ADN del COVID-19, apunta a EEUU y no China como origen
del letal virus.
Diario octubre / 15.03.2020
Los estudios sobre el genoma del letal COVID-19,
aparecido en China, apuntan a que este coronavirus podría haberse sido originado
en otro lugar del mundo como EE.UU.
Una investigadora analiza una muestra de ensayo en un
laboratorio científico en Estados Unidos.
En los primeros
días de la propagación a nivel mundial del brote del nuevo coronavirus,
denominado COVID-19, hubo controversias sobre algunos aspectos de esta
enfermedad, como su naturaleza, características, síntomas y tratamiento, pero
lo que puso en alerta a todos los expertos y los medios era el lugar de
aparición de este virus que comenzó a extenderse a todo el mundo desde un
mercado de mariscos de la ciudad china de Wuhan a finales de diciembre de 2019.
En ese momento,
pocos distinguirían entre la “identificación” y la “creación” de este
misterioso virus. El hecho es que el COVID-19 fue “detectado” por primera vez
en el citado mercado de mariscos de Wuhan, pero ¿fue necesariamente “creado” en
ese mismo lugar?
La propagación
de un virus desconocido desde China al resto del mundo se convirtió desde esas
fechas en un asunto de primer orden para la parrilla del prime time de los
noticieros de los medios de comunicación global, liderados, por supuesto, por
las potentes corporaciones estadounidenses, en cubrir todo lo que concerniera a
esta enfermedad y augurando a su público de la destrucción completa del mundo
responsabilizando de ello al gigante asiático y obviando la naturaleza
inofensiva del COVID-19 en comparación a la influenza común en términos de
letalidad.
Cualquier
noticia sobre la crisis de coronavirus, originada en China, no solo empujaría a
la economía china a la bancarrota, sino que también favorecería a los intereses
de Estados Unidos en medio de la guerra comercial entre Washington y Pekín, y
es por eso que a muchos se le viene a la mente que a lo mejor la fuente de la
cepa del virus podría provenir de Estados Unidos.
Hasta ahora,
han surgido algunos motivos para pensar de esta forma, ya que, varios expertos
estadounidenses han confesado que algunos enfermos locales se han contagiado
del COVID-19 por razones “desconocidas” y sin que hubieran viajado a los países
epicentro de su transmisión o que tuvieran contacto con personas infectadas con
el coronavirus.
Aunque todavía
puede ser demasiado pronto para llegar a una conclusión definitiva, el portal
digital Global Research Analytics recopiló recientemente una parte de un
informe de Larry Romanov, experto en economía de la Universidad de Fudan, con
sede en Shanghai, publicado al respecto con el título de “El coronavirus de
China: una evolución impactante. ¿Es posible que su cepa se originó en Estados
Unidos?”.
Conforme a esta
publicación, los primeros estudios científicos sobre el genoma del nuevo
coronavirus muestran que China no es la fuente de esta enfermedad. Para
argumentar su teoría, Romanov anota que después del brote del COVID-19 los
medios de comunicación occidentales rápidamente tomaron el podio y lanzaron la
versión de que aparentemente se había originado y extendido desde el país
asiático.
Sus reclamos,
escribe, era que el patógeno se originó en animales en un mercado húmedo de
Wuhan. De hecho, el origen del virus fue desconocido durante mucho tiempo, pero
ahora, según informes de medios chinos y japoneses, parece probable que el
coronavirus se originó en varios lugares y comenzó a extenderse solo después de
que fuera introducida al mercado de mariscos en la citada urbe china de más de
13 millones de habitantes.
Además, añade,
algunas pruebas sugieren que la cepa del virus no se habría originado en China
en ningún caso, tal y como apuntan algunas agencias de noticias japonesas
y otros medios al señalar que podría haber sido engendrado por primera vez
en Estados Unidos.
