viernes, 1 de noviembre de 2019

LO QUE NO SÉ TAMBIÉN EXISTE. Y LO QUE NO VEO TAMBIÉN PASA


Editorial Piras de un incendio global 

El mundo está en llamas. Las preguntas son cuándo, cómo y dónde se producirán las nuevas piras de ese incendio global.

Un manifestante se parapeta en los disturbios el pasado 12 de octubre contra el paquetazo. Fluxus Foto. El Salto. Quito, Ecuador)

el salto
2019-11-01 06:07 

Dos modelos de cambio de régimen han hecho crac al mismo tiempo, en el lapso de una semana. El modelo de la concertación chilena, la salida de la dictadura militar de Pinochet, y la Transición española han sido presentados en las últimas décadas como los exitosos ejemplos de una modificación tranquila de los sistemas políticos. Dos de los focos del incendio global que recorre la espina dorsal del mundo han brotado en Barcelona y Santiago de Chile. 

Son dos focos también de la expansión del neoliberalismo desde los años 70: el rostro amable del turismo y el ladrillo, el rostro pétreo de la privatización y la explotación al límite de los recursos naturales. Y al final de ese trayecto histórico, calles salpicadas de sangre. Muertos y desaparecidos en Chile, balas de goma y la amenaza de condenas ejemplarizantes en el caso de España. Al fin y al cabo, también en el neoliberalismo hay clases. 

El mundo está en llamas. Las preguntas son cuándo, cómo y dónde se producirán las nuevas piras de ese incendio global. Pero no se pregunta por qué. La desigualdad define las relaciones entre el poder y las clases populares: en Ecuador, en Honduras, en las calles de París, en la comuna de Rojava. Las élites interpretan cualquier posible cesión material como un síntoma de debilidad. Reaccionan con violencia a su propio miedo. Ante la alerta climática responden blindando los mecanismos de extracción de recursos.

Las preguntas son cómo, cuándo y dónde, porque los motivos son parecidos en todo el mundo
Las preguntas son si el próximo estallido llegará derivado de una ofensiva extractivista —el petróleo sirio— o a raíz de la subida del billete de autobús. Si veremos barricadas contra el racismo institucional o si el próximo estallido surgirá de la protesta de cientos de miles de mujeres contra los asesinatos machistas. Si será en Bogotá o en un suburbio de Londres. Cómo, cuándo y dónde, porque los motivos son parecidos en todo el mundo. 

Este número en papel de El Salto ha sido realizado durante el convulso mes de octubre de 2019. Hay un modesto recorrido por tres de los conflictos que han estallado a lo largo de estas cuatro semanas. Catalunya, Ecuador, la ofensiva militar sobre las comunas de Rojava. Es un número que se cierra solo un día después de la exhumación del cadáver de Franco del mausoleo fascista con el que selló simbólicamente su influencia sobre todo lo que estaba por venir en España. 

Un número que se envía a imprenta 16 días antes de las elecciones generales. Unos comicios a los que se presentan dos opciones de orden, dos partidos conservadores, de la izquierda y la derecha, que en la historia reciente han compartido la premisa de que el problema de Catalunya es exclusivamente “de convivencia” y que comparten también un mismo rumbo económico que no es otra cosa que el combustible de las protestas que tienen lugar en Europa. 

Son tiempos de emergencia global, es importante que nadie suelte la mano de nadie. También es importante seguir imaginando otras posibilidades de vida en común y de relación con la tierra. Esa misma tierra que, en octubre de 2019, parece a punto de hacer crac.

