Primera entrega de tres reportajes sobre la evolución
política de Islandia tras el estallido social en respuesta a la crisis en 2009
Diez años de la rebelión cívica en Islandia: ¿Qué fue
del gran experimento?
Rebelión
El diario
17.08.2019
- El país se
negó a rescatar a la banca e investigó y encarceló a políticos, lo que le
convirtió en una referencia en un clima de protesta internacional.
- Se pusieron
en marcha mecanismos participativos en internet, partidos-sátira que ganaron en
la capital y experimentos de democracia directa con desigual resultado.
Una mujer se
manifiesta frente al Parlamento islandés en Reykjavik en junio de 2009. AP
PHOTO (BRYNJAR GAUTI)
En octubre de
2008 Islandia se declaró en bancarrota. Los tres mayores bancos del país no
pudieron pagar sus deudas y el valor combinado de sus activos era más de diez
veces mayor que el PIB islandés, por lo que el Estado no pudo rescatarlos. De
hecho fue Islandia la que tuvo que ser rescatada por el Fondo Monetario
Internacional, sus vecinos nórdicos y otros países europeos. Como consecuencia
del colapso, unas 50.000 personas —casi la sexta parte de la población—
acabaron perdiendo sus ahorros, una cuarta parte de propietarios de viviendas
incumplieron los pagos de sus hipotecas y el paro pasó del 1% en 2007 al 8% en
2009, un porcentaje muy elevado para lo habitual en Islandia.
El estallido de
la crisis cogió a la mayoría de los islandeses por sorpresa, hasta ese momento
su país parecía un éxito en todos los sentidos. En 2008, Islandia era el número
uno en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, durante la primera década de
los 2000 la economía islandesa había crecido rápidamente y con ella la riqueza
de sus habitantes: entre 2001 y 2007 el PIB per cápita había pasado de 28.500 a
68.400 dólares nominales. La noticia del colapso cayó como una bomba. "Me
dejó totalmente en shock, igual que a la mayoría de la gente", recuerda el
veterano artista y activista Hörður Torfason.
La economía
islandesa había crecido a costa de acumular una deuda enorme que explotó al
inicio de la crisis financiera de 2008. Los islandeses se sentían traicionados
por políticos, responsables financieros y banqueros. Tras unas protestas
pequeñas y espontáneas en Reikiavik, Hörður, que hoy tiene 74 años, planeó un
encuentro mucho más organizado para el sábado 18 de octubre de 2008, preparó un
escenario en la plaza frente al Parlamento e invitó a varias personas para que
hablaran desde allí.
A esta protesta
acudió más gente y se acabó convirtiendo en un evento semanal. Cada sábado la
gente discutía la situación y finalmente acordó unas exigencias tan básicas
como ambiciosas, las dimisiones del Gobierno y de los dirigentes de la
Autoridad de Supervisión Financiera y del Banco Central.
Tras el parón
navideño el Parlamento reinició su actividad el 19 de enero de 2009 y la
primera cuestión en la agenda no tenía que ver con la crisis sino con la venta
de alcohol en los supermercados. Fue entonces cuando las protestas se
convirtieron en violentas, al menos para los estándares islandeses.
Los manifestantes
encendieron una hoguera, que alimentaron con el árbol de Navidad que había en
la plaza, y rodearon el Parlamento y lanzaron piedras, papel higiénico, fuegos
artificiales y hasta zapatos al edificio y a la Policía, que respondió con gas
pimienta y luego gas lacrimógeno. Cuando el primer ministro trataba de
marcharse, la gente rodeó su coche y le tiró huevos y latas de bebida.
Con unas 3.000
personas en temperaturas bajo cero —en una ciudad de 120.000 habitantes y en un
país de 315.000—, estas fueron las mayores protestas en Islandia desde 1949,
cuando la gente se manifestó contra la adhesión de su país a la OTAN (a la que
Islandia se unió igualmente).
Unos días
después, el 25 de enero de 2009, el ministro de Asuntos Comerciales anunció que
había despedido al director de la Autoridad de Supervisión Financiera.
Posteriormente, él mismo presentó su dimisión. Al día siguiente, toda la
coalición de centro-derecha en el Gobierno dimitió. El 26 de febrero el
gobernador del Banco Central —que además era un antiguo primer ministro—
también fue obligado a dimitir. Las tres exigencias de los manifestantes se
habían cumplido tras unos pocos meses de protestas y de debates ciudadanos en
la plaza frente al Parlamento.
Un Gobierno en
funciones convocó elecciones anticipadas para el 25 de abril, que dieron una
mayoría parlamentaria y el Gobierno a una coalición entre los socialdemócratas,
que también habían sido socios en el anterior Ejecutivo, y el movimiento de
Izquierda- Los Verdes, anteriormente en la oposición.
Los
antecedentes del colapso
La cosa no
quedó ahí. Ya antes, y en parte gracias a la presión ciudadana, en diciembre de
2008 el Parlamento había creado una comisión de investigación sobre los
antecedentes y las causas del "colapso", como los islandeses se
refieren al estallido de la crisis. En abril de 2010, el informe de la
comisión, publicado en ocho detallados volúmenes, acusó de "negligencia
grave" al entonces primer ministro y a otros altos cargos del Gobierno por
no haber intervenido mientras los bancos se enriquecían a costa de una deuda
que acabó llevándose por delante al sistema financiero islandés.
