Tal
día como hoy de 1993 fallecía E.P. Thompson, el historiador social más
importante de la 2ª mitad del s. XX. Comunista pacifista, poeta, orador y
brillante escritor, tomó como referencia el pensamiento y la obra de William
Morrris.
E.P. Thompson y William Morris: dos eco-comunistas
Peter Linebaugh
El Viejo Topo
28 agosto, 2022
Si tenemos en
cuenta la contaminación de los mares, del suelo y de la atmósfera, así como de
las capas geológicas submarinas, el mundo, considerado como una organización
química, se encuentra actualmente en regresión. Gases peligrosos procedentes
del subsuelo marino se respiran en la tierra y de ahí se elevan hasta la
atmósfera con graves consecuencias para el equilibrio biológico del mundo. Como
ha señalado Rebecca Solnit, el mundo está «patas arriba», aunque no en el
sentido que comúnmente se le da a esta frase, que tuvo un significado
igualitarista y antiimperialista. Antes «patas arriba» describía las
revoluciones espirituales y políticas: San Pablo, por ejemplo, fue acusado de
«poner el mundo patas arriba» cuando predicó universalmente a todos –griegos y
judíos, hombres y mujeres– en Tesalónica (Hechos, 17:6). Ése fue justamente el
nombre de la melodía que supuestamente se interpretó en la rendición de
Cornualles en Yorktown, cuando se consiguió la independencia estadounidense
(«todos los hombres son creados iguales»). Como igualitaristas y
antimperialistas, E.P. Thompson y William Morris eran comunistas, y ahora
necesitamos más comunistas que nunca. ¿Pero qué significa el término
exactamente?
Como fundador
de una organización de clase, anticapitalista y revolucionaria, Morris propuso
varias definiciones viables para su programa político: «Bien, lo que quiero
decir por socialismo es un estado de la sociedad en el que no habrá ya ni ricos
ni pobres, ni opresores ni oprimidos, ni ociosos ni gente sobrecargada por el
trabajo, ni trabajadores intelectuales espiritualmente enfermos ni trabajadores
manuales enfermos del corazón, un mundo en el que todos los hombres vivirán en
igualdad de condiciones y gestionarán sus asuntos sin pérdidas y con la plena
conciencia de que el daño a uno de ellos será el daño a la comunidad: la
realización del significado último de la palabra riqueza común (Commonwealth).»[1] La
mayoría de los elementos de esta definición –que puede haber diferentes tipos
de sociedades, que la sociedad dominante esta basada en clases de ricos y
pobres, que la igualdad es una condición alcanzable, que la sobrecarga de
trabajo y la alienación violan los principios de solidaridad humana– proceden
de las luchas de la primera revolución industrial, como llegamos a saber de
ellas gracias al libro de E.P. Thomson, La formación de la clase obrera
inglesa (1963). El único punto en que difiere del de Morris es la
demanda de que no haya «pérdidas». Esto es lo que hace a su comunismo «verde»,
que volvemos a sentir cuando Morris pierde su temperamento: «Vivimos en una
época de mala calidad. La mala calidad reina. Desde el hombre de estado hasta
el zapatero: todo es de mala calidad», exclamó a un reportero. «Entonces, ¿no
admira usted el sentido común de John Bull, Mr. Morris?»[2] «John
Bull es un zoquete estúpido y poco práctico», respondió Morris. En otro
momento, ya más calmado, añadió, «aparte del deseo de producir cosas hermosas,
la principal pasión de mi vida fue y es el odio a la civilización moderna.» Ese
odio procede de una repugnancia hacia todo lo que era miserable, estúpido,
aburrido y odioso en el capitalismo, y que le condujo a repudiarlo de raíz. El
anticapitalismo de Morris fue alimentado por su estudio de los poetas
románticos y demostrarlo fue uno de los logros de Thompson.
Morris poseía
«un profundo amor por la tierra y la vida sobre ella, (y una) pasión por la
historia del pasado de la Humanidad. ¡Piénsese! ¿Por qué había de terminar todo
ello en un despacho de contabilidad, sobre un montón de cenizas…?» La cuestión
se ha tornado mientras tanto más urgente: los despachos de contabilidad se han
convertido en rascacielos, el montón de cenizas, en montañas de carbón y restos
de fabricación, compuestos venenosos, enormes derrames de petróleo, berilio
enterrado, etcétera. Morris dice: ¡Pensadlo! Para nosotros es más bien una
obligación. Hacia el final de su vida Morris proporcionó un significado a todo
ello mucho más familiar, cuya modestia esconde lo que había de más
revolucionario en él, concretamente la sugerencia de que el futuro se encuentra
inmanente en el pasado: «Vivimos en una época donde hay un combate entre el
capitalismo comercial, un sistema de dispendio peligroso, y el comunismo, un
sistema que refleja el sentido común de la comunidad.»
