miércoles, 12 de junio de 2024
La Europa que viene
La Europa que viene
Rebelion
12/06/2024
Fuentes: Ganas
de escribir
Los resultados
de las elecciones europeas no pueden sorprender. Muchos veníamos advirtiendo
que el ascenso de la extrema derecha y la impotencia de la izquierda son
fenómenos que avanzan en paralelo y se alimentan uno a otro. La pregunta que
encabeza la portada de mi último libro lo
plantea claramente: ¿Cómo construir un mundo mejor cuando se extiende la
extrema derecha para evitarlo y la izquierda no sabe cómo hacerlo?
Lo que va a
suceder a partir de ahora yo creo que está claro. Se mantendrá la gran
coalición entre la derecha de los populares europeos que lidera Ursula von der
Leyen, los socialdemócratas y los liberales centristas, aunque con menor
protagonismo de estos dos últimos, pues han perdido 19 y 29 diputados
respectivamente.
Coaligados,
proseguirán las políticas recientes, aunque ahora más derechizadas, que se van
a concretar en dar prioridad a la estrategia armamentista que ya habían
anunciado y la vuelta en paralelo a las reglas de estabilidad, salvo en lo que
toque a la inversión militar. Una doble guerra, aunque sea de diferente
naturaleza. La cada vez menos disimulada contra Rusia, por un lado; y otra cada
vez más abierta contra los pueblos. El resultado va a ser un deterioro
progresivo y yo creo que muy rápido de la economía y las condiciones sociales
que se empezará a notar en el primer semestre del año próximo y que la
progresiva dependencia de Estados Unidos hará que se agudice.
Desgraciadamente,
ahí no acabará todo. La extrema derecha va a ser ahora muchísimo más decisiva y
cada vez más influyente por tres razones:
– El gran
aumento del número de sus diputados.
– La derecha
popular no sólo no se ha cerrado, sino que ha afirmado que está abierta a
pactos con algunas de sus corrientes.
– Las políticas
militaristas y de recortes económicos y sociales que se avecinan, van a
crear crisis, y descontento, un caldo de cultivo cada vez más favorable para su
crecimiento e influencia.
A medida que la
extrema derecha se vaya reforzando, dentro y fuerza de las instituciones
europeas, los diferentes partidos de corte claramente fascista o incluso nazi,
propagadores de todo tipo de bulos, impulsarán cada día con más fuerza su
propia guerra, en este caso, dirigida contra los que consideran los enemigos
«internos», sus propios compatriotas.
Si a eso se
añade el declive de las fuerzas de izquierdas, su falta de autocrítica y la
ausencia de planteamientos de reflexión y cambio de estrategia a corto y medio
plazo, el panorama es muy desalentador. La Unión Europea va a entrar en un
escenario de deterioro económico y crisis, conflictos cada vez más
radicalizados, muy polarizados, cainitas y, dentro de poco, incluso bélicos. En
definitiva, en guerra también contra ella misma porque todo esto que está
sucediendo ocurre porque sus dirigentes han abandonado de facto y desde hace
tiempo los ideales de paz y progreso que sus fundadores quisieron enarbolar.
Y todo esto se
va a dar en un contexto de auténtica policrisis: climática, económica y
financiera, geoestratégica, de desigualdad y de las democracias.
Lo que viene es
una cuenta atrás muy peligrosa.
Fuente: https://juantorreslopez.com/la-europa-que-viene/
La OTAN está arriesgando un holocausto nuclear por Dinero
La
OTAN está arriesgando un holocausto nuclear por Dinero
KAOSENLARED
12 de junio de 2024 / Por
En este artículo no
pretendemos hacer una auditoría de los estragos causados por el conflicto en
Ucrania y la destrucción de innumerables vidas, no sólo de hombres jóvenes
reclutados de ambos lados, sino también de los civiles, la cual es una
característica típica de la guerra sin cuartel.
