lunes, 29 de junio de 2015

FELIPE GONZÁLEZ, EL HOMBRE QUE DE O.T.A.N. SÍ PERO QUE DE SOCIALISTA NO



Felipe, el gran jugador de billar

Rebelión
La Vanguardia
29.06.2015


Cuando se murió José Avello, a mediados de febrero, me conjuré para dedicarle un artículo. Había escrito en el 2000 una novela larga y desencantada, que imagino ya estará fuera de los anaqueles. Era asturiano de Cangas del Narcea, pero ni hablé ni me carteé con él jamás. Aseguran que la gente de Cangas del Narcea es muy especial, baste decir que su fiesta por excelencia se denomina la Descarga: un ejercicio de pólvora que explota en breves minutos y que consume toneladas de explosivos, mientras la gente llora de emoción.

José Avello, apenas una necrológica en algún diario señalando su condición de profesor en Madrid y cuyo hecho más notorio en la vida había sido construir una novela, insólita, con los personajes y los ambientes del Oviedo de la transición en decadencia, que se dedicaban a liquidar las exiguas fortunas familiares, comer bien, por supuesto, e iniciar unas partidas de billar interminables, aderezadas con una tortilla de patata a la que no le faltaran unos boquerones para adornar. Lean a Rosa Montero, Javier Marías, y tutti quanti, pero es difícil que encuentren un libro como Jugadores de billar de José Avello. Su novela empieza donde termina el Leopoldo Alas Clarín, y su La Regenta. Con ese beso al sapo, que aún hoy llena de estupor a cualquier lector sensible.

¡Qué sarcasmo! Jamás hubiera podido hacer esta explícita dedicatoria a un individuo al que no conocí y que como asturiano de pro, fue parco en literatura. ¡Qué sarcasmo! De no ser por Felipe González jamás hubiera logrado meter a José Avello y sus Jugadores de billar en un artículo.

Aseguran que la palabra carambola, que es la base del billar, nació en Asia, como casi todo, y fue variando de karamanga” a carambola gracias a esos discretos cinceladores de la lengua que son los portugueses. Pero fíjense en el detalle, igual que el ajedrez es un juego de señores con talento, el billar siempre fue considerado algo más vulgar, para clases subalternas. Soy un detestable jugador de billar desde mi nada tierna adolescencia; de esos que un señor con bigote que controlaba los billares y los futbolines, que iban parejos, decía con la voz de trueno de antiguo guardia civil: “Chaval, cada rajadura en el tapete la pagarás cubriéndola con monedas de a duro”. Es decir, que no tengo evocación alguna al billar como veterano del taco, la banda y la cabaña, terminología veterana de uno de los juegos más hermosos y brillantes que he conocido en mi vida. Porque si el ajedrez es el cálculo y la estrategia, y la base matemática, en el billar está la física unida a la intuición de saber encontrar el punto del eje de una bola que la haga capaz de avanzar, golpear, retroceder, girar, dar en la banda y quedarse quieta como un hielo. Esa bola que la gente cree que es de marfil y que dejó de serlo hacia 1940. ¿Qué importa, si se trata de un instrumento en manos de un artista? ¿Acaso no fue el canario Millares quien descubrió la brutal fuerza estética de una arpillera?

Así sucedió, como si se tratara de una revelación para un hombre como yo absolutamente incompetente para la sensibilidad de un jugador de billar -debo añadir que me refiero “al de bandas” y no al “americano”, tan popularizado por el cine-. Y entonces pensé en él. Llevaba tiempo dándole vueltas. Felipe González había pasado de líder político de un partido muy significado a gurú de todas aquellas cosas que jamás se le habían ocurrido en otra época, pero que ahora las asumía con esa franqueza y tranquilidad de quien se ­acerca a la mesa de billar, y sabe que concita todas las miradas y las ansiedades, mientras agarra el taco, va a la esquina a recoger la tiza, ese azul que se difumina y que se concibe en todo gran jugador de ­billar como una especie de diálogo entre el destino y él, entre la seguridad en sí ­mismo y el riesgo a fallar aunque sea una vez. Sin prisa, para que quede bien impregnada la punta del taco y sea perceptible hasta el golpe virginal que romperá el encanto entre el talento y la responsabilidad. La última oportunidad de demostrar lo que somos. Un gran jugador de billar. Una fortuna.

Al saber que Felipe González se iba a Venezuela para apoyar a los opositores a ese hombre por mal nombre Maduro. Un espectáculo, el de un líder español, “el joven socialista Felipillo”, que se partía los calzones con Carlos Andrés Pérez (CAP, así conocido en sociedad, como si fuera una empresa; uno de los saqueadores más importantes que tuvo Venezuela, con larga tradición en ese ámbito como demostró el dictador Pérez Jiménez, al que logró sacar buenos millones hombre tan hábil en este campo como Camilo José Cela). La exhibición de un profesional del billar veterano con el taco y la carambola. La derecha venezolana, no digamos la hispana, se conmovía, contemplándole en ese papel de Mandela sevillano, apoyando a una oposición hacia la que él, si no fuera por sus recientes conexiones económicas, no tendría nada que hacer ni que decir.