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ECOGEOGRÁFICAMOLONA. QUE USTEDES DE ESTO NO SABEN. MIREN, EL MAR MENOR ESTÁ EN LOS DE NI ARRIBA NI ABAJO, SEGÚN SE VA PARA VENEZUELA, PERO TORCIENDO POR COREA DEL NORTE, RESPIRANDO UN POCO, PORQUE SI NO TE CANSAS, EN IRAN DE LA MORERIA, RODEANDO CUBA PARA CRUZAR POR LO DE EVO MORALES PARA PEGARTE UN TOPETAZO CON STALIN QUE LLEVABA UN RATO ESPERANDO, POR LO QUE DEBO DECIR Y NO DIGO, QUE EL MODO DE PRODUCCIÓN CAPITALISTA Y LA ALIENACIÓN SOCIAL QUE PRODUCE EL CAPITALISMO NADA TIENEN QUE VER CON EL ASUNTO, SINO QUE EL CULPABLE ES PABLO IGLESIAS QUE SE HA LIADO A CANTAR A LA VERITA DEL CHARCO, QUE NO SEMOS TONTO QUE SABEMO LO QUE QUEREMO Y TAL


Más de 55.000 personas claman por “un Mar Menor con futuro” en una manifestación histórica en Cartagena

Por La Crónica del Pajarito
KAOSENLARED
01.11.2019

En algunas pancartas se leía: «Pobre Mar Menor, 25 años de Gobiernos regionales del PP… ¡Culpables!» y «Ya no hay peces en el Mar Menor, solo besugos para gobernar».



Miles de personas, 55.000 según la Policía Nacional, se lanzaron ayer miércoles por la tarde a la calle en Cartagena en una movilización histórica para exigir que las autoridades medidas urgentes para revertir la situación actual del Mar Menor, para que el estado de la laguna no llegue a un punto de no retorno que acabe con uno de los espacios más singulares y valiosos del país. En la marcha han participado no sólo vecinos de los municipios ribereños del Mar Menor, sino también ciudadanos que se han desplazado de numerosos puntos de la Región para exigir soluciones al problema de la laguna. De Murcia han salido varios autobuses, fletados por la Plataforma Pro-Soterramiento, la Marea Blanca y los Yayoflautas, así como de otros puntos de la comarca e incluso de Lorca y otras localidades más alejadas, como Caravaca de la Cruz.

Con gente de todas las edades vestida de luto, disfrazada de caballito de mar y con camisetas con la leyenda “SOS Mar Menor”, entre los manifestantes de este miércoles resaltaban dos exministras de Medio Ambiente, la socialista Cristina Narbona y Elvira Rodríguez, del PP, el fundador de Podemos Juan Carlos Monedero y altos cargos del Gobierno de coalición murciano PP-Cs. La pancarta que encabezaba la manifestación contenía la siguiente leyenda: “SOS Mar Menor. Por un Mar Menor con futuro”.

Entre las consignas, destacaban “Justicia para el mar, responsables a pagar” o “Nos falta la paciencia por vuestra incompetencia”, y de las pancartas, algunas en las que se leía: “Ya no hay peces en el Mar Menor, solo besugos para gobernar”, “Agroindustria + vertidos = Mar Menor perdido” o “Pobre Mar Menor, 25 años de Gobiernos regionales del PP… ¡Culpables!”. Otros lemas que corearon los participantes en esta protesta fueron: “Nos falta la paciencia por tanta incompetencia” “El Mar Menor es un contenedor”.

Convocada por la Federación de Asociaciones de Vecinos de Cartagena y Comarca Fernando Garrido (FAVCAC), ANSE, Pacto por el Mar Menor, Ecologistas en Acción y la Cofradía de Pescadores de San Pedro del Pinatar, la manifestación partió a las seis de la tarde desde la Alameda de San Antón, en el cruce del puente Cartagonova, y terminó en la Asamblea Regional con la lectura de un manifiesto.

En la lectura de ese manifiesto ha participado la novelista María Dueñas, que ha pedido que todos los que no sean “competentes para salvar el Mar Menor, den un paso atrás y dejen que otros más comprometidos activen las soluciones más urgentes”.

