jueves, 17 de abril de 2014

UE: PREVISIÓN ELECTORAL

El batacazo electoral que le espera al PP

La baja participación, la posibilidad de huir del "voto útil" y el hecho de que los partidos de gobierno suelen ser particularmente castigados en las elecciones europeas explicarían porqué Rajoy quiere pasar de puntillas por estos comicios. Todo apunta a un batacazo electoral del PP el próximo 25 de mayo.
Existen varias formas de hacer pronósticos sobre los resultados de unas elecciones. Algunas más acertadas que otras. Sin duda, las encuestas son una excelente herramienta en este sentido, y desde este blog hemos dado buena cuenta de que los científicos sociales hacemos un importante uso de ellas. Pero un análisis político, sin más, también puede ser una valiosa fuente de información para vislumbrar las fortunas electorales de los partidos en el gobierno, la oposición, así como de las nuevas formaciones políticas que aspiran a conseguir algún tipo de representación. Un examen que identifique los actores más relevantes, sus intereses, sus estrategias, así como el contexto en el que operan puede resultar de mucha utilidad. Eso sí, siempre y cuando los analistas no confundamos deseo con realidad; una práctica en la que todo el mundo puede caer. Pero -¡cuidado!- porque los politólogos también podemos.

En las líneas que siguen analizaré algunas regularidades empíricas en las elecciones al Parlamento Europeo que permiten aventurarnos en lo que pueda pasar el próximo 25 de mayo. Todas ellas indican que existen una serie de razones objetivas por las cuales, para el caso de España, deberíamos esperar un importante deterioro electoral del Partido Popular.

Dichas regularidades son básicamente tres. En las elecciones al Parlamento Europeo 1) suele haber menos participación; 2) los partidos grandes suelen recoger menos votos que en las generales; y 3) entre los anteriores, los partidos en el gobierno sufren un mayor desgaste electoral.

La primera regularidad es bien conocida. Las elecciones al Parlamento Europeo despiertan bastante menos interés que las elecciones nacionales. Para hacernos una idea, valga la pena recordar que el diferencial de participación entre las últimas europeas (2009) y las dos últimas elecciones generales en España (2008 y 2011) estuvo alrededor de 25 y 30 puntos porcentuales a favor de las elecciones nacionales, respectivamente. Aunque no podemos establecer una relación directa entre la baja participación y el voto al gobierno, veremos que, a la luz de otra de las regularidades empíricas, esto puede que tenga implicaciones para ponderar los apoyos electorales de los populares.

La segunda constante en las elecciones europeas indica que los partidos grandes suelen hacerlo algo peor que en las elecciones generales. O, dicho de otra manera, que los partidos pequeños suelen hacerlo algo mejor. La razón principal es que en las elecciones al Parlamento Europeo los votantes no están presionados a votar de forma estratégica. Dado que el sistema electoral para elegir a los 54 representantes españoles descansa en una circunscripción única (y no en 52), los efectos proporcionales de la formula D'Hont a la hora de transformar votos en escaños incentiva a que los ciudadanos voten de manera “sincera”, es decir, que escojan su primer preferencia y no de entre las opciones con más posibilidades de ganar un escaño. (Recuerden que en la práctica -es decir, a la hora de sumar para ganar un escaño- dar un voto a partidos pequeños en circunscripciones electorales en donde se eligen pocos escaños suele terminar siendo un voto perdido).

La tercera regularidad empírica que nos deja el ya largo recorrido de elecciones al Parlamento Europeo es que los partidos en el gobierno suelen ser particularmente castigados. A pesar de que en las elecciones europeas es muy habitual que los votantes elijan la misma papeleta que escogieron en las elecciones generales anteriores, existe una parte importante del electorado que aprovecha la oportunidad para expresar algún tipo de descontento con el gobierno. Las elecciones que tienen lugar durante el transcurso de una legislatura permiten a los ciudadanos enviar una señal respecto al rumbo de las políticas gubernamentales. Es por eso que la literatura académica otorga a las elecciones europeas (como a las regionales o a las locales) la clasificación de “elecciones nacionales de segundo orden”. Esto es, elecciones que son secundarias a las elecciones más importantes (las generales) y nacionales, puesto que la lógica que impera en ellas, desde el punto de vista de los partidos como de los votantes, está ligada a la arena política nacional. Con este razonamiento, las europeas pueden convertirse en el momento oportuno para castigar al gobierno por su desempeño o para señalizar las preferencias de los ciudadanos y, así, intentar corregir el rumbo de sus políticas.

