miércoles, 13 de marzo de 2013

EL PSOE QUE ARRANCA CON FELIPE GONZALEZ Y QUE TODAVIA CONTINUA NO NOS SIRVE. SUS AFILIADOS Y A TITULO PERSONAL, SI


 POR QUÉ NO NOS SIRVE EL PSOE

Víctor Alonso Rocafort 
EL DIARIO.ES
12/01/2013 

Han sido años de miedo a la derecha desde la derecha. Han sido demasiados años escuchando a los mayores recordando la disolución del golpismo, o lo que se hizo por la sanidad y la educación pública en este país hace ya tres décadas. Han sido años de esperanzas frustradas una y otra vez; han sido años de espejismos. Si de verdad se quiere dar paso a un nuevo tiempo político desde la izquierda, debemos ser claros respecto al PSOE. 

Porque fue precisamente el Partido Socialista el que implantó el trabajo precario a fines de los ochenta; los tribunales condenaron a un Ministro del Interior del PSOE, así como a diversos altos cargos, por secuestro y malversación en relación a una banda armada que asesinó a cerca de 30 personas; hubo, y siguen dándose, mil y un escándalos de corrupción; se creó una fuerte y jerárquica burocracia partidista, donde todos se daban codazos de puertas adentro y se colocaban de puertas afuera. El PSOE incumplió pronto su palabra para meternos en la OTAN. Aceptó entusiasmado los tratados europeos que construían una Europa fortaleza y neoliberal. Se plegó a los banqueros desde tiempos de Miguel Boyer, Carlos Solchaga y la beautiful people, ¿recuerdan? Las privatizaciones las comenzó Felipe González, hoy en Gas Natural. El PSOE fue más duro incluso que el PP al abordar la inmigración, con redadas policiales xenófobas y el fortalecimiento ‘rubalcabiano’ de un régimen que atemorizaba a los sin papeles con las deportaciones y los Centros de Internamiento para Extranjeros (CIE).

Mientras, se mantenían los privilegios de la Iglesia Católica y, de manera vergonzante, no ha dejado de apoyarse a la Monarquía. Nunca se actuó para quebrar la estructura y la cultura institucional heredada del franquismo que se insertaba en la policía, y a día de hoy seguimos sufriendo las consecuencias. Zapatero falló a todo un país cuando dejó su tímido programa a un lado en mayo de 2010 para iniciar, con fuerza, el trágico camino de los recortes sociales. Como es sabido, este tránsito finalizó en una reforma de la Constitución hecha a espaldas de la ciudadanía.

Pero son amables, educados y tolerantes al hablar; se saben muy bien la teoría. No son cavernícolas con el tema del aborto, y han traído el matrimonio homosexual. Se opusieron a la Guerra de Irak —aunque enseguida nos metieran en Afganistán—, y crearon un Ministerio de Igualdad en una digna política contra la violencia machista. Aunque nunca han hecho ascos a utilizar la represión policial en diversas variantes, saben de su base social y seguramente nunca pondrían a personajes como Francisco Javier Ansuátegui o Cristina Cifuentes como Delegados del Gobierno en Madrid. El problema más gordo que tienen es que ahora mismo no recuerdo mucho más. 

Porque bien pensado, todo lo anterior les sitúa si acaso como el menos malo de los dos partidos hegemónicos que se turnan en el poder desde 1982. Nunca han tocado las líneas principales de la economía neoliberal. Jamás se han atrevido a alterar una estructura fiscal injusta y regresiva. Su política medioambiental, cuando afrontamos una crisis climática monumental, ha sido más de lo mismo: desde medidas para la galería hasta políticas abiertamente antiecológicas. Sobre sus reformas universitarias no hay más que estudiar la puesta en marcha que hicieron de la llamada Estrategia Universidad 2015, que en breve rematará el PP siguiendo la misma línea. Rinden pleitesía a los bancos, como confesó Miguel Sebastián que le ordenaba Pepe Blanco, y son ya demasiados los que abiertamente tratan de colocarse en multinacionales privatizadas cuando se jubilan de la política. Suelen hablar de democracia en público y tirar de despotismo en los pasillos sin despeinarse; lástima produce cuando observas a algún/a joven aprendiz tomando nota.