Como leal
miembro del Partido Comunista de Gran Bretaña, Thompson no tuvo la misma
presión que Morris sintió como fundador de una organización para idear
definiciones que comprendieran tanto. El problema de Thompson fue precisamente
el opuesto. Se unió al partido que había logrado el socialismo en un sólo país,
la Unión Soviética, así que la definición estaba obligada a incluir la raison
d’état, lejos del sentido común de la comunidad. Como fundador de la Nueva
Izquierda, Thompson injertó en lo viejo lo nuevo, concretamente, el «humanismo
socialista», que, sin embargo, aún hoy no se ha afianzado. Morris tuvo una
práctica estética como poeta y artesano, donde la relación entre el comunismo
revolucionario y los comunes (commons) encontró múltiples expresiones.
Para Thompson, la relación encontró una expresión privada y familiar que se
trasladó a su estilo de escribir, como historiador y pacifista. El logro
político más duradero de Thompson fue en el movimiento para el desarme nuclear.
Las épocas en
que Morris escribió sus textos, a finales del siglo XIX, y a mediados del XX,
cuando Thompson escribió sobre Morris, se caracterizaron por una transición
planetaria en las fuentes de energía que impulsaban el desarrollo económico,
concretamente del carbón al petróleo y de éste a la energía nuclear. Estos
cambios están en buena medida ausentes en los escritos de Thompson, igual que
los están en los comentarios de Morris. Nada más lejos de mi intención que
«reducir» el pensamiento de ninguno de los dos a la base material y energética
de las sociedades en que vivieron (la reducción de la superestructura
ideológica a la base material fue el error de los marxistas que más criticó
Thompson). Morris fue un artesano de muchos y variados materiales, Thompson fue
un historiador con talento e innovador. Ambos eran materialistas históricos. Si
hemos de reintegrar la noción de comunes (commons) al comunismo
revolucionario debemos entender el aspecto material del desarrollo histórico.
Como
comunistas, ambos se opusieron al modo de producción capitalista, pero
escribieron muy poco sobre él per se. Puesto que el capital
requiere la separación del obrero de los medios de producción y subsistencia, y
puesto que el más importante de estos medios es la tierra, la comunalización (commoning)
debe ser lógicamente la respuesta a los males de la sociedad de clases. No sólo
los comunes son la respuesta o la cura terapéutica (si la hubiera), sino que
fueron el estado previamente existente: la expropiación original se hizo a
partir de los comunes. Morris era consciente de esto, y también lo era
Thompson, aunque lo expresó de manera diferente. Así pues, históricamente
hablando, el capitalismo es solamente la parte de en medio, un intermedio, uno
quisiera poder decir, entre los viejos comunes del pasado y el verdadero comunismo
del futuro. Nuestro lenguaje refleja ese cambio en la degradación del
significado del término «común» (commoner): de una persona con acceso a
la tierra comunal a una masa innoble e indistinguible, con el significado
implícito de que él o ella no posee nada que pueda decir que es suyo.
Esta edición
de William Morris: de romántico a revolucionario (William
Morris: Romantic to Revolutionary) se publicó en 1977 considerablemente
revisada y con notables diferencias con respecto a su primera edición en 1955, como
la adición de un post-scriptum de cincuenta y cinco páginas. La primera edición
fue ya el resultado de muchos años de trabajo. Contamos con tres fechas en la
evolución del Morris de Thompson: 1951, 1955 y 1977. De hecho,
la relación entre ambos comenzó mucho antes.
En enero de
1944 Frank escribió a Edward, dos hermanos que eran soldados en los ejércitos
que en aquel momento derrotaban al fascismo en Europa, sobre Noticias
de ninguna parte (News from Nowhere), al que describió como un
ejemplo del «idealismo más apasionado posible». «Hasta que podamos formar
conscientemente nuestro propio destino no podrá haber un bien coherente y
equilibrado o belleza». Cuando las tropas regresaron estaban determinadas a
formar conscientemente su propio destino. Noticias de ninguna
parte ayudó a formar las perspectivas de Jack Dash, un estibador de
Londres y un enérgico dirigente de los trabajadores portuarios no sólo de su propio puerto, sino
de los de la nación y del mundo cuya huelga de 1947 fue el comienzo de los desórdenes industriales de posguerra.