Pero existe una razón adicional que podría explicar por qué los gobiernos sufren un particular desgaste en este tipo de elecciones, y está ligada a lo que se conoce como "el ciclo de popularidad del gobierno". Los niveles de aceptación de un gobierno suelen estar en una especie de “luna de miel” justo después de ganar las elecciones, pero éstos suelen disminuir progresivamente a lo largo de la legislatura, al menos hasta que un año antes de las siguientes elecciones nacionales el partido del gobierno intenta remontar poniendo todos sus recursos a trabajar y el gobierno a rentabilizar sus inversiones a largo plazo. En este sentido, si la convocatoria de las elecciones europeas cae a mitad de mandato, la cita electoral probablemente pillará al gobierno en su peor momento en términos de popularidad.

En lo que respecta España, estas regularidades empíricas sugieren que el Partido Popular sufrirá un severo golpe electoral el próximo 25 de mayo. Fundamentalmente por lo explicado en los dos últimos puntos. Con un sistema electoral más proporcional al que estamos acostumbrados, antiguos votantes del PP podrían elegir sin ataduras estratégicas entre otras opciones políticas. Esto podría traducirse en un transvase de votos hacia formaciones políticas cercanas ideológicamente: UPyD, VOX o el mismo PSOE.

En lo que respecta al ánimo del electorado para castigar o corregir las políticas del gobierno podríamos encontrar un buen listado de motivaciones. A los votantes del PP puede que no les hayan gustado los incumplimientos electorales (subida de impuestos, recortes en pensiones, sanidad y educación, apoyo con dinero público a los bancos), o que simplemente no estén a gusto con el rumbo de sus políticas en lo que queda de legislatura.

Como señalaba más arriba, existe una alta correlación entre el voto en las elecciones generales y las subsiguientes elecciones europeas, por lo que es muy probable que el PP retenga una parte significativa de sus apoyos. Para ilustrar esta relación he preparado un gráfico con el porcentaje de votos al partido que ganó el gobierno en 2008 (PSOE) y el porcentaje de voto que este partido consiguió 15 meses después para el Parlamento Europeo (Gráfico 1). Como se pude apreciar, la relación es muy fuerte. Los datos provienen de la base de Resultados Electorales del Ministerio del Interior y están agregados a nivel municipal.

Gráfico 1. Relación entre voto al gobierno (PSOE) en las europeas (junio 2009) y en las generales (marzo 2008)

Pero como también apuntaba anteriormente, el gobierno suele perder más apoyos que sus competidores (sobre todo si son partidos grandes). Con los mismos datos, he preparado dos gráficos más en donde se muestra la relación entre la pérdida de votos del partido de gobierno (Gráfico 2) y del principal partido de la oposición (Gráfico 3) en las europeas en función del apoyo anteriormente recibido en las elecciones generales. La línea roja marca como referencia el 0, es decir, cuando un partido obtiene prácticamente la misma cantidad de votos en ambas elecciones. Aquellos puntos que quedan por arriba de esta línea indican los municipios en donde se votó en las europeas al partido en cuestión en un porcentaje mayor que en las generales, mientras que los que quedan por debajo apuntan una pérdida de apoyos electorales en la cita con las urnas europeas. Si comparamos ambos gráficos (el primero para el PSOE y el segundo para el PP) vemos que el desgaste fue más acusado para el gobierno de entonces, incluso en aquellos municipios en donde el PSOE había cosechado un porcentaje bastante alto de votos en las generales.

