martes, 31 de diciembre de 2024
Siria incorporó combatientes extranjeros en su ejército
Siria
incorporó combatientes extranjeros en su ejército
TERCERAINFORMACION /
31.12.2024
Los nuevos gobernantes emplearon oficiales y soldados de otras nacionalidades como uigures, jordanos y turcos, y les ofrecieron permanecer en el país con sus familias y obtener la ciudadanía siria.
Las nuevas autoridades en Siria integraron
combatientes extranjeros en sus fuerzas armadas, incluidos individuos
de origen uigur, jordano y turco, como parte de un esfuerzo para
incorporar grupos armados al ejército.
Según las fuentes sirias citadas por Reuters, de
los casi 50 cargos militares anunciados el domingo por el Ministerio de
Defensa, al menos seis fueron asignados a extranjeros.
La medida, según Reuters, busca
otorgar roles oficiales, incluidos puestos de alto rango, a
varios combatientes foráneos.
Sin embargo, esta decisión podría generar
preocupación, tanto entre gobiernos extranjeros como entre ciudadanos sirios,
quienes temen las intenciones de la nueva administración, a pesar de sus
promesas de no exportar la «revolución islámica» y de mostrar
tolerancia hacia las minorías en Siria.
Los nuevos gobernantes, en su mayoría miembros
de la agrupación Hayat Tahrir al-Sham (HTS), propusieron a los combatientes
extranjeros y sus familias obtener la ciudadanía siria y permanecer en
el país.
El Ministerio de Defensa confirmó este domingo
la designación de 49 oficiales, incluidos líderes de importantes
facciones armadas sirias, entre los cuales hay varios extranjeros, tres
con rango de general de brigada y al menos otros tres con rango de coronel.
Miles de extranjeros se unieron a las filas de
los combatientes opositores sirios al inicio del conflicto, hace 13
años. Algunos formaron sus propias agrupaciones armadas, mientras
otros se integraron a organizaciones ya existentes, como el grupo
Daesh.
Por su parte, varias facciones
extranjeras se unieron a Hayat Tahrir al-Sham, que se distanció de sus
vínculos anteriores con Al Qaeda y el Daesh tras enfrentarlos en
violentos combates.
El pasado 8 de diciembre, Hayat Tahrir
al-Sham lideró el ataque relámpago para derrocar al gobierno del
expresidente Bashar Al Assad.
Perplejidades del “milagro argentino”
El gobierno de Javier
Milei ha cumplido un año y el balance difícilmente podría ser más desolador. ¿O
hay alguna duda que la gran mayoría de los argentinos hemos sido empobrecidos
por este gobierno?
Perplejidades del “milagro argentino”
El Viejo Topo
31 diciembre, 2024
El gobierno de
Javier Milei ha cumplido un año y el balance difícilmente podría ser más
desolador. El “ajuste más grande que tuvo la humanidad”, tal como lo calificara
con mucho orgullo el presidente en su discurso, ha reducido el PBI en por lo
menos un 4 %; desplomado el consumo de las clases populares; pauperizado a
grandes segmentos de las capas medias; provocado la desaparición de casi
trescientos mil puestos de trabajo y el cierre de 16.500 pymes y 10.000
kioscos. La gente come mucho menos carne, los niños toman mucho menos leche: un
millón de éstos se van a dormir sin cenar, y según la UNICEF la cifra asciende
a cuatro millones y medio de personas si se toma en cuenta a los adultos. Con ingresos
cada vez más recortados las familias deben gastar mucho más que antes en agua,
gas, electricidad, telefonía y transporte. Quien tenga la desgracia de
enfermarse tendrá grandes dificultades para ser atendido en el hospital
público, con presupuestos ferozmente recortados y su personal luchando desde
hace años por una imprescindible recomposición salarial. Agréguese a lo
anterior que las cuotas de la medicina prepaga se fueron a la estratosfera y
por eso ya son legión aquellas familias clasemedieras que antes podían pagarla,
pero ya no más, y que ahora se dirigen infructuosamente al hospital público.
Esto para ni hablar del precio de los medicamentos requeridos por la población
-sobre todo de la tercera edad- otrora distribuidos gratuitamente por el PAMI y
hoy reducidos a una mínima expresión. La imagen de abuelos y abuelas rogando
que en las farmacias les vendan un blíster o le regalen una muestra médica
porque no pueden pagar el medicamento se ha convertido en un clásico del
panorama social de la Argentina libertaria. Enfermos necesitados de remedios
oncológicos se tropiezan con la indiferencia de un gobierno que ha hecho de la
crueldad uno de sus rasgos definitorios. Y si se habla de la educación el
gobierno ha profundizado hasta límites desconocidos el desfinanciamiento de la
educación pública en todos sus niveles, siendo el ataque a las universidades
nacionales uno de sus objetivos más encarnizadamente perseguidos. La situación
es igualmente alarmante si se habla de la educación escolar y la escuela secundaria,
también afectadas por un desfinanciamiento que viene de largos años. ¿Cómo es
posible que en el distrito más rico de la Argentina, la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, sus escuelas públicas no tengan suficientes vacantes para atender
a la población infantil?