La cosa tampoco
quedó ahí. En 2009 el nuevo Gobierno creó un puesto de fiscal especial para
investigar los posibles delitos durante el periodo anterior al
"colapso". En un principio nadie se postuló para el trabajo, pero
finalmente un policía de un pueblo cercano a Reikiavik, sin experiencia en
delitos financieros, ocupó el puesto y empezó a investigar. El resultado es 31
personas condenadas a un total de 99 años de cárcel entre todas las sentencias
(aunque algunos casos están en fase de apelación) por delitos que van desde uso
de información privilegiada y manipulación de mercados.
Y esto tampoco
fue todo: la crisis y las protestas supusieron un despertar cívico para muchos
islandeses, que hasta entonces habían confiado casi ciegamente en sus
representantes políticos y en otros dirigentes, y que de golpe se dieron cuenta
de que no basta con votar una vez cada varios años, que si uno quiere ser un
ciudadano responsable, ha de asumir la dimensión política de su ciudadanía más
allá del voto.
Las
conversaciones en la plaza habían servido de foro en el que los manifestantes
debatieron cómo implicarse en la vida política de su país: democracia directa,
partidos ciudadanos, una nueva Constitución… La crisis sirvió también de
oportunidad y dio lugar a varias formas de experimentación política desde la
ciudadanía.
El caso de
Islandia se convirtió en un aviso y en un ejemplo para políticos y ciudadanos
de otros lugares a medida que la Gran Recesión y la desconfianza hacia
políticos y banqueros extendían las protestas y la ocupación de las plazas
internacionalmente, como en España durante el 15-M.
Hoy, diez años
después de aquel 2009 en el que los islandeses trataron de recuperar las
riendas de su país, ¿qué ha sido de aquellos experimentos ciudadanos políticos
en Islandia?
Manifestación
en Islandia en febrero de 2010 contra la devolución del dinero a Londres.
INDEFENCE.
Democracia
digital
Durante las
protestas, una de las ideas más repetidas fue que los ciudadanos pudieran
participar directamente y de forma continua en el proceso de toma de
decisiones. "En aquel momento pensamos, "¿Qué podemos hacer con
internet para dar a la gente más influencia?" Y lo que se decía era,
"Oh, lo único que necesitamos es democracia directa, deshacernos de los
políticos", recuerda Róbert Bjarnasson, emprendedor y activista
medioambiental.
Róbert y Gunnar
Grímsson, desarrollador web y consultor, construyeron una página llamada
Parlamento en la sombra (Skuggaþing), que ya en mayo de 2009 era funcional. El
sitio web recogía automáticamente las propuestas de ley que se estaban
debatiendo en el Parlamento y permitía a los usuarios informarse, monitorear y
comentar esos debates, y también sugerir sus propias enmiendas a las propuestas
de ley. Pero la web del Parlamento en la sombra no estaba afiliada con el
Parlamento real y los diputados podían ir y leer lo que decía la gente o —como
solía ocurrir— simplemente ignorarlo.
Parlamento en
la sombra recibió atención en la blogosfera islandesa, apareció en algunos
medios de comunicación, y un cierto número de gente llegó a ser bastante activa
en el sitio. Pero a Róbert y Gunnar les sorprendió y decepcionó que no hubiera
más gente que visitara y participara en este parlamento paralelo. "Había
tanta indignación en la sociedad, había tanta gente reclamando, 'Tenemos que
cambiar esta situación, no podemos seguir viviendo así, tenemos que mejorar las
cosas, bla bla bla'. Creíamos que todo el mundo empezaría a usar el sitio
web", comenta Gunnar.
Pensaron que
una de las razones de la falta de participación era que la gente está más
inclinada a intervenir en las decisiones que afectan a su día a día que en
cuestiones de Estado. Así que Róbert y Gunnar usaron la misma tecnología que
habían desarrollado para Parlamento en la sombra (que llamaron Tus prioridades
—Your Priorities— y que hicieron disponible como software de código abierto
para que cualquiera pudiera usarlo gratuitamente) y lanzaron un nuevo sitio
llamado Ciudad en la sombra (Skuggaborg) unas semanas antes de las elecciones
locales previstas para mayo de 2010.
Todos los
partidos que se presentaban a las elecciones en Reikiavik recibieron espacio en
Ciudad en la sombra para publicar su programa electoral y para interactuar con
los ciudadanos. Pero casi todos los partidos ignoraron este espacio en
internet, excepto uno que sí decidió tratar de aprovechar las posibilidades que
ofrecía: el Mejor Partido (Besti flokkurinn).
Esta agrupación
se llamaba realmente así, ya que en un principio la habían creado como una
parodia de los partidos tradicionales el cómico Jón Gnarr y algunos amigos
suyos, incluyendo expunks, cantantes y artistas. Burlándose de la
banalidad habitual de los programas electorales, el Mejor Partido prometió,
primero, incumplir todas sus promesas. Y luego se lanzó a prometer construir un
parque de atracciones Disney World, dar toallas gratis en las piscinas,
adquirir un oso polar para el zoo de Reikiavik… Su "Programa de 10
puntos" tenía en realidad 13 puntos, y en su vídeo promocional aparecían
Jón Gnarr y sus colegas cantando en islandés con la música de la canción The
Best de Tina Turner.
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