No cabe duda de que hay
niveles incalculables de sufrimiento, sabemos que pasará mucho tiempo para que
podamos contabilizar el costo humano y material de esta guerra. En esta
ocasión, sin embargo, nos gustaría ocuparnos de una posibilidad todavía -si
cabe- más aterradora, que incluye el futuro de toda la humanidad: un holocausto
nuclear. Nos vemos avocados a hablar de esto debido a que, como han opinado
múltiples observadores, estamos en el periodo de tiempo más peligroso desde la
crisis de los misiles cubanos (1962), aunque esta vez con mucha menos
visibilidad y sentido de urgencia por parte de los medios y el público en
general.
La guerra en Ucrania era
probablemente evitable si Putin hubiera optado por agachar la cabeza y aceptar
el incumplimiento de las promesas por parte de la OTAN, pero también, lo que es
más importante, si los Estados Unidos en particular y la OTAN en general,
hubieran optado por buscar seriamente canales diplomáticos para detener la
invasión antes de que comenzara en enero de 2022.
Exactamente un mes antes de
la invasión rusa, Charles Maynes escribió un artículo explicativo
para NPR detallando lo que Rusia quería de las negociaciones. La principal
exigencia de Rusia es que la OTAN se comprometa a poner fin a su expansión
hacia las antiguas repúblicas soviéticas, especialmente Ucrania, y cito
textualmente:” Rusia quiere que la OTAN rescinda una promesa de 2008 de que
Ucrania podría unirse algún día a la Alianza de Defensa, pero Estados Unidos se
negó.”, resumiendo: un mes antes del estallido de la guerra, varios
historiadores, entre ellos Charles Maynes plantearon claramente que la única
forma de evitar la guerra era que la OTAN desistiera de la promesa que Ucrania
pudiese entrar a la OTAN.
Las casi tres décadas desde
la caída de la Unión Soviética se han caracterizado por una larga serie de
provocaciones fomentadas por Estados Unidos, concretamente, por la OTAN. Empezaron
ya por 1990 cuando la Unión Soviética estaba al borde del colapso. Mientras los
dirigentes occidentales y soviéticos negociaban la reunificación de Alemania,
el ministro de Asuntos Exteriores de Alemania Occidental, Hans-Dietrich
Genscher, declaró en un discurso público que la OTAN debía descartar una
expansión de su territorio hacia el este. El discurso fue resumido en un cable
escrito por la embajada de EEUU en Bonn, uno de los muchos documentos recogidos
por el Archivo de Seguridad Nacional (NSA) de la Universidad George Washington.
En dicho documento se menciona que en 3 ocasiones el secretario de Estado
norteamericano, James Baker, aseguró a Gorbachov que la OTAN no se ampliaría
“ni una pulgada hacia el este” y lo mismo hizo el Canciller de Alemania
Occidental (Helmut Kohl) al día siguiente. En mayo de ese año, el secretario
Baker aseguró nuevamente a Gorbachov la promesa de no expansión de la OTAN,
misma promesa que reiteraría el primer ministro británico John Major. Incluso
el secretario general de la OTAN de la época, Manfred Wörner, dijo a un equipo
de diputados del Soviet Supremo que él, y la OTAN, estaban en contra de la
expansión.
De este modo, cuando llegó
el final de la Unión Soviética, Gorbachov tenía la seguridad que Occidente no
amenazaría la seguridad rusa, la evidencia de ello era no ampliando la OTAN.
Con la caída de la Unión Soviética llegó una crisis para la industria de defensa. Fue un periodo inusual de relativa paz, entre la Guerra Fría y la Guerra contra el Terror. Los contratos de defensa cayeron a la mitad de lo que eran una década antes, el ejército disminuía su número de unidades de combate, la Marina reducía su número de buques, y la amenaza de la extinción nuclear parecía una pesadilla del pasado, ante esta situación, la industria militar no iba a quedarse de manos cruzadas.
