Entrevista a François Morin,
economista francés de la Universidad de Toulouse
“El
oligopolio bancario actúa como una banda organizada”
Rebelión
Página 12
03.08.2015
El mundo, la política, las democracias y
las finanzas están dominados por una hidra mundial compuesta por 28 grandes
bancos internacionales cuyas políticas fijan el curso no sólo de las finanzas
sino, también, de las democracias parlamentarias. Este es el argumento
implacable y rigurosamente demostrado por el economista francés François Morin
en el libro de investigación que acaba de aparecer en Francia: La Hidra
Mundial, el Oligopolio Bancario (Lux Editeur). Profesor emérito de
ciencias económicas en la Universidad de Toulouse, François Morin fue miembro
del consejo general del Banco de Francia y del Consejo de análisis económico.
“La hidra mundial” es un conglomerado de 28 bancos coordinados entre sí
–“interconectados”– que manejan el mercado cambiario, las tasas de interés,
crean los productos tóxicos por los cuales luego pagan los Estados, o sea, los
ciudadanos, influyen en las políticas económicas y modelan las democracias a su
antojo.
El
libro de François Morin –también autor de Un mundo sin Wall Street–
revela datos bancarios inéditos sobre el poder de esta hidra globalizada cuya
potencia, por primera vez en la historia, dio vuelta la relación de fuerzas
entre lo público y lo privado. Maniobras fraudulentas, pactos secretos, lobby
contra la democracia, manipulación de los mercados, estos bancos “sistémicos”
desempeñan un papel nefasto en las sociedades del mundo al tiempo que han hecho
de la democracia un rehén de sus intereses privados.
Un
dato basta para medir sus brazos: estos 28 bancos detentan recursos superiores
a los de la deuda pública de 200 Estados del planeta. Las investigaciones
llevadas a cabo en 2012 demostraron, en parte, los meandros de sus maniobras
secretas. François Morin completa la investigación con un libro de una gran
solidez analítica donde las cifras, expuestas sin el tamiz de la ideología,
fluyen como un oráculo de lo que vendrá. Hoy son estados disminuidos, que han
perdido su soberanía monetaria y que tienen enfrente a un gigante
hípervigoroso. Actualmente, el 90 por ciento de la moneda es creada por los
bancos, contra el 10 por ciento por los bancos centrales. Ahora bien, ese
oligopolio manipula según como le conviene los dos parámetros fundamentales de
la moneda: la tasa cambiaria y la tasa de interés. “Los Estados son a la vez
rehenes de la hidra bancaria y están también disciplinados por ésta”, dice
Morin. Entre los 28 bancos del oligopolio, hay 14 que “producen” los productos
derivados tóxicos cuyo valor alcanza los 710.000 millones de dólares, o sea, el
equivalente a 10 veces el PIB mundial.
El
autor insiste en llamar a una movilización mundial para recuperar la dimensión
política secuestrada por el sector financiero privado y no cesa de advertir que
seguimos en “estado de emergencia” porque, en el horizonte, se van formando las
figuras del rompecabezas de un nuevo cataclismo. La hidra bancaria se ha
transformado en un oligopolio vandálico para la economía mundial y la
estabilidad de las sociedades.
–Usted
demuestra la existencia de un oligopolio compuesto por 28 bancos que están
únicamente al servicio de sus propios intereses. ¿En qué condiciones y en qué
momento surgió este oligopolio?
–Este
oligopolio comenzó a emerger a mediados de los noventa. Fue la liberalización
completa del mercado de capitales lo que permitió la creación de vastos
mercados monetarios y financieros a escala planetaria. Los grandes actores
bancarios de esa época se adaptaron a este estado del mundo. Hay que señalar
que esta liberalización completa del mercado de capitales interviene luego de
dos liberalizaciones precedentes en los setenta: la del mercado cambiario y la
de la tasas de interés. El oligopolio se crea entonces cuando estos tres
procesos llegan a su término. Entonces podemos decir que a partir de 1995, hay
bancos que se tornan sistémicos a escala mundial, es decir, que la caída de uno
de ellos puede provocar un cataclismo financiero mundial.