Consideran que esta “masiva convocatoria va a conseguir que se ponga ya en marcha, sin dilaciones ni excusas, las medidas que se han retrasado mucho tiempo. Marcará un antes y un después”.
A media tarde, el presidente murciano, Fernando López Miras, convocaba una comparecencia para una declaración institucional sobre el Mar Menor, pero en un acto vespertino previo ha dicho que este “es un reto que vamos a superar si es un trabajo de todos”.

Se ha visto en la marcha a la vicepresidenta de Murcia, Isabel Franco (Cs); al consejero del ramo, Antonio Luengo (PP), y al de Salud, Manuel Villegas, a líderes regionales del PSOE (como Diego Conesa), Más País (entre ellos Óscar Urralburu), Podemos (como el candidato Javier Sánchez serna) o Ciudadanos, responsables de sindicatos agrarios como Coag y dirigentes del club de fútbol local, en Segunda B, entremezclados con gente llegada desde los distantes municipios de Santomera, Caravaca de la Cruz, Alcantarilla, Murcia o Lorca en autobuses.


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INDEPENDENTISMO CATALÁN. AQUÍ NUNCA PASA NADA, OIGA. PERO UN DÍA PASARÁ, ESO SÍ



Síntomas inquietantes después de la sentencia

Rebelión
TopoExpress
29.10.2019


Existía la percepción generalizada que la sentencia del procés marcaría el punto final de la fase unilateral del movimiento independentista, aunque se ignoraba cómo se produciría y hacia dónde se dirigiría tras este punto de inflexión. La ausencia de un planteamiento autocrítico sobre los errores cometidos por el independentismo en el otoño del 2017 y las reiteradas afirmaciones de que no se acataría una sentencia que no fuese absolutoria hacían prever unas jornadas convulsas donde el movimiento secesionista intentaría no solo movilizar a sus bases, sino relanzar su proyecto político. 
 Los acontecimientos de la semana pasada nos permiten despejar parcialmente algunas incógnitas sobre los eventuales desarrollos del movimiento independentista.

El movimiento independentista sin dirección política

En el orden político se esperaba que la reacción a la sentencia contribuyese a recoser, ni que fuera temporalmente, la profunda división entre los sectores fundamentalistas y posibilistas que pugnan por la hegemonía del independentismo. Por el contrario, no se ha producido una respuesta institucional unitaria a la sentencia y se ha ampliado aún más la brecha entre ambos vectores.

Esto se visualizó claramente en la comparecencia del jueves 17 en el Parlament del president vicario de la Generalitat. Quim Torra, quien sin consultarlo ni con sus compañeros de partido de Junts per Catalunya ni con sus socios de ERC planteó como respuesta a la sentencia insistir en la vía unilateral, a través de potenciar el fantasmal Consell de la República, elaborar una Constitución catalana y convocar en la primavera del 2020 un referéndum de autodeterminación. Una propuesta donde se concreta la consigna del ho tornarem a fer, pero que no encontró apoyos ni en su partido, ni en ERC, que no solo manifestó su malestar por esta huida hacia adelante, sino que propició que dirigentes históricos de la formación como Joan Tardà propugnasen la disolución de la Cámara y la convocatoria de elecciones anticipadas para salir del callejón sin salida.

Sin duda, con este movimiento Carles Puigdemont y Torra buscaban proporcionar un sucedáneo de alternativa política a los sectores más fundamentalistas del movimiento y al mismo tiempo colocar en una situación difícil a ERC, acusándolos implícitamente de tibios y traidores ante esos sectores. Esto pudo comprobarlo Gabriel Rufián, quien hubo de abandonar entre insultos y abucheos una concentración independentista el pasado sábado. Un muestra, si se nos permite la expresión, de justicia poética al autor del desafortunado tuit de las 155 monedas de plata.

