domingo, 2 de junio de 2019

FRANCIA. SOBRE LOS CHALECOS AMARILLOS



Michael Löwy: ”Los chalecos amarillos son una experiencia inédita”

Por Néstor López
Kaosenlared
02.06.2019

Hay que volver a la Comuna, porque fue un ejemplo de democracia popular proletaria. Mucho más que la Revolución Rusa que muy rápidamente se convirtió en el poder de un solo partido; en tanto que en la Comuna toda la gente estaba ahí participando horizontalmente de modo tal que tenía un carácter mucho más democrático.



Hay que volver a la Comuna, porque fue un ejemplo de democracia popular proletaria. Mucho más que la Revolución Rusa que muy rápidamente se convirtió en el poder de un solo partido; en tanto que en la Comuna toda la gente estaba ahí participando horizontalmente de modo tal que tenía un carácter mucho más democrático.

Néstor López: ¿Se podría comparar el fenómeno de los ‘Gilets Jaunes’ (chalecos amarillos) con lo que paso en Argentina en inicios de los 2001?

Michael Löwy: Mira, es difícil comparar con Argentina, porque son realidades muy distintas. Pero me parece que en la Argentina la experiencia en algunos puntos era más avanzada, porque había tentativas de un poder local, a través de las asambleas de barrio. Había también una relación con el movimiento obrero más orgánica, con ocupaciones de fábricas; en fin, es distinto. Aquí hay otros avances, Son experiencias muy distintas.

En relación a los ‘Gilets Jaunes’, es una experiencia inédita en Francia, porque aquí las luchas que hubo fueron clásicas, lucha de clases clásicas, como la del año 95, que fue una lucha muy importante, que ganamos; y la lucha contra la ley del trabajo de hace unos tres o cuatro años, en la cual fuimos derrotados. Pero son luchas clásicas, de la clase trabajador en sentido amplio, de los estudiantes, de los sindicatos, de la izquierda, en fin, luchas clásicas. Ésta de los ‘Gilets Jaunes’ es muy distinta, está fuera de lo institucional, de los sindicatos, tampoco se dirigen directamente en contra de los patrones, sino contra el Estado, es decir tienen un carácter nuevo.

Al principio, hay que decirlo, el movimiento empezó con una agenda muy limitada, era la cuestión del precio de la gasolina, y parecía que tenía un carácter muy de propietarios de coches, de quejas sin que les importase la ecología… y demás. Pero muy rápidamente, el gobierno reculó, sacó la tasa ecológica del precio de la gasolina, pensado que con eso se iba a terminar. Sin embargo, a partir de ahí, el movimiento se profundizó, se extendió y se radicalizó. Fue curioso, lo que había sido el pretexto fue dejado de lado y el movimiento pasó a tener agendas cada vez más radicales, con un punto común que es siempre la referencia contra el gobierno, siempre la referencia es contra Macron, “Fuera Macron”. Es decir, contra ese gobierno de los ricos, esa es la idea, de los banqueros, con su política fiscal que favorece exclusivamente a los millonarios, con su obstinación en suprimir el impuesto sobre las grandes fortunas; así en todo parece representar al gran capital. Entonces, es un rebelión de clase, popular, plebeya, en contra de un gobierno del capital, de los ricos, de los bancos. Y también contras las políticas neoliberales, primero hacia sus medidas fiscales, pero poco a poco extendiéndose a otros campos.

Entonces el movimiento enfrentó al gobierno, y hubo una represión violentísima, sin precedentes en la historia moderna en Francia. Desde la Segunda Guerra Mundial nunca hubo una represión tan brutal, con centenares de heridos, con mutilados, veinte personas que perdieron un ojo… en fin, cosas terribles. Algo no visto. En mayo del 68 no se vio eso. Una represión sin precedentes, contra un movimiento que tenía y tiene aún amplio apoyo popular, alrededor de un 60%, un poco más o menos, simpatiza con él, cree que es legítimo, que tienen razón, etc. Entonces, es una lucha del gobierno, con su aparato represivo y judicial, en contra del pueblo y, directamente, en contra de los ‘Gilets Jaunes’.

Ellos tienen sus formas de autorganización local, a través de las reuniones en las circunvalaciones del cruce de rutas, y luego con las asambleas, han dado un paso más con esas asambleas locales y, finalmente con las asambleas nacionales, se reunieron ya dos veces, y han sacado documentos muy interesante, muy radicales, documentos que tienen un programa antineoliberal y, en cierta medida, anticapitalista. Al respecto de esto, es necesario señalar que la extrema derecha en un principio trató de infiltrar en el movimiento, intentando así capturarlo e introducir sus demandas contra la inmigración, etc. Y en un primer momento hubo una cierta influencia, hubo gente influenciada por eso, y hubo incluso en un momento una agresión contra la izquierda: un grupo de fascistas con chalecos amarillos atacó a militantes de la izquierda radical. Pero esos elementos de extrema derecha fueron siendo poco a poco alejados por el movimiento, marginados; y sus propuestas, sus demandas fueron también marginadas.