González fue muy bueno manejando el taco y la bola. Tuve el privilegio de verle en directo prácticamente desde que empezaba su racha de éxitos, en aquel congreso de truhanes que jugaban a clandestinos en el 76… Allí estaba todos para apoyar a la gran promesa del billar a bandas: Willy Brandt, Mitterrand, Mario Soares, Olof Palme¿ Tengo un recuerdo muy vivo de Carlos Altamirano, del socialismo chileno, uno de los políticos más incompetentes que he conocido, con permiso de Joan Raventós. Altamirano era a la sazón un defensor de la lucha armada, lo que sonaba como una trompeta de Händel en un concierto de Boccherini.

Me he puesto a repasar la historia de Felipe González a partir de este insólito y muy premeditado viaje venezolano. Siento por el manguta de Madero un desprecio absoluto pero conozco algo, por historias del pasado, a los opositores que el gran jugador de billar va a defender, y la verdad es que no sé a qué carta quedarme. Nadie tiene derecho a encarcelar a la oposición, ni siquiera nuestro Fernández Díaz, que de seguir así nos acabará sancionando, expulsando y deteniendo a todos, a menos que su propio miedo le haga contenerse. Un ministro del Interior ­cobarde es una ventaja ciu­dadana.

¿Qué fue la jugada de la OTAN, antes y después de las elecciones, sino una carambola a varias bandas? ¿Y la selección de partenaires -el gran jugador nunca tuvo colaboradores, porque el taco no se presta nunca a nadie- Guerra, Boyer, Solchaga, Damborenea, Belloch y aquel modesto paleto, el juez Garzón, haciendo el ridículo, y liquidado en un sencillo golpe seco de taco? Creó unas mesas de ministros donde nadie tenía ni idea de lo que eran las carambolas. Convocó a los intelectuales más selectos del momento que estaban tan descoloridos como la tiza azulete. Les hizo hombres, reconozcámoslo, les hablaba de grandes temas y ellos, que se sienten humillados por la escena, estaban encandilados ante aquel prodigio sevillano que no le interesaba la ubicación del estrecho de Ormuz, cosa que repetía Suárez a cada visitante, pero que tenía ese sentido del jugador de muchas horas y de acercar las bolas a la cabaña para al final poder quedarse con el ganado. Felipe González fue el gran jugador del billar político de la segunda mitad del siglo XX hispano y acabará por convertirse en buda, legendario consultor, y hasta académico, que ya andan por ahí proponiéndole los que tanto le deben.

Los jugadores de ajedrez, los buenos, disfrutan de un alto concepto de sí mismos. Y es lógico, porque tienen un cerebro que discurre de otra manera que el nuestro y por eso los consideramos paranoicos, pero el gran jugador de billar es aparentemente muy modesto, ni siquiera se comporta como un croupier de gran casino. Ellos se dedican con cierto aire de desgana a medir las esquinas de la mesa, observar al biés al adversario, se vuelven ricos, algunos, y la bola feliz del billar que hace cabriolas sobre el tapete, lo achacan a la casualidad. No hay nada menos casual que el billar, ni siquiera la banca.


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EL REY QUESTÁ MUAPREPARAO, LA REINA Y RETOÑAS


Y en estas fue cuando a Manolo Escobar le robaron el carro un día que andaba haciendo no se qué. ¡Ví vá!

(Por encima de nuestras posibilidades)
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GRECIA: EL EUROGRUPO ES UN GRUPO INFORAMAL QUE SE REÚNE PARA ROBAR FORMALMENTE A LOS PUEBLOS

VAROUFAKIS EXPLICA LO OCURRIDO TRAS SU INTERVENCIÓN EN EL EUROGRUPO TRAS LO CUAL ES EXPULSADO
 Sociología Crítica
28.06.2015




Varoufakis acaba de publicar en su blog su intervención en el EuroGrupo tras la cual le pidieron que lo abandonara. No tiene desperdicio. Al pedirle que se fuera para discutir sin él, se plantó y dijo que cómo era posible si se debía actuar por unanimidad siempre y que ellos eran miembros como estado afectado. Cuenta así lo que pasó (traducción e urgencia):

«Después de mi intervención (véase más arriba), el presidente del Eurogrupo rechazó nuestra solicitud de prórroga con el apoyo del resto de los miembros, y anunció que el Eurogrupo emitiría un comunicado sobre la situación sin salida creada por Grecia y sugirió que los 18 ministros (es decir, los 19 ministros de Finanzas de la zona euro, menos el ministro griego) se reunirían más tarde para discutir las formas y medios de protegerse del temporal que se avecina.