No podemos olvidar que todo ello se produce tras el telón de fondo de las elecciones generales españolas del 10 de noviembre, que también servirán para medir la correlación de fuerzas entre ambos vectores del independentismo. En cualquier caso, la propuesta de Torra, que tiene escasas, por no decir nulas, posibilidades de materializarse, implicaría la aplicación del 155. Ahora en términos más duros, que quizás es lo que desean estos sectores del independentismo para profundizar en su confrontación con el Estado. Aquí debemos apuntar a la creciente cuperización del discurso independentista, donde resulta difícil distinguir los pronunciamientos de los dirigentes de la antigua Convergència de los alegatos de los líderes de la izquierda independentista.

En cualquier caso, todo parece indicar que el movimiento secesionista carece de dirección política para abordar la situación generada tras la sentencia que pone punto final a la vía unilateral.

Semántica de la violencia

La consecuencia lógica de la ausencia de perspectivas estratégicas para implementar la independencia y la profunda división de las formaciones secesionistas condujo a que la respuesta a la sentencia abandonase el ámbito institucional para producirse en la calle.

En una suerte de inversión hegeliana, el movimiento independentista que se jactaba de convocar manifestaciones multitudinarias donde no se dejaba un papel en el suelo ni se rompía una papelera, ha derivado en una salvaje explosión de violencia con graves heridos, incendios y brutales destrozos del mobiliario urbano durante varias noches consecutivas de disturbios en Barcelona y otras ciudades catalanas. Unos disturbios que han tapado las grandes movilizaciones pacíficas de las denominadas marchas de la libertad que, en realidad, han sido marchas por la independencia.

El hecho de que este estallido de violencia, con ribetes vandálicos, haya sido protagonizado por jóvenes y adolescentes de las clases medias obliga a una reflexión de fondo y también nos permite esbozar de modo microfísico cómo se (re)elaboran los discursos en el movimiento independentista.

En principio, el brutal choque con las proclamas sobre el carácter cívico y pacífico del movimiento independentista condujo a que Torra negase la realidad y responsabilizara, sin pruebas y contra todas las evidencias, a “infiltrados y provocadores” de los disturbios. Unas afirmaciones que posteriormente fueron matizadas por el cuestionado conseller de Interior Miquel Buch al atribuirlos a “grupos antisistema” en que el podían participar independentistas.

Sin embargo, desde los sectores más radicales del movimiento se apresuraron a desmentirlo. Así la exdiputada de la CUP, Mireia Boya, aseguró en un tuit (traducimos del catalán): “sabéis perfectamente que estos jóvenes en las calles no son grupos violentos, son vuestros hijos, hijas, nietas, sobrinos que han perdido el miedo.” Paralelamente, Vicent Partal, director del digital ultraindependentista Vilaweb, generosamente subvencionado por la Generalitat, le dedicó un editorial titulado (traducido del catalán): “Basta de mentiras: son nuestros muchachos, los hijos del 1-O, quieren ganar y merecen nuestro apoyo”, donde podía leerse: “El hecho preocupante de verdad, en este momento, es la campaña de criminalización de la nueva generación de jóvenes, de nuestros muchachos, vuestras nietas, los sobrinos y las sobrinas, los hijos y las hijas de vuestros amigos que hace días que plantan cara sin desfallecer al autoritarismo y a la inenarrable violencia policíaca de que somos objeto en las calles de nuestras ciudades (…) ¿Pero cómo podéis ir contra ellos? Si sois vosotros quienes los llevasteis a todas las manifestaciones, cogidos de la mano, prometiéndoles un país nuevo donde se viviría con dignidad y que estaba a punto de llegar. Si les habéis comprado las camisetas y las banderas, sí, la negra también. Si les enseñasteis vosotros mismos a gritar ‘¡1-O, ni olvido ni perdón!’. Si os vieron gritar indignados el día del referéndum, encendidos de ira con la misma policía que ahora los apalea a ellos”.