En 1993 Clinton nombró a William J Perry Subsecretario de Defensa, quien convocó una reunión conejecutivos de los mayores contratistas de defensa del país, a una cena secreta que ahora se conoce como The Last Supper, (Última Cena). Perry advirtió a los ejecutivos que los recortes presupuestarios de la posguerra fría, y la caída de la demanda de satélites, misiles y aviones de combate eran una sentencia de muerte para sus empresas, aterrorizados, los ejecutivos salieron corriendo de la reunión para desencadenar una de las transformaciones más rápidas de cualquier industria moderna estadounidense. Unos 12 contratistas se fusionaron en sólo cuatro. Una de ellas, la fusión de Lockheed y Martin Marietta, crearía la mayor empresa de armamento del planeta, dichas empresas iniciaron una carrera en busca de nuevos mercados. Así lo pone un artículo de la época el NYT: “Los contratistas de defensa están actuando como diplomáticos que saltan por el mundo para fomentar la expansión de la OTAN, que creará un enorme mercado para sus mercancías”
Lo que le vendían a las
naciones centroeuropeas para que se unieran a la OTAN era un enorme prestigio
político, al ponerse del lado de EE.UU., en su momento de máxima influencia,
pero pagando un precio: jugar según las reglas de la OTAN que exige inversión
en armas y equipos militares occidentales. Sin embargo, no pocos advirtieron lo
que esta apuesta a corto plazo implicaría para la estabilidad de la región con
el paso de los años, en particular George Kennan, el legendario diplomático e
historiador, declaró en 1997 que la ampliación de la OTAN sería el error más
funesto de la política estadounidense en toda la era posterior a la Guerra
Fría. Ese mismo año, una legión de pesos pesados de la política exterior
estadounidense redactaron una carta de
46 firmantes -entre ellos dos ex-embajadores en Moscú, el ex director de la CIA
Stansfield Turner, Sam Nunn quien dirigió el Comité de Servicios Armados del
Senado, Robert McNamara, etc- advirtiendo que la expansión de la OTAN sería un
error político de proporciones históricas.
A pesar de estas súplicas,
la expansión de la OTAN comenzó, y en 1999 se admitieron tres nuevos países:
Polonia, la República Checa y Hungría. Al año siguiente, el ex director de la
CIA Robert Gates criticó que se siguiera adelante con la expansión de la OTAN
hacia el este “cuando a Gorbachov y a otros se les hizo creer que eso no
ocurriría”. Un año después, Estados Unidos, ya con el liderazgo de Bush, se
retiraría unilateralmente del Tratado sobre Misiles Antibalísticos (ABM) con la
excusa de proteger al país del terrorismo internacional.
La respuesta de Rusia ante esto fue desarrollar, desde el 2004, una nueva colección de sistemas vectores de armas nucleares, incluyendo misiles y torpedos, ese mismo año la expansión de la OTAN alcanzó otro nivel con la admisión de siete países más.
Las ganancias de las
grandes empresas armamentísticas no se hicieron esperar: por ejemplo, Lockheed
ganó un contrato por 3.500 millones de USD para venderle F-16s a Polonia, y
Rumania le compró 1.400 millones de USD a Textron de helicópteros Cobra. El
caso de Rumania es especialmente diciente ya que a pesar de ser un país pobre se
le dijo que la compra haría más fácil su anexión a la fraternidad atlántica.
Para el 2008, la OTAN ya
tenía una frontera con Rusia y había anexionado 10 países, pero esto no era
suficiente para la organización, en el memorándum de Bucarest dejaba clara su
intención de absorber 2 países en su órbita con una relación directa con Rusia:
Ucrania y Georgia. En una comunicación desclasificada por
Wikileaks, el actual director de la CIA William Burns anotó: “Las aspiraciones
de Ucrania y Georgia a la OTAN no sólo tocan un nervio sensible en Rusia, sino
que engendran serias preocupaciones sobre las consecuencias para la estabilidad
de la región. Rusia no sólo percibe el cerco y los esfuerzos por socavar su
influencia en la región, sino que también teme que se produzcan consecuencias
impredecibles e incontroladas, consecuencias, que afectarían gravemente a los
intereses de seguridad rusos”. En respuesta a esta provocación, Rusia invadió
Georgia para evitar este país uniera a la OTAN. Ucrania no fue invadida
entonces porque, decidió en ese momento prescindir de la petición de membresía.