–¿Cómo
influyó este oligopolio en la crisis argentina de 2001?
–Desde
luego que hay una relación. Este oligopolio cuenta en su seno con 14 bancos que
fabrican productos (financieros) derivados, en especial productos que dependen
de la tasa cambiaria. Ahora bien, la mayoría de las crisis sistémicas que
conocimos a partir de 1990, sea en los países del Sudeste Asiático, en Brasil o
en Turquía, fueron crisis provocadas por la especulación internacional, por el
movimiento de capitales. Este movimiento fue además amplificado por los
productos derivados creados con la tasa cambiaria. La crisis argentina de 2001
fue una crisis acelerada por estos productos que le permiten a la especulación
internacional poder ganar mucho y rápidamente. Cuando Argentina, en 2001, se
apartó del dólar hubo una fuerte especulación autorizada por la globalización
de los mercados financieros y por los productos derivados que, en aquel
entonces, estaban fabricados por los grandes bancos internacionales. Catorce de
estos bancos especularon contra Argentina.
–Entre
las revelaciones de su libro, la más sorprendente es que usted demuestra que el
peso de estos 28 bancos supera la deuda pública mundial.
–La
potencia real de estos 28 bancos, o sea, su capacidad para movilizar recursos
financieros, es enorme: el balance global del conjunto de estos bancos es, en
2012, superior a la deuda pública de 200 Estados. Por un lado, esto muestra la
potencia fenomenal de estos bancos y, por el otro, lamentablemente, la
debilidad de los Estados, que están sobreendeudados. Hay pues una debilidad
ante la fuerza fenomenal que está frente a ellos.
–¿En
qué momento de nuestra historia reciente ese oligopolio se convierte en lo que
usted llama “una hidra mundial”?
–Empieza
cuando nos damos cuenta de que, al final, esos bancos se ponen de acuerdo entre
ellos, que practican una suerte de colusión. Esos bancos actúan como una banda
organizada para influenciar colectivamente los principales precios de la
finanza mundial, en especial las tasas cambiarias y las de interés. Las
primeras investigaciones sobre estos bancos son recientes. Se remontan a 2012 y
muestran que esas prácticas de colusión empiezan realmente en 2005. En
concreto, entre los noventa y 2005 el oligopolio comienza a formarse y, a
partir de 2005, sus prácticas se vuelven corrientes. Estamos en presencia de un
actor colectivo que se torna devastador para la economía mundial. Es una hidra
devastadora.
–La
interconexión entre los miembros del oligopolio se extiende a muchos campos...
–Actúan
en varios mercados. El mercado cambiario es uno de los más grandes del mundo
porque hoy se cambian 6.000 millones de dólares cada día. En 2012 se descubrió
que cinco bancos controlaban el 51 por ciento de ese mercado. Pero también
manejan el mercado de las tasas de interés a corto plazo y el mercado de
ciertos productos derivados. Este es un poco el abanico de sus actos
delictuosos por los cuales pagaron multas que, en relación con sus ganancias,
son insignificantes.
–¿En
qué medida las acciones de este oligopolio explican las políticas de austeridad
que están en curso poco menos que en todas partes?
–En
primer lugar, por la negativa a la realidad del sobreendeudamiento de los
países europeos. Cuando se observan los datos no quedan dudas: antes de la
crisis el endeudamiento europeo era del 60 por ciento del PIB. Pero a partir de
2007, justo cuando empieza la crisis, ese endeudamiento se acrecienta
brutalmente. El sobreendeudamiento actual está ligado a las causas de la crisis
financiera y no al despilfarro en las finanzas públicas, como nos lo quieren
hacer creer. Hoy se cree que mediante políticas presupuestarias rigurosas se va
a combatir el sobreendeudamiento, pero eso es totalmente erróneo. La crisis es
una consecuencia del comportamiento de los grandes bancos durante la crisis de
los subprimes (productos financieros especulativos). Si se quiere reducir la
deuda pública actual y futura, habría que actuar sobre esos comportamientos.