Después de
recoger muestras de ADN —ácido desoxirribonucleico que contiene las
instrucciones genéticas usadas en el desarrollo y funcionamiento de todos los
organismos vivos— de entre población china, los investigadores primero
demostraron de forma concluyente que este virus no se originó desde el marisco,
sino también desde múltiples puntos de origen incierto habría llegado al
referido mercado de los mariscos en Wuhan y, a partir de allí, es cuando
empezaría su periplo infeccioso alrededor del mundo.
Al respecto, el
periódico chino Global Times informó en su día de que según un nuevo estudio
realizado por investigadores chinos se ha percatado de que la cepa del COVID-19
puede haberse originado a principios de noviembre, un mes antes de que se
detectaran sus primeros casos de contagios en Wuhan.
El estudio,
publicado en Chinashio, una de las fuentes chinas gratuitas disponibles para
los investigadores en el campo de la ciencia, sugiere que el nuevo coronavirus
provenía de una o más fuentes en el bullicioso mercado de mariscos y luego
debido a los múltiples contactos cercanos entre las personas que realizaban sus
compras en ese lugar se inició la cadena de propagación a otros lugares en un
corto plazo de tiempo.
Estos
resultados se derivan del análisis de datos genómicos, fuentes de contaminación
y la ruta del brote de varias cepas del nuevo coronavirus recogidas de toda
China, acota la publicación china.
Los
investigadores que realizaron el estudio creen que los portadores
originales trasmitieron el virus a los trabajadores y vendedores del
mercado de mariscos, y luego estos contagiaron a los compradores de sus
productos.
Las autoridades
médicas chinas llevaron a cabo investigaciones rápidas y extensas sobre el
origen del virus, identificando todas las especies y variantes mutadas mediante
la recolección de aproximadamente 2 muestras del nuevo genoma coronario de
cinco países diferentes en los cinco continentes.
Durante su
análisis, concluyeron que los nuevos brotes del coronavirus comenzaron a
propagarse nada más finalizarse los Juegos Mundiales Militares de 2019 que se
celebró en Wuhan entre los días 18 y 27 de octubre.
Por su parte,
los expertos japoneses en una investigación independiente sostienen que esta
enfermedad no se originó en China, sino que vino de fuera de este país
asiático.
Esto significa
que el COVID-19 se originó en un país distinto de China, pero ahora surge la
pregunta de dónde está el verdadero origen del nuevo coronavirus. Si las
autoridades chinas verificaran los genomas del virus de dos países diferentes
para encontrar el origen del patógeno, probablemente tendrían una razón
convincente para buscar fuera de las fronteras chinas.
Con estas
revelaciones, se ha ido tomando fuerza la teoría de que el brote del
coronavirus se originara en EE.UU., en este sentido, el medio japonés Asahi
Shimbun informó a principios de febrero que el brote del coronavirus se había
originado dentro del territorio estadounidense, no en China, y algunas o muchas
de las 14 000 muertes por gripe común en Estados Unidos que se produjo durante
el año puede haber sido el resultado de una infección por el COVID-19.
El rotativo
People Daily China citando a Asahi Shimbun escribe que algunos de estos
estadounidenses pueden haber sido infectados sin saberlo con el coronavirus y
es muy posible que el Gobierno de EE.UU., presidido por Donald Trump, no se
haya percatado completamente hasta qué punto este nuevo patógeno se ha
extendido entre su población.
Ante la
insistencia de los medios asiáticos de que este brote se habría originado en el
suelo estadounidense, a los Centros para el Control y la Prevención de
Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de EE.UU. no les quedó
otro remedio que anunciar que se pondrían a trabajar en los laboratorios
gubernamentales situados en Los Ángeles, San Francisco, Seattle, Chicago y
Nueva York para evaluar a las personas con síntomas similares a la gripe común
con el objetivo de detectar si han sido infectadas con el nuevo coronavirus.