Para el 2014, 2 nuevos
miembros, Albania y Croacia eran admitidos a la OTAN. Los 12 países
postsoviéticos que ahora gozaban de su estatus de miembro de la OTAN, habían
comprado armamento estadounidense por valor de 17.000 millones de dólares. Un
verdadero torrente de armas y dinero iba y venía de Estados Unidos a Europa
Central y Oriental. Con un nuevo gobierno prooccidental al frente de Ucrania,
los mercaderes de armas pusieron sus ojos de nuevo en el país eslavo. Desde el
2014, cuando Rusia invadió Ucrania por primera vez hasta el inicio del actual
conflicto, Estados Unidos había comprometido más de 42.000 millones de dólares
en “Ayuda a la Seguridad, ayudar a Ucrania a preservar su integridad
territorial, asegurar sus fronteras y mejorar la interoperabilidad con la
OTAN”.
Todo empezó a calentarse de
nuevo en el 2017, cuando Trump dio marcha atrás en la política estadounidense
de venta de armas letales a Ucrania. Era solo cuestión de tiempo que la
situación comenzara a escalar, al comenzar la era COVID, EE.UU. y Rusia ya corrían
hacia el borde del abismo. En 2020, los militares estadounidenses y estonios
llevaron a cabo un ejercicio con fuego real utilizando sistemas de lanzamiento
múltiple de cohetes M270 a sólo 70 millas de la frontera rusa. La embajada rusa
en Washington calificó el ejercicio de provocador y extremadamente peligroso
para la estabilidad regional, preguntando: ¿Cómo reaccionarían los
estadounidenses en caso de que militares rusos disparasen en la frontera sur de
EE. UU? El siguiente año el ejercicio continuó esta vez en el Mar Negro, hogar
de la flota rusa. En noviembre de ese año la administración Biden redactó la
llamada Carta sobre la Asociación Estratégica con Ucrania, en la que, guiándose
por la Declaración de la Cumbre de Bucarest de 2008, Estados Unidos apoyaba las
aspiraciones de Ucrania de ingresar en la OTAN: Como en Georgia, una línea roja
rusa fue cruzada.
Rusia había desplegado unos
100.000 soldados en la frontera de Ucrania, listos para invadir cuando se les
ordenara. Finalmente, Putin decide invadir Ucrania en enero de 2022.
Dos meses después de la
invasión, Reuters informó de que el Pentágono había pedido a las ocho
principales empresas armamentísticas que se reunieran para discutir la
capacidad de la industria para satisfacer las necesidades de armamento de
Ucrania si la guerra con Rusia duraba años. Como vimos con Rumanía, esto es
normal, ya que comprar armas occidentales es la forma de acceder más fácilmente
a la OTAN. El establishment de defensa está hoy inundado de nuevos contratos,
no sólo en Ucrania, sino también con los miembros de la OTAN en Europa. Tras la
invasión, las ventas de armas a la OTAN se duplicaron. Podemos sólo especular
por qué estas compañías están ansiosas de unir a Ucrania en la OTAN, como
dicen: follow the money.
¿Harán Ucrania y la OTAN
que Europa sea más segura? ¿Un mundo más seguro? Toda la evidencia histórica
nos demuestra lo contrario. No nos gusta pensar demasiado en lo que eso
implicaría esto para la humanidad, recordemos que el elefante en el cuarto son
los arsenales nucleares que aguardan una orden a lado y lado de la línea de
guerra.
¿Sirve pues la OTAN para
proteger a pueblos o para servir a los intereses de un estrecho sector que
representa a una ínfima parte de la humanidad? ¿Vale la pena poner el destino
de la humanidad en riesgo para que las acciones de empresas inescrupulosas
suban su valor de manera importante?
