Nadie pudo desmentir los
informes de Wikileaks, pero el preso es Assange
Por Aram Aharonian
Rebelion
20/06/2022
Fuentes: CLAE
- Rebelión
Seguirá preso, porque para el poder occidental y cristiano es mucho mejor
criminalizarlo a él que aceptar las culpas de genocidio, torturas y toda la
miseria de las acciones militares y de gobierno no sólo de Estados Unidos, sino
también de sus aliados, en especial el Reino Unido.
La indecencia
del poder y la manipulación del imaginario colectivo se suman a la ignominiosa
decisión de la ministra del Interior del Reino Unido Priti Patel, quien
autorizó la extradición a Estados Unidos del informador australiano Julian
Assange, fundador de Wikileaks, acusado por Washington de 17 cargos de
espionaje y uno por supuestos delitos cibernéticos.
Lo curioso de
todo esto es que jamás Estados Unidos desmintió los hechos que revelaban los
700 mil documentos de la Casa Blanca y el Pentágono, en su mayoría sobre
las barbaries cometidas por Estados Unidos en Irak y Afganistán. filtrados
por Wikileaks: torturas, asesinatos, masacres, espionaje, manipulación. O sea,
se quiere penar con 175 años de prisión (que difícilmente nadie pueda cumplir)
al denunciante, no a los perpetradores. La verdad ha sido asesinada. El
periodismo también.
Un comunicado
del ministerio del Interior británico afirma, en supuesto tono humanitario, que
la extradición no puede ser opresiva, injusta o un abuso procesal y que tampoco
se ha determinado que sea incompatible con sus derechos humanos, incluyendo su
derecho a un juicio justo y a la libertad de expresión. Assange fue
arrestado en 2019, después de pasar más de siete años refugiado en la embajada
de Ecuador en Londres.
Seguirá preso,
porque para el poder occidental y cristiano es mucho mejor criminalizarlo a él
que aceptar las culpas de genocidio, torturas y toda la miseria de las acciones
militares y de gobierno no sólo de Estados Unidos, sino también de sus aliados,
en especial el Reino Unido. Quienes lo juzgan son quienes debieran estar presos
y condenados por la Corte Internacional de Justicia, por todas las graves
denuncias jamás rechazadas
La hipocresía y
la falsedad de las expresiones de Patel resulta evidente a la vista de las
revelaciones sobre el espionaje ilegal que la estadunidense Agencia Central de
Inteligencia llevó a cabo sobre Assange, en el curso del cual interceptó
conversaciones entre éste y sus abogados con la finalidad de debilitar las
estrategias de defensa legal del acusado.
Por enésima vez
los medios publicitan lo que Naciones Unidas calificó de tortura: el trato que
recibe Assange en esa especie de Guantánamo británico en el que está recluido,
después de más de una década de confinamiento domiciliario y aislamiento
carcelario. Las «noticias» sobre Assange apenas son notas judiciales. Dan
cuenta del destrozo que le han provocado. Es un paria enajenado, un asperger
deprimido al borde del suicidio, señala Víctor Sampedro.
A Assange lo
ajustician en bucle. Los medios que se lucraron con sus filtraciones publicitan
su castigo y encubren su gesta. Apenas ejercen de notarios correveidiles y
perros falderos de los torturadores. Assange sería libre si tan siquiera uno de
los directores que publicaron sus filtraciones – pongamos en El País, Le
Monde, The New York Times o The Guardian – se hubiera
autoinculpado de los cargos que pesan sobre el hacker australiano, añade.
Asumir como propio
el delito de investigar y revelar verdades habilita para ejercer el periodismo.
Autoincúlpándose las feministas lograron el derecho al aborto y los insumisos
acabaron con el servicio militar, recuerda el español.
«Cualquiera en
este país que se preocupe por la libertad de expresión debería estar
profundamente avergonzado de que la ministra del Interior haya aprobado la
extradición de Julian Assange a EEUU, el país que planeó su asesinato», señala
el comunicado de Wikileaks. Amnistía Internacionalpuso el grito en el
cielo. Su secretaria general, Agnès Callamard, advirtió que «permitir que
Julian Assange sea extraditado a Estados Unidos “envía un mensaje
escalofriante a los periodistas de todo el mundo».
Acallar a Assange a cualquier precio
Los sucesivos
gobiernos estadounidenses se empecinaron en fabricarle delitos imaginarios. No
cabe acusar de espía a quien no sirvió a potencia alguna, sino que trabajó para
informar a la opinión pública internacional.