Ante una
situación como ésta, en la cual el Estado se desentiende de las funciones
esenciales que garantizan el bienestar de su población (cosa que no ocurre en
los capitalismos metropolitanos) no deja de sorprender la indiferencia oficial
ante tanto sufrimiento. Pero basta con recordar que el emblema que sintetiza la
ideología de este gobierno es “donde hay una necesidad hay un mercado”, frase
que la Casa Rosada contrapone al supuesto “exceso populista” de Evita, cuando
dijo con razón que “donde hay una necesidad nace un derecho”, algo que
constituye una legítima reivindicación democrática. Aquel emblema, que
emparenta la necesidad con el mercado, demuestra la ignorancia que prevalece en
las filas del oficialismo, su fenomenal desconocimiento de la historia del
capitalismo “realmente existente”, que nada tiene que ver con las idílicas
imágenes de diligentes empresarios privados respondiendo a los estímulos de
mercados, promoviendo el bienestar general y actuando en el marco de una total
deserción de estados cuya única preocupación es que ninguna regulación
gubernamental entorpezca el accionar de estos “héroes” civilizatorios La idea
de que la necesidad genera un mercado no sólo es empíricamente errónea, también
adolece de una imperdonable inmoralidad.
La lista de los
horrores producidos a lo largo de este primer año de gobierno libertario sería
interminable. Me abstengo de hablar de la política exterior porque en este caso
el catálogo de aberraciones y chapucerías sería aún más extenso. En lo social,
este experimento ha producido ricos más ricos gracias a la enjundia con que
Milei luchó para “agrandar sus bolsillos”; y pobres mucho más numerosos -mínimo
la mitad de nuestra población, con una metodología que subestima las dimensiones
reales de la pobreza- y también más pobres que antes. No es el socialismo sino
el “anarco-capitalismo” gobernante el que merece el adjetivo de “empobrecedor”,
que Milei adjudica a todo gobierno progresista o de izquierda. ¿O hay alguna
duda que la gran mayoría de los argentinos hemos sido empobrecidos por este
gobierno? Aparte de eso ¿cómo calificar a destrucción del sistema científico,
el ataque a las artes y a la cinematografía, el desprecio por todo lo que se
aparte de esa lógica bolichera que reduce las más excelsas creaciones del
género humano a la condición de mercancía, objetos sólo valiosos en la medida
en que puedan ser fuente de lucro? Ese es el verdadero significado de la
batalla cultural que proponen los libertarios. No deja de ser asombroso que
este verdadero desastre económico, social, cultural y político producido en
apenas un año haya sido calificado por el presidente como “el milagro
argentino”. Una frase que, sin duda, pasará a la historia, seguramente que no
por buenas razones.
Para terminar,
permítame decir unas palabras sobre las cifras que el presidente tiró al voleo
en su discurso. Reparemos apenas en aquellas relacionadas con la inflación, en
donde el tenebroso número de 17.000 por ciento aparece por enésima vez como un
espectro terrible que se agita en el fondo de la caverna donde se guardan las
pócimas mágicas del “anarco-capitalismo”. Es evidente que Milei busque
fortificarse apelando al “éxito” de su combate a la inflación. La última cifra,
de noviembre, fue de 2.4%, y fue celebrada en la Casa Rosada como un logro
histórico. Pero una somera mirada al vecindario aporta un necesario baño de
sobriedad ya que demostraría que, por ejemplo, en octubre ese valor fue del
0.33 % en Uruguay, 0.56 % en Brasil y 1 % en Chile, al paso que en Colombia el
indicador fue negativo: -0.13 %. Se comprende la necesidad que tiene este
gobierno de convencer a la opinión pública que ha controlado a la inflación
dado que su victoria en el balotaje del año pasado se explica en buena medida
por la ineptitud del gobierno del Frente de Todos para contener ese flagelo.
Pero presentar como positivo un índice de inflación mensual que es unas ocho
veces superior al de Uruguay y casi cinco al de Brasil suena como un tanto
excesivo, para decir lo menos. Además, tanto Milei como sus numerosos voceros
en el ecosistema mediático amén de los políticos que avalan sus proyectos en el
Congreso y en las provincias mucho se cuidan de decir que el relativo control
de la inflación es resultado de la terapia de shock que castiga al conjunto de
la economía. La caída en los niveles de consumo a causa del deterioro en los
salarios del sector formal e informal y de los haberes jubilatorios tuvo como
efecto reducir el consumo y de este modo “planchar” los precios, creando la ilusión
de que la inflación -que tiene causas estructurales y no es un tema de exceso
de emisión monetaria como dice el gobierno- ha sido derrotada. La inflación es
expresión de la puja distributiva y refleja el control que los oligopolios
formadores de precios ejercen sobre los mercados, mismos que en el momento
actual pueden actuar a su antojo sin temer ningún tipo de regulación
gubernamental. Que hay un cambio de tendencia en los índices de la inflación es
indudable; pero ni se la derrotó ni nada autoriza a pensar que ni bien se
supere la recesión actual la inflación no vaya a retornar con renovados bríos.
Los factores estructurales que la explican no han sido controlados en lo más
mínimo por un gobierno que concibe a su misión como “destruir al estado desde
dentro” y que se desvive por eliminar todas las restricciones que las
autoridades deben imponer para evitar el darwinismo social de mercado, una de
cuyas consecuencias es precisamente la inflación.
Fuente: Página12