Referencias:
- https://www2.memri.org/espanol/
- Sending
troops to Ukraine would risk provoking nuclear war, Putin tells Nato |
Vladimir Putin | The Guardian
- Opinion |
Nuclear War: The Rising Risk, and How We Stop It – The New York Times
(nytimes.com)
- ¿Qué es y
qué significa el Reloj del Apocalipsis o del Juicio Final? ¿Qué hora marca
y qué pasa a las 12? (cnn.com)
- 4 things
Russia wants right now (NPR)
- La
Alemania de Kohl quiso impedir la ampliación de la OTAN hacia el este –
SWI swissinfo.ch
- NATO
Expansion: What Gorbachev Heard | National Security Archive (gwu.edu)
- Cronología
de la relación Rusia y Estados Unidos: la Guerra Fría que no acaba
(elconfidencial.com)
- Baker a
Gorbachov: “La OTAN no se expandirá ni una pulgada hacia el Este”, por
Ernesto Ekaizer – El Periódico de España (epe.es)
- After the
Cold War: Living With Lower Defense Spending (fas.org)
- After the
Cold War: Living With Lower Defense Spending (Part 3 of 11)
(princeton.edu)
- ‘The last
supper’: How a 1993 Pentagon dinner reshaped the defense industry | On
Point (wbur.org)
- HOW A
DINNER LED TO A FEEDING FRENZY – The Washington Post
- 30 Years:
William Perry — Reshaping the Industry (defensenews.com)
- Arms
Makers See Bonanza In Selling NATO Expansion – The New York Times
(nytimes.com)
- Opinion |
A Fateful Error – The New York Times (nytimes.com)
- George
Kennan: la extensión de la OTAN al este, «un error fatal» | Conversacion
sobre Historia
- In Letter,
Experts Decry NATO Expansion – Los Angeles Times (latimes.com)
- Memorándum
de Budapest: ¿por qué Ucrania renunció a su arsenal nuclear hace tres
décadas? (el tercero más grande del mundo) – BBC News Mundo
- Cable:
08MOSCOW265_a (wikileaks.org)
- Pentagon
asks top 8 U.S. weapons makers to meet on Ukraine -sources | Reuters
La otra cara del desembarco de Normandía
La otra cara del desembarco de
Normandía
DIARIO OCTUBRE / junio 11, 2024
Sergio
Rodríguez Gelfenstein.— Aunque la vorágine de
acontecimientos internacionales es muy intensa, trato de escribir solo un
artículo a la semana para no atiborrar a mis lectores con tanta información.
Esta semana era inevitable comentar el triunfo de Claudia Sheinbaum y de la
alianza que va a dar continuidad al gobierno de López Obrador en México.
No obstante, he
visto con asombro el burdo y vergonzoso show de celebración del 80 aniversario
del desembarco en Normandía en Francia, suponiendo que el mundo está lleno de
estúpidos que no se dan cuenta que están intentando tergiversar la historia. Me
parece que algo hay que decir. Pero como no me da tiempo de escribir algo
nuevo, recuperé un artículo que escribí en junio de 2014 con el mismo motivo,
cuando se cumplieron 70 años del hecho. Creo que tiene validez y actualidad. Al
final una pequeña nota de comentario.
La otra cara
del desembarco de Normandía
Entre agosto de
1942 y febrero de 1943 se desarrolló el enfrentamiento bélico de mayor
dimensión en la historia de la humanidad. La batalla de Stalingrado produjo un
poco más de 2 millones de bajas entre soldados de ambos ejércitos y civiles
soviéticos.
La victoria
soviética significó un punto de inflexión en la intención nazi de derrotar a
ese país y el inicio de una contra ofensiva de las Fuerzas Armadas al mando del
mariscal Zhukov, que no se detuvo hasta la victoria definitiva en Berlín en
mayo de 1945. En esa medida, Stalingrado, encarnó un cambio en la correlación
estratégica de fuerzas de la segunda guerra mundial y la convicción de
Occidente que el poder soviético no iba a caer por la fuerza avasalladora del
ejército nazi, aspiración suprema de las fuerzas aliadas que durante los dos
años anteriores miraban con ambición no oculta que ese hecho ocurriera.
Intentando
contener a las tropas soviéticas, en julio de 1943 Hitler ordenó el ataque de
sus principales fuerzas, lo que dio origen a la Batalla de Kursk, (en
territorio ucraniano), considerada la de mayor dimensión en cuanto a la
participación de blindados (8.000) y de aviones (5.000) entre ambos
contendientes. Los soviéticos pasaron a la ofensiva y entre julio y agosto
lograron derrotar a la mayor agrupación de fuerzas alemanas sobrevivientes de
Stalingrado convenientemente reforzadas por Hitler. La derrota en Kursk fue el
último intento nazi de pasar a la ofensiva en el frente oriental.