Pero estos bancos siguen haciendo lo mismo que en el pasado. Sin crecimiento y
sin inflación el sobreendeudamiento no se resolverá nunca, menos aún con
políticas presupuestarias de austeridad. Estamos en un camino sin salida.
–Usted
afirma que los Estados son rehenes de esos bancos.
–Sí.
Los Estados no osan poner en tela de juicio las prácticas de esos grandes
bancos. Estas instituciones desarrollaron lógicas financieras muy peligrosas,
son responsables de la inestabilidad monetaria y financiera internacional, pero
los Estados están desarmados frente a este oligopolio que es capaz de derrotar
las legislaciones que se elaboran para desarmarlo. La lógica financiera
perniciosa que existía antes de la crisis de 2007 persiste.
–De
hecho, este oligopolio constituye una amenaza para las democracias. Peor aún,
las modela a su antojo.
–Resulta
claro que desde el momento en que los Estados dejan de tener un margen de
maniobra, que están sometidos a las obligaciones presupuestarias y, encima,
como ocurre desde los setenta, que pierden su soberanía monetaria, todo esto
converge en un debilitamiento progresivo de nuestras democracias. Cuando el
arma monetaria desaparece, cuando no se cuenta más con el arma presupuestaria,
el Estado queda disminuido frente a potencias económicas que lo enfrentan y lo
denominan. Hoy, en la mayoría de los grandes países, las democracias se caen y
pierden su sustancia ante un mundo económico y bancario súperpoderoso.
–La
sensación global que deja la lectura de su libro es que el cataclismo siempre
nos acecha.
–Sí,
el cataclismo está por venir, fundamentalmente porque los grandes bancos no
cambiaron su lógica financiera. Estamos ante grupos privados que actúan según
sus propios intereses y que son híperpoderosos. Por consiguiente, las mismas
causas producen los mismos efectos. La inestabilidad financiera persiste y como
las deudas públicas no hacen más que aumentar en todos los países
desarrollados, nos encontramos con la amenaza creciente de una explosión de la
burbuja de las obligaciones. Las deudas están constituidas por obligaciones
financieras y, como la deuda aumenta, hay un momento en el cual la burbuja
explotará y tendremos un cataclismo financiero tanto más grave que los vividos
hasta ahora, ya que los Estados, debido a sus políticas de rigor fiscal, no
podrán intervenir. No se ha cambiado ni un ápice de la lógica profunda de la
globalización de los mercados y tampoco se ha querido romper el oligopolio.
Resulta evidente que todas las condiciones están reunidas para que tengamos
otro cataclismo.
–Usted
resalta también un hecho que parece de ciencia ficción: ese oligopolio logró
transformar la deuda privada en deuda pública.
–En
2007, 2008, los grandes bancos detentaban los productos tóxicos, pero, en vez
de reestructurar a esos bancos, en vez de hacerles pagar por las consecuencias
de los efectos comportamientos, los Estados intervinieron para recapitalizar a
los bancos o nacionalizarlos. Al final, esas obligaciones que representaban una
deuda privada se transformaron en deuda pública. Pagaron los contribuyentes.
–¿Es
la primera vez en la historia de la humanidad que la relación de fuerzas entre
lo privado y lo público se da vuelta?
–Es
la primera vez que tenemos un mundo tan globalizado donde los capitales pueden
desplazarse de un lado al otro del planeta a la velocidad de la luz, y donde
hay actores tan potentes frente a los Estados. En el pasado hubo
confrontaciones entre el poder financiero y el poder político, pero es la
primera vez en la historia que esa confrontación tiene lugar a escala mundial.
Esa es la novedad.
–Entonces
revolución, movilización ciudadana... ¿Por dónde transitar con una sociedad
global que ha perdido su potencia, su capacidad de acción decisiva, que ha
entregado su conciencia democrática y ciudadana a cambio del nuevo estatuto de
consumidor planetario?