 Sin ser los únicos en esto, hay modos no democráticos de hacer política que se han incrustado demasiado en el ADN institucional de este partido. Pocos se atreverían a afirmar que se permite la transparencia, la libertad de expresión y la horizontalidad en sus estructuras. Mucho me temo que el concepto que más acude a la cabeza de la gente de izquierdas al pensar en ellos, tras tanta decepción, ya es sólo hipocresía. Comprobemos, si no, lo que está sucediendo con su periódico, perfecto reflejo del progresismo impostado de este país.

 Ahora pretenden plasmar en su Conferencia Política un proceso de diálogo con ciudadanos y militantes. Por supuesto, nada de hablar de romper con el funcionamiento interno del partido, ni de cuestionar (siquiera por primarias) a la dirección. ¿Recuerdan a las dirigentes que luego fueron ministras del gobierno de Zapatero en las manifestaciones contra la LOU? Yo casi me lo creía. Es decir, ya sabemos que pueden marearnos, acercarse, dialogar, montar primarias “estratégicamente”…. para luego en el poder hacer lo de siempre. Han perdido todo derecho a la confianza. 

La postura del PSOE durante los últimos años en el tema fundamental de los desahucios, a pesar de las contorsiones de última hora, es lo que ha causado las últimas deserciones de antiguos simpatizantes. ¿Se puede votar hasta 4 veces en el Congreso a favor de los bancos en este tema? ¿Cómo han sido capaces de sobrevolar indiferentes el profundo dolor de las clases populares de este país, cuando podían haberlo detenido? ¿Quién les va a creer ahora? Más de 500 desahucios al día, que se dice pronto. Familias arruinadas de por vida, suicidios evitables, 400.000 ejecuciones hipotecarias desde 2007, contrastan con los rescates bancarios y con la ya indeleble imagen de Alfredo Sáenz indultado por los socialistas.

 Sumado al asunto de los desahucios, de la corrupción y al aire fresco que demanda ya tanta gente, la imagen negativa que desprende la actual dirección es otro gran hándicap para el PSOE, quizá el definitivo. Se trata de una dirección gris y sumisa, aún ahíta de poder, que mira mal cualquier intento de cambio interno empeñada en ganar tiempo no sé sabe para qué. Lo peor no es que ya no les creamos, es que han dejado de creerse a sí mismos hace mucho tiempo. Son además tantos y tan profundos los cambios que debiera afrontar una nueva dirección, que lo razonable para los regeneradores sería empezar desde otras coordenadas.

 El PSOE no sirve por tanto a la izquierda, hoy menos que nunca. Porque si alguna vez estuvo allí, lo que es seguro es que hace tiempo que no sabe dónde está. La socialdemocracia no llegó a desarrollarse en nuestro país, a pesar de que un partido supuestamente socialista estuvo en el gobierno más de veinte años. Aun así, es dudoso que las propuestas socialdemócratas tengan espacio en un escenario donde el capitalismo, para sobrevivir, anda desbocado provocando crisis gigantescas en el primer mundo. En la dirección del PSOE tampoco hay ya en cualquier caso socialdemócratas que busquen siquiera domar al capitalismo mediante nuevos ingenios; sólo dirigentes temerosos de la jerarquía, sometidos a los dictados de los poderes financieros y sin libertad para cultivar unos vínculos democráticos con quienes supuestamente representan. ++ Se precisa coraje e imaginación para afrontar las grandes rupturas por venir, pues estamos ante un tiempo nuevo. 

El 15M —no olvidemos que surgido un día de represión policial, ordenada por el gobierno socialista, contra quienes ejercían su derecho a manifestarse— lo dejó muy claro: se precisa un cambio radical contra el régimen del PPSOE. Muchos socialistas insatisfechos transitan desde hace tiempo por el propio 15M, en las asambleas de sus barrios, en sus sindicatos, luchando de otra manera en las diversas mareas en defensa de lo público; también los habrá aún paralizados, frustrados o pensativos en sus casas. Es así como la militancia de base, profundamente desengañada en su mayoría, busca otros cauces para seguir haciendo una política que les permita reconocerse con orgullo. Los hay también que desde dentro del partido, en sus agrupaciones, aún piensan que es posible el enésimo intento de regeneración. Es la gente que pidió perdón en aquel vídeo, en un gesto que les honraba pero que a todas luces resultaba insuficiente: no eran ellos quienes debían disculparse, los temas mencionados eran ínfimos respecto a la dimensión del problema, y aun siendo mínima la asunción manifestada de las culpas, lo justo hubiera sido apartarse de la política tras hacerla. 