Ahora, eso no quiere decir que todos compartan una conciencia política radical, socialista, internacionalista: no, no es eso; pero hay acuerdo, por ejemplo, en no plantear la cuestión en contra de los inmigrantes, es decir que aun quienes sí estan influenciados por la xenofobia, se dan cuenta que no es algo consensual y por lo tanto, dicen, vamos a plantear cuestiones que estén consensuadas. Eso es muy importante. Entonces, si vemos los documentos que salen, son muy coherentes, muy radicales y con una tonalidad más anticapitalista. Ahora, claro, las asambleas representan un poco las vanguardias del movimiento, es decir la gente más politizada, la gente que habla en las asambleas, que se hace elegir; e incluso en esas vanguardias no todos consiguen entender lo que se está discutiendo en la asamblea. Hay un informe interesante, entrevistaron a varios delegados, y algunos menos politizado decían “yo no entiendo de qué se está hablando, tienen una terminología que nosotros los del pueblo no entendemos”. Entonces, hay niveles desiguales de politización de conciencia, lo que es normal, pero en definitiva se llega a un cierto consenso que es radical, que es antigobierno, antineoliberal, incluso anticapitalista; pero eso no quiere decir que todo el movimiento comparta eso; son las resoluciones de la Asamblea, que son una referencia, obviamente, del movimiento, pero si vamos a la base algunos van a decir “no sé qué es eso”… No hay que ilusionarse con que esas resoluciones representen el nivel común, ni mucho menos del conjunto de la población que simpatiza con el movimiento.

Bien, entonces creo que se ha producido un gran avance y que ha obligado a los sindicatos a buscar una convergencia. La actitud de los sindicatos al principio era muy despectiva pero se dieron cuenta de la dinámica y están buscando converger y eso es muy positivo; lo mismo con los ecologistas, quedó claro que Macron intentó utilizar el discurso ecológico contra los ‘Gilets Jaunes’, pero hace dos meses o un poco más, hubo un encuentro común de los ‘Gilets Jaunes’ y los ecologistas en la lucha contra el cambio climático, de modo tal que se ve en las asambleas cada vez más la cuestión ecológica. Eso también es un avance importante del movimiento, porque al inicio parecía que la ecología no les interesaba.

Ahora bien, el gobierno no logra destruir al movimiento, a pesar de la represión sigue, con altos y bajos, cada semana. Atendiendo a esa tendencia y si observamos la convergencia con los demás movimientos sociales, esto representa una amenaza para Macron. Sin duda, él sale de este enfrentamiento muy debilitado, lo cual no quiere decir que esté derrotado. A partir de aquí vemos una nueva situación, de la cual es difícil prever el futuro. Por ahora, el movimiento no tiene una traducción política institucional, ya sea por su propia dinámica y su desconfianza de la política institucional y también por cierta despolitización de algunos sectores. Entonces el resultado es que a nivel político, electoral, institucional… no tendrá expresión, realmente. La prueba la encontramos en que ahora habrá elecciones a nivel europeo de la que generalmente la mitad de la población francesa no participa, por buenas y por malas razones, pero no participan; los ‘Gilets Jaunes’ son también parte de eso. Y los que sí participen, se van a dividir fundamentalmente entre los que siguen apoyando a Macron (probablemente, no los GJ), los que van a votar por Marine Le Pen (que incluye una parte de los GJ, hay que decirlo) y los que votan por la izquierda, pero una izquierda que está muy mal de piernas, muy dividida: hay cinco listas de izquierda separadas, sin hablar del Partido Socialista, que no puede decirse que sea de izquierda. El mejor resultado lo van a sacar los de Melenchon, Francia Insumisa y los Verdes que están entre 8 y 9%. El total de la izquierda, incluso con los socialdemócratas, no pasan del 30%, lo cual es muy bajo históricamente, muy bajo. Entonces no hay una traducción política directa del movimiento, lo que es comprensible pero al mismo tiempo es una dificultad.

Tampoco lo hubo en el 2001 argentino…

Tampoco, tampoco lo hubo en el 2001. Y mucho más tarde, estuvo el kirchnerismo, que tampoco fue una traducción política muy satisfactoria, pero eso es otro asunto. En Francia, curiosamente, antes del movimiento GJ, Francia Insumisa había logrado captar la rebelión de la gente en las elecciones presidenciales, cuando lograron casi el 20% del voto. Sin embargo, ahora, en parte por errores de Melenchon, no están logrando captarla y transformarse en su expresión política, a pesar de que apoyaron al movimiento casi desde el principio. Entonces, aquí estamos frente a un proceso un poco imprevisible. Pasadas las elecciones europeas veremos cómo se van barajar nuevamente las cartas. Y cómo sigue el movimiento

¿En la izquierda (Partido Comunista, trotskistas, etc, etc) hay debate sobre qué tipo de relaciones establecer con este movimiento?

En el inicio sí hubo, porque el PC, por lo menos, y la CGT, no tenían mucha afinidad, estaban más bien replegados. Los “troskos” digamos, el Nuevo Partido Anticapitalista, etc, se metieron bastante rápidamente, sobre todo Olivier Besancenot, que representa una corriente del NPA más metida en los movimientos sociales (hay otras corrientes más ortodoxas que, quedaron un poco más atrás). Pero él sí fue inmediatamente, de hecho me acuerdo que tuvimos una discusión donde yo le decía “¿vos estas seguro que este movimiento tiene importancia)?” y él me contestó “Sí, estoy seguro”. Tenía razón. Se metió, y se transformó rápidamente en una figura importante.

Melenchon y Francia Insumisa también, después de una breve discusión, se metieron. Lutte Ouvriere creo que no, no tengo mayor información, pero por sus características dudo que se hayan metido mucho. No sé.