Morris
permaneció con Thompson toda su vida. A un periodista estadounidense que le
entrevistó le dijo que «[después de la guerra] impartí tanto literatura como
historia. Pensaba, ¿cómo puedo ante todo mejorar una clase para adultos, muchos
de los cuales participan en el movimiento obrero, discutir con ellos el
significado de la literatura en sus vidas? Y empecé leyendo a Morris. Me
capturó. Pensé, ¿por qué se le ve como a una antigualla? Sigue teniendo razón.»
Thompson llegó a la conclusión de que Morris fue «el primer artista de mayor
estatura en la historia mundial en tomar posición, conscientemente y sin un
ápice de duda, a favor de la clase obrera revolucionaria.» «La discusión entre
Morris y Marx la he llevado siempre dentro desde entonces. Cuando en 1956 mis
desacuerdos con el marxismo ortodoxo se articularon definitivamente, regresé a
los modos de interpretación que aprendí en aquellos años de compañía cercana
con Morris, y encontré así, quizá, la voluntad de seguir discutiendo a partir
de la presión de Morris que sentía detrás mío.» Y quizás fue éste el modo de
mantener la fe en el idealismo apasionado de su hermano. Thompson no eliminó la
frase rotunda sobre la fidelidad de Morris hacia «la clase obrera revolucionaria»
en su edición de 1977. El propio Thompson elaboró a partir de ella su labor
como historiador, aunque no su política contemporánea, pues ambas palabras,
«revolución» y «clase obrera», habían sido perversamente distorsionadas en el
discurso de la Guerra Fría.
William Morris:
de romántico a revolucionario, fue publicado
por vez primera en 1955. A comienzos de 1956 Jruschov realizó su «discurso
secreto», denunciando a Stalin, pero en octubre de aquel mismo año los tanques
soviéticos recorrían las calles de Budapest suprimiendo la revuelta de consejos
obreros. Entre ambos acontecimientos, Thompson y su camarada John Saville
comenzaron una discusión en The Reasoner que duró tres
números. Thompson estaba concretando sus ideas sobre moral que había estado
explorando a través del estudio de Morris. En el tercer y último número
de The Reasoner escribió que la «subordinación de la moral y
de las facultades imaginativas a la autoridad política y administrativa es
equivocada; la eliminación de los criterios morales del juicio es equivocada;
el miedo al pensamiento independiente, el aliento deliberado de las corrientes
anti-intelectuales entre el pueblo es equivocado; la personificación mecánica
de las fuerzas sociales inconscientes; el menosprecio del proceso consciente de
conflicto intelectual y espiritual, todo eso es erróneo.» Thompson fue
expulsado del partido. Pero también fue un momento de liberación personal.
Describió «una estructura psicológica entre los intelectuales comunistas, desde
mediados de los treinta hasta finales de los cuarenta, que nos dejó a todos
faltos de confianza en nosotros mismos cuando nos confrontamos con las
intrusiones de ‘el partido’.»
No fue algo
fortuito que el cuestionamiento del Partido Comunista de Gran Bretaña
representado por el debate en The Reasoner y, menos
directamente, por su biografía de William Morris publicada el año anterior,
ocurriese cuando los estudiantes y trabajadores de Hungría se alzaron contra la
dominación de la URRS formando a medida que avanzaba la insurrección consejos
de democracia directa. Los estudiantes de Budapest se levantaron el 23 de
octubre de 1956. Una semana antes, el 17 de octubre, la Reina Isabel II
inauguraba la primera central nuclear con fines comerciales que proporcionaba
electricidad. Fue en Calder Hall, Sellafield (Cumbria), en la costa del Mar de
Irlanda. Hasta entonces la electricidad en Inglaterra se generaba gracias al
trabajo de decenas de miles de mineros del carbón que tenían el poder de
instalar el Estado del bienestar e incluso ir más allá. Desde que el presidente
Eisenhower dio su discurso «Átomos por la paz» en la ONU en 1953, el uso
pacífico de la energía nuclear condujo a numerosos sueños antojadizos de
energía barata sin las interrupciones de la política de los países productores de
petróleo o las huelgas obreras. La respuesta en Inglaterra fue la Campaña para
el Desarme Nuclear (CND, por sus siglas originales), cuyo famoso símbolo de la
paz señaló un tabú sobre las bombas nucleares, pero no sobre la energía
nuclear. Aunque la Nueva Izquierda estuvo definida por su relación con las
marchas de Aldermaston contra las armas nucleares (1958), fue incapaz de
organizarse contra la energía nuclear como tal. La base de la mercancía estaba
directamente vinculada a la maquinaria bélica. Se evitó una guerra nuclear,
pero Three Mile Island (1979) y Chernobyl (1986) estaban al final de ese
camino.