No quisiera resultar injusto con algunas personas de la dirección del PSOE que quizá lleven años luchando contra este estado de cosas. Sólo puedo decirles que, en mi opinión, no es el sitio más adecuado para hacerlo. Es más, el tiempo ha demostrado que nunca lo fue. Los imagino cansados de no conseguir nada. Por la puerta de atrás de nuestro régimen político se ha ido conformando una casta político-económica que se beneficia y se protege mutuamente de la crisis a costa de empobrecer al resto. Es la definición de oligarquía que conocemos desde los griegos, y el PSOE no resulta ajeno a ello. Lo más visible está en esos líderes que participan en las puertas giratorias de colocación que mencionaba antes. Pero su alcance es aún mayor a otros niveles. Por tanto, no sólo es que hayan cometido acciones políticas lamentables que recordaremos largo tiempo —aun de manera involuntaria, pues tal es su fuerza—. Es que representan mucho de lo que hoy por hoy nos aleja de la democracia. El peso del aparato, de la jerarquía, de la cultura política asumida en su seno, de nuestra propia memoria, es tal, que resulta imposible valerse de ese partido para ningún objetivo de la izquierda. 

Así que gentes del PSOE, échense a un lado o aproxímense a título individual y sin dobleces, la izquierda real de este país quiere unirse y pide paso. 

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PARA LECTURA DE LA IZQUIERDA POLITICA

Carta a la izquierda árabe y mundial

 (4/6) 

Salama Kayleh 
Entretierras 
Rebelion/11-03-2013 

 4. No hay duda de que la espontaneidad de la revolución y la ausencia de la izquierda ha sido la base para el inicio de los problemas y la caída en errores, especialmente porque el pueblo actúa de manera experimental luchando con sus capacidades. Se manifestó y practicó todas las formas de protesta pacífica durante meses, pero pasó a la actividad armada bajo la violencia, el salvajismo y los crímenes de la autoridad. Todo ello no quita que sea una revolución, ni hace que el marxista se “desdiga” de su apoyo o de su participación en ella. 

Se ha criticado el paso de la revolución hacia la acción armada y advertimos desde el principio de la magnitud de este paso y los peligros que podía conllevar. Sin embargo, cuando la revolución es espontánea no se pueden controlar sus prácticas. La revolución no se escriben en “catálogos” a los que haya que circunscribirse, sino que se trata de una actividad popular que camina según la coyuntura existente y se somete a la naturaleza de la práctica con la que el poder se enfrenta a la movilización popular. Por ello, no consideramos que se desvirtuara ni se saliera de su senda pacífica, sino que dijimos que había pasado a un nuevo nivel que debíamos intentar controlar para que no condujera al caos, y unirlo a la movilización popular para complementarlo en vez de ocupar su lugar. 

No hay duda de que la situación fue por un camino que hizo de la actividad armada el “todo”; no obstante, ello ni elimina el hecho de que esto se produjo como reacción popular a la violencia salvaje que ejerció el poder desde el inicio, después de meses de no responder de forma armada (algo que Bashar al-Asad reconoció recientemente, y también Faruq al-Sharaa), sino que el aferramiento al pacifismo sigue siendo básico para la revolución. 

Por tanto, el problema no era el pasar a la acción armada, que fue resultado de la violencia salvaje, pues las revoluciones pueden adoptar formas diversas, el marxismo acepta eso y Lenin teorizó sobre el “levantamiento armado”. El problema fue que la espontaneidad de la revolución podía llevar la acción armada al caos (como vemos ahora), lo que indica nuestra incapacidad como izquierda y no un error en la revolución. 

Toda teorización sobre la “no violencia” y las “revoluciones pacíficas” (aterciopeladas) ha quedado como una ilusión y parece un preludio del aborto provocado de las revoluciones. La violencia persigue a la revolución, como dice el marxismo. Si hay quien pensaba que la era de la revolución había pasado y se ha dado cuenta de que se había equivocado, todos los que dicen que la era de la acción armada (o las revoluciones armadas) está en su ocaso se sorprenderán de que no hay ninguna revolución social que no entre en el marco de la violencia en algún momento. 

