martes, 17 de diciembre de 2024
Alucinaciones sirias
Con tanto tertuliano
desinformado (pero creativo en sus opiniones) las teorías sobre el papel (y las
victorias y derrotas) de las potencias supuestamente intervinientes en la caída
de al-Assad son variadas y, la mayor parte de ellas, inverosímiles.
Alucinaciones sirias
Francesco Dall’Aglio
El Viejo Topo
16
diciembre, 2024
De las alucinaciones que los recientes acontecimientos en Siria han producido en ciertos sectores del maître à penser y de la opinión pública occidental, los ejemplos están a la vista, por lo que no vale la pena repetirlos más. Otras alucinaciones, sin embargo, han producido también los recientes acontecimientos de Siria en otros sectores, con algunos de los cuales (total o parcialmente) me identifico, desde luego más que con la redacción de La Stampa. La más extraña es la idea de que Siria fue miembro del llamado Eje de la Resistencia (EdR), y que hizo una contribución fundamental al mismo; aún más extraña, que Rusia lo fuera.
De Siria qué
se puede decir: desde un punto de vista práctico, no pudo aportar nada. Su
papel logístico era crucial y su pérdida es, en efecto, un golpe para la AdR,
pero desde el punto de vista del apoyo práctico de Siria, y de Assad en
particular, muy poco, si es que algo, ha llegado a la causa palestina. El EdR
era (es) una criatura esencialmente iraní, en el que el papel de Siria, que
dependía en gran medida de Irán, consistía en actuar como corredor que
permitiera la llegada de hombres, medios y material de Irán a Hezbolá. Desde
este punto de vista, repito, era insustituible, y su eliminación del juego es
una victoria estratégica para Israel, y una derrota igualmente estratégica
para Irán (y está por ver si esto no es del todo mal recibido por ciertos
círculos de Teherán que se han cansado un poco de la guerra perpetua, o si,
por el contrario, como me temo, otros círculos acelerarán la creación de la
disuasión nuclear, o al menos lo intentarán, con todo el potencial
catastrófico de la cosa, incluido el ataque preventivo israelí).
Y hablando
precisamente de Israel, y de la otra alucinación: ¿cómo imaginar que Rusia
comparta la visión iraní, o de Hezbolá, en lo que a ella respecta? Dos
pueblos y dos Estados, apoyo humanitario a Palestina, y ya está. Las tropas (pocas),
barcos (pocos) y aviones (los que hay en buen número) desplegados en Siria no
estaban ni están allí para apoyar a Palestina o al EdR, sino a los intereses
rusos en la zona, que son muchos y variados. Apoyar a un régimen amigo, por
supuesto (y recordemos que cuando se enviaron las primeras tropas la situación
geopolítica era muy distinta a la actual); reprimir a Turquía y EEUU; evitar
que los fundamentalistas caucásicos se sigan radicalizando y entrenando en los
distintos califatos sirios e iraquíes y vuelvan a hacer daño en Rusia; y
mantener una base logística naval (Tartus) y una base logística aérea
(Hmeimim) para su planeada, y más tarde realizada, expansión diplomática y
militar en África Central (los aviones de transporte pueden llegar a África
Central sin escalas, pero sólo vacíos: totalmente cargados necesitan una
escala, que es precisamente Hmeimim).
E Israel lo
sabe, y no es casualidad que en los entusiastas bombardeos que está vertiendo
sobre instalaciones militares sirias, ninguna instalación rusa sea siquiera
tocada, del mismo modo que ninguno de los «rebeldes moderados» está molestando
a las unidades rusas que, en columna y con las banderas ondeando, han
trasladado hombres y material, defensas antiaéreas incluidas, desde las bases
del norte y centro de Siria a la costa occidental, donde Tartus y Hmeimim
permanecen igual de imperturbables, con la comodidad de que los citados
rebeldes han anunciado que no tienen intención de atacarlas (veremos si es
así, claro, en el futuro. Por ahora, es así).