Yo veo que el movimiento es más del interior de Francia que de París, o que por lo menos tienen más fuerza en el interior. No sé si Ud. vio la película Je veux le soleil (Quiero el sol.). No solo me hace acordar a las luchas zapatistas, por la dignidad, por la digna rabia, y también a Marx, cuando plantea que para él nuestra lucha es “lograr la dignidad y la autodeterminación para el trabajo y para el trabajador”; y también dijo “ellos lo hacen (cuando luchan) pero no lo saben”. Es decir, me parece que, como dijo usted, el movimiento avanza como un glaciar, de manera lenta, pero avanza. Por ejemplo, he visto en la última marcha un cartel con la leyenda “Comuna de París 1871, Comuna de París 2019”.

Al principio la referencia era la Revolucin Francesa, 1789: “Somos los Sans-Cullottes”. Pero ahora miran hacia la Comuna. Es un cambio interesante. Y tienes razón en que la reivindicación de la dignidad es central en el movimiento. La gente, en la película, ve pisoteada su dignidad humana. Y la pelea contra Macron, es por su desprecio, es la actitud de la dignidad del pueblo, de los pobres, de los trabajadores, oprimidos y explotados. Pero no es un movimiento de trabajadores en el sentido clásico, del trabajador de fábrica; sino de precarios, desempleados, pensionados, etc. Por supuesto hay también trabajadores, pero no es el movimiento clásico…

Es la gente común…

La gente común, sí. Es lo que en América Latina llamamos el pobretariado.
No la había escuchado, pero me gusta la expresión. No sé si usted conoce a Jerôme Baschet… ¿sí? ¡Qué bueno! Resulta que Jerôme estuvo por acá (en Francia) durante un intervalo a su trabajo en Chiapas y, asistió a la última asamblea de asambleas (hubo cerca de 700 delegados, un hombre y una mujer por cada asamblea local) de los ‘Gilets Jaunes’, en Saint Nazaire y me comentó que en un intervalo le preguntaron de su labor en Chiapas. En la reanudación del plenario, le pidieron que comente el funcionamiento de las comunas zapatistas. Lo escucharon con atención y se plantearon cómo saber más sobre lo qué pasa en Chiapas, y pensaron en cómo mandar delegados para saber cómo es una comunidad en funcionamiento horizontal. Entonces cuando veo Chiapas, Argentina, Oaxaca, Francia, la guerra del agua en Bolivia… aunque como dice usted no son todas iguales, ni siquiera como modelo, pero podemos ver un común denominador de comunalidad. Esa diversidad esa horizontalidad es interesante y alienta la esperanza de un cambio estructural. En cambio nosotros tomábamos el modelo de la Revolución Rusa, no veíamos otra cosa y así nos fue. De allí que sea muy bueno ver las diferencias y las particulares de cada lugar. Pero en grandes líneas, veo una corriente subterránea, en todo el mundo, de flujo comunal, que cuando estalla, emerge con las características de comunalidad, como la horizontalidad, por ejemplo, que es un factor común a estos movimientos. Creo observar un espíritu de época distinto al de la Revolución Rusa. En fin, estos elementos en común auguran un poco de esperanza.

Estoy de acuerdo. Yo a esto lo llamaría un espíritu libertario: hay una voluntad de autorganización desde abajo y una desconfianza al Estado, a las instituciones; y un deseo de rechazar los tipos de organización vertical, autoritaria, ya sean las reaccionarias o también de la izquierda, lo cual me parece muy positivo. Walter Benjamin tiene un artículo muy interesante sobre el surrealismo del año 29, que plantea la necesidad de buscar la articulación entre el espíritu espontáneo, libertario del anarquismo, con la disciplina y la organización revolucionaria. Algo complicado, que no es muy sencillo.

En relación a esto, es interesante ver la Comuna de París de 1871, porque Marx con los anarquistas trabajó codo a codo, no era la pelea que tenían con Proudhon. En esa coyuntura Marx dice que lo más importante de la Comuna es su existencia fáctica y pensar partiendo desde los hechos de lucha y no de las prefiguraciones metafísicas. En este sentido, podemos retomar al joven Marx en sus tesis sobre Feuerbach, una dice que es “la existencia la que determina la conciencia”, es decir que uno puede pensar a partir de los hechos y no de pensamientos ideales y abstractos.

A partir de la praxis.

Efectivamente. Creo que eso nos faltó en el 2001 argentino. Esto lo sintetizan perfectamente los zapatistas cuando dicen “caminando preguntando”. Podemos hablar del libro de Kristin Ross sobre la Comuna de París, donde plantea y destaca la unidad del trabajo manual y del trabajo intelectual; y la existencia del trabajo no-alienado y cómo eso le permitió avanzar muchísimo, sobre todo en la educación. Sobre esto, también podemos citar el caso cubano, en los inicios de la revolución ellos solucionaron el analfabetismo enviando a los jóvenes de entre dieciséis y veintitantos para que vayan a enseñar al campo, y no esperando formar primero tecnócratas especialistas en enseñar a escribir y leer, que al fin y al cabo, no sirven para nada y no resuelven el problema.