En ese momento pedí asesoramiento jurídico a la secretaría sobre si una declaración del Eurogrupo podría ser emitida sin la unanimidad usualmente requerida y si el presidente del Eurogrupo puede convocar una reunión sin invitar al ministro de finanzas de un estado miembro de la zona euro. Recibí la siguiente respuesta extraordinaria: “El Eurogrupo es un grupo informal. Por lo tanto, no está obligado por reglamentos o normas escritas. Mientras que la unanimidad es usualmente respetada, no es obligatoria pues el presidente del Eurogrupo, no está obligado a respetar reglas concretas. “Dejo al lector su comentario sobre esta notable declaración.

»Por mi parte, [sigue Varoufakis]  añadí la siguiente conclusión así expresada:
»Colegas, negarse a prorrogar el contrato de préstamo por un par de semanas —y con el propósito de dar al pueblo griego la oportunidad de deliberar en paz y tranquilidad la propuesta de las instituciones,con la la alta probabilidad de que vayan a a aceptarlas (en contra de el consejo de nuestro gobierno)—, dañará permanentemente la credibilidad del Eurogrupo como parte del cuerpo que constituyen los Estados socios que comparten no sólo una moneda, sino también los valores de las decisiones democráticas.»

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CORRUPCIÓN, POLÍTICA Y 24-M


4/5

4).- Critica radical de la corrupción (04/05/2015)

Como se dice al inicio del artículo que viene abajo, ser radical es ir a la raíz de las cosas. Siguiendo con nuestro objetivo en El Hurón de relacionar la temática del artículo que se ofrece con la corrupción como necesidad estructural del capitalismo, hoy vamos a ser radicales en una de las fundamentales facetas de la corrupción.

En el capitalismo la lucha contra la corrupción no concluirá nunca hasta que no se llegue a su raíz, es decir, a la producción de plusvalor que ha de transformarse en plusvalía y en ganancia. Muchos son los frenos, obstáculos y muros que dificultan y hasta paralizan el circuito entero que se inicia en la producción, pasa por la circulación, se materializa en el beneficio y, tras necesarias operaciones, vuelve a empezar a una escala superior de producción ampliada.

Las crisis parciales, sectoriales, de ciclo corto que estallan en el capitalismo con más frecuencia de lo que creemos, son en realidad resultado de la interacción confluyente de todas las contradicciones particulares insertas en el interior de esas formas específicas del proceso de valoración del capital: crisis industriales, de servicios, financieras, etc. Pues bien, una de las formas más comunes de las empresas para adelantarse a esas crisis es la corrupción que sirve de aceite que lubrica el funcionamiento integrado de las diversas instancias que forman la esfera industrial, mercantil y comercial, de servicios… de los capitalismos concretos.

Estudios recientes muestran que en el capitalismo español nada menos que el 69% de los directivos reconocen que aceptan sobornos y corrupciones, habiendo aumentado cuatro puntos desde 2013. El capitalismo más corrupto es el portugués, con un 82% de empresarios que reconocen aceptar sobornos y corrupciones, siguiéndoles a la par los de Grecia y el Estado español, estando la media europea en un 35% y siendo el último Dinamarca con el 4%. La media de sobornos y corrupción en los BRICS es del 61%. El sibaritismo de la corrupción empresarial se aprecia sabiendo que el 34% de los sobornos son regalos personales, el 31% regalos para el ocio, y el 16% dinero en metálico.

De cualquier modo, hay que saber que los porcentajes son mayores en la realidad porque la gente, y más los burgueses por su cínica doble moral, tiende a mentir en las encuestas que estudian su comportamiento ético presentándose como mejores de lo que son, más demócratas y tolerantes, y menos reaccionarios e intolerantes. También exageran en las encuestas sobre sus prácticas sexuales, disminuyendo su miseria sexual, como también ocultan su pobreza económica.

Los sobornos, la mordida, los sobres, los regalos, los porcentajes, forman parte de la «cultura económica» española --y también política---, como se afirmaba en un especializado blog económico el pasado 15 de mayo, de manera que «la corrupción es el modus operandi de los negocios en España», una «cultura» que se ejerce con tal desvergüenza y descaro que la percepción social de las corrupciones que se tiene en el Estado español es superior a la que existe en Italia, Egipto, Turquía o Rusia, que deben ser dechados de virtudes calvinistas en los negocios.