De inmediato,
el mando soviético ordenó dar continuidad a la contra ofensiva para aprovechar
el alto grado de desmoralización que produjeron las derrotas del ejército nazi
en Stalingrado y Kursk, por lo que entre agosto y octubre de 1943 se
desencadenó la Batalla de Smolensk que ocasionó alrededor de 250 mil bajas
alemanas y de sus aliados y 400 mil entre soldados y civiles soviéticos. Esta
contienda permitió la entrada de las tropas en Bielorrusia iniciando los
combates por la liberación de esa república.
Simultáneamente,
en agosto de ese año, dio inicio la Batalla del Dniéper. Al finalizar la misma
en diciembre, las fuerzas nazis tuvieron un millón 700 mil bajas y las
soviéticas un millón 250 mil. Este enfrentamiento también está considerado uno
de los de mayor dimensión en la historia, con la participación de alrededor de
4 millones de combatientes entre ambos bandos.
Durante los
últimos meses de 1943 y primeros del año 1944 el avance de las tropas
soviéticas hacia el oeste se mantuvo indetenible. Fueron liberadas Kiev,
Crimea, Odessa, Sebastopol y Nóvgorod, creando condiciones para romper el cerco
sobre Leningrado que había durado 900 días ininterrumpidamente desde septiembre
de 1941 hasta el 27 de enero de 1944 sin que el alto mando nazi hubiera logrado
el objetivo de capturar la ciudad.
Así, el Estado
Mayor de las Fuerzas Armadas soviéticas preparó para el verano de 1944 la
Operación Bagration encaminada a desplazar a los alemanes de Bielorrusia y los
países bálticos, liberar totalmente su vasto territorio de toda presencia
militar extranjera y entrar a la Europa ocupada a través de Polonia. Esta batalla
significó el aniquilamiento total de 17 divisiones del ejército nazi, quedando
además 50 de ellas gravemente disminuidas.
La Operación
Bagration basó su éxito en el extraordinario trabajo de la inteligencia
soviética que consiguió detectar los planes alemanes hasta el último detalle,
logrando planificar de antemano las operaciones, adelantarse en las mismas y
quitarle toda posibilidad de iniciativa al enemigo que se vio sorprendido y sin
capacidad de respuesta ante la acometida de las tropas al mando de los
mariscales Zhukov, Vasilevsky, Bagramián, y Rokossovsky y el General de
Ejército Iván Chernyajovsky, muerto en combate en Polonia en febrero de 1945.
De manera tal
que esa era la situación en los campos de batalla cuando por fin¡¡¡¡¡, el alto
mando aliado decidió abrir el frente occidental ejecutando el Plan Overlord y
el desembarco en Normandía como parte de él. A partir de ese momento la
mitología occidental se ha encargado de transformar el desembarco en Normandía
-a través de Hollywood y su gran aparato ideológico y de propaganda- en la
“batalla decisiva” de la segunda guerra mundial, adjudicándole a las fuerzas
armadas estadounidenses un papel que no le cabe en la historia. No se trata de
minimizar la contribución de los aliados en la contienda, pero la realización
tardía e interesada del desembarco persiguió objetivos políticos vinculados a
la situación que habría de crearse en la posguerra.
Lo cierto es
que el sostenido avance soviético en el este, despertó inquietud en la alianza
atlántica en la carrera por llegar primero a Berlín y, en primera instancia a
París, en una Francia que resistía a través de sus partisanos comunistas
mientras el General De Gaulle vivía en Londres y refunfuñaba con imprecaciones
de toda índole por la demora estadounidense-británica en ejecutar el ansiado
desembarco, cuyo retraso amenazaba con poner en entredicho su propia capacidad
de liderar el proceso de liberación de Francia.
Debe decirse
que a mediados de junio de ese año, la inteligencia soviética había logrado
desinformar a Alemania acerca de sus planes en el frente oriental, por lo cual
concentraba grandes cantidades de unidades en el este que jamás pudo desplazar
al oeste. Además, sus tropas se encontraban diseminadas en un amplio frente de
combate que iba desde el Báltico hasta el Mediterráneo, donde además de las
tropas soviéticas combatían heroicamente fuerzas guerrilleras rurales y urbanas
en Italia, Yugoslavia, Eslovaquia, Polonia y Grecia.