Volviendo a la cuestión de la Comuna, es muy importante señalar que los partidarios de Marx y los anarquistas trabajaron juntos. Lograron juntarse y así aprender unos de los otros. Algo que pudimos ver en los primeros años de la Revolución Rusa y en la revolución en España. Y ahora, en los zapatistas. Entonces hay un hilo ahí, al contrario de los manuales de historia obrera, donde lo que hay es una pelea encarnizada entre marxistas y libertarios. Hay otra historia, que es la historia de la convergencia de las dos corrientes. Y esto me parece muy importante.

Hace unos momentos usted nombró a Walter Benjamín. Él hablaba de la historia a contrapelo. En este sentido, creo que la historia de la Comuna de París está tapada, no la aprendemos. No la discutimos. Yo sé que aquí todos los años se hace un acto recordatorio. Sin embargo, el muro donde fusilaron a los comuneros en el cementerio Père-Lachaise se llama “El muro de los federados”. Le han tapado el nombre de “los comuneros”. No pretendo que digan “donde asesinamos a los comuneros”, pero por lo menos “El muro de los comuneros” y sobre todo de las mujeres, porque fueron la gran mayoría masacradas sin piedad. Entonces hay un esfuerzo por tapar, para que no se pase la mano a contrapelo, para no descubrir que somos todos todavía parte de esa tradición. Yo estoy entusiasmado por ver qué hacemos el año que viene y el otro recordando y conmemorando los 150 años de la Comuna. Creo que no deberíamos hacer un acto, un congreso donde se presenten los papers, que te aportan al curriculum, sino comenzar a plantear el problema y a estudiar la realidad actual con la lupa de aquello que está oculto por los pelos del capitalismo y del stalinismo.

Para la burguesía la Comuna no existe, sí la Revolución Francesa, y punto. Para buena parte de la izquierda, la Comuna fue una tentativa fracasada, y que después, la Revolución Rusa enseñó cual es el camino. Y no es así. Hay que volver a la Comuna, porque fue un ejemplo de democracia popular proletaria mucho más que la Revolución Rusa que muy rápidamente se convirtió en el poder de un solo partido; en tanto que en la Comuna toda la gente estaba ahí participando horizontalmente de modo tal que tenía un carácter mucho más democrático. Esto no significa que la Comuna sea el único modelo, pero hay que volverse a inspirarse en el ejemplo de la Comuna.

* Néstor Lopez es integrante del consejo de redacción de ‘Herramienta’. Abril de 2019.
www.dariovive.org

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PODEMOS, DESDE VALENCIA



Elecciones 26-M 2019

País Valencià: situación y futuro de Podemos




Andreu Tobarra
Vientosur
01.06.2019 

Sin ninguna duda Podemos es la gran perdedora del 26-M. Se pierden multitud de votantes en todas las autonomías y aunque se mantiene en algunas la posibilidad de ser llave de gobierno, Podemos pierde buena parte de sus diputados (en Castilla-la Mancha donde entró al gobierno con el PSOE, se queda fuera sin ningún parlamentario). Pero es en el ámbito municipal donde se ha dado lo peor, los resultados solo se pueden calificar de extremadamente malos para Podemos. Y además, con alguna excepción, se han perdido la gran mayoría de ayuntamientos del cambio de hace cuatro años. Las votaciones europeas, sin ser tan duras como las de los ayuntamientos para Podemos, no han sido nada favorables, Podemos e Izquierda Unida han perdido respecto al 2014 seiscientos mil votantes, lo que supone quedarse de once europarlamentarios en seis.

Los resultados de las elecciones en el País Valencià, vuelven a pasar varias facturas.

En el terreno de la derecha, el PP sigue cayendo, pero no lo suficiente para ser igualado o superado por Ciudadanos, que parece dar síntomas de estancamiento e incapacidad de conseguir el sorpasso. En la ciudad de Valencia donde el PP tenía imputados a todos sus diez concejales, Ciudadanos se ha mostrado incapaz de crecer en votos y escaños respecto al 2015.

El PP de Isabel Bonig se ha mantenido como la segunda fuerza más votada, obteniendo casi trescientos mil votos más que Ciudadanos. En Valencia ciudad María José Catalá, la candidata del PP, queda como segundo partido tras Compromís y por delante del PSPV, será la jefa de la oposición, dejando a Ciudadanos a un nivel subalterno. Sin embargo, las alianzas de las tres fuerzas de la derecha son necesarias para hacer gobiernos municipales, como en Alacant y en esa forma es muy probable que tengamos a Vox también en los equipos de gobierno de las alcaldías que controle la derecha.

El PSPV afirma e incrementa sus resultados en las municipales, tras las generales y las autonómicas realizadas en nuestro territorio hace un mes. Es el partido con más votos en los dos terrenos: autonómico y municipal. Incrementa su posición en una buena parte de las ciudades de más de 20.000 habitantes como Valencia, Castelló, Elx, Torrent, Sagunt o Paterna. Aunque obtiene un porcentaje de votantes sustancialmente inferior a las cifras históricas de los años ochenta, vuelve a tener una posición hegemónica, con un aliento de estabilidad de cara a los próximos años hasta las siguientes convocatorias electorales.



Compromís, ve reducirse un tanto su apoyo electoral, pero mantiene las concejalías que obtiene en todo el País Valencià (incluso las incrementa ligeramente, en gran parte por la situación de fraccionamiento del voto) y sobre todo repite mayoría y alcaldía en el buque insignia, la ciudad de Valencia, con el apoyo y participación solamente del PSPV (Unidas Podemos no obtiene representación) que queda en tercera posición en la capital.