Gráfico 2. Relación entre pérdida de votos del gobierno y votos en las generales



Gráfico 3. Relación entre pérdida de votos del ppal. partido de la oposción y votos en las generales


Si a le esto sumamos que las elecciones pillan a la candidatura de Arias Cañete prácticamente a mitad de la legislatura de los populares, así como que la posible baja participación venga provocada por el desgaste del bipartidismo, el panorama del partido del gobierno para las europeas resulta muy sombrío. Por eso, dadas las regularidades empíricas analizadas y la delicada situación del PP en las encuestas, no es de extrañar que Rajoy quiera pasar de puntillas por los comicios europeos, retrasando el nombramiento del cabeza de lista o haciendo una campaña de perfil bajo. Pero aunque siga la estrategia de la avestruz, nada parece indicar que el PP vaya a ser capaz de evitar un batacazo made in Europe.
 
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PP - PSOE - UPyD - VOX : ALGÚN TRABAJADOR O PENSIONISTA VA A VOTAR A ESTOS PARTIDOS PARA LAS EUROPEAS. SI ES QUE SÍ, MI MÁS SENTIDO PÉSAME

El fraude de las pensiones privadas



Vicenç Navarro Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
Dominio Público
17 abr 2014

Una avalancha constante por parte de la banca y de las compañías de seguros privadas es hacer creer a la población que las pensiones públicas son insostenibles, es decir, que como resultado de la transición demográfica (cada vez hay más ancianos y menos jóvenes) no podrán pagarse. Se repite constantemente que no habrá suficientes jóvenes para pagar las pensiones de los ancianos. Y debido a la enorme influencia que estas instituciones tienen sobre el mundo político, mediático y académico del país, esta tesis de la insostenibilidad de las pensiones ha alcanzado una categoría de dogma. Todos los gobernadores del Banco de España –incluido el actual, el Sr. Luis María Linde– y los presidentes del Banco Central Europeo (como el actual, el Sr. Draghi) han enfatizado la necesidad de que la población española se haga un aseguramiento privado un plan privado de pensiones que les garantice el nivel de vida al cual están acostumbrados, subrayando que las pensiones públicas no se lo garantizarán.
Esta postura es también promovida por la mayor parte de economistas de pensamiento liberal (que son la mayoría hoy en los centros académicos), alcanzando su máxima expresión en las declaraciones de economistas ultraliberales como el “economista de la casa” de TV3, que propone la privatización de la seguridad social, tal como hizo el gobierno presidido por el General Pinochet en Chile. En aquel país, la tasa  neta de reemplazo de las pensiones públicas es bajísimo, menos del 6% del salario medio de las personas, siendo complementadas por provisiones del aseguramiento privado, insuficientes para alcanzar el nivel necesario de mantenimiento del estándar de vida del jubilado (se alcanza solo el 52%; en España, en las pensiones públicas es del 80%).
En esta promoción de las pensiones privadas, el Estado juega un papel clave. En España, el Estado desgrava (lo cual quiere decir que subvenciona) el aseguramiento privado. Es decir, provee unos 2.000 millones de euros, con datos de 2012, para que las personas que se compran pólizas de aseguramiento privado paguen 2.000 millones de euros menos. Un enorme regalo. Para que el lector se dé cuenta de lo que ello significa, baste recordar que el Presidente Zapatero congeló las pensiones para conseguir precisamente 1.500 millones de euros a fin de reducir el déficit público, subrayando que no había otra alternativa para conseguir dinero (con el fin de reducir el déficit) que congelar las pensiones. Dicha afirmación de que no había alternativa no era cierta. Podría haber eliminado la desgravación (es decir, el subsidio público) a las pensiones privadas, consiguiendo algo más que esa cantidad.
Ni que decir tiene que, como resultado de la enorme influencia del capital financiero (banca y compañías de seguros) sobre los medios (todos ellos endeudados con la banca), ninguno de los principales medios de comunicación editorializó proponiendo esta medida como alternativa a la congelación de las pensiones. Y, naturalmente, FEDEA, el portavoz de este capital, y su revista Nada es Gratis, frecuentemente citada en los medios, no dijeron ni pío, aplaudiendo en cambio la congelación, mostrando esa política pública como un indicador de madurez y realismo. A su vez, los economistas de los gobiernos Zapatero y Rajoy (que cínicamente se opuso a la congelación para apoyarla cuando estuvo en el gobierno) aplaudieron dicha medida. Y, como no, la Troika (El Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el BCE) y todo el mundo que manda en la Unión Europea también aplaudieron. Es importante señalar que, en general, las mismas voces que piden que se reduzcan las pensiones públicas porque no habrá jóvenes que las paguen, apoyan las políticas de bajadas de salarios y de destrucción de empleo (eliminando empleo privado y público), que fuerzan a los jóvenes (cuya tasa de desempleo es de más del 50%) a irse del país.

