente del poder judicial (¿dónde queda aquel anuncio de regeneración democrática?); o de la falta de concreción de lo que puede significar “ahondar en el proceso de federalización del Estado”; o, last but not least, el silencio total sobre el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui, confirmando una vez más su complicidad con el régimen represor marroquí .

Sin embargo, del interés que haya podido tener esta ponencia-marco en el Congreso sólo ha trascendido el triunfo de las mal llamadas feministas clásicas con su enmienda destinada a impedir la inclusión de la Q+ junto a LGTBI. Algo que se consiguió gracias al lobby encabezado por la ex vicepresidenta Carmen Calvo, y que finalmente fue aprobado en el pleno con un muy bajo porcentaje de participación2. Una decisión que supone un grave paso atrás en el reconocimiento de la diversidad, contribuye a fomentar la transfobia, envalentona a las derechas en su guerra cultural y aleja al PSOE de una posición que cuenta con un amplio consenso en el grueso del movimiento feminista; sobre todo, entre sus nuevas generaciones.

En resumen, Sánchez ha aprovechado el Congreso para exigir fidelidad a la militancia frente al acoso judicial, político y mediático que está sufriendo, sobre todo, desde la aprobación de la ley de amnistía (queriendo dejar en el olvido que no protestó e incluso fue cómplice del que en el pasado afectó al soberanismo catalán y a Podemos). Al mismo tiempo, ofrece un proyecto de gobierno lo suficientemente ambiguo en las cuestiones fundamentales que le confrontan con el PP para intentar atraer a una parte de su electorado e incluso restablecer con ese partido un bipartidismo por sentido de Estado. Tarea esta difícilmente viable, incluso como estamos viendo ante la emergencia migratoria en Canarias, ya que el PP sigue bajo la presión no sólo de Vox (dispuesto a reivindicar sin complejo alguno el legado de la dictadura franquista cuando se acerca el 50 aniversario de la muerte de su fundador), sino también de la procedente de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ambos reforzados por la victoria electoral de Trump. Además, teniendo en cuenta la heterogeneidad de sus aliados en el parlamento, tampoco es previsible que algunas de las leyes y medidas progresistas prometidas, empezando por su inclusión en los presupuestos, lleguen a buen puerto.

Así pues, nos vamos a encontrar con un PSOE que va a seguir por la senda de un reformismo sin reformas estructurales que cuestionen los intereses del gran capital y las bases del régimen monárquico del que este mismo partido ha sido y es un pilar fundamental. No será por ese camino como va a poder frenar la amenaza real del bloque reaccionario ni tampoco, pese a los buenos datos macroeconómicos, atenuar la agravación de las desigualdades. Sólo cabe, en la mejor de las hipótesis, que trate de neutralizar la conflictividad social atendiendo a determinadas demandas, como en el caso de la lucha por una vivienda digna; pero difícilmente lo logrará si ni siquiera pudo salir adelante en el parlamento el impuesto sobre los alquileres de temporada.

Este impasse estratégico en el que ha entrado el PSOE no es ajeno a la evolución que caracteriza desde hace tiempo a un social-liberalismo atlantista que tiende a perder centralidad en muchos países, como estamos viendo ahora en Francia y muy probablemente en Alemania tras las elecciones generales de febrero. En ese contexto, en el caso español, la resiliencia en el gobierno aparece cada vez más como una anomalía gracias a que ha conseguido anular el potencial rupturista de los partidos que emergieron a su izquierda –Podemos y luego Sumar–, y, a la vez, mantener una política de pactos con fuerzas de ámbito no estatal, en Euskal Herria y Catalunya principalmente, a cambio de modestas concesiones prácticas.

Con todo, esta política del miedo frente al mal mayor no va a durar siempre en unos tiempos en los que el malestar social y la desafección política, acrecentados ahora por las consecuencias de la catástrofe de la dana, van a seguir aumentando. No serán las políticas de este gobierno las que vayan a evitar que el bloque reaccionario logre capitalizar la extensión de la antipolítica entre nuevos sectores del electorado.

 

Miedo a la democracia interna
En el plano organizativo, también ha quedado evidente la consolidación de un modelo de partido basado en un cesarismo cada vez más reforzado en torno al líder máximo, como ya ha criticado uno de los pocos delegados de Izquierda Socialista que asistieron al Congreso, Manuel de la Rocha Rubí3: según él mismo ha comprobado, ha habido una demostración clara de “miedo a la democracia”, manifestada incluso en la “negativa a debatir la gestión en el Congreso, vulnerando un principio democrático básico y un artículo clave de nuestros Estatutos”, y se ha instalado una total subordinación del partido al propio gobierno; algo que ha quedado más visible si cabe con el número de ministros y ministras que forman parte de la nueva Comisión Ejecutiva Federal; definitivamente, concluye, “la posición del Partido la fija el Gobierno y no al contrario, ni siquiera con posibilidad de que haya una influencia mutua”.