Unidas Podemos sigue padeciendo una fuerte sangría elección tras elección, pero esta vez sobrepasa la línea roja que supone quedarse por debajo del límite del 5% que es el que permite la representación institucional. Y esto no es algo que suceda exclusivamente en el ayuntamiento de Valencia, Unidas Podemos retrocede muy sustancialmente o desaparece en muchos consistorios del País Valencià, así como en buena parte de municipios del estado y de los territorios que realizaban el 26M sus elecciones autonómicas.

A nivel de nuestro territorio, la representación obtenida hace un mes al hacerse coincidir por el PSPV generales y autonómicas, benefició a los socialistas, pero también benefició a Podemos. Entonces todavía no podíamos saber lo mucho que le favoreció, aunque es de suponer que de haberse celebrado nuestras autonómicas el 26M no hubiese obtenido los 8 escaños, con un porcentaje cercano al 8%. La amenaza de convertirse también en una organización extraparlamentaria a nivel autonómico era muy plausible.

Los votos en el País Valencià suponen un resultado de unas 45 concejalías en todo el territorio, contando tanto a Podemos en solitario como a Podemos más Esquerra Unida, allá donde decidieron ir unidos. Una cifra a mucha distancia de los más de un centenar largos que obtiene EU en los municipios donde se presenta en solitario.

Si comparamos con el 2015 las pérdidas que revelan los datos son muy preocupantes, puesto que solo EU en solitario entonces ya obtuvo 214 y entonces además estaban todas las candidaturas de unidad popular que apoyaba y participaba Podemos.

Desde la ciudad de Valencia, que es donde vive el que escribe estas líneas, el retroceso electoral es también lamentablemente espectacular. Unidas Podemos queda fuera tras obtener en torno a 16.000 papeletas, superando a duras penas el 4%, cuando la barrera legal obliga a superar el 5%.

Si retrocedemos cuatro años para comparar los resultados obtenidos por Unidas Podemos, en el 2015 sumando los votos de Valencia en Comú (40.000) y los de EU (muy cerca de 20.000), se obtuvieron 60.000, mientras que cuatro años después en el 2019 se han convertido en muy poco mas de 16.000. En resumen, se han perdido en una sola legislatura 44.000 votos1. Esto supone quedarse fuera de la institución tras perder el 73% de los votos y convertirse en una fuerza cercana a lo marginal después de “haber estado cerca de tocar el cielo”. La velocidad del drama no puede menos que dar vértigo.



En Alacant, donde el PP perdió la alcaldía en el 2015, la volvería a recuperar ahora con la suma de Ciudadanos y Vox. Los 6 concejales de Guanyar Alacant (más de 28.000 votantes que supusieron cerca del 19% ) se convierten ahora en 2 para Podem-EUPV (poco más de 12.000 votos, que su ponen el 9%). Se han evaporado el 57% de los apoyos electorales en estos cuatro años.

En Elx, la situación ahora es como la de Valencia, no se llega al 5% con 4.600 votos y Podemos se queda con cero conejales fuera del consistorio. El PSPV que tenía la alcaldía la mantendrá al mejorar sus resultados.

En Castelló, en el 2015 Castelló en Moviment obtuvo 4 concejales (10.400 votantes, con el 13,06%. EUPV no llegó al cinco por cien y con casi 3.000 votos se quedó fuera). En el 2019 se añaden a la candidatura Podemos y EUPV para quedarse en 2 concejales (4.800 votantes, con un 6,55%). Se pierden un 64% de apoyos en la ciudad de Castelló. El PSPV mantendrá la alcaldía que ya consiguió hace cuatro años.

En definitiva, esta es una buena parte de la expresión electoral de la situación municipal de Podemos en el País Valencià, se pierden apoyos de tal forma que en las mejores situaciones supone dejarse el 60% de los votantes e implica quedarse fuera de la representación institucional de una buena parte de ayuntamientos valencianos y de las diputaciones.

¿Que hemos hecho para merecer esto?