En efecto, estos jóvenes han crecido en el medio ambiente procesista donde se les ha inculcado el odio a España, caracterizado como un Estado dictatorial, y en la intolerancia respecto a todo aquel que discrepara con el independentismo, al que se le tacha de fascista, cuando la supuesta voluntad del pueblo está por encima de leyes y constituciones en un país donde las calles son únicamente suyas. De modo que no resulta extraño que la frustración generada por el incumplimiento de las promesas de una independencia exprés y de bajo coste haya degenerado en estos brotes de violencia. También es significativo que en la denominada huelga general del pasado viernes, según los sindicatos de clase un cierre patronal, el único sector que casi paró en su totalidad fue la enseñanza, pues gran parte del profesorado es militantemente independentista. Por otro lado, quizás también haya influido el consumo de videojuegos ultraviolentos tan de moda entre jóvenes y adolescentes.

Asimismo, debe destacarse cómo el foco de la crítica se desplaza de la violencia de los jóvenes a los excesos policiales. Sin duda, éstos últimos han existido y son rotundamente condenables, pero se obvia que las fuerzas de seguridad no han cargado contra las manifestaciones pacíficas, sino únicamente contra las explosiones de violencia vandálica.

Cronificación del conflicto

En las movilizaciones del movimiento de los indignados participaron sobre todo jóvenes de los barrios obreros de la periferia que ocuparon pacíficamente las plazas de las ciudades catalanas, que en Barcelona fueron brutalmente desalojados por los Mossos d’Esquadra, siguiendo las órdenes de Felip Puig, y fueron invitados por Josep-Lluís Carod Rovira a “irse a mear a España”. Ahora estos jóvenes parecen haber desaparecido de la escena sustituidos por miembros de su generación pero de las clases medias catalanohablantes que, a diferencia del 11-M, no reivindican cambios sociales, sino demandas nacionalistas. Asimismo, se aprecia un corte generacional entre los adultos que, en ANC y Omnium Cultural, se movilizan de modo pacífico por la independencia con sus hijos y nietos que ahora la exigen de modo violento, para desolación de Carme Forcadell. Por cierto, una de las escasas dirigentes del movimiento que se ha atrevido a entonar una autocrítica y que ya está siendo objeto de durísimas críticas por los sectores más fundamentalistas. 

https://www.racocatala.cat/forums/fil/228265/carme-forcadell-plora-containers-pero-no-pels-joves-demostra-ignorancia-total

Todo ello constituye un inquietante indicador de que el conflicto nacionalitario en Catalunya se cronifica, pues ha arraigado entre la juventud de las clases medias, lo cual parece asegurar su continuidad al menos durante una generación. Los recientes acontecimientos en Catalunya parecen conducirnos a una sociedad profundamente fracturada donde ha estallado en mil pedazos el sueño del sol poble, inspirado por el PSUC y recogido por el catalanismo conservador. Tristemente, el país se dirige hacia un tipo de sociedad como Irlanda del Norte o Bélgica, donde católicos y protestantes o valones y flamencos, viven en comunidades separadas y profesándose un odio mutuo.

Una perspectiva de empate infinito en el que el Estado español carece de la fuerza necesaria para acabar con el independentismo y el movimiento secesionista es incapaz de asumir la mayoría necesaria en el país para alcanzar sus objetivos.

Los puentes rotos

Los recientes acontecimientos avalan la consideración de que el independentismo es la fase superior del pujolismo. En su primer discurso de investidura (1980), Jordi Pujol aseguró que el sistema educativo y la televisión pública, ambos en lengua y contenidos catalanes, constituirían los puntales de la (re)construcción nacional del país. Hacia el final de su mandato (1990) se diseñó el denominado Programa 2000, con el objetivo de infiltrarse y ocupar todos los puestos claves de las instituciones culturales, sociales y económicas de la sociedad catalana, con especial atención en el sistema educativo y los medios de comunicación. Lo que, todo hay que decirlo, se logró con notable éxito.