Su subtítulo
plantea algunas cuestiones. ¿Qué es un romántico? ¿Qué es un revolucionario?
¿Es el primero todo idealismo e imaginación mientras el último todo realismo y
ciencia? El movimiento romántico inglés entre los poetas se correspondió tanto
con la contrarrevolución como con la intensificación en el movimiento de
cercamiento de tierras. Los comunes agrarios y la subsistencia que
proporcionaban estaban desapareciendo rápidamente. Aunque Thompson hará de este
tema uno de sus libros de historia más importantes, Customs in Common,
no lo vinculó en los cincuenta a los poetas románticos. Thompson afirma que la
grandeza de Morris se encuentra en su «realismo moral» que infundió
especialmente en Noticias de ninguna parte (1890) y Un
sueño de John Ball (1886).
William Morris
dio una lectura sobre comunismo en 1893 hacia el final de su vida en la
Hammersmith Socialist Society. Afirmó que «si nuestras ideas de una nueva
sociedad son algo más que un sueño, tres cualidades deben animar el deber de la
mayoría del pueblo trabajador; y entonces, por así decir, la cosa estará
hecha.» Las tres cualidades que deseaba lograr eran «inteligencia suficiente
para concebir, coraje suficiente para querer, poder suficiente para forzar.»
El valor de la
biografía de Thompson es que hace que te encuentres justo en el desarrollo
político de la vida de Morris como militante quien, en consecuencia, debe ir,
primero, a la clase trabajadora, y de aquí al modo de producción. Thompson
puede que no haya escrito sobre los cambios materiales en la vida social de la
época sobre la que estaba escribiendo, pero ciertamente era consciente de ellos
en la época en que Morris vivía. «¿Cuál es la bisagra de la que depende
actualmente el mundo del trabajo?», preguntaba Morris. «La minería», respondió.
La biografía
perteneció a un año en el que la gente de color del mundo se reunió en Bandung,
Indonesia, buscando una tercera vía que no fuese capitalista ni comunista. Rosa
Parks tomó asiento en el frente de un autobús en Montgomery, Alabama. El
historiador francés Alfred Sauvy acuñó el término «Tercer Mundo» en 1952 para
reflejar una realidad que comprendía geográficamente a Latinoamérica, el
Sureste asiático, Oriente próximo, África y Oceanía, y que no era ni el
Occidente capitalista ni el Oriente soviético. Su uso remitía al Tercer Estado,
los comuneros de Francia que, antes y durante la Revolución francesa, se
opusieron a los clérigos y nobles que componían el Primer y el Segundo estado.
Sauvy escribió que «como el Tercer Estado, el Tercer Mundo no es nada y quiere
ser algo.» Allen Ginsberg leía ese mismo año su poema Aullido (Howl)
buscando un enlace rapsódico, hip, con la gente de color contra el
«Moloch cuyo amor es petróleo y piedra sin fin» (Moloch whose love is
endless oil and stone). Aunque la biografía de Thompson fue una poderosa
contribución a la búsqueda de las raíces indígenas radicales en Inglaterra,
también fue parte de la agitación mundial de las capacidades morales de la
humanidad, cuya indignación más amarga acaso fue el recibimiento de la
explosión americana de la Bomba H (nombre código Bravo) en el Atolón de Bikini
en 1954, que envenenó a los pescadores japoneses a bordo del «Lucky Dragon» e
inspiró Godzilla.
Este ensayo
está adaptado del prefacio a la nueva edición de William Morris: de romántico a
revolucionario de E.P. Thompson (Spectre).
Notas:
[1] La palabra inglesa Commonwealth significa
«mancomunidad» y refiere hoy a una forma política, pero como término compuesto,
su origen remite a la expresión «riqueza común». Todo el texto de Linebaugh
juega con las variaciones del término common (común).
[2] John Bull es la personificación del carácter nacional británico
–particularmente del inglés– en el mismo sentido que Michel lo es de los
alemanes. Aquí se refiere al ciudadano común inglés.
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