El
panel de expertos sobre cambio climático de la ONU acaba de publicar su tercer
informe en un año. En sus conclusiones y escenarios de acción abre la puerta a
tecnologías de geoingeniería. ¿Pero cuáles son los riesgos de estas tecnologías?
Frente al abismo climático
El Viejo Topo
8 mayo, 2022
En medio de una
nueva ola de aumento de la explotación de gas y petróleo, favorecido por el
aumento de precios y el argumento de blindarse ante la guerra en Ucrania, el
panel de expertos sobre cambio climático de la ONU acaba de publicar su tercer
informe en un año, cuyo mensaje principal es la urgencia de reducir rápida y
drásticamente el uso de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) en todos
los rubros. De 2010 a 2019 las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI)
aumentaron hasta llegar al nivel más alto de emisiones en la historia de la humanidad.
De esos gases, el principal es el dióxido de carbono (CO₂), responsable de 64
por ciento de GEI, seguido de de metano con 18 por ciento. Las principales
fuentes de GEI son la generación de energía y la emisión de gases relacionados
al cambio de uso de suelo y deforestación, seguidos de industria, construcción
y transporte (https://tinyurl.com/6cnbzpfs).
Además del
cambio de fuentes de energía, plantea la urgencia de otras medidas, como
cambiar patrones de producción y consumo agroalimentario (sobre todo reducción
de producción y consumo industrial de carnes), la restauración de ecosistemas
naturales forestales y costeros, cambiar las formas de urbanización y
construcción, bajar significativamente el transporte áereo, disminuir los
transportes motorizados en general, al tiempo que aumentar los transportes
públicos, caminar y usar bicicletas, entre otros. El reporte plantea que el
cambio de la demanda de bienes y servicios podría bajar las emisiones globales
entre 40 y 70 por ciento en 2050. Reconocen que estos cambios de estilo de
vida no son aplicables a toda la humanidad, ya que gran parte de la
población mundial no tiene satisfechas sus necesidades básicas.
Por primera vez
informan sobre la enorme desigualdad en quien genera emisiones de carbono de
acuerdo al consumo: el 10 por ciento de la población global con mayor consumo y
más emisiones de carbono es responsable de hasta 45 por ciento de las emisiones
de GEI, mientras que el 50 por ciento de la población de menor consumo emite
hasta 13 por ciento.
La desigualdad
global es mucho mayor si se considera en riqueza y se compara con el uno por
ciento más acaudalado a nivel global, que según Oxfam es responsable de más del
doble de las emisiones del 50 por ciento más pobre del planeta (https://tinyurl.com/info-oxfam).
El grupo
intergubernamental de expertos sobre cambio climático (IPCC, por sus siglas en
inglés) elabora un informe global de evaluación cada 5-6 años. Se compone de
tres grupos de trabajo, el primero sobre la ciencia del clima, el segundo sobre
vulnerabilidad, impactos y adaptación al cambio climático y el tercer grupo
–que emitió su informe este 4 de abril– es sobre mitigación, es decir, qué
medidas tomar frente al cambio climático. Los informes anteriores se publicaron
en 2021 e inicios de 2022. Los tres informes y otros temáticos elaborados
anteriormente, confluirán en el Sexto Informe Global de Evaluación, previsto
para publicarse en septiembre de 2022.
El informe del
grupo tres del IPCC afirma, como los anteriores, que sin acciones inmediatas
para reducir las emisiones de GEI, se sobrepasará el límite de aumento promedio
de la temperatura en más de 1.5 grados en pocos años, lo cual se podría evitar
con una reducción de emisiones de 43 por ciento en 2030. El Acuerdo de París
sobre cambio climático acordó mantener el aumento de temperatura promedio por
debajo de 2 grados en 2100. No obstante, con el ritmo actual de emisiones el
aumento sería de 3.2 grados, lo que el IPCC considera catastrófico.
El informe del
grupo tres identifica muchas de las causas y plantea que existen vías posibles
para enfrentar el desastre climático, como las mencionadas. Informa que el
costo de generar electricidad con energía fotovoltaicas y eólica ha bajado
notablemente, al tiempo que su adopción aumenta, aunque actualmente solo provee
cerca de 10 por ciento de la electricidad.
Lo malo del
informe es que pese a que pone en la mesa muchas causas y problemas y plantea
alternativas importantes, en sus conclusiones y escenarios de acción abre la
puerta a tecnologías de geoingeniería, a grandes plantaciones y monocultivos,
así como al uso de suelos agrícolas y ecosistemas marinos para captación de
carbono, todo ello son objetivos buscados por los especuladores de los mercados
de carbono.
En
geoingeniería, se refieren principalmente a formas de capturar CO₂ después de
emitido, lo cual da una excusa para que sigan las emisiones desde sus fuentes.
No es la primera vez que el IPCC considera esto, pero es muy preocupante que
pese a la gravedad de la situación, siga especulando con tecnologías que ni
siquiera está probado que servirían para captar y almacenar carbono y que
implican una amplia serie de riesgos ambientales y sociales. El peor riesgo
inmediato de esas tecnologías, en su mayoría inexistentes, es que son
promovidas por empresas petroleras y otras con altas emisiones de GEI, para
justificar seguir aumentando la contaminación, alegando que usarán tecnologías
para compensarla. Por este y otros muchos riesgos son tecnologías que se
deberían prohibir. Urge en lugar de ello, apoyar el desarrollo de las muchas
alternativas social y ambientalmente justas (www.geoengineeringmonitor.org).
Artículo publicado originalmente en La Jornada.