Al respecto,
Asahi Shimbun asegura que nadie sabía hasta la fecha la causa de la muerte en
las víctimas de la gripe estadounidense porque la Administración Trump o se
niega a examinar a las personas para detectar qué virus originó sus
fallecimientos u oculta los resultados de dichas pruebas.
Lo que no
aclara el medio nipón es si este virus coronario infectó a la población
estadounidense de forma natural o accidental o fue intencional. Empero, lo que
es claramente evidente es con qué destreza los medios occidentales han ido
rehuyendo de informar de cualquier dato que apuntara a EE.UU. como el origen
del brote de la enfermedad que hasta ahora ha infectado a más de 145 000
personas de 140 países del mundo, y de las cuales han muerto más de 5000.
Un virólogo
taiwanés aseveró en un programa televisivo, transmitido el 9 de febrero en
Taiwán, que, tras analizar algunos cuadros y diagramas de flujo sobre los
cambios genéticos del nuevo coronavirus, puede plantear la posibilidad de que
este patógeno se habría originado en Estados Unidos.
Conforme a sus
palabras, la cepa del COVID-19 que ha infectado a un reducido grupo de
taiwaneses, en concreto a tan solo 49 personas, de las cuales se ha confirmado
la muerte de una de ellas, solo se ha visto en Australia y EE.UU., y dado que
Taiwán no ha sido infectado por australianos, solo puede haber ingresado
dentro de este territorio desde Estados Unidos.
La lógica
subyacente aquí es, expone el especialista taiwanés: “La ubicación geográfica
que tiene la mayor diversidad de especies del virus debe ser necesariamente la
fuente del origen del virus, ya que una especie de virus no puede
derivar de la ‘nada’”.
El experto
sugiere que solo en Estados Unidos se ha detectado la presencia de las cinco
especies conocidas de coronavirus, y que es probable que las cepas de estos
patógenos en otros países se hayan originado en este territorio. Mientras
que, agrega, en Wuhan y gran parte de China solo hay una variante del
coronavirus y así como en Taiwán, Corea del Sur, Tailandia, Vietnam, Singapur,
el Reino Unido, Bélgica y Alemania.
Además, aclara
que el tipo del coronavirus que se encuentra en Corea del Sur y Taiwán es
diferente del que se encuentra en China. Este brote puede ser más contagioso,
pero mucho menos letal; ya que esto puede explicar por qué la tasa de
mortalidad coronaria en Taiwán es un tercio de la de China o en el caso de
Corea del Sur, con 7137 casos confirmados solo se han registrado 50 muertes.
La prevalencia
de la propagación del COVID-19 en Irán e Italia no se ha ensayado todavía, pero
las autoridades persas aseguran que el genoma del patógeno que ha contagiado a
más 12 700 iraníes, de las cuales 611 han perdido la vida, es similar
al que contagió a más de 80 000 ciudadanos chinos, de los que murieron
unos 3189.
Mientras en
Italia se han contagiado 17 600 personas y fallecido unas 1266, resulta que los
datos proporcionados por el Gobierno de Irán confirman que la cepa coronaria
detectada entre los pacientes es la especie más letal al tener una tasa de
mortalidad de entre 2 % y 5 %.
Ahora bien, a
causa del gran volumen de cobertura y el enfoque mediático de Occidente en
China, la mayoría del mundo cree que el brote del coronavirus se ha originado
en este país asiático para extenderse a todas las demás naciones del mundo. Sin
embargo, esta narrativa parece totalmente equivocada, ya que estos medios
eluden con mucha astucia informar los casos confirmados de contagio
en EE.UU., y menos aún la cifra de las víctimas mortales; y todo esto responde
ante la imperativa de no relucir la incapacidad del Ejecutivo de Trump de
afrontar la catástrofe sanitaria que les espera a los estadounidenses y, por
ende, alejar de los focos mediáticos el hecho de que este patógeno que va a
cobrar numerosas vidas entre la población de esta nación, probablemente, se
habría creado en un laboratorio científico de este mismo país norteamericano.
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