martes, 20 de agosto de 2019

FEMINISMO: ASÍ, SÍ. ASÍ NOS EMPEZAMOS A ENTENDER. AHORA YA SOLO FALTA QUE NOS ACABEMOS DE ENTENDER, PERO TENDREMOS QUE EMPEZAR POR SABER QUÉ ES LA IDEOLÓGÍA, LA QUE JUNTO A LA ECONOMÍA Y A LA POLÍTICA CONSTITUYEN LOS TRES ELEMENTOS ESENCIALES DE CUALQUIER SOCIEDAD. Y COMO NO LEÁMOS Y ENTENDAMOS EL MARXISMO (COSA QUE NO ES FACILONA) NO NOS PODREMOS ENTENDER PORQUE NO PODREMOS RELACIOANR UN PROBLEMA CONCRETO, POR EJEMPLO, EL FEMINISMO, DENTRO DEL CONTEXTO SOCIAL GENERAL (CUALQUIER PROBLEMA QUE UNICAMENTE SE TRATE A NIVEL IDEOLÓGICO, QUE ES LO QUE HABITUALMENTE HACEMOS, ES UN PROBLEMA QUE NO TIENE SOLUCIÓN, Y AQUÍ ES DONDE APARECE MI AMIGO, EL CABALLO DE SANTIAGO ABASCAL Y CON DOS COCES ME CREA CUATRO PROBLEMAS MÁS, SIN SOLUCIÓN, YA QUEDAMSO EN LA SITUACIÓN PRESENTE)



Ideología de género & Estrategia de la ultraderecha

"El discurso de la ideología de género va más allá de Vox. Hay toda una estrategia internacional que lo respalda"

REBELIÓN
17.08.2019

Entrevista al Sociólogo David Paternotte.


- Profesor de Sociología y Estudios de Género de la Universidad Libre de Bruselas (ULB), Paternotte lleva años investigando cómo se ha construido el discurso contra la llamada 'ideología de género' que enarbola Vox en España 

- Asegura que se trata de un movimiento internacional, una "constelación" de diversos actores, entre ellos, asociaciones, partidos y miembros de la Iglesia cuyo objetivo es "frenar lo que se ha conseguido en materia de derechos de las mujeres y LGTBI" 

- "Estamos comprobando que tienen capacidad para influir en las agendas políticas e incluso en países como Italia, Brasil o Hungría han llegado al poder"

Lo usan los sectores más conservadores, algunos obispos de la Iglesia Católica, Vox o colectivos como HazteOír. El término 'ideología de género' ha arreciado con fuerza en los últimos años para hacer referencia al feminismo y a los derechos LGTBI con el objetivo de desacreditarlos. Sin embargo no es solo una palabra. Se trata de un discurso y una estrategia enarbolada internacionalmente para imponer una agenda política ultraconservadora. Así lo explica el investigador David Paternotte, profesor de Sociología y Estudios de Género en la Universidad Libre de Bruselas (ULB). Autor de varias publicaciones sobre el tema, Patternote lleva años analizando "el entramado internacional" que hay tras esta retórica, que, asegura, "no debemos minusvalorar".  

¿De dónde sale este discurso? 

Tiene su origen en el Vaticano, en la época de Juan Pablo II y tras las conferencias internacionales de Naciones Unidas en El Cairo sobre población y desarrollo (1994) y Beijing sobre mujeres (1995). En la primera se reconocieron los derechos sexuales y reproductivos y en el 95 se introdujo la palabra género. La Iglesia Católica se había opuesto mucho a estas reuniones, pero perdió, así que comenzó a construir este discurso achacando los avances de las mujeres a una supuesta radicalización. Lo que vienen a decir es que tras el discurso de igualdad y de no discriminación habría una peligrosa conspiración a manos de gente que querría tomar el poder.  

¿Cómo evoluciona a partir de ese momento?  