Eliminadas las anécdotas, nos deberíamos quedar con los elementos más relevantes para intentar entender por qué Podemos ha dejado de ser lo que fue en tan poco tiempo. Estas son las que me parecen algunas de las cuestiones más significativas, sin que el lugar en que las escribo suponga que las estuviese ordenando por importancia:
  1. El hecho de que la pugna interna en el reparto de posibles futuros cargos ha cerrado a Podemos hacia una necesaria apertura a la incorporación de activistas sociales. Los problemas de construcción de listas y programas con muy escasa o nula participación de los movimientos y del activismo social, con un vaciado de candidatas y candidatos que tengan que ver con ellos es un elemento importante de resta que se añade al declive en que ha entrado Podemos a nivel estatal.
  2. El desplazamiento, por no calificarlo de arrinconamiento, fuera de los puestos de salida en las listas, de personas que habían hecho un trabajo más que digno en la representación institucional con una vinculación real a la organización y a los movimientos sociales.
  3. La supuesta coalición con Esquerra Unida, que no es tal. Poco que ver con la confluencia que se realizó en Andalucía, en que las bases de Podemos y de Izquierda Unida fueron actores reales de un debate con votaciones finales refrendando la unidad, ilusionando también a otros sectores. Aquí en Valencia simplemente se puede explicar el acuerdo electoral de tal forma que en la mayoría de barrios de la ciudad los colectivos de Podemos y de EU, iniciaron la campaña municipal del 26-M sin haberse encontrado ni conocido y la acabaron en las mismas condiciones. El acuerdo firmado en los últimos momentos con Esquerra Unida, largamente estancado y aireado como una vulgar disputa entre aparatos sin diferencias políticas conocidas, por los puestos en las listas que se consideran con posibilidades reales de alcanzarse, no se puede presentar como un paso adelante. Supone un descrédito social merecido para aquellos que se llenan la boca con discursos repletos de construcción de alianzas, de solidaridades, de lazos, de apoyos mutuos, de complicidades… y en la práctica se visibilizan comportamientos bien alejados de esas palabras dentro de los relatos.
  4. Esto va de la mano de la crisis, por no calificarla de desaparición, de una buena parte de las candidaturas de unidad popular con las que nos presentamos en las últimas elecciones a los ayuntamientos. Y no se trata solamente de que hayan dejado de existir como puede ser el caso de València en Comú, que dicho sea de paso ha ocurrido de no muy buenas maneras por parte de la dirección de Podemos en Valencia ciudad, sino, y es lo más importante, que buena parte del caudal de ilusiones y apoyos, se haya perdido y no se puede esperar que a nivel de votos se traslade y mantenga en algunas de las propuestas y listas municipales que está haciendo Podemos.
  5. Los diferentes giros políticos dentro de una permanente obsesión por lo electoral, con un último movimiento que parece presidir buena parte de los actos y declaraciones con la finalidad de tener puestos en un gobierno del PSOE, tanto estatal como territoriales. Podemos acentúa su moderación política y su casi desesperado gobernismo con los socialistas a medida que se desangra y debilita cada vez más.
  6. A todo ello se añade que internamente se vive una situación escasamente democrática de la organización en la que las diferencias se afrontan por los grupos de afinidad en la dirección de mala manera con golpes de efecto, acuerdos contra natura, caídas en desgracia y rupturas con escenificaciones públicas impropias de un grupo humano que lucha por construir solidaridades y valores éticos. Todo ello aireado desmesuradamente por los media a los vientos de la opinión pública, con un tratamiento bien diferente respecto a Podemos que al que se aplica a las otras organizaciones políticas, construyendo el relato de que PSOE, Ciudadanos y PP resuelven problemas con menos cainismos y mucha más talla política y talento.
¿Podemos tiene solución?

Lo que podemos constatar de momento es que el ciclo sigue cerrándose, primero pensábamos que habíamos entrado en otro periodo diferente al que se abrió con el 15M que había que darlo por terminado en muchos aspectos importantes, sin embargo ésto quizá no sea suficiente y debemos plantearnos si no está ocurriendo en estos momentos lo mismo con Podemos.

Una buena política municipal, no nos hubiese librado de los efectos de la caída general de Unidas Podemos, pero habría impedido que quedásemos fuera de la institución con unas pérdidas de votos espectaculares. No es de recibo que algunas secretarias generales se escondan detrás del hundimiento general, que viene a ser algo así como proclamar que la culpa es de todos a nivel estatal (o de la figura de Pablo Iglesias sobre todo), diciendo que no se podía hacer gran cosa a nivel de nuestro municipio, porque se hubiese hecho lo que hubiese hecho, el resultado vendría dado por el descredito de Podemos exterior al municipio. Relato perfecto para culpabilizar a un enemigo externo sobre lo que se ha hecho y sobre lo que se ha dejado que hacer en el municipio.

Asistiremos, sin dudas, a un periodo de nuevos descorazonamientos militantes en el que tras la resaca electoral llegarán las primeras desafecciones, unas por desánimo tras la acumulación de fracasos y la falta de espacio para hacer política real en la estructura de Podemos. A éstas se añadirán las de aquellos y aquellas que ven cerrado su proyecto personal en Podemos y optarán por dimisiones o dejar la organización para intentar buscar otras agencias de colocación, desgraciadamente a estas alturas es imposible negar que este tipo de personas también existen en Podemos y han medrado en él y en sus listas electorales.
Tras haber formado parte de este ciclo de Podemos desde sus orígenes, a estas alturas tengo una convicción muy fuerte en afirmar que si Podemos toma dos decisiones estratégicas equivocadas, su situación será irreversible. Ni siquiera podemos estar seguras de que decidiéndolas correctamente lleguemos a tiempo de evitar el naufragio definitivo, pero como en muchas encrucijadas y puntos de inflexión, lo que toca hacer es intentarlo, para salvar al menos todo lo que podamos y no tener que volver a empezar de cero o incluso desde valores negativos.

La primera gran decisión sería la de no entrar al gobierno del PSOE-PSPV.

Hemos argumentado repetidas veces que los costes serían muy superiores a las hipotéticas ganancias de hacer cambios sociales y de mejorar la visibilidad. Hemos puesto también encima de la mesa el balance nefasto que en el estado español y en Europa ha supuesto entrar a gobernar en minoría con la socialdemocracia, tenemos ya ejemplos propios como lo ocurrido en Castilla la Mancha.