Y de hecho, la
idea de que Putin había estado distraído viendo volar la burra mientras
Erdogan se sacaba a Siria del bolsillo era, digamos, demasiado simplista, y
demasiado acorde con las alucinaciones occidentales para que fuera cierta. Si
hubo negociación, si Assad se vendió (o aceptó hacerse a un lado a cambio de
garantías), es obvio que Rusia también estuvo implicada, y desde luego no
como socio menor dada su exposición en la zona y el crédito que, para
disgusto de la OTAN, sigue teniendo en Oriente Próximo, incluso entre los
«rebeldes moderados». Y hablando de la OTAN, y así llegamos a la última
alucinación: su visión está obviamente limitada exclusivamente a Rusia (Irán
siempre es considerado una especie de tendero al servicio del Kremlin ¡sólo
que en Siria, vaya usted a saber!), y habiendo perdido Assad en todos los
ámbitos se deduce que Rusia también ha perdido. Esto conducirá, de alguna
manera que no está bien especificada (después de todo, uno no necesita
racionalizar cuando es presa de alucinaciones) a la famosa «posición de
fuerza» con la que Ucrania, es decir, Occidente, podrá negociar después de la
tremenda humillación sufrida por Moscú. Ahora bien, aun suponiendo la
tremenda humillación, no está claro (de nuevo por aquello de que es una
alucinación) cómo la retirada de Siria (retirada que, recuerdo, aún no se ha
materializado ya que las dos bases importantes siguen en manos rusas, y sin ser
perturbadas) conducirá a un ablandamiento de Rusia en el frente ucraniano. Si
realmente tuviera que abandonar Oriente Próximo, y por consiguiente África,
¿no necesitaría, por el contrario, endurecer su posición en el único teatro
occidental que le queda y en el que puede dictar algunas condiciones al
encontrarse en ventaja? Pero me doy cuenta de que quizás sea un discurso
demasiado complejo y, sobre todo, demasiado grande es la necesidad de
declararse, por fin, vencedor de algo. Así que a estos últimos alucinados les
recordaría simplemente que los hombres y los medios en retirada de Siria
(medios que incluyen vehículos blindados, artillería móvil, lanzamisiles,
sistemas de defensa antiaérea y, en caso de abandono definitivo de todo el
país, un buen número de aviones de combate y helicópteros en plenas
condiciones operativas y pilotados y asistidos por personal extremadamente
experimentado) no serían encajonados y metidos en un depósito, sino
transferidos a Ucrania, del mismo modo que los fondos que Rusia ha vertido
generosamente en Siria durante la última década acabarían (acabarán seguro,
porque incluso en el mejor de los casos no será pequeña la reducción) en el
teatro de operaciones ucraniano. Pero precisamente, habría que discutir medios
y dinero, es decir, cosas que pertenecen a la realidad y no a alucinaciones.
Fuente: Arianna
Editrice
Salud mental y capitalismo: El estrés de fin de año
Salud
mental y capitalismo: El estrés de fin de año
Publicado el 17 de diciembre de 2024 /
Por Colaboraciones
KAOSENLARED
En esto días nos
enfrentamos a variados estados emocionales por causas que trascienden las
llamadas «festividades navideñas». El estrés que experimentamos al finalizar el
año es el resultado de una compleja interacción de factores personales,
sociales, culturales y económicos, profundamente arraigados en nuestro sistema
capitalista.
El final del año, lejos de
ser un periodo de descanso y celebración, se ha convertido para muchos en una
fuente de estrés considerable. Este estrés no se limita a las festividades
navideñas, sino que abarca un conjunto de factores que se acumulan a lo largo
de los últimos meses.
El sistema capitalista, con
su énfasis en la productividad y el consumo, juega un papel fundamental en este
fenómeno. La presión laboral se intensifica a finales de año, con la necesidad
de cerrar proyectos, cumplir objetivos y demostrar resultados.
Más allá del ámbito
laboral, nos enfrentamos a una serie de expectativas personales y sociales. La
sociedad nos empuja a hacer un balance de nuestros logros y fracasos a lo largo
del año, lo que puede generar sentimientos de insatisfacción, culpa o
desasosiego.
Las relaciones familiares y
las expectativas sociales también contribuyen al estrés de fin de año. La
presión por mantener ciertas tradiciones o cumplir con las expectativas de los
demás puede generar ansiedad y frustración.