Esta es una primera fase. Poco a poco se va convirtiendo en una estrategia formal de acción a la que se van uniendo otros actores que pertenecen a redes de la Iglesia, pero no solo. También hay grupos de extrema derecha, partidos políticos, asociaciones ultraconservadoras y, más recientemente, Estados como Hungría, Rusia o Brasil. Se articula así un movimiento internacional que comparte estrategias, referentes y discursos. Según estos actores, la izquierda dominaría el mundo de las ideas y, frente a eso, lo que dicen es: "si queremos ganar la batalla, tenemos que luchar en el mundo de las ideas y tenemos que sustituirlas por otras". Ahí entraría, por ejemplo, la insistencia de Vox en España de no nombrar violencia de género y llamarlo constantemente violencia intrafamiliar. A mediados de los años 2000 comienza a haber movilizaciones contra determinados avances legales y más o menos a partir de 2010 comienza moverse por varios países al mismo tiempo.  

¿Cuál es el objetivo?  

El primero es frenar lo que se ha conseguido en materia de derechos de las mujeres y LGTBI. Para ilustrar sus objetivos, claramente vimos en España, con el obispo Rouco Varela a la cabeza, cómo se opusieron al matrimonio igualitario aprobado en 2005 o cómo ahora Vox denuncia las que llama "leyes adoctrinadoras", que son las leyes contra la homofobia y la transfobia. En 2013 en Francia se erige también una movilización similar contra el matrimonio homosexual y en Croacia los conservadores ganan el referéndum para precisar en la Constitución que el matrimonio era la unión entre un hombre y una mujer.  

No obstante, ahora este discurso se usa también por muchos actores de extrema derecha y populistas, como Putin en Rusia o Bolsonaro en Brasil, que lo emplean como estrategia para movilizar a la población. Han entendido que son temas muy potentes simbólicamente para encarnar el proyecto político que tienen.  

Se trata de un movimiento internacional con diferentes agentes, pero ¿quiénes son?  

Hoy en día la red es cada vez más importante y no hay un actor central, sino más bien una constelación de varios tipos de agentes y muchas asociaciones que aquí han encontrado un campo común. Tienen redes específicas sobre ello. Una importante y de las más activas es CitizenGo, una organización internacional vinculada a HazteOír que aglutina a representantes y grupos de todo el mundo. En su web se pueden firmar peticiones de este tipo, pero en la práctica es un lobby que canaliza esta agenda política conservadora. También están otras como la estadounidense Alianza para la Defensa de la Libertad, Ordo Iuris (en Polonia y Croacia) o One of Us, una federación antiaborto presente en muchos países de Europa y a la que pertenecen colectivos españoles.  

Uno de sus espacios importantes es el Congreso Mundial de las Familias, un evento anual en el que se juntan y definen la agenda. Este año fue en Verona (Italia) y la elección del lugar no es casual. De hecho fue un encuentro apoyado por la ultraderechista Liga de Matteo Salivini, que acudió al congreso junto a otros dos de sus ministros, entre ellos, el de Familia.  

¿Seguimos lo suficiente la pista a este tipo de grupos y de discursos?  

La verdad es que no se han seguido mucho los pasos de estos actores. En España, por ejemplo, apenas se ha vigilado el asunto y la impresión de la población y de los a nalistas ha sido "vale, ya hemos superado todo esto. La página del franquismo está lejos. Tenemos el matrimonio igualitario o la ley de violencia de género" y al mismo tiempo se olvida que estos actores todavía existen y se movilizan. Ahora la gente se ha despertado mirando lo que pasa con Vox como si fuera algo nuevo, pero tiene una larga historia. Se nos olvida que el discurso de la ideología de género que enarbola va más allá de este partido, que no ha inventado sus argumentos y que no ocurre solo en España. Hay todo un entramado y una estrategia internacional que lo respalda.  

En un momento como el actual, marcado por el auge del movimiento feminista, ¿qué grado de influencia está teniendo todo este discurso?  

Para empezar, condicionan los términos del debate y van introduciendo sus ideas poco a poco. No son mayoritarios, pero si a los partidos que defienden estas ideas y tienen vínculos con estas organizaciones se les necesita para formar gobiernos, van a estar ahí. Lo estamos viendo. Con Vox en España, pero no solo. Estamos comprobando que tienen capacidad para influir en las agendas políticas e incluso en algunos países han llegado al poder, como en Brasil, Italia, Hungría o Polonia. En estos dos últimos países se están debatiendo ahora los derechos LGTBI y por ejemplo en Hungría el presidente Viktor Orban ha suspendido las acreditaciones de estudios de género. Si llegan al poder pueden cambiar leyes. En muchos de estos países lo que ha pasado es que se ha quitado financiación a asociaciones que apoyan los derechos LGTBI o de las mujeres y se ha empezado a dar recursos a las que fomentan la natalidad, por ejemplo.  