Podemos está jugando con fuego, las tesis errejonistas se han quedado en Podemos a pesar de su marcha y el nuevo giro de cintura de conseguir presencia en un hipotético gobierno dirigido por Pedro Sánchez -o Ximo Puig a nivel valenciano- son las que prevalecen como principal objetivo a corto plazo y a nivel estratégico. Si para ello hay que relajar no solo las formas, dulcificándolas hasta recibir alabanzas por parte de muchos medios y tertulianos hasta ahora enfrentados a Podemos, se añaden detalles sustanciales de la que sería la agenda de gobierno de Podemos, en las que se ha producido un vaciado de objetivos claramente considerados como maximalistas para la dirección actual, y a cambio aparecen propuestas de buena gestión que podrían ser negociables con la organización socialista.

Si añadimos que la entrada se puede aprobar en los próximos días por parte la dirección autonómica, presentándola como una necesidad indiscutible e irreversible ya negociada y pactada en petit comité con el PSPV y Compromís, yendo en el mejor de los casos a una de las habituales pseudo-ratificaciones plebiscitarias que tienen poco que ver con un buen proceso de debate colectivo antes de su ratificación por mayorías en una votación. Es difícil recordar una organización grande como Podemos que se llene la boca de ética y principios, al mismo tiempo que los incumple en su funcionamiento.

Ahora además tenemos que añadir lo que supondría entrar al gobierno de Ximo Puig (y Pedro Sánchez) con la situación de extrema debilidad, con pérdida de militancia y vaciamiento de los círculos en la que nos encontramos. ¿De verdad no se tiene conciencia de lo que va a suponer este hecho en aumentar la vía de agua acelerando el desmoronamiento y sus consecuencias?

Ya hemos vivido la inmensa absorción de esfuerzos y recursos de las candidaturas de unidad popular cuando entraron a gobernar los ayuntamientos, que afectó a muchísimo más que a los cargos y sus asesores. Las discusiones, el seguimiento político, una buena parte de los asuntos y la vida política empezaron a girar cada vez más y más en torno a lo institucional, y el resto de temas y el insustituible activismo social fue cediendo tiempo primero, importancia después y finalmente esta nueva jerarquía de valores que gira sobre la institución adquiere estatus de normalización.

La situación de la representación autonómica de Podemos, que es prácticamente el único islote institucional relevante en todo el PV, es mejor que sea la llave para forzar políticas sociales de gobierno, pero sin estar dentro. En esa forma las diputadas y diputados en el parlamento autonómico, así como la dirección autonómica, estarán en mucho mejores condiciones para invertir energías políticas en levantar, reforzar las bases y la vida de la organización, y la mejor forma de tener tiempo y espacio para hacerlo es quedarse fuera del gobierno. No es suficiente con la voluntad de querer remontar, hay que tomar decisiones que permitan hacerlo, y la de entrar al gobierno lo impediría desde muy corto plazo y añadiría el descrédito y la desafección hacia Podemos en poco tiempo más (no va a ser ninguna excepción diferente a lo que le paso a IU entre nosotros, o a los Verdes en Alemania o a Refundación en Italia)

La segunda gran decisión es reintroducir los funcionamientos horizontales y democráticos dentro de Podemos.

Hay voces que piden la dimisión de secretarios generales, pero aun compartiendo que hay secretarios y secretarias generales que hace tiempo no deberían ejercer esa función, eso no es tan simple. Una nueva secretaria general o una gestora no soluciona el problema, la simple sustitución de personas si no se modifican funcionamientos y la anómala estructura que padecemos, no va a cambiar sustancialmente la situación.

Por otro lado, han vuelto a aparecer las potentes voces que cierran filas en torno a Pablo Iglesias, atribuyendo buena parte del problema a las críticas y disidencias que se airean en público. ¿De verdad que lo mejor que se puede construir como explicación es convertir las opiniones políticas diferentes en el problema, y afirmar que si éstas no existieran o no se expresasen las cosas hubiesen sido diferentes?

La tentación permanente de depositar en enemigos exteriores e interiores el problema, suele ser una gran forma de construir una explicación en la que siempre son otras las responsables y eso evita tener que asumir cualquier responsabilidad y rectificación. Compartimos con otras voces que no hay que salir corriendo a tomar decisiones, pero nuestra opción es que la toma de decisiones sin precipitaciones es la mejor forma de hacer cambios de calado, pero siempre precedidos de buen debate y deliberación. En absoluto se trataría de ganar tiempo para no hacer nada y seguir manteniendo el control de los puestos internos, la dirección política y los escasos puestos externos que se han obtenido.

Si miramos hacia abajo vemos los círculos vaciados y desencantados, muy alejados de cualquier posibilidad de seguir y participar mínimamente en las decisiones políticas municipales. Si lo hacemos hacia arriba, tenemos las direcciones que no funcionan como tales, en la práctica es el secretario o la secretaria general junto con un pequeño grupo de confianza quienes muñen las decisiones y buscan acuerdos y maniobras contra los que consideran enemigos en el interior de Podemos. El Consejo Ciudadano es sorteado como órgano real por varios mecanismos, uno ha sido orquestado en origen gracias a las listas plancha y la representación no proporcional que garantiza muchas veces brazos de madera incondicionales a cualquier debate y posición. En segundo lugar, los acuerdos se orquestan por fuera del órgano, lo cual añade más profundidad al vaciado de la dirección como órgano de representación y debate para la dirección política, hasta convertir a los Consejos Ciudadanos en direcciones semivacías, sin papeles, sin debates, situación que se utiliza para reforzar más todavía la necesidad de que el secretario o la secretaria general actúe libremente y al margen de todo órgano y control, para compensar el problema que él mismo ha contribuido a crear y así se alimenta el problema sin el más mínimo atisbo de solución. Se trata de un buen ejemplo de profecía autocumplida.