El consumismo, impulsado
por el sistema capitalista, juega un papel fundamental en el estrés de fin de
año. La publicidad y las ofertas especiales nos invitan a comprar regalos,
organizar fiestas y disfrutar de experiencias cada vez más extravagantes. Sin embargo,
esta búsqueda incesante de la felicidad a través del consumo nos lleva a
experimentar una enorme sensación de vacío.
En última instancia, el
estrés de fin de año es un síntoma de un sistema que prioriza la productividad,
el consumo y la competencia. La búsqueda constante de la perfección, el miedo
al fracaso y la presión social nos llevan a experimentar un nivel de estrés
crónico que afecta nuestra salud física y mental.
Y si hablamos de los
mandatos familiares y el peso de las expectativas…
Efectivamente, cuando
hablamos de «mandatos familiares» nos referimos a esas normas, expectativas y
creencias no expresadas de manera explícita que se transmiten de generación en
generación dentro de una familia. Estos mandatos pueden ser muy variados y
ejercer una gran influencia en nuestra vida, especialmente en momentos como el
fin de año cuando hacemos balance de nuestros logros y «fracasos».
La familia, como núcleo
social primario, suele tener expectativas muy altas sobre sus miembros. Estas
expectativas pueden estar relacionadas con el éxito profesional, la formación
académica, la vida sentimental, la construcción de una familia, etc. A menudo,
estas expectativas se transmiten de manera implícita, a través de comentarios,
gestos o actitudes. Sentimos la necesidad de cumplir con las expectativas de
nuestros padres, abuelos/as, tíos/as, etc., lo que puede llevarnos a
compararnos con otros miembros de la familia y a sentirnos inadecuados si no
alcanzamos los estándares que se nos han impuesto.
Pero más allá de los
entornos laborales, profesionales y familiares, el balance personal que
realizamos a fin de año se ve claramente influenciado por el contexto global.
Vivimos en un mundo en crisis y necesitamos encontrar las herramientas como
para entender como estamos insertas/os en este Nuevo Orden. La
incertidumbre económica, social y política genera un sentimiento de inseguridad
y vulnerabilidad y nos enfrenta a la búsqueda de salidas que no siempre
logramos encontrar. En un mundo en crisis, resulta cada vez más complejo
establecer objetivos claros y alcanzables.
Hay recursos como para
poder afrontar estos estados emocionales y el apoyo de profesionales de
la salud mental con una perspectiva crítica es una opción para abordar estas
situaciones.
Maira Gentoso
– Integrante del Colectivo Orientación Vital*
* Si buscas un espacio para
trabajar en tu bienestar emocional desde una perspectiva crítica, te invitamos
a contactarnos.
Coherentes con nuestros principios ideológicos sostenemos un servicio de
orientación psicológica gratuita para personas con bajos recursos que consiste
en 4 (cuatro) sesiones online a fin de tratar temas puntuales y focalizados.
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Imagen de portada: Estrés
de fin de año… rawpixel.com | Detalles de
la licencia
Multitudinaria manifestación en Santiago de Compostela contra la instalación de la macro celulosa ALTRI
Multitudinaria manifestación
en Santiago de Compostela contra la instalación de la macro celulosa ALTRI
Decenas de miles de gallegos llegados de toda Galicia han gritaron ayer, alto y claro, en Santiago de Compostela que no quieren la celulosa que la Xunta, la multinacional portuguesa Altri y la empresa gallega Greenalia pretenden construir en el corazón de Galicia.
Están en contra de que se ocupe un fértil terreno agrícola con una fábrica que ocuparía el espacio de 500 campos de fútbol y absorbería hasta 46 millones de litros de agua diarios del río Ulla (la misma cantidad de agua que consume al día toda la provincia de Lugo), devolviendo 30 millones de litros al mismo río depurada, pero de agua contaminada. La manifestación que comenzó en la Alameda, recorrió toda la Zona Vieja, también con una enorme recreación del río Ulla realizada con paños azules. Todos los manifestantes llenaron la plaza del Obradoiro, algo que pocas veces ha ocurrido en la historia de la transición modélica y que ha sido comparada con las manifestaciones tras el desastre del Prestige, en 2002.
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