Son discursos claramente ultraconservadores y contrarios a derechos fundamentales, pero existe el riesgo de que calen entre la población. ¿Qué tipo de estrategias siguen?  

Utilizan varias ideas. Parten del supuesto de que hay reivindicaciones feministas buenas y malas. Y estas últimas son las que llaman "las ideas del género". Se venden como defensores de la igualdad, pero se oponen a ese feminismo que consideran que se ha radicalizado. Insisten, además, en que se trata de una conspiración política. Ahí emerge el discurso que muchas veces usa Vox de que se trata de algo totalitario, que "ya no se puede pensar ni decir nada" y que las feministas y los LGTBI quieren tomar el poder y adoctrinar a la sociedad. En este sentido utilizan el victimismo como estrategia.  

Mónica Cornejo-Valle y J. Ignacio Pichardo Galán apuntan en una investigación  que España fue una especie de "laboratorio" europeo sobre este tema.  

Ha jugado un papel muy relevante. En España a partir de 2005, más o menos, empezó a haber movilizaciones encabezadas por estos grupos y parte de los obispos. No nos dimos cuenta de que no era solo que la Iglesia estuviera oponiéndose a las leyes de Zapatero porque se tenía que oponer, sino que en España, y también en Italia, Croacia o Eslovenia, se probaron estrategias contra esta agenda de derechos feministas y LGTBI. 



Foto del sociólogo David Patternote experto en Estudios de Género de la Universidad Libre de Bruselas

 

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CON LA DEMOCRACIA SUSTITUTIVA, QUE ES LA QUE TENEMOS, EL QUE SUSTITUYE (OUE ES QUE NO REPRESENTA MÁS QUE DE NOMBRE, ME EQUIVOCO?) DURANTE 4 AÑOS HACE LO QUE QUIERE SIN CONTAR CON EL SUSTITUIDO. PUES PACTO, SI ES QUE LO HAY, ENTRE PEDRO Y PABLO, JUAN Y SANTIAGO, CRISTO CON MARIA SANTISIMA Y DIOS CON EL ESPIRITU SANTO, SIGNIFICA QUE LAS CONDICIONES DE VIDA DE LOS TRABAJADORES SEGUIRÁN EMPEORANDO, DIOS MEDIANTE


Primera entrega de tres reportajes sobre la evolución política de Islandia tras el estallido social en respuesta a la crisis en 2009

Diez años de la rebelión cívica en Islandia: ¿Qué fue del gran experimento?

Rebelión
El diario
17.08.2019


- El país se negó a rescatar a la banca e investigó y encarceló a políticos, lo que le convirtió en una referencia en un clima de protesta internacional.  

- Se pusieron en marcha mecanismos participativos en internet, partidos-sátira que ganaron en la capital y experimentos de democracia directa con desigual resultado.


Una mujer se manifiesta frente al Parlamento islandés en Reykjavik en junio de 2009. AP PHOTO (BRYNJAR GAUTI)
 
En octubre de 2008 Islandia se declaró en bancarrota. Los tres mayores bancos del país no pudieron pagar sus deudas y el valor combinado de sus activos era más de diez veces mayor que el PIB islandés, por lo que el Estado no pudo rescatarlos. De hecho fue Islandia la que tuvo que ser rescatada por el Fondo Monetario Internacional, sus vecinos nórdicos y otros países europeos. Como consecuencia del colapso, unas 50.000 personas —casi la sexta parte de la población— acabaron perdiendo sus ahorros, una cuarta parte de propietarios de viviendas incumplieron los pagos de sus hipotecas y el paro pasó del 1% en 2007 al 8% en 2009, un porcentaje muy elevado para lo habitual en Islandia. 

El estallido de la crisis cogió a la mayoría de los islandeses por sorpresa, hasta ese momento su país parecía un éxito en todos los sentidos. En 2008, Islandia era el número uno en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, durante la primera década de los 2000 la economía islandesa había crecido rápidamente y con ella la riqueza de sus habitantes: entre 2001 y 2007 el PIB per cápita había pasado de 28.500 a 68.400 dólares nominales. La noticia del colapso cayó como una bomba. "Me dejó totalmente en shock, igual que a la mayoría de la gente", recuerda el veterano artista y activista Hörður Torfason. 

