lunes, 7 de octubre de 2024
Crónica del exterminio, primer año
Crónica del
exterminio, primer año
DIARIOOCTUBRE / octubre 7, 2024
Que sumen más de 41 600 los muertos identificados en la guerra total de Israel en Palestina no parece suficiente al cabo de un año, cuando los misiles sionistas toman nuevas direcciones y se expande el fuego en la región
Cada jornada Gaza pierde por decenas a sus hijos, bajo
el manto de la crueldad sin límites. Foto: Al Mayadeen
Elizabeth
Naranjo (Granma).— Hacer desaparecer un
pueblo, perseguirlo y desalojarlo de su propia tierra, sembrar el miedo y la
zozobra de las bombas sobre las cabezas, la muerte en cada metro, en cada
minuto…
Hasta
hace un año exactamente, las más terribles imágenes de un infierno así, en el
mundo contemporáneo, recordaban el holocausto que impuso a buena parte de
Europa la Alemania nazi de Adolf Hitler. Sin embargo, desde octubre de 2023,
otras las han opacado: las del crimen en curso que Israel perpetra contra
Palestina, escenario de uno de los más grandes genocidios de la humanidad.
En
los últimos 12 meses, luego de la incursión armada de Hamas y la
desproporcionada ofensiva militar del ejército israelí en la Franja de Gaza, la
cifra de fallecidos en el enclave costero suma más de 41 600 palestinos, según
informes de las autoridades árabes.
Otros
datos que confirman la masacre son –según la ONG Intermón Oxfam– los más de 6
000 mujeres y 11 000 niños asesinados en los ataques sionistas.
Tales
son los deseos de destrucción que demuestra el Gobierno de Benjamin Netanyahu,
que se estima calcula la organización Action–on Armed Violence– que hasta el 23
de septiembre hubo un promedio de un ataque cada tres horas sobre
infraestructuras civiles, con armas explosivas.
Los
registros revelan que las armas explosivas israelíes alcanzan un promedio de un
hogar cada cuatro horas, una tienda o refugio temporales cada 17 horas, una
escuela u hospital cada cuatro días, y un punto de distribución de ayuda o
almacén cada 15 días.
Solo
17 de los 36 hospitales siguen funcionando parcialmente, y ninguno de ellos
cuenta con el combustible, los suministros médicos y el agua potable
suficientes.
¿Es
posible repasar con apacible conformidad estos datos escalofriantes de una
guerra tan cruenta que, por más que quiera argumentar el agresor que es
selectiva contra los militares de Hamas, a la vista de todos está claro que no
hay modo de que excluya a civiles inocentes?
Exceptuando
seis días del pasado noviembre –por una denominada pausa humanitaria–, a lo
largo de un año entero Gaza ha vivido apenas dos fechas en que no sintió el
ruido desolador de las bombas. Cada jornada pierde por decenas a sus hijos,
bajo el fuego, bajo los escombros, bajo el manto de la crueldad sin límites
Del
otro lado del mundo, el mayor promotor de las guerras actuales, el Gobierno de
Estados Unidos, no se ruboriza en reconocer el padrinazgo incondicional que
provee al régimen sionista, a sabiendas del mercado seguro que ese polígono de
muerte humana que es Medio Oriente resulta a su industria armamentística,
cuando Israel ha decidido incendiarlo en todas direcciones: Palestina, el
Líbano, Siria, Irán, Yemen…
El
desarrollo tecnológico de las comunicaciones ha permitido que esta guerra se
transmita en vivo ante los ojos de la humanidad, y que, por lo tanto, no haya
demasiados nichos para que la manipulación informativa sea complemento de la
masacre: a la vista los niños sin vida, los cuerpos mutilados, los edificios
derruidos sobre familias enteras sepultadas vivas, la sobrevida cercada por la
enfermedad y el hambre, la esperanza sin esperanza…
Y
allí en la sala grande que, supuestamente, fue creada para poner de acuerdo al
mundo, para que la sensatez se alzara sobre lo irracional, todas las manos,
menos dos, se han levantado en contra del genocidio evidente. Sin embargo, ya
se sabe que la onu no es autoridad que calle los tambores de la guerra, cuando
dispone Estados Unidos, incluso para apoyar el crimen de su brazo armado en
Medio Oriente.