Y, por
añadidura, la determinación impone una intolerable limitación al derecho a la
información de las sociedades. Hoy, Julian Assange se encuentra recluido en la
prisión londinense de alta seguridad de Belmarsh desde abril de 2019 y sujeto
al acoso judicial por los gobiernos de Estados Unidos, Suecia y Gran Bretaña
desde 2010.
Es claro que
las maniobras entre Washington y Londres para consumar la farsa judicial
constituyen un inequívoco mensaje de escarmiento para todo el gremio
periodístico del mundo: el poder público de esas naciones no tolera ser exhibido
en sus actos delictivos, en su corrupción y en su indecencia, y se vengará de
quienes se atrevan a ponerlo en evidencia, dice un editorial del diario
mexicano La Jornada.
Assange brindó
un servicio trascendente a la transparencia y a la información, al entregar a
La Jornada (como a otros medios de todo el mundo) miles de cables
diplomáticos enviados al Departamento de Estado por la embajada y los
consulados estadounidenses en ese país en los que se registró la descomposición
del gobierno de Felipe Calderón y su sumisión ante Washington, en el contexto
de la Iniciativa Mérida.
Decenas de
organizaciones internacionales denunciaron los atropellos, arbitrariedades y
violaciones a los derechos fundamentales en el juicio en contra del fundador
de WikiLeaks, entre ellas, la Relatoría de la Organización de
Naciones Unidas sobre la Tortura y Amnistía Internacional, pero la decisión
estaba tomada en los más alto niveles de la “inteligencia” estadounidense y
británica: hay que acallar, aniquilar al mensajero.
Todavía usted
puede encontrar en las redes el video Asesinato colateral, que
grabó desde un helicóptero militar el homicidio de 12 civiles –entre ellos, dos
periodistas de la agencia Reuters– en la Bagdad ocupada por las tropas
estadounidenses en julio de 2007. El video muestra el momento en que el grupo
de ciudadanos fue ametrallado por los tripulantes, quienes unos segundos más
tarde perpetraron otro ataque sobre una familia iraquí que acudió en ayuda de
los heridos.
Los autores
materiales, intelectuales y políticos de ese crimen –y todos los
otros- no fueron llamados a cuentas nunca, pero quienes enteraron al
mundo de ese hecho –la ex soldado estadunidense Chelsea Manning y el propio
Assange– fueron sometidos desde entonces a un implacable acoso judicial que, en
el caso del australiano, desemboca ahora en la aprobación para que sea
extraditado a Estados Unidos.
Si algo puede
sorprender, es que los sucesivos gobiernos estadounidenses jamás desmintieron
ninguna de las filtraciones y los informes de Wikileaks y todos los
responsables siguen libres y… haciendo campaña contra Assange.
El gobierno
estadounidense exigía el encarcelamiento del australiano mientras procesaba a
la informante principal de Assange, la soldado Chelsea Manning,
ganando tiempo para armarle 18 imputaciones por delitos graves. No
se trata de un acto de justicia, sino una acción de venganza contra quien
destapa los muchos trapos sucios de EEUU y un escarmiento dirigido a
informadores y periodistas para que no se atrevan a exhibir las miserias
internas del poderío estadounidense.
Wilkipedia
reprodujo sus hallazgos en una serie de diarios de gran tirada a lo largo y
ancho del mundo, a los que la “justicia” de Washington y Londres no se animó a
atacar.
¿Será que
Assange fue quien comandó a los soldados de EE.UU. acribillando a gente
desarmada en un suburbio de Bagdad, en abril de 2010, evidenciado
en el vídeo Collateral Murder?
¿Será Assange el responsable de las violaciones de los derechos humanos en Irak y Afganistán? Wikileaks
publicó (julio de 2010) más de 90.000 documentos desclasificados que
demostraban las graves violaciones en Irak y otros 400.000 documentos
(octubre de 2010) que destapaban la atrocidades ocultas en Irak.
¿Será Assange
quien envió los correos del director de la CIA John Brennan, en los
que habla de tortura en los interrogatorios a los sospechosos de
terrorismo? ¿Será quien escribió las comunicaciones del gobierno
estadounidnse con sus delegaciones diplomáticas., entre ellas la que informaba
sobre el paso de los vuelos de la CIA por territorio español, con presos que
iban con destino a Guantánamo?.
¿Será quien
detuvo sin casusa a cientos de afganos e iraníen y los torturó salvajemente en
los campos de concentración de Bucca, Guantánamo y Abu Ghraib?
¿O quizá quien escribió el manual del Ejército de EE.UU. para los soldados
en Guantánamo?