La economía islandesa había crecido a costa de acumular una deuda enorme que explotó al inicio de la crisis financiera de 2008. Los islandeses se sentían traicionados por políticos, responsables financieros y banqueros. Tras unas protestas pequeñas y espontáneas en Reikiavik, Hörður, que hoy tiene 74 años, planeó un encuentro mucho más organizado para el sábado 18 de octubre de 2008, preparó un escenario en la plaza frente al Parlamento e invitó a varias personas para que hablaran desde allí. 

A esta protesta acudió más gente y se acabó convirtiendo en un evento semanal. Cada sábado la gente discutía la situación y finalmente acordó unas exigencias tan básicas como ambiciosas, las dimisiones del Gobierno y de los dirigentes de la Autoridad de Supervisión Financiera y del Banco Central. 

Tras el parón navideño el Parlamento reinició su actividad el 19 de enero de 2009 y la primera cuestión en la agenda no tenía que ver con la crisis sino con la venta de alcohol en los supermercados. Fue entonces cuando las protestas se convirtieron en violentas, al menos para los estándares islandeses. 

Los manifestantes encendieron una hoguera, que alimentaron con el árbol de Navidad que había en la plaza, y rodearon el Parlamento y lanzaron piedras, papel higiénico, fuegos artificiales y hasta zapatos al edificio y a la Policía, que respondió con gas pimienta y luego gas lacrimógeno. Cuando el primer ministro trataba de marcharse, la gente rodeó su coche y le tiró huevos y latas de bebida. 

Con unas 3.000 personas en temperaturas bajo cero —en una ciudad de 120.000 habitantes y en un país de 315.000—, estas fueron las mayores protestas en Islandia desde 1949, cuando la gente se manifestó contra la adhesión de su país a la OTAN (a la que Islandia se unió igualmente). 

Unos días después, el 25 de enero de 2009, el ministro de Asuntos Comerciales anunció que había despedido al director de la Autoridad de Supervisión Financiera. Posteriormente, él mismo presentó su dimisión. Al día siguiente, toda la coalición de centro-derecha en el Gobierno dimitió. El 26 de febrero el gobernador del Banco Central —que además era un antiguo primer ministro— también fue obligado a dimitir. Las tres exigencias de los manifestantes se habían cumplido tras unos pocos meses de protestas y de debates ciudadanos en la plaza frente al Parlamento. 

Un Gobierno en funciones convocó elecciones anticipadas para el 25 de abril, que dieron una mayoría parlamentaria y el Gobierno a una coalición entre los socialdemócratas, que también habían sido socios en el anterior Ejecutivo, y el movimiento de Izquierda- Los Verdes, anteriormente en la oposición. 

Los antecedentes del colapso
 
La cosa no quedó ahí. Ya antes, y en parte gracias a la presión ciudadana, en diciembre de 2008 el Parlamento había creado una comisión de investigación sobre los antecedentes y las causas del "colapso", como los islandeses se refieren al estallido de la crisis. En abril de 2010, el informe de la comisión, publicado en ocho detallados volúmenes, acusó de "negligencia grave" al entonces primer ministro y a otros altos cargos del Gobierno por no haber intervenido mientras los bancos se enriquecían a costa de una deuda que acabó llevándose por delante al sistema financiero islandés. 

La cosa tampoco quedó ahí. En 2009 el nuevo Gobierno creó un puesto de fiscal especial para investigar los posibles delitos durante el periodo anterior al "colapso". En un principio nadie se postuló para el trabajo, pero finalmente un policía de un pueblo cercano a Reikiavik, sin experiencia en delitos financieros, ocupó el puesto y empezó a investigar. El resultado es 31 personas condenadas a un total de 99 años de cárcel entre todas las sentencias (aunque algunos casos están en fase de apelación) por delitos que van desde uso de información privilegiada y manipulación de mercados. 

Y esto tampoco fue todo: la crisis y las protestas supusieron un despertar cívico para muchos islandeses, que hasta entonces habían confiado casi ciegamente en sus representantes políticos y en otros dirigentes, y que de golpe se dieron cuenta de que no basta con votar una vez cada varios años, que si uno quiere ser un ciudadano responsable, ha de asumir la dimensión política de su ciudadanía más allá del voto. 