Pero la corrupción en el Estado español está garantizada y reforzada por la altísima tasa de «economía sumergida» que si en 2008 representaba el 16,8% del PIB estatal ha subido al 24,6% en 2014 como respuesta a la crisis. Otras estadísticas sugieren que con la activación estival de la industria turística, ese porcentaje puede llegar al 30% en los meses veraniegos. Pero las grandes empresas no pueden dar lecciones de moralidad a la «economía sumergida» porque al amparo de la crisis las empresas del Ibex 35 han aumentado en un 44% su presencia en los paraísos fiscales.

La corrupción es consustancial a la «economía sumergida» como las mafias son inherentes a la «economía criminal» que mueve miles de millones-€. Sólo en La Línea de Cádiz, donde la tasa de desempleo llega al 40%, 30 mafias controlan el masivo trasiego de contrabando dando «empleo» a miles de familias que mueven un «negocio» valorado en centenares de millones-€, lo que supone un fraude de 325 millones-€ a la Hacienda española. Pero estas cifras son muy pequeñas si tenemos en cuenta la totalidad de la llamada «economía criminal» en el Estado español.

Ahora bien, sólo estamos tocando la superficie del problema, las ramas del árbol. Si queremos atacar radicalmente la corrupción tenemos que saber los límites de las propias leyes burguesas anticorrupción para no caer en el pozo reformista que cree que el llamado «sistema democrático», además de «neutral e imparcial» tiene instrumentos legales que acaban con la corrupción o la debilitan al máximo. Por ejemplo, la prensa ha aplaudido con las orejas al informar que la Reserva federal y el Departamento de Justicia de EEUU han multado con ¡nada menos! que 5.200 millones-€ a cinco grandísimos emporios financieros por sus trampas trileras: JP Morgan, Citigroup, Barclays, RBS y UBS; han manipulado durante cinco años los tipos de cambio de divisas.

Sin embargo esa multa es irrisoria por dos motivos: porque justo toca a algo más de 1000 millones-€ por banco, algo apenas ridículo para estas gigantescas corporaciones; y porque a buen seguro que los abogados y consejeros de estos y otros bancos habrán calculado con antelación qué ganancia neta obtienen con sus negocios ilegales una vez pagadas las multas recibidas. En efecto, se calcula que las ganancias ilegales obtenidas durante estos cinco años superan los 9.000 millones-€, o sea más de 4.000 millones-€ de ganancia neta después de haber «cumplido con la justicia».

No es nada nuevo en la historia del capitalismo: Se trata de la «contabilidad en B» que es tan vieja como los primeros tratados de contabilidad en el norte de la Italia renacentista. Lo cierto es que estas multas se han impuesto varios años después de que la alocada e incontrolable ingeniería financiera rompiera las débiles barreras de contención haciendo estallar la crisis actual que va generando otra vez burbujas especulativas muy parecidas a las de entonces. La diferencia es que ahora son determinados Estados los que protegen las cuentas reales de las grandes empresas: a finales de 2014 se supo que Luxemburgo daba un trato de favor a más de 300 grandes transnacionales para que pagasen menos impuestos.

A finales del siglo XIX se fundó el banco HSBC cuya principal función consistía en administrar y hacer rentables los ingentes beneficios que el colonialismo europeo extraía de las plantas de opio en Asia y sobre todo de la vencida China. HSBC fue expandiéndose por el mundo especialmente a partir de 1920, siempre relacionado con los «negocios oscuros», de modo que en 2007 sus beneficios ascendieron a 24.000 millones-$, siendo el 60% de ellos procedentes de las economías emergentes.

Una investigación demostró que en entre 2007 y 2008 el HSBC había «lavado» alrededor de 9.000 millones-$ procedentes del narcotráfico y otros «negocios» solamente en México y en las Islas Caimanes. Otras cifras sobre actuaciones similares del banco entre 2006 y 2008 hablan de 15.000 movidos entre México y Rusia, por citar sólo algunos datos. A finales de 2012 pagó una multita de 1.900 millones-$ por sus actuaciones ilegales.

Pero si de las ilegalidades de las grandes corporaciones financieras pasamos a las formas de «hacer negocio» que se mueven justo en los bordes de lo permitido, es decir, a los llamados lobbys vemos que Microsoft está a la cabeza de los 7.500 lobbys que funcionan en Bruselas y que Google es la firma que más dinero invierte en sus «consejos comerciales» en Washington. Se calcula que en la UE, y sobre todo en Bruselas, actúan unos 30.000 lobbystas mientras que el número de funcionarios es de 60.000 que en la Eurocámara aconsejan a los políticos de turno: un lobbysta para «aconsejar» a dos funcionarios, tarea fácil.

Por tanto, en el capitalismo --recuérdese lo que anteriormente escribimos sobre la corrupción en el socialismo-- la corrupción sólo irá desapareciendo en la medida en que lo hagan el capital financiero-industrial y la producción de mercancías. Volveremos sobre esta decisiva cuestión.


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