La privatización de las pensiones

La privatización de las pensiones es la medida más promovida por los establishments financieros, económicos, mediáticos y políticos (en este orden) de España (incluida Catalunya) y de la UE. En todos ellos se asume que las pensiones privadas son mejores que las públicas. Lo que es sorprendente es que todos (repito, todos) los datos (creíbles y rigurosos) muestran precisamente lo contrario (ver el libro de Vicenç Navarro y Juan Torres, Lo que debes saber para que no te roben la pensión). Incluso instituciones de tendencias liberales, como la OCDE, en el informe Pensions at a Glance 2013, reconocen que el sistema de pensiones privadas en España es un desastre. La narrativa que utilizan no utiliza dicha expresión, pero sus conclusiones justifican este diagnóstico.
Menos concluyente, pero también muy poco halagador, es el informe presentado por un grupo de investigadores del IESE que ha estado siguiendo la evolución de las pensiones privadas (trabajo bien resumido por Pere Rusiñol en su artículo Pensiones privadas, un mal negocio en España, publicado en Alternativas Económicas). Según este informe, de los 257 fondos de pensiones privados con al menos 15 años de historia, solo el 1,16% (sí, solo 1,16%) lograron una rentabilidad media superior a los bonos del Estado a 15 años. Otro 10% tuvieron pérdidas, con lo cual, el asegurado perdió dinero. La rentabilidad de la mayoría era baja. El que tenía mejor rentabilidad alcanzaba solo el 1,58% (los bonos del Estado tuvieron unos intereses medios superiores, del 4,4%, para el mismo periodo de tiempo). En realidad, la OCDE ha indicado que la rentabilidad media de los fondos de pensiones privados en España (en el periodo 2008-2012) fue negativa en términos reales (una vez descontada la inflación). Después de Estonia y Polonia, España fue el que tuvo peor rentabilidad.
Pero lo que es incluso más interesante es que el hecho de que tengan una rentabilidad muy baja, no quiere decir que les vaya mal a los gestores de los fondos privados de pensiones. Este es un dato de enorme interés. De la misma manera que los banqueros españoles son los que están mejor pagados en la Unión Europea, a pesar de que la banca española apenas ofrece crédito, no realizando su función social, los gestores de las compañías de seguros tienen elevados ingresos, precisamente a costa de la baja tasa real de sustitución salarial de los futuros jubilados y las elevadas comisiones que reciben. Estos gerentes de las compañías de seguros reciben las comisiones (lo que los gerentes y magnates de las compañías de seguros se quedan como paga personal por cada póliza de seguros) más altas de la UE. Solo otro país las tiene más altas. Esta situación es escandalosa (ver mi artículo El maridaje entre la banca, el Estado español y las autoridades europeas, publicado en Sistema, 04.04.14).
Los pensionistas privados están claramente desprotegidos frente al capital financiero y sus gestores. Y para complicar más las cosas, este capital financiero tiene una enorme influencia en el Estado. En realidad, la mayoría de autoridades públicas responsables de supervisar las pensiones privadas son individuos procedentes o que terminan trabajando para tales compañías. Pere Rusiñol muestra la puerta giratoria que hay entre los directores generales de Seguros y Fondos de Pensiones del gobierno, por un lado, y las compañías de seguros y fondos privados de pensiones, por el otro, con una puerta giratoria que alcanza su máxima expresión en los gobiernos Aznar y Rajoy, máximos favorecedores de la privatización de las pensiones. Pero de todo esto, prácticamente nada se ha dicho al ciudadano, incluido al que tiene una pensión privada.

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