Las direcciones, los Consejos se han convertido en algunos casos en verdaderos nidos de conspiración, que dedican el 90% de su tiempo a resolver situaciones internas de tal forma que les permitan prevalecer. Estos últimos años se han consolidado camarillas en los órganos que son las que ejercen la dirección real al margen de la propia estructura oficial y lamentablemente hay que añadir el elemento no menor de que han servido para que aprendiesen algunas de esas personas algunos de los más desdeñables comportamientos y fingimientos de la política. Uno de los problemas más importantes que vivían ellos y ellas dentro de Podemos era en términos de legitimidad y cuestionamientos que podrían afectarles. Han vivido de la imagen y popularidad inmensa de la organización construida en sus inicios junto al paraguas de Pablo Iglesias como secretario general y figura mediática. Pero cuando han tenido que ofrecer un balance de resultados en sus localidades fuera de la protección de la marca que parecía poder garantizar votos suficientes, como ha ocurrido en estas últimas municipales, la resultante ha sido constatar que ya hacía tiempo se había producido el abandono de una buena parte de los votantes, empezando por los sectores más activos y concienciados.

En su descargo hay que resaltar que no son comportamientos individuales que ya se traían de antes, ni caer en explicaciones psicologicistas de perfiles de personas perversas. Hay dentro de Podemos una estructura que realmente impide debatir y discutir democráticamente su política. Los círculos están diseñados para otras cosas, para unos escalones menores y sin posibilidades de influir en las grandes decisiones políticas que toman las direcciones y las secretarias generales. Ergo el que desea hablar y compartir para que se pueda decidir colectivamente por los miembros activos de la organización algo de la política cotidiana, no tiene más remedio que actuar utilizando canales informales, puesto que los formales o no lo permiten o no existen. Y al final, todo el que sigue vivo dentro de Podemos ha acabado haciendo exactamente eso, esté en una dirección, sea secretario general o simple militante de algún círculo. Las asambleas se han convertido en algo raro y más parecido a una representación teatral oxidada que a un ejercicio de la democracia más viva y buena parte de lo relevante se mueve en relaciones de afinidad, de simpatía personal o enemistad o cualquier cosa que forma demasiadas veces parte de las sombras y de una antidemocrática informalidad, contra la que no puedes luchar ya que “no existe” en ningún código ético, estatuto o reglamento.

Desde hace unas semanas uno de los más señalados grupos informales de la dirección en el País Valencià, está estudiando qué hacer con los restos de Podemos para construirse a su medida otra organización. Por otro lado, el fracaso parcial de la operación de Errejón hace que el lanzamiento de una nueva organización estatal a partir de la consolidación del proyecto en Madrid, tal y como su grupo de afinidad tenía planeado, quede de momento en suspenso. En el País Valencià, como en otros sitios, hay personas que esperaban con ilusión ese nuevo proyecto organizativo sobre los restos a derribo de su antigua organización y ocupar el espacio del viejo Podemos. Estos asuntos que afectan y mucho, a todas las personas vinculadas a Podemos, no se conocen salvo que se tenga alguna relación informativa que otra no tiene, tampoco se escriben ni se discuten colectivamente y, sin embargo, ahí están agazapados esperando los tiempos que las y los iniciados consideren, no para compartir sino porque supongan una hábil elección del momento y de las alianzas que les permita lanzar sus proyectos y prevalecer sobre el resto.

Podemos debe retomar las mejores tradiciones de los movimientos sociales: Frente a secretarías políticas multipoderosas, órganos y acción colegiada. Frente al voto en plancha y elecciones que modifican los votos emitidos, proporcionalidad y listas abiertas. Rotatividad frente a permanencia. Frente a votaciones telemáticas y asambleas ritualizadas, sin debate ni documentos ni expresión de crítica, establecer la deliberación real previa al refrendo o votación…

En definitiva, apostar decididamente por un Vistalegre del País Valencià (y uno estatal por supuesto) que refunde Podemos con una hoja de ruta que en el terreno externo nos devuelva a los orígenes y al mejor activismo social con y en las luchas sociales, y en el terreno interno iguale Podemos a las mejores prácticas y formas de trabajo de las ya muy largas experiencias acumuladas y ensayadas por los movimientos sociales.

Andreu Tobarra. Miembro de Anticapitalistas y profesor del Departamento de Sociologia y Antropología Social de la Universitat València
31/5/2019
Notas

1/ En realidad, la perdida de votantes es mayor ya que en las municipales del 2015, València en Comú no fue conocida por todos los votantes de Podemos como la opción municipal a la que se apoyaba y en la que se participaba. Esto hizo que no llegase a recibir todos los votos que podía proporcionar Podemos a la candidatura de unidad popular. Podemos en aquellas fechas se movía como mínimo en los 50.000 votos en la ciudad de València, esto supone que los votantes reales conjuntos de Podemos más los de EUPV en aquel momento eran al menos 70.000. Por tanto, la perdida de votantes del 2015 al 2019 puede calcularse en un mínimo de 54.000, lo que supone que han desaparecido más del 77% de apoyos electorales en una sola legislatura.

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