Las conversaciones en la plaza habían servido de foro en el que los manifestantes debatieron cómo implicarse en la vida política de su país: democracia directa, partidos ciudadanos, una nueva Constitución… La crisis sirvió también de oportunidad y dio lugar a varias formas de experimentación política desde la ciudadanía. 

El caso de Islandia se convirtió en un aviso y en un ejemplo para políticos y ciudadanos de otros lugares a medida que la Gran Recesión y la desconfianza hacia políticos y banqueros extendían las protestas y la ocupación de las plazas internacionalmente, como en España durante el 15-M. 

Hoy, diez años después de aquel 2009 en el que los islandeses trataron de recuperar las riendas de su país, ¿qué ha sido de aquellos experimentos ciudadanos políticos en Islandia?

Manifestación en Islandia en febrero de 2010 contra la devolución del dinero a Londres. INDEFENCE.
 

Democracia digital
 
Durante las protestas, una de las ideas más repetidas fue que los ciudadanos pudieran participar directamente y de forma continua en el proceso de toma de decisiones. "En aquel momento pensamos, "¿Qué podemos hacer con internet para dar a la gente más influencia?" Y lo que se decía era, "Oh, lo único que necesitamos es democracia directa, deshacernos de los políticos", recuerda Róbert Bjarnasson, emprendedor y activista medioambiental. 

Róbert y Gunnar Grímsson, desarrollador web y consultor, construyeron una página llamada Parlamento en la sombra (Skuggaþing), que ya en mayo de 2009 era funcional. El sitio web recogía automáticamente las propuestas de ley que se estaban debatiendo en el Parlamento y permitía a los usuarios informarse, monitorear y comentar esos debates, y también sugerir sus propias enmiendas a las propuestas de ley. Pero la web del Parlamento en la sombra no estaba afiliada con el Parlamento real y los diputados podían ir y leer lo que decía la gente o —como solía ocurrir— simplemente ignorarlo. 

Parlamento en la sombra recibió atención en la blogosfera islandesa, apareció en algunos medios de comunicación, y un cierto número de gente llegó a ser bastante activa en el sitio. Pero a Róbert y Gunnar les sorprendió y decepcionó que no hubiera más gente que visitara y participara en este parlamento paralelo. "Había tanta indignación en la sociedad, había tanta gente reclamando, 'Tenemos que cambiar esta situación, no podemos seguir viviendo así, tenemos que mejorar las cosas, bla bla bla'. Creíamos que todo el mundo empezaría a usar el sitio web", comenta Gunnar. 

Pensaron que una de las razones de la falta de participación era que la gente está más inclinada a intervenir en las decisiones que afectan a su día a día que en cuestiones de Estado. Así que Róbert y Gunnar usaron la misma tecnología que habían desarrollado para Parlamento en la sombra (que llamaron Tus prioridades —Your Priorities— y que hicieron disponible como software de código abierto para que cualquiera pudiera usarlo gratuitamente) y lanzaron un nuevo sitio llamado Ciudad en la sombra (Skuggaborg) unas semanas antes de las elecciones locales previstas para mayo de 2010. 

Todos los partidos que se presentaban a las elecciones en Reikiavik recibieron espacio en Ciudad en la sombra para publicar su programa electoral y para interactuar con los ciudadanos. Pero casi todos los partidos ignoraron este espacio en internet, excepto uno que sí decidió tratar de aprovechar las posibilidades que ofrecía: el Mejor Partido (Besti flokkurinn). 

Esta agrupación se llamaba realmente así, ya que en un principio la habían creado como una parodia de los partidos tradicionales el cómico Jón Gnarr y algunos amigos suyos, incluyendo expunks, cantantes y artistas. Burlándose de la banalidad habitual de los programas electorales, el Mejor Partido prometió, primero, incumplir todas sus promesas. Y luego se lanzó a prometer construir un parque de atracciones Disney World, dar toallas gratis en las piscinas, adquirir un oso polar para el zoo de Reikiavik… Su "Programa de 10 puntos" tenía en realidad 13 puntos, y en su vídeo promocional aparecían Jón Gnarr y sus colegas cantando en islandés con la música de la canción The Best de Tina Turner. 


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