Sin desmerecer
a los miles de soldados aliados y a los civiles franceses caídos durante y
después del desembarco en Normandía, quienes arriesgaron su vida a favor de
destruir la plaga del nazismo, la cifra de 214 mil bajas aliadas y de 300 mil
alemanes entre muertos y heridos, palidece ante las dimensiones antes relatadas
de las épicas jornadas de combate que sufrió la Unión Soviética durante 3 años.
Si se pudiera
comparar en términos militares, el desembarco en Normandía con las batallas en
Stalingrado, Leningrado, Smolensk, Kursk o el Dniéper habría que decir que la
primera fue una simple escaramuza, no tanto por la magnitud de las fuerzas
militares y el armamento terrestre, aéreo y naval ocupado en las operaciones,
sino sobre todo porque a diferencia de los soviéticos que luchaban por liberar
territorio patrio y su pueblo sufría en carne propia los desmanes y la
represión indiscriminada del aparato de guerra y represión nazi, Estados Unidos
y Gran Bretaña luchaban fuera de su territorio, ocupados en una batalla
geopolítica para impedir que el país de los soviets fuera el primero en llegar
a Berlín y lograra la gloria de derrotar al Tercer Reich en su propia
madriguera. Era parte de la guerra fría y el mundo bipolar.
Es cierto que
45 años después la Unión Soviética fue derrotada y desapareció, que sus líderes
de entonces no tuvieron la misma grandeza de los que lo condujeron en la Gran
Guerra Patria y que su desvanecimiento anunció “el fin de la historia”. Pero
esa es una cosa, y otra es que se pretenda por vía cinematográfica tergiversar
la historia, construir falsos ídolos y esquilmar a los pueblos de la Unión
Soviética el sustantivo aporte que hicieron a la libertad no sólo de ellos
mismos, sino de toda la humanidad.
“Honrar,
honra”, dijo José Martí y se debe reconocer la honra del presidente francés
Francois Hollande cuando durante los actos en conmemoración del 70 aniversario
del desembarco aliado el pasado 6 de junio, en las playas normandas destacó “el
valor del Ejército Rojo y la contribución del pueblo de la entonces Unión
Soviética a la derrota del nazismo en la II Guerra Mundial”. Hollande hizo
patente su deseo de “…saludar el coraje del Ejército Rojo que, lejos de aquí,
frente a 150 divisiones alemanas, fue capaz de hacerlas retroceder”.
En el acto que
contó con la presencia de 19 jefes de Estado entre los cuales destacaba Barack
Obama de Estados Unidos y Vladimir Putin de Rusia, Hollande destacó “…la
contribución decisiva de los pueblos de la llamada Unión Soviética” durante esa
contienda.
En ese sentido,
la agencia Prensa Latina recordaba que “Cuando el mando aliado decidió abrir el
Frente Occidental con el desembarco de más de 130 mil efectivos de varios
países en Normandía, ya el Ejército Rojo había prácticamente derrotado a las
fuerzas alemanas que invadieron a su país agregando que “La confrontación costó
a la hoy extinta Unión Soviética un duro precio de más de 20 millones de vidas
humanas, así como la destrucción de una gran parte de su territorio”.
NOTA: El mundo ha retrocedido tanto que hace solo 10 años atrás, en 2014,
los presidentes de Rusia y Estados Unidos podían conmemorar juntos la derrota
del nazi-fascismo en Europa. Igualmente, la regresión ha sido tan atroz que
hace una década el presidente de Francia reconocía el relevante papel de la
Unión Soviética en la derrota de las hordas nazis. Hoy, en 2024, por el
contrario, Estados Unidos y Francia apoyan al nazi fascismo, lo promocionan,
arman a sus fuerzas y entrenan a sus soldados. He ahí el paupérrimo nivel del
liderazgo occidental, ignorante y genuflexo ante el nazismo, al que apoyan para
conducir al mundo a una tercera guerra mundial, suponiendo que, al igual que en
1941, una derrota de Rusia, les va a llevar a la salvación del capitalismo y al
sostenimiento de la hegemonía que sustentan.
www.sergioro07.blogspot.com
FUENTE: sergioro07.blogspot.com