Todo ello ha derivado en una inquietante degradación de las instituciones catalanas que ha contaminado desde el Parlament de Catalunya a la presidencia de la Generalitat. Así, muchos profesores han declinado de su labor de educadores para convertirse en propagandistas de la causa nacional y muchos periodistas han dejado de serlo para devenir agitadores del independentismo. Todo ello a costa de una inquietante restricción del pluralismo ideológico del país, donde los contrarios o simplemente los tibios respecto a la secesión suelen ser señalados y estigmatizados.

Este sombrío panorama dificulta extraordinariamente el éxito de las fuerzas políticas y sociales que defienden destensar el conflicto y hallar alguna suerte de solución negociada. Las formaciones como PSOE-PSC y ERC que tímidamente y con muchas contradicciones han mostrado cierta propensión en este sentido podrían verse desbordadas por los sectores más fundamentalistas. Llegados a este punto debe rechazarse la completa ausencia de sentido de Estado de la derecha españolista, representada por PP, Cs y Vox, cuyo único objetivo parecer ser echar más leña al fuego al conflicto, con unas posiciones que si llegasen a triunfar conducen directamente a la confrontación civil.

Las elecciones generales españolas servirán para tomar el pulso de esta correlación de fuerzas y para comprobar si las formaciones partidarias de la confrontación en España y Catalunya ganan posiciones respecto a quienes intentan atemperar el conflicto.


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CHILE, BARRIO DE BILBAO, Y POR ESO SON TODOS LOS VECINOS DE TODOS LOS BARRIOS LOS QUE TIENEN QUE DECIDIR SOBRE SUS VIDAS


Chile. El TPP es una bomba de tiempo para la Nueva Constitución

Tercerainformación.es
30/10/2019 

En asambleas barriales y territorios, y en  todos los espacios, exigimos junto a las demandas sociales  el retiro de la tramitación de TPP en el Senado, al igual que el de todos los proyectos de Piñera que afirman este modelo neoliberal.
El TPP-11 es un tratado internacional a punto de aprobarse en el Senado. Como Chile tiene tratados de libre comercio con los 11 países que lo integran, entre los cuales están Japón, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, su objetivo no es el bajar aranceles. Persigue dar todas las garantías a las inversiones y proyectos de las corporaciones como Bayer /Monsanto y a  las mineras,  farmacéuticas, forestales y otras.
Si una ley chilena posibilitada por una nueva constitución es considerada por estas transnacionales como un obstáculo al comercio o una expropiación, estas corporaciones pueden saltarse nuestra legalidad  y demandar al Estado en tribunales internacionales donde la mayoría de las veces ganan los abogados puestos por  ellos. En esos juicios no hay jueces,  sino abogados de esas corporaciones y del Estado que deliberan en secreto. Esto nos afecta en la salud, las semillas y la soberanía,  dificultando aun más el recuperar el agua,  la semilla tradicional y pensiones dignas. Si se aprueba el TPP sería difícil de levantar ese amarre previo -como los que hizo Jaime Guzmán en la Constitución pinochetista- a una nueva constitución. El TPP ya está aprobado por los diputados y sólo falta que se vote por todos los senadores en sesión plenaria, sin fecha por ahora.
 Hay que exigir al gobierno desechar definitivamente este proyecto que apunta a consolidar el modelo y detener los cambios. Su aprobación previa sería una bomba de tiempo para la nueva constitución que se está pariendo desde abajo en estos días, porque el Tpp es una especie de constitución global que asegura férreamente las inversiones de las transnacionales. Por ello la constitución que nos permita desprivatizar el agua, y tener alimentos sanos, lograr no más Afp y cambiar las reglas del juego en tributación a mineras, forestales, agroquímicas o farmacéuticas transnacionales, sería cuestionada por estas empresas con demandas en tribunales internacionales cada vez que se ejerzan estos nuevos derechos constitucionales. Por eso  hoy más que nunca decimos #NoalTPP , no a la entrega  de soberanía y el intento de poner una camisa de fuerza a los cambios que hoy exige el pueblo.
Lucía Sepúlveda Ruiz, Chile Mejor sin TLC, octubre glorioso de 2019.

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