Fuente: granma.cu
La «Legión Ucraniana» de Polonia ha fracasado
Los miles y miles
de muertos ucranianos que la guerra ha ocasionado deben ser cubiertos con
nuevas levas. Pero estas no se producen con la urgencia necesaria. Un ejemplo
de ello es el fracaso de reclutamiento entre los ucranianos desplazados a
Polonia.
TOPOEXPRESS
La «Legión Ucraniana» de Polonia ha fracasado
El Viejo Topo
7 octubre, 2024
De Andrew
Korybko
El Ministro de Defensa polaco, Wladyslaw Kosiniak-Kamysz, admitió la semana pasada que la «Legión Ucraniana» que su país prometió formar el verano pasado después de que estos dos países vecinos cerraran su pacto de seguridad ha fracasado. En sus palabras, «las declaraciones [iniciales] ucranianas eran muy optimistas [e indicaban] que habría [suficientes voluntarios] para formar una brigada, es decir, unos cuantos miles de personas. Pero no hay tanta gente dispuesta a ello». También culpó a Ucrania de no haber lanzado antes su campaña de reclutamiento.
De los 300.000 ucranianos en edad de alistarse que se calcula que hay
en Polonia, sólo se recibieron 138 solicitudes a través de la página web de la
recién inaugurada oficina de reclutamiento de Lublin y otras 58 a través de las
oficinas consulares, según el Ministerio de Defensa ucraniano. Esta cifra está muy
lejos de los «varios miles» que, según el ministro polaco de Asuntos
Exteriores, Radek Sikorski, se habían inscrito para unirse a la «Legión
Ucraniana» poco después de anunciar su creación en verano. De este fracaso se
pueden extraer varias conclusiones.
La primera y más obvia es que los ucranianos en edad de alistarse que viven en
Polonia no quieren luchar por su patria. Han permanecido fuera de su país por
una razón y es para evitar ser enviados a la muerte. Estas personas han visto
lo que ocurre en el frente. Saben que tienen pocas posibilidades de sobrevivir
a su despliegue. Creen que no hay razón para que arriesguen sus vidas cuando
todavía quedan muchos ucranianos en edad de alistarse dentro de su país para ser
reclutados a la fuerza en su lugar.
En segundo lugar, el propio gobierno ucraniano parece haberse reconciliado
discretamente con esta realidad y por eso no invirtió los recursos necesarios
para reclutar para este proyecto. Aunque podría haberse convertido fácilmente
en otra empresa corrupta de la que se beneficiarían los funcionarios,
prácticamente no se hizo ningún esfuerzo por explotarlo. Sólo se puede
especular por qué, pero podría ser porque el resultado previsiblemente
embarazoso podría llamar la atención sobre los recursos que se gastaron,
exponiendo así esa clase de prácticas.
Y por último, en contra de lo que algunos esperaban, Polonia nunca llegó a
coaccionar a los ucranianos para que se alistaran ni a deportar a hombres en
edad de alistarse para que fueran reclutados a la fuerza en su país. Los planes de primavera de Kosinak-Kamysz, que ya se habían insinuado anteriormente, nunca llegaron a
materializarse, probablemente porque se comprendió que podrían empujar a la
economía polaca a una recesión, como se explicó aquí en su momento. En resumen, esos ucranianos se
consideran «emigrantes de reemplazo», por lo que perderlos podría acarrear
también pérdidas económicas.
Esta idea revela que la «legión ucraniana» de Polonia estaba condenada al
fracaso. La única forma de que hubiera funcionado era que Polonia reuniera a
ucranianos en edad de alistarse, pero esto nunca se consideró. Las limitaciones
legales y los intereses económicos se combinaron para hacerlo imposible.
Ucrania también lo sabía y por eso no malgastó sus recursos en ello, ya que
cualquier trama corrupta que sus funcionarios hubieran querido urdir en
relación con el reclutamiento para este proyecto sería demasiado obvia una vez
que fracasara.
La impresión que se llevan los observadores es que la ayuda occidental continuada
a Ucrania es cuestionable si sus propios ciudadanos en edad de alistarse en el
extranjero no están interesados en luchar por su patria. No es realista pensar
que Occidente vaya a interrumpirla por completo, pero su reducción a la luz de
esta debacle y de las últimas pérdidas de Ucrania en el campo de batalla podría
resultar más atractiva para muchos. Todo el mundo empieza a darse cuenta de que
Ucrania nunca alcanzará sus objetivos máximos en este conflicto y que sólo es
posible un compromiso.