Por ello, la crítica no es a la acción armada, sino que esta crítica puede extenderse a la forma de practicar la acción armada y la estrategia que la domina y si sirve a la movilización popular o la elimina. A nosotros nos concierne toda esta crítica porque vemos los problemas de la acción armada y cómo se ha convertido en una entrada para “comprar” brigadas armadas debido a la necesidad de dinero y armas o ha obligado a algunas brigadas a adoptar nombres “islámicos” para lograr financiación, y también vemos los problemas de la falta de estrategia militar o de la manera de poner fin a la lucha mediante el dominio de las ciudades. 

En el marxismo “original”, y no en la deformación soviética, la lucha no es contra una sola parte, sino varias, porque la realidad es múltiple y las contradicciones en ella son, por tanto, múltiples. Si la lucha de clases es contra la clase dominante y su dominio y porque el pueblo quiere derrocar al régimen, económico y político, la revolución misma tiene contradicciones que han de enfrentarse. Hay una contradicción con las fuerzas liberales que quieren reducir la revolución a un cambio en la forma del poder (y tal vez las personas en el poder), hay una contradicción con los Hermanos Musulmanes que quieren imponer su autoridad fundamentalista (y su economía liberal), e intentan hacer que la revolución parezca una “revolución islámica” para logarlo, y en tercer lugar, hay una contradicción que ha aparecido recientemente con el Frente de Al-Nusra como una fuerza sectaria que ha venido a imponer una autoridad sobre las zonas que ha “liberado” el pueblo y abrir una lucha sectaria que su “doctrina” le impone. La victoria de la revolución siria está ligada a cómo se ponga fin a su nefasta influencia y a que se organice la revolución según una estrategia que parta de las peticiones básicas del pueblo y determine una política que lleve al derrocamiento de la autoridad. 

Nos compete lograr establecer una unión entre la acción armada y la actividad popular, porque vemos que es algo que fortalece la revolución y logra su éxito: no hay victoria militar sin acción popular y la misión de la acción militar es romper los centros de poder de la autoridad, no abrir “una guerra total” para facilitar la victoria popular. 

En este contexto entramos en una lucha contra las estrategias de las fuerzas fundamentalistas que trabajan para cimentar el uso de armas como principio que lleva a derrocar al poder mediante la “liberación” de Siria de la “ocupación asadiana”. No hay duda de que esta estrategia infantil no hace más que ayudar al poder a seguir destruyendo y matando. Lo que nos importa es la capacidad de destrucción, asesinato y enfrentamiento contra el movimiento popular que tiene el poder. 

5. ¿Está el poder sirio en contra del imperialismo? 

En primer lugar, al margen de la situación internacional del poder sirio, el marxismo está con el pueblo cuando se levanta porque, de partida, está con el pueblo. Así, al margen de la naturaleza del poder, el marxismo debe estar con el pueblo porque su revolución no fue resultado de una “conspiración” (y un pueblo no puede entrar en una conspiración, sea consciente o ingenuamente), sino que fue resultado de una situación en la que ya no podía vivir. Ello es lo que destrozó el socialismo y abrió las puertas a la transformación capitalista. ¿Cómo entonces era el poder capitalista, mafioso, familiar y policial?

Nuestro análisis previo indica el carácter de la clase dominante, un carácter capitalista y mafioso. Así, hemos de contestar a la pregunta siguiente: ¿Estaba esta clase dominante contra el imperialismo? ¿Cuál era su red de relaciones financieras y actividades económicas? ¿Cómo influye ello en sus políticas? 

Dicha clase se esforzó en generalizar la economía rentista, que se basa en el sector servicios, el turismo, la industria inmobiliaria y el comercio (especialmente la importación) y los bancos. Y estableció redes con el capital del Golfo y europeo, trabajando como garante de las empresas petroleras estadounidenses (Muhammad Majluf, por ejemplo), e intentó ser el garante de las empresas de coches y todas las empresas imperialistas. Entró en contacto también con el capital turco, hasta que llegó a establecer relaciones con las mafias del este de Europa y Rusia. Esa es su red de “relaciones” financieras. Aspiraba a organizar su relación con el imperialismo estadounidense, pero la política de Bush hijo lo impidió debido a la “miopía” estadounidense basada en un enorme sentimiento de superioridad que llevó dicha política a afanarse en cambiar el poder en Siria tras la ocupación de Iraq.

Esta última realidad es la que hizo que el poder entrara en otra “alianza”, cuando se vio cercado y amenazado con ser derrocado. Fue por eso por lo que fundó su alianza con Irán mediante la firma del Pacto Estratégico de 2006, a lo que siguió la firma del Pacto Estratégico con Turquía (tal vez para mantener el equilibrio provocado tras las diferencias con Arabia Saudí, pero por intereses económicos resultado del hecho de que Turquía se negó a aplicar las sanciones estadounidenses sobre ambos). 

Así, la cuestión aquí no es una cuestión de contradicción de clases, ni una contradicción nacional, sino que se trata de una lucha de intereses, como sucede entre los capitalismos. El poder aquí no es la continuación del “movimiento de liberación nacional”, ni su régimen es la continuación de los regímenes “nacionalistas”. Es otra cosa liberal y mafiosa que entró en contradicción con EEUU e intentó establecer relaciones con otros imperialismos (Francia, Alemania, y ahora Rusia y China). El capitalismo que define a la clase dominante es un capitalismo rentista como demuestra el estudio de la conformación de la economía siria en la cual los sectores productivos fueron destruidos (la agricultura y la industria). Este modelo de capitalismo no puede ser más que dependiente, porque la naturaleza de la actividad económica que practica exige eso (la importación y la actividad financiera, los servicios…). Con la imposición del aperturismo económico y el desplome del sector productivo la importación se hizo una necesidad, una necesidad básica de este tipo de capitalismo. 

Así, la pregunta es: ¿Cómo puede este capitalismo estar en contra del imperialismo? La lucha estaba ahí, la lucha era sobre el modelo más favorable para dominar. Eso fue lo que empujó al imperialismo estadounidense a pensar en cambiar el poder en vez de entenderse con él, algo que el poder rogaba e intentaba. El “capricho” liberal exigía que se hiciera más sólida la relación con el centro imperialista, que es EEUU. Ese era el “capricho” de las élites que llegaron con Bashar al-Asad al poder y sobre cuya base se alejó a las élites que se desarrollaron en el tiempo de Hafez al-Asad (en su mayoría con la Unión Soviética). 

En consecuencia, la diferencia con EEUU era resultado de una “mala valoración estadounidense”, que tal vez la profunda crisis económica impusiera, y que se unió a la imposición de lo que se ha llamado el “Nuevo Oriente Medio”. Y no fue, en cambio, resultado de los intereses de la clase que dominaba y que pasó a ser la que gobernaba después de descubrirse su verdadero rostro. ++ El poder ya no es un poder de “liberación nacional”, la economía ya no es una economía “desarrollista”, sino que el poder capitalista mafioso ha establecido redes con el capitalismo imperialista, aunque no sea necesariamente con el capitalismo estadounidense. 

Este es el análisis marxista de la naturaleza del poder y sus redes internacionales y es lo que lo hace parecerse mucho a los demás regímenes a pesar de sus diferencias con EEUU. Es un poder capitalista, rentista y mafioso que roba al país en red con el capitalismo imperialista, o un capitalismo que es parte dependiente del capitalismo imperialista. Esta situación es precisamente la que hizo que los “teóricos” del poder sirio le pusieran el calificativo de “régimen de rechazo” y no de “anti-imperialista” o “de resistencia”, porque determinaron con precisión lo que eran y se dieron cuenta de que se abstenían de aceptar algunas condiciones políticas estadounidenses, pero no todas. Por ello, dejaron la puerta abierta a la vuelta de la relación con EEUU e hicieron esfuerzos en este ámbito. Pero los cambios internacionales y el estallido de las revoluciones impuso nuevas alianzas perentorias, con un nuevo imperialismo, eso sí: el de Rusia. Quien estudia los acuerdos económicos firmados hace meses ve esto claramente, porque son pactos económicos muy parecidos a los de cualquier país imperialista. 

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RAJOY, A TI IGUAL QUE AL REY, ANIMAL O BANQUERO, LA MUSICA AMANSA, LO SABEMOS. MAS TETICA MONJA ES HUELGA GENERAL PARA QUE SALGAIS CORRIENDO (QUE LO QUE QUIERO DECIR ES QUE DIMITAS, RAJOY, QUE NO SÉ SI MENTIENDES LO QUIERO DECIR)