–Lamentablemente,
lo que va a pasar es que, si no se hace nada, habrá una nueva crisis
financiera. Y esta actitud pasiva, apática, puede acarrear trastornos enormes
cuyos efectos políticos y sociales serían dramáticos precisamente porque ese
trastorno no fue anticipado por las fuerzas políticas y sociales. Desde luego,
se requieren movilizaciones ciudadanas. No será fácil. Mire lo que ha ocurrido
en Grecia, con el Primer Ministro Alexis Tsipras y el partido Syriza. Las
trabas para cambiar la relación entre lo político y lo económico han sido
gigantescas. La historia no ha terminado aún. Hemos visto a un gobierno aceptar
un acuerdo en el cual no cree. ¡Esto nos muestra hasta qué punto se ha puesto
en tela de juicio la democracia! En España, con el movimiento Podemos, tal vez
ocurra lo mismo. No creo que se pueda decir por adelantado que las
movilizaciones ciudadanas iniciarán los cambios que esperamos. Tal vez, con las
redes sociales y los movimientos, podamos esperar que comience un proceso. Hace
falta una palabra política fuerte capaz de sintetizar el mundo de hoy y,
también, lanzar la consigna capaz de abrir el camino de cambios reales. Las
contradicciones que hemos visto en Grecia son el punto de incandescencia de
estas cuestiones. Nada ha terminado. Como se dice popularmente ¡si nos gustó la
temporada uno en Grecia, vamos a adorar la temporada dos! Lo cierto es que sin
acción colectiva no saldremos de esto. ¿Cómo imaginar lo que viene, cómo dar
vuelta esta relación de fuerzas totalmente desigual entre las potencias
bancarias y los Estados debilitados? Reconozco que las democracias están en
peligro, pero creo que la única solución pasa por una reconquista política que
puede tomar varias formas. En el curso de los últimos años, los Estados han ido
abandonando progresivamente su soberanía política, monetaria y presupuestaria.
Debemos tomar en cuenta la realidad de la globalización del mundo. Los Estados
tienen que recuperar su margen de maniobra, su soberanía, pero dentro de un
marco organizado, a escala planetaria. Ello supone que los Estados actúen
colectivamente organizando, por ejemplo, una gran conferencia del tipo Bretton
Woods (1944). Otro camino consiste en que los ciudadanos empujen a los Estados
a actuar, en todo el mundo, con movimientos diversos. Sin embargo, antes que
nada, estas opciones suponen que se tome conciencia del estado del mundo, de
las relaciones de fuerza existentes. Es indispensable que lo político vuelva al
primer plano de la gestión de los asuntos económicos. La moneda debe ser un
bien público y no un bien privado.
–En
suma, se trataría de adormecer al consumidor y despertar al ciudadano
globalizado. En este contexto, la crisis griega es la explosión visible de la
degradación de las democracias occidentales.
–Los
griegos tienen algo muy fuerte en su historia milenaria: siempre tuvieron el
sentido de lo político. Desde los inicios de la democracia en Grecia, los
debates siempre fueron muy ricos, hasta violentos. Eso es lo hay que despertar
hoy en el mundo. Los griegos nos están mostrando cómo hacer política. Nos
encontramos en estado de urgencia.
Lista de los 28 bancos que componen el
oligopolio
J. P. Morgan Chase
Bank of America
Citigroup
HSBC
Deutsches Bank
Groupe Crédit Agricole
BNP Paribas
Barclays PLC
Mitsubishi Ufjfg
Bank of China
Royal Bank of Scotland
Morgan Stanley
Goldman Sachs
Mizuho FG
Santander
Société Générale
ING Bank
BPCE
Wells Fargo
Sumitomo Mitsui FG
UBS
Unicrédit Group
Crédit Suisse
Nordea
BBVA
Standart Chartered
Bank of New York Mekon
State Street
Bank of America
Citigroup
HSBC
Deutsches Bank
Groupe Crédit Agricole
BNP Paribas
Barclays PLC
Mitsubishi Ufjfg
Bank of China
Royal Bank of Scotland
Morgan Stanley
Goldman Sachs
Mizuho FG
Santander
Société Générale
ING Bank
BPCE
Wells Fargo
Sumitomo Mitsui FG
UBS
Unicrédit Group
Crédit Suisse
Nordea
BBVA
Standart Chartered
Bank of New York Mekon
State Street
El
balance total de estos bancos es de 50.341 millones de dólares.
*++