¿Sería Assange
quien dirigía la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) cuando realizó escuchas
secretas del encuentro entre Ángela Merkel y el secretario general de la ONU
Ban Ki-Moon, o cuando espió la reunión privada entre el italiano Silvio
Berlusconi, el francés Nicolás Sarkozy y Merkel y grabó escuchas de
una conversación entre Berlusconi y el primer ministro israelí Benjamin
Netanyahu?
¿Será Assange
quien redactó los 30 mil comprometedores correos de Hillary
Clinton en marzo de 2016 o las 27.000 comunicaciones del Comité
Nacional Demócrata (CND) y 50.000 correos electrónicos de John Podesta, jefe de
la campaña presidencial de Clinton, donde acusaba a Arabia Saudí y Qatar de
apoyar a la terrorista Estado Islámico (Dáesh)?.
¿O estará
implicado en la red de tráfico de personas y abuso sexual de altos funcionarios
del Partido Demócrata que desató el escándalo Pizzagate? O quizá fue quien
financió a la ultraderechista Vox en España y no quien reveló las grandes
fortunas y altos ejecutivos españoles que financiaron su nacimiento.
¿Habrá sido
Assange quien redactó la guía secreta que empleaban los agentes de la central
estadounidense de inteligencia CIA para infiltrarse en Europa bajo identidades
falsas y reveló que los espías de EEUU manejaban el manual de control de
fronteras de la Unión Europea (UE), filtrando los informes del programa
‘Checkpoint’ de la CIA?.
No, obviamente no. Los criminales están y seguirán libres, defendidos por
el establishment, el lawfare y la
parafernalia de los medios hegemónicos. El delito de Assange fue informar sobre
lo que sucedía, basado sólo y exclusivamente en los informes de los organismos
de (in)seguridad estadounidenses.
Dolor de madre
En una carta
abierta, Christine Ann Assange, madre de Julian Assange, señala “el dolor de
ver a un hijo sano deteriorarse lentamente, porque se le negó la atención
médica y sanitaria adecuada en años y años de prisión; la angustia de ver a mi
hijo sometido a crueles torturas psicológicas, en un intento de romper su
inmenso espíritu; la constante pesadilla de que sea extraditado a EEUU y luego
pasar el resto de sus días enterrado vivo en total aislamiento”.
Añade., “el
miedo constante de que la CIA pueda cumplir sus planes para asesinarlo; la ola
de tristeza cuando vi su frágil cuerpo caer exhausto por un mini derrame
cerebral en la última audiencia, debido al estrés crónico” y señala que “muchas
personas quedaron traumatizadas al ver una superpotencia vengativa que usa sus
recursos ilimitados para intimidar y destruir a un individuo indefenso”.
Adiós al periodismo
Rara avis Wikileks, porque cada vez son menos los
periodistas activistas de la transparencia y son reemplazados por quienes se
preocupan de las relaciones públicas del poder. Las redacciones ya no hacen
periodismo, sino publicidad corporativa y propaganda política disfrazada de
noticias.
No resulta
sencillo enterrar la denuncia incontestable, sin réplica posible, de los
crímenes de guerra del Pentágono, del neoimperialismo de la red diplomática más
poderosa del mundo. Imaginéamos que Wikileaks pudiera informar sobre Ucrania:
seguramente no habría guerra.
El silencio de
los medios es cobarde, es la del cómplice. Quizá esperamos demasiado: al menos
que cuando se conocieron las filtraciones hubiera actos de indignación, que el
periodismo -esa especie en extinción- migrara a información fundamentada en
base a datos reales, mientras hay quienes esperaban que la globalización
sirviera al menos para defenmder los derechos humanos de las arremetidas del
poder en red.
Hay optimistas
que creen que en la justicia británica hay más sensatez y decencia que en el
gobierno de Londres encabezado por Boris Johnson, y hay quienes sueñan con que
Assange sea puesto en libertad en el menor tiempo posible.
No es
casualidad que el mandato de Donald Trump sentara las bases para masacrar
jurídicamente a Assange, ni que sea el gobierno de Boris Johnson (quizás el
líder más belicista junto con Vladimir Putin), el que dé luz verde a su
extradición. Reivindicar a Assange es desnudarlos, dice Sampedro.
Cuando recibió
el Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez dijo que el periodismo es
el mejor oficio del mundo. En Maceió, y en plena campaña electoral, el
expresidente brasileño Lula de Silva dijo que Assange “debería estar recibiendo
un Óscar de decencia y coraje porque denunció al planeta, un país espiando a
otro país. ¿Qué crimen cometió Assange?. Es el crimen que todos ustedes
cometieron: dijo la verdad»..
*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y
fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana
(FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico
(CLAE)