El caso de Madrid, con la dimisión forzada de Juan Lobato como secretario general del PSM, independientemente de la opinión que se tenga sobre su comportamiento ante el caso de la pareja de Díaz Ayuso, es otra muestra clara de esas prácticas, como justamente ha criticado Izquierda Socialista de Madrid (“¡Las formas importan!”) ante la prohibición de reuniones para poner en pie alguna candidatura frente a la oficialista, encabezada por el actual ministro Oscar López.

Así que, definitivamente, bajo la máxima hacer de la necesidad virtud, se ha consumado el triunfo de un modelo de liderazgo plebiscitario que sólo aspira a mantenerse en el gobierno haciendo algunas concesiones a sus aliados de investidura en áreas que no afecten al núcleo duro de la economía política que se dicta desde la UE, principalmente desde la Comisión Europea y el Banco Central Europeo.

Vacío a la izquierda
A estas perspectivas sombrías se añade la trágica ausencia de fuerzas políticas a la izquierda del PSOE capaces de construir una alternativa frente a las políticas divisoras de las clases populares que practican las derechas, pero también al social-liberalismo menguante de Sánchez. Ni Sumar –adaptado cada vez más a los límites que marcan la Moncloa y la UE–, ni Podemos –pese a sus esfuerzos por aparecer ahora hipercrítico de un PSOE con el que, sin embargo, sigue aspirando a gobernar– tienen ya credibilidad para ser referentes en la ardua tarea de recomponer una izquierda dispuesta a extraer las lecciones del ciclo abierto por el 15M y el procés catalán con el fin de ofrecer un camino de refundación que no esté subordinado a la política institucional.

Tampoco en el plano más social las direcciones de los grandes sindicatos, CCOO y UGT, subordinadas a su vez a lo que marque el gobierno, aparecen hoy como el marco de referencia para una recomposición de un movimiento obrero dispuesto a hacer frente a una patronal y a un gran capital cada vez más propensos a favorecer la llegada al gobierno del bloque reaccionario.

Con todo, las movilizaciones por una vivienda digna en prácticamente todo el territorio del Estado español –expresiones reales de una lucha de clases que atenta directamente contra el capitalismo rentista–, al igual que la admirable respuesta solidaria del pueblo valenciano y de otros lugares del Estado frente a la catástrofe ecosocial de la dana, así como las distintas formas de resistencia que se están dando en distintos sectores –como en la sanidad y la educación– o en la solidaridad con Palestina muestran síntomas esperanzadores de que se pueda ir reabriendo un nuevo ciclo de movilizaciones desde abajo y a la izquierda en el próximo periodo. Será de esas experiencias de las que habrá que ir aprendiendo para buscar nuevas formas de confluencia en las luchas y en los debates de actores colectivos renovados; y, con ellos, generar nuevas iniciativas que permitan construir un frente común político y social, capaz de hacer frente a la amenaza reaccionaria y de acumular un potencial contrahegemónico desde los barrios y los centros de trabajo. Sólo así podremos volver a poner en el centro la necesidad de una estrategia de transición ecosocial y de ruptura democrática con este régimen y con el bloque de poder que lo sustenta.

 

Notas

  • 1. Como critica Andreu Missé: “La reforma fiscal llevada a cabo por el Gobierno (PSOE y Sumar) y sus socios es de mínimos. Más bien, parece una sucesión de parches. El acuerdo alcanzado en el Congreso ha aprobado el impuesto a la banca, el aumento de las rentas de capital, a los hidrocarburos y al tabaco. Pero ha tenido que dejar para una nueva ley el impuesto a las energéticas. Y han sido descartados los impuestos a las inmobiliarias (Socimis), los seguros privados, bienes de lujo y diesel y el IVA a los pisos turísticos”, “Insolidaridad de bancos y energéticas”, Alternativas económicas, diciembre 2024, 130, p. 3).
  • 2. “La historia tras las enmiendas del PSOE sobre las siglas LGTBIQ+”, Ana Requena y José Enrique Monrosi, 3/12, 24
  • 3. “Congreso socialista y crítica a la gestión”, eldiario.es, 6/12/24